Partida Rol por web

Gláin observaba al montaraz con suspicacia. Era por todos sabido que esos vagabundos eran en su mayoría poco más que bandidos errantes, pero el tal Trancos y su saludo en khuzdul le había dejado desconcertado. ¿Dónde había aprendido ese condenado humano la lengua de los enanos?

—Buenos días, sí... —respondió mesándose la barba y repasando al montaraz de pies a cabeza—. Mi nombre es Gláin, comerciante e hijo de las Montañas Azules, y esta muchacha es Tatharina, mi amiga.

La voz del enano se dulcificó al nombrar a su compañera. Tal vez Gláin se mostrara huraño con los desconocidos, pero se mostraba incapaz de esconder el cariño que sentía por la joven curandera, a la que veía como poco menos que una hermana pequeña.

—Maese... ¿Trancos? Es usted un montaraz, ¿no es así? Siento abordarle de tan brusca manera, pero la seguridad de Bree y de sus vecinos está en juego. Voy a ir al grano... Un grupo de bandidos ha estado asaltando caravanas en el Gran Camino del Norte, al sur de aquí. Para enmascarar sus tropelías, han llegado a provocar que dos trols se acercaran al pueblo. Esas bestias robaron y devoraron ganado de las granjas cercanas. Por fortuna, logramos acabar con ellos antes de que atacaran a algún vecino desprevenido. Esto no puede continuar.

​​​​​​Gláin se detuvo a tomar aire, esperando que el montaraz digiriera la magnitud de lo que le estaba contando.

—Nos gustaría contar con su ayuda para encontrar a esos malhechores. Es usted un montaraz, por lo que nos han contado, así que entiendo que conocerá al dedillo las tierras agrestes de esta zona. Un hombre como vos nos haría un gran servicio como guía. Incluso es posible que haya detectado ya la presencia de extraños en las cercanías. Al sureste de la Colina de Storch, concretamente. ¿Está usted dispuesto a ayudarnos?

El montaraz, de gesto duro pero educado, se para justo al lado vuestra cuando Tatharina le empieza a hablar y le dice que veníais a verle para preguntarle sobre ciertos asuntos. El tipo, que se ha quedado mirándoos fijamente, pone la cara aún más seria.

-"¿Cuáles son esos asuntos y por qué creéis que me atañen?" Dijo, con la misma voz de antes.

Cuando Gláin se presenta, él hace lo mismo, inclinando un poco la cabeza en señal de respeto.

-"Encantado de conoceros, señor Gláin de las Montañas Azules y señorita Tatharina."

Gláin empieza a contarle lo de los bandidos y lo sucedido con los trolls. Trancos se queda pensativo, meditando todo lo que se le comenta sin cortar la conversación y poniendo máxima atención. Parece preocupado por las noticias y se le ve en los ojos un brillo extraño.

-"¡Vaya! Si que son asuntos serios los que relatas, señor enano. Y efectivamente, soy Trancos, que es como me conocen por estos lares. Debo felicitaros por acabar con esos trolls, ya que no son enemigos fáciles de abatir. Si lo habéis hecho vosotros dos solos, es toda una proeza. Debéis de ser grandes guerreros, aunque no lo parezca." Dice mirándoos de arriba a abajo a cada uno, pero sobre todo a Tatharina.

Gláin sigue hablando después de tomar un poco de aire, pidiéndole ayuda al montaraz.

-"Lamento mucho no poder ofrecer mis servicios en estos momentos, pero me requieren con urgencia en el norte. Os ayudaría encantado, pero ya llevo bastante retraso y tengo que partir de inmediato. Ahora iba a desayunar antes de recoger mis cosas e irme." Dice apesadumbrado.

-"He estado fuera un largo tiempo, pero he oído algo sobre unos bandidos que atacan a sus víctimas en el Gran Camino del Este, al este de Bree. No sé si serán los mismos a los que te refieres. Solo puedo desearos suerte si vais a ir tras ellos para atraparles y detenerles."

Os mira seriamente y prosigue.

-"Os diré varios consejos, que puede que os sean de utilidad. Como bien dices, me conozco bien estas tierras, ya que las he recorrido infinidad de veces. Si salís por la Puerta del Sur y recorréis el Gran Camino del Este varios kilómetros, veréis la Colina de Storch a vuestra derecha, detrás de algunas colinas más bajas. Llegar hasta ella no será complicado, ya que es la más alta, pero aún así, sabed que no es muy difícil perderse por esos parajes, esas lomas suelen ser traicioneras. Cuando lleguéis allí, veréis que hay una vaga senda que baja por la parte sur de la colina y continúa hacia el este, siendo paralela al Gran Camino del Este. Tened mucho cuidado de no entreteneros demasiado en la sombra de cualquier piedra erguida que veáis. En esas tierras pasan cosas extrañas, seguro que lo habéis oído en los cuentos."

Con esas últimas palabras, el hombre hace un gesto de despedida para ir hacia el salón a desayunar.

-"Os deseo la mayor de las fortunas en vuestro cometido."

Tu tía te mira extrañada ante la decisión de no tomar pastas, cosa rara en un hobbit; aunque sea un hobbit de Bree. Cuando despotricas contra su marido, muda la cara a otra de enfado, sobre todo cuando le dices que no quieres ser de nuevo un títere de él. Tomas aire y sigues con tu perorata. Con esta segunda exposición, su cara vuelve a mudar otra vez, refleja asombro, miedo y estupefacción, todo a la vez. Ante esta segunda parada para coger aire, ella aprovecha para hablar, con una voz teñida de pánico.

-"No sé por qué habrá hecho tal cosa, a mi no me cuenta las cosas del trabajo. Pero lo que sí sé es que tu tío no es un necio y si hace algo, lo hace porque cree que es lo mejor. Supongo que como habéis acabado con esos trolls y descubierto a los bandidos, ha pensado que vosotros sois la mejor baza que tiene Bree para solucionar esto."

Cuando parece que ella también va a respirar para coger aire, tú aprovechas para terminar tu discurso. Lo que le dices sobre un montaraz, la deja ojiplática.

-"No sé a qué montaraz te refieres, pero esa gente vaga por los bosques y es peligrosa. No me gusta la idea de que os juntéis con gente así. De todas maneras, todo esto tendrás que hablarlo con tu tío, que está en la prisión, en su oficina. Ha llegado hace unos minutos. Puedes ir por casa para no darte la vuelta y entrar por la prisión."

Gallind, al ver que Tolman se ha quedado obnubilado completamente y parece como si no estuviera entre vosotros, decide observar a su querida Rilwen, que se ha sentado en la mesa de los dos hobbits y parece mantener una conversación algo tensa. Afina sus sentidos para intentar escuchar lo que dicen, ya que hablan alto y él tiene un fino sentido del oído. Ve que uno de los dos hobbits se ha quedado pasmado, pero el otro parece ser que se ha enfadado y es el que habla.

-"He escuchado perfectamente lo que ha dicho Holfast, no estoy sordo, todos lo hemos escuchado. Que te haya nombrado comisario no te da derecho a ir intimidando a la gente, forastera. Y si quieres llevarme a la prisión por no contar el suceso que me pasó hace tiempo con esos bandidos, adelante. Conozco a Holfast de toda la vida y ni siquiera pisaré la celda. A malas pulgas no me gana nadie, que me he criado en el mercado de Combe, regateando con viejas que dan más miedo que tú." Dice casi escupiendo las palabras.

Stef, pálido y preocupado. Mira a su amigo y a la elfa, de la elfa a su amigo.

-"Por favor, calmaos. No hay que ponerse así ninguno de los dos." Dice preocupado.

Está bastante nervioso y casi ha tartamudeado las palabras.

Viendo que Tolman se ha dormido sentado y con los ojos abiertos - Parece que no habrá podido pegar ojo en toda la noche - Me dirijo a la mesa donde se encuentran mi buena amiga Rilwen y sus dos acompañantes hobbits. No puedo evitar escuchar las últimas líneas de la conversación y señalando una silla digo - ¿Puedo sentarme? - Mi mirada parece pedir permiso a quien se nota claramente irritado. - Ciertamente no busco ser descortés, y ya deberían saber que al igual que mi amiga Rilewn aquí presente - digo mientras le señalo. - Se nos ha indicado proseguir con la misión. Me temo que ni a nosotros los "heroes" - Hace un gesto que claramente muestra no estar del todo a gusto con el título. - se nos deja en paz. Bien saben caballeros que anoche luchamos con una pareja de trolls. Y hoy. Esta mañana. Sin previo aviso y sin dejarnos descansar lo suficiente ya nos han encomendado a otra tarea. - Hace una pausa y sin esperar el permiso se sienta. - Mi amiga es ágil como las hojas en el otoño cuando se trata de la espada y dura como la corteza de un abeto cuando de sobrevivir se trata pero a veces, y sobre todo cuando no ha descansado bien, puede ser un poco descortés. Serviría si yo pudiera ayudar a aclarar las cosas y ver si hablando podemos llegar todos a buen puerto. - Suelta, manteniendo la mirada firmemente en todos los presentes.

Tatharina evalúa al montaraz cuando este le evalúa de arriba abajo cuando menciona el tema de los trolls. Quizás su apariencia no sea ni remotamente parecida a la del montaraz pero era indiscutiblemente valiente. Pocos instantes después se relajó y escuchó todo lo atenta que pudo las indicaciones de Trancos. Era alguien experimentado y todo eso les sería de gran ayuda, así que intentó memorizar todo cuanto pudo de lo que les contó.

- ¡ Muchas gracias por todo! - se despidió al ver que salía de la habitación en dirección al salón para ir a desayunar, y se despidió con la mano.

- Pues parece que venir a hablar con él ha sido de gran ayuda. - dijo sonriente a Gláin. - Deberíamos compartir toda esta información con el resto de la compañía y reagruparnos cuanto antes. Es un buen punto de partida y quizás a Rilwen se le quite de la cabeza las ideas que proponía. ¿Qué opinas? -concluyó con la pregunta proponiendo.

Y eso hago sin demora. Atravieso la casa y voy directa a ver a mi tío. De hecho empiezo a pensar que no tenía que haberme desahogado con mi tía. Pero ya no tiene arreglo. 

-¡Maldita seas Lily! Vienes hasta aquí quejándote de la falta de discreción de tu tío y a la primera oportunidad eres casi tan bocazas como él.-

Entro en la prisión y voy directa a su oficina. 

El reciente desayuno, unido a la falta de sueño y la conversación que tuvieron el resto del grupo sumieron a Tolman en un ensimismamiento dejándole fuera de combate durante un rato. Oyendo la conversación pero no escuchándola, mirando a su alrededor pero sin prestar ninguna atención, casi se quedó dormido sentado cuando la voz de Gallind le sacó de este estado de golpe.- Perdona Gallind, he perdido la noción del tiempo no se que me ha pasado.- Se rascó los ojos que empezaban a escocerle.- He escuchado a medias y tienes razón, no se que bicho le habrá picado a Rilwen pero poco importa amigo mío. No van a ir solos a ninguna parte, lo que si me atrevería a decir es que estoy de acuerdo con Gláin en que no deberíamos emocionarnos tanto por nuestra victoria anterior, si ahora somos comisarios de Bree el título viene con una nueva responsabilidad y con ello estamos obligados a no actuar de manera alocada.- Un gran bostezó salió lentamente de su boca.- Al menos eso es lo que pienso. Y respondiendo a tu pregunta si, me gustaría oír esa canción. Estoy derrengado y agotado en este momento, quizá hasta me duerma. Dejemos que el resto se encargue de las tareas, ahora mismo no tengo muchas fuerzas.

¡Qué bueno que hallas vuelto en ti! - Le respondió el elfo a su buen amigo Tolman. - Pero me temo que esa canción tendrá que esperar a otra ocasión. Me parece que Rilwen está en problemas. - Dijo señalando a la otra mesa. - Iré, por si es posible echarle una mano. - Y viendo bostezar a su amigo. - Podrías aprovechar para escabullirte a la cama si gustas. Ten por seguro que no nos iremos sin ti. - Y dicho esto se dirigió a la mesa donde se encontraba Rilwen.

Gláin quedó en silencio, pensativo, mientras Tatharina se despedía del montaraz. Justo antes de que aquel misterioso personaje se perdiera pasillo abajo, el enano le lanzó una última pregunta:

—Espere, por favor, maese Trancos. Hay algo que no entiendo. Si tan peligrosa es esa senda y tan fácil es perderse mientras se la recorre, ¿por qué nos aconseja seguirla? Si esos bandidos actúan en el Camino del Este, sería más fácil recorrer esa calzada que está bien marcada. Yo mismo la he recorrido en más de una ocasión. Pero vos nos aconsejáis tomar una dudosa senda oculta tras la Colina de Storch... ¿Sabe algo que nosotros no sepamos? ¿Nos guiará ese camino hacia la retaguardia de los bandoleros? 

Gláin se tomó un respiro antes de continuar. Durante ese breve instante, fue consciente de lo impertinente que estaba siendo con ese desconocido que, aunque crípticamente, solo había intentado ayudarles.

—Le ruego que perdone mi insistencia... La seguridad de este pueblo y de mis compañeros depende en gran medida del camino que decidamos tomar. Si hay algo más que pueda decirnos, quedaría en deuda con vos. Y la palabra de Gláin es sagrada.

Tatharina dio las gracias al montaraz, mientras se giraba hacia su amigo para hablar con él. Pero el inquisitivo enano aún no había terminado de preguntarle, por lo que antes de que se fuera, alzó su voz para frenarle y hacerle una última observación. Trancos frenó su avance por el pasillo y se giró, mirando a los dos compañeros seriamente.

-"Me temo, mi señor enano, que ha entendido mal lo que he comentado hace un momento. Yo no os he dicho que vayáis por esa senda que mencioné, si no que en esa colina, en la parte sur, hay una senda que baja de la misma y serpentea hacia el este, paralela al Gran Camino. No sé donde terminará, ya que no la he recorrido hasta el final. Esas tierras, repletas de colinas, no son tierras civilizadas, si no salvajes, por eso os dije que tuvierais cuidado; además de que para ojos inexpertos, es fácil perderse en esos parajes. No sé donde os llevarán vuestros pasos, ni qué camino cogeréis, pero por mi parte os he indicado la manera de llegar a la Colina de Storch. Me pedisteis información de la zona y de esa colina, y he tratado de dárosla, ahora hacer con ella lo que consideréis oportuno. Yo nada sé de esos bandidos, aparte de lo que ya dije, que es poca cosa y solo de oídas."

Al oír al enano pedir disculpas por su insistencia, el rostro de Trancos se suavizó.

-"No hay nada que perdonar, ya que vuestro cometido es de noble acción. Más quisiera yo ir con vosotros y tratar de neutralizar a esa banda de bandidos, pero me temo que no puedo alejarme de mis deberes en el norte. Tampoco puedo daros más información de la que ya os he relatado. Espero de corazón que tengáis suerte en vuestro objetivo y lo logréis sin ninguna perdida. Sé que tu palabra es de fiar, Gláin, conozco el carácter de tu raza y sé que nunca rompéis un juramento."

Se despide con un gesto cortés hacia los dos y se marcha hacia el salón. Los dos os quedáis en el pasillo, mirando como el montaraz dobla la esquina y se pierde por donde vosotros vinisteis.

Tolman había vuelto en sí y le hacía partícipe a Gallind de sus pensamientos e ideas. También que estaba cansado y somnoliento, y eso que habíais dormido como bebés casi toda la noche. Además, ya habían pasado dos días desde que volvisteis a Bree, por lo que el cansancio casi había desaparecido. El elfo decidió dejar para más tarde tocar una melodía, ya que se acercó a la mesa donde estaba su amiga Rilwen, que al parecer discutía acaloradamente con los pequeños hobbits que allí se encontraban.

Mientras Gallind se marchaba, Tolman siguió pensando y pensando sobre el plan había que tomar. Su tío os había nombrado comisarios de Bree, cosa que por una parte sonaba ostentoso, pero que no era más que un formulismo sin casi poder alguno. Aún así, debíais obedecer a Holfast porque ahora trabajabais para él, como aquel que dice...

Dejas a tu tía algo azorada en el salón, mientras tú te diriges con pasos decididos hacia la prisión, que está pegada a su casa. Al final del pasillo que divide la casa de los Bunce en dos hay un amplio portal que da a la prisión. Tienes que hacer un esfuerzo enorme para abrir la pesada puerta y pasar al pequeño pasillo que hay al otro lado. Enfrente ves las dos celdas que hay, con rejas de metal, y en donde están metidas las dos alimañas de Nat y Gil. A la derecha, la puerta blindada que da al exterior y a la izquierda la puerta, entreabierta, que da a la oficina de tu tío.

Te diriges hacia allí y la abres, para ver a Holfast sentado en su escritorio, redactando algo en un papel. Levanta la mirada y te sonríe al verte.

-"Hola sobrina, qué rápido has salido de la posada. ¿Vienes sola? ¿En qué puedo ayudarte?"

Observas rápidamente la habitación, quedándote con cada detalle. Una ventana, algo abierta, a mano derecha. Supones que es la que estuviste mirando hace tres días. El escritorio está abarrotado de papeles, aunque ordenados en montones. Un par de palos de andar están apoyados en la pared de la izquierda, con sendas capas de viaje.

Sorprendida miró a Gláin cómo insistía al montaraz para intentar que se uniera a la compañía. Sus intenciones eran más que nobles pero Tatharina dudó que aquél misterioso hombre se uniera a ellos si no habría mucho más que ofrecer. Se quedó en silencio con los ojos muy abiertos mirando a uno y a otro hasta que finalmente Trancos abandonó la escena y les dejó allí a los dos solos.

- Me temo señor Gláin que no vamos a sacar mucho más del montaraz. Tiene las ideas bastante claras y nosotros poco que ofrecerle. Regresaré con el resto del grupo. Espero que sigan en salón. - dijo iniciando la marcha para reunirse con el resto de miembros de la comitiva.

-Hola Tio Holfast- Saludo desde la puerta. Y forzando una sonrisa por encima de mi habitual rostro de mala hostia, continuo;

-Tengo la impresión de que no te sorprende nada verme aquí. Así que deduzco que lo que has hecho esta mañana era una especie de provocación...-

¿Lo era?

Avanzo acercándome a su escritorio mientras le miro fijamente. 

¿O de verdad piensas que la mejor forma de atrapar a ese bandido es anunciar a bombo y platillo en Bree quienes son los encargados de acabar con él?

¿Cómo puedes estar tan seguro de que no tiene más informadores en esta ciudad? O incluso si no fuese así... ¿De verdad puedes confiar en que todos los habitantes de Bree guarden el secreto y no extiendan el rumor por todas las aldeas cercanas hasta que inevitablemente termine por llegar a oídos poco apropiados?

Dime que tienes un plan. Una de esas alocadas ideas tuyas. Algo que me haga dejar de preguntarme de una vez por todas por qué no nos citaste discretamente para encomendarnos esta misión en vez de despertarnos a primera hora de la mañana y nombrarnos salvadores de Bree delante de media ciudad. 

Porque... ¿Tienes un plan verdad Tío Holfast?

Y me quedo mirándole con una media sonrisa en los labios mientras espero nerviosa su respuesta.

—Tienes razón, Tatharina, pero había que intentarlo —contestó el enano—. Será mejor que volvamos con los demás, cierto. A ver si ellos han tenido más suerte.

Gláin marchó tras los pasos de la muchacha, meditabundo. Las revelaciones de ese extraño montaraz le habían dado algo en qué pensar. Cierto era que esos nuevos bandidos que asaltaban el Camino del Este podían ser otros diferentes a aquellos que estaban buscando, pero le daba en la nariz que podía tratarse de los mismos. Si su campamento se encontraba en algún lugar al sudeste de la Colina de Storch, escondido en esas tierras agrestes y despobladas, les costaría el mismo trabajo atacar el Camino del Norte en su parte meridional que el Camino del Este. Tal vez incluso fueran ellos los que habían hecho correr los desapacibles rumores que rodeaban la misteriosa senda de la que habló el tal Trancos. Qué mejor manera de evitar visitantes inesperados, que conferir a ese sendero un halo de brumoso peligro.

Rilwen miró a los dos hobbits sobre todo aquel de más valentía. Se quedó un tanto meditativa pues sabía que por ahora no lo estaba haciendo nada bien para sonsacarle aquello que podían proporcionar aquellos dos medianos. - Bueno, bueno no sé la verdad que es ser un comisario, supongo que es algo de ley si se ayuda a un alguacil, como un cargo para hacer cumplir la ley, ¿no? Comentó a los dos hobbits intentando no soltar más madera al leño. Por ahora sabía que los medianos eran gente de paz, pero que se mostraban valientes ante el peligro, quizás demasiado valientes. - Tranquilo Stef hemos librado al pueblo de los trolls por ayudaros, no soy vuestra enemiga. Me sorprende en cambio que tu amigo Arn tenga más pelotas conmigo que con los bandidos. Si tan gallito eres demuéstralo,  le comentó mirándole ahora fieramente a los ojos al tal Arn. - Y dime lo que quiero saber de esos bandidos, ¿o es que acaso te amilana más unos bandidos que yo? Le comentó mientras mantenía la tranquilidad en todo su cuerpo, incluso en sus manos que creaba una diatriba entre sus gestos altaneros con su cuerpo rígido y sus manos tranquilas puestas sobre la mesa.

Gallind que se encontraba sentado a un lado - Rilwen, por favor. No creo que eso lleve a ningún lado. - Dice mientras vuelve a incorporarse sobre la silla. - A ver. Lo he dicho y me repito. ¿Hay alguna manera en la que podamos ponerles paños fríos a esta conversación y llegar a buen puerto todos?. - Carraspeo para aclarar la garganta y disminuir la tensión. - ¿Sería mucha molestia que me pongan al día con lo que se ha comentado ya? Entiendo que Holfast nos pidió capturar a esos bandidos y si mal informados no estamos, ustedes - señalando a los hobbits. - han tenido que lidiar con ellos en alguna ocasión. - A lo que agrega con su mejor cara. - Cualquier información que puedan ofrecernos será de ayuda. - Y girándose para mirar a Rilwen. - Y creo que estos amables señores colaborarán diciéndonos lo que sepan sin necesidad de ser tan... ¿Groseros? - Concluyó su frase con pensativa incertidumbre. - Calma Rilwen, enserio. No veo necesidad de continuar con esta trifulca.

Volvéis sobre vuestros pasos, dirigiéndoos de nuevo al salón, donde estarán los demás componentes de vuestro grupo. La visita a este sombrío personaje, nada más y nada menos que un salvaje montaraz del norte, os ha dado cierta información a la que puede que le saquéis provecho. Giráis por el pasillo y continuáis por él hasta que llegáis a la entrada del salón. Vaharadas de humo salen por la puerta y el bullicio es algo insoportable. Al entrar, tenéis que volver a hacer un esfuerzo para despejar de vuestro camino a la gente que pulula y llegar a la mesa donde estabais, y en la cual se encuentra Tolman meditabundo. Se encuentra mirando hacia el fondo del comedor, donde podéis ver a Gallind y a Rilwen, conversando con los dos hobbits que habían tenido un encontronazo con los bandidos.