Partida Rol por web

Lily escuchaba sin demasiada sorpresa la impaciencia de sus compañeros mientras expresa su resignación con un suave resoplido. 

Estoy convencida de que caminamos como un olifante en una cacharrería desde que empezamos todo esto. Primero mi tío Holfast anuncia a bombo y platillo nuestra misión. Ahora corremos de frente hacia un campamento de bandidos... Si no nos apresan o nos matan será que hemos nacido afortunados... ¿No hubiera sido todo más sencillo si hubiésemos encontrado este puesto de vigilancia sin que nadie supiese que estábamos tras la pista de Imledair y hubiésemos esperado durante días para tender una emboscada a alguno de sus hombres y obtener así toda la información que no tenemos? Pero...¡En fin! Si no podemos confiar en la discreción tendremos que hacerlo en la suerte...

-Bien, pues si no os parece bien esperar aquí pongámonos de nuevo en camino-

-Rilwen, ¿Hacia donde nos lleva ese rastro?-

A pesar de no estar muy segura, dado que ninguno de sus compañeros dijo nada, Rilwen se dispuso a seguir el rastro que había encontrado.

Bueno pues en marcha! Creo que este es el camino que debemos seguir.

Pero no andaba con su habitual ímpetu, no estaba del todo segura, había algo raro que no terminaba de cuadrarle en el rastro que estaba siguiendo. Pero si al resto les parecía bien y nadie decía lo contrarío, seguirían el rastro.

Mejor que bajemos rápido desde esta posición nos pueden ver a gran distancia, luego ya podremos ir más despacio, al abrigo de miradas indiscretas.

Empezáis a moveros por la cima para investigar posibles rastros, después de hablar con los hobbits. Como ya visteis al subir, todo está cubierta de árboles, arbustos bajos y piedras. Comprobáis que la senda que parte de la cara sur de la colina, baja zigzagueando hasta la base y prosigue hacia el este, paralela al Gran Camino del Este, pero a cierta distancia de él.

En el claro, al resguardo de una peña, hay un montón de cenizas. Los hobbits dicen haber encontrado entre los restos un viejo clavo, de los utilizados para las herraduras, y un trozo de cuerda gastado. Desde ese punto se divisa la puerta sur de Bree. Parece un sitio perfecto para espiar la villa y el camino que parte de ella. Examináis el suelo de alrededor y podéis ver muchas huellas de botas, que al estar a resguardo del peñasco, han debido de estar protegidas del viento y de las lluvias. De ellas se desprende que aquí han estado un mínimo de cuatro personas diferentes. Extendéis la búsqueda en derredor, y en el sendero del lado sur del claro, el que se pierde por el este una vez que desciende la colina, encontráis unas huellas de caballo, que si bien no son frescas, no tendrán más de tres días.

Mirando en lontananza, solo podéis ver colinas y más colinas al este, sur y oeste. Al norte se ve Bree y más allá el gran bosque de Chet. También se distingue el Gran Camino del Este, perdiéndose por el este. Si pensabais poder divisar desde aquí el campamento de los bandidos, os dais cuenta de que no es así. Debe de encontrarse a cierta distancia, oculto entre colinas o algún bosquecillo distante.

Después de que cada uno eche un vistazo, os dais cuenta de que este sitio es efectivamente un punto de vigilancia de la puerta sur de Bree, ya que se divisa bien quién sale y quien entra. Además se ve una importante extensión de terreno en los cuatro puntos cardinales. Desde la cima veis que salen dos sendas, una en la cara norte que va hacia el Gran Camino del Este y una en la cara sur que va hacia el este, paralela al Gran Camino, zigzagueando entre las colinas.

De los rastros encontrados en la cima, podéis sacar en claro que efectivamente, Nat y Gil no mentían. Hay varias huellas, pertenecientes posiblemente a estos dos malandrines y a algunos bandidos. También parece que estos, suelen venir a caballo, por el clavo y las huellas encontradas. Hace unos tres días que no hay nadie por aquí.

Debatís qué hacer a continuación. Algunos pensáis que es mejor esperar aquí y sorprender a los bandidos cuando regresen, pero otros opináis que posiblemente os tiraríais varios días aquí sin saber si vendrían o no. La noticia de vuestra misión se habría extendido ya por la zona, gracias a Holfast, y atraparlos por sorpresa quizá ya no sería posible. Al final decidís seguir la senda de la cara sur e intentar encontrar el campamento de esta chusma lo antes posible.

El sol está en lo más alto y aprieta a estas horas, hace calor. Varias nubes van apareciendo de vez en cuando, tapándolo durante unos minutos, momentos que agradecéis para refrescaros; parece que por el oeste vienen más nubes. Estando ya preparados, la montaraz emprende la marcha la primera, dispuesta a no perder los rastros que habéis visto en la cima. Los demás, ajustándoos las mochilas, la seguís en fila. Descendéis de la colina y vais siguiendo la senda, que parece clara, hacia el este. Esta, va bordeando las colinas o cruzando por encima las más pequeñas. El terreno es igual que por el que transitasteis para llegar a la colina de Storch: colinas bajas de hierba alta, suelo tachonado de pequeñas piedras y brezo, depresiones cubiertas de arbustos bajos y algún arbolillo de tanto en tanto.

Después de caminar una media hora, el sendero empieza a difuminarse en el terreno, siendo difícil seguirlo. Piedras y raíces brotan ahora del suelo más a menudo, complicando un poco la marcha. Muy de vez en cuando, se ve una enorme piedra vertical, solitaria, destacando en el terreno. Poca fauna se ve por los alrededores, a excepción de algún ave rapaz, que ha salido de caza, y algunos roedores y conejos. De vez en cuando, algún pequeño arroyuelo aparece de repente en alguna depresión.

A medida que descendían de la colina, Rilwen en cabeza siguiendo el rastro y luego el resto del grupo (supongo que en fila) el terreno se iba haciendo cada vez más difícil. Serpenteaba entre colinas y a ratos era más difícil seguir el rastro. Pero Rilwen siempre se las ingeniaba para lograr ver por dónde continuaba.

En este terreno difícil, será mejor que nos separemos un poco, para que si alguien tropieza no empuje al resto.

Y en estas que dio un traspiés, por estar mirando atrás a sus compañeros en lugar de al camino. Casi se fue al suelo.

Veis, a esto me refería mejor ir atentos y con algo de separación.

Aunque el rastro ya no resultaba tan evidente, no le fue difícil seguirlo, conduciendo a sus amigos por aquellas sendas que solían seguir los ladrones.

De vez en cuando oteaba la zona, no fuese que se encontrarán en el sendero con los ladrones de camino a la cima desde la que vigilaban Bree.

Antes de partir, en la sima de la colina, Tatharina se aproximó a Gallind mientras este observaba el horizonte. - De momento nada. - Le respondió. - Me temo que entre tanta frondosidad no logro ver mucho. - Miró a su compañera de observaciones. - ¿Tu logras ver algo? - Y mientras esperaba respuesta volteó suavemente sus ojos otra vez hacia la lejanía. 

Más tarde, ya en el camino zigzagueante que recorría las faldas de la colina, se encargó de cerrar la marcha y gozando de su agilidad innata empeño todo su esfuerzo en notar cualquier cosa que pudiese ser peligrosa para el grupo. Alimañas, cambios abruptos del terreno, bandidos. Lo que fuese. Sin embargo, saltar de piedra en piedra era arriesgado, y lo mismo le pasó factura. - Creo que veo algooo...

Tomada la decisión de partir, el grupo descendió de la colina guiado por Rilwen. El sol picaba desde lo alto con fiereza. En los escasos momentos en que una nube lo cubría, la variopinta compañía exhalaba suspiros de agradecimiento. Gláin, avanzando en el centro de la expedición, resoplaba de cansancio. Demasiado tiempo sin bajar del carro, se lamentaba en silencio. He dejado que mi buen Botón sea mis piernas durante todos mis viajes y ahora estoy pagando esa deuda... 

El sendero —si es que a esa vereda desdibujada y cubierta de arbustos podía llamársele así...— discurría entre las colinas bajas, zigzagueando entre rocas grisáceas y matojos silvestres. Se hacía difícil caminar, puesto que los arbustos crecían salvajes en medio del camino ocultando rocas y socavones. En más de una ocasión, el enano había terminado a cuatro patas maldiciendo en su brusca lengua con el puño alzado al cielo. Si salgo de esta, Holfast va a pagarme cada uno de estos cardenales... Quiero un puesto reservado en el centro del mercado cada vez que pase por Bree..., ¡y por las barbas de Mahar que me lo deberá!

Al realizar una parada para llenar las cantimploras en uno de los pequeños riachuelos que cruzaban la senda, Gláin distinguió en una ladera cercana una roca que se alzaba vertical sobre la alfombra de arbustos. Dio un trago de agua fresca y volvió a meter la cantimplora en el manantial, sin dejar de mirar el peñasco negro. En las alturas, un halcón solitario soltó un amenazador gañido.

—Trancos nos advirtió sobre esas rocas —dijo señalando con la cabeza hacia el monolito—. Dijo que no descansáramos ni nos entretuviéramos mucho bajo su sombra. Dijo que en estas tierras pasan cosas extrañas, pero no aclaró si se trataba solo de rumores o si había algo más que superstición en sus palabras. En todo caso, mejor no demorarnos mucho cerca de ellas...  

Rilwen tomó la iniciativa y Tolman se situó en la marcha justo detrás de Gallind, ambos dos tenían grandes dotes de rastreo y búsqueda por lo que Tolman confió en su criterio prestando atención general a lo que le rodeaba sin centrarse en la búsqueda de huellas. Al ir tercero sería difícil ver algo que no vieran los que iban en cabeza.

Tienes razón Rilwen, parece que el terreno se complica un poco mejor será que nos separemos un poco y dejemos espacio, solo espero que nadie termine en el suelo o con alguna lesión.

Puso entonces Tolman especial atención en sus grandes pies, controlando cada movimiento para evitar acabar rodando o entre las piedras. El paraje alrededor dejó de parecerle importante hasta poder tocar suelo firme y recto, aunque no hubiera estado de más fijarse en el terreno.- Rilwen y Gallind ya están en ello, mejor salgo ileso de esta.- Pensó.

Tatharina avanzaba al final de la fila intentando no entorpecer la vista de aquellos que sabían más que ella eliminando los rastros sin darse cuenta. El momento de descanso le había servido para recuperarse de su episodio de flato y ahora agradecía caminar en bajada, ayudada por la fuerza de la gravedad.

Cuando la senda se volvió más escarpada, la beórnida no tuvo problema alguno a diferencia de sus compañeros, acostumbrada como estaba a patearse los bosques en busca de las hierbas más codiciadas. Ciertamente le extrañaba la senda que estaban recorriendo, pero confiaba plenamente en las capacidades de Rilwen, además, no conocía los hábitos de los bandidos que bien podrían utilizar los caminos más inhóspitos. Por tanto, se dedicó a lo que mejor sabía, atender a los caídos.

- Ay, estás bien Gláin, déjame ver esa rodilla pelada, no se te vaya a infectar. Uish Tolman, que mal ha sonado esa caída, ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? Interjecciones como estas se escuchaban cada pocos pasos, pues parecía que el grupo se fijaba más en las nubes de tormenta que en las raíces que atoraban sus pies.

Lily avanza la última nada convencida de la estrategia escogida por el grupo, aunque confiada en que su compañera y amiga Rilwen seguirá el rastro de los bandidos, o de quién sea que utilizase esa colina como atalaya, sin mayor problema. A fin de cuentas había hasta huellas de caballos. 

Caballos... Los caballos suelen dejar sus excrementos esparcidos allá por donde pasan. Es su naturaleza. Pero... ¿no hace mucho que no vemos cagadas de caballo? No sé. Voy a intentar fijarme a ver si es que voy distraída o realmente hace más de media hora que no hemos visto un mendrugo de esos en mitad de la senda...

Y con paso ágil saltando entre los matorrales y la mirada de nuevo atenta pese a los pensamientos negativos que ocupan su mente, Lily continúa la marcha cerrando el grupo. 

Por cierto... ¿Alguien ha pensado en qué haremos si nos encontramos a alguien en este camino? ¿Pensamos perseguirle? ¿Saludarle? ¿Y si son bandidos y nos ven en la distancia y se dan la vuelta? ¿Y si vienen a caballo? Chicos, no termino de ver claro qué pretendemos hacer cuando encontremos a esos bandidos. Si es que los encontramos...

Habiendo avanzado un buen trecho, ahora el sendero es casi imperceptible. Poco a poco se ha ido difuminando en el terreno hasta casi desaparecer. Tan solo Rilwen y Lily van encontrando algún rastro del paso del caballo que usan los bandidos. La semielfa encuentra algunas huellas de herraduras, que muestran un lugar en el que falta un clavo. También se fija en los arbustos, que tienen algunas ramas rotas. La hobbit, muy atenta a lo que hay alrededor, encuentra de vez en cuando alguna boñiga de caballo reseca. ¡Parece que vais por el buen camino! O eso piensa vuestra montaraz. El caso es que seguís avanzando, pero a un ritmo mucho más lento de lo que desearíais, ya que el terreno se va volviendo más complicado para andar. Prueba de ello son los tropezones y resbalones que algunos de vosotros sufrís mientras marcháis por este terreno. Aún así, no cejáis en vuestro empeño de seguir adelante.

A medida que pasan los minutos y las horas, el rastro se vuelve más difícil de seguir. Lleváis unas dos horas y media de marcha desde que bajasteis de la colina de Storch. No habéis visto a nada ni ha nadie desde entonces: ni bandidos, ni campamento, ni grandes presas para cazar, ni siquiera un sendero en condiciones para seguir.

A última hora de la tarde, un cambio de viento muy fuerte enfría la brisa y unos nubarrones oscuros empiezan a acercarse desde el oeste rápidamente. El cielo medio nublado ha pasado a uno de tormenta veraniega. Al disminuir la luz, el rastro se hace aún más difícil de seguir, y este empieza a dar vueltas y giros para evitar la espesura. Poco a poco, habéis visto que unas grandes piedras verticales han ido apareciendo aquí y allá cada vez con más frecuencia, hasta haber bastantes a vuestro alrededor.

El cielo cada vez está más oscuro y el suelo entre los arbustos es pedregoso y desnudo. Las nubes prometen una noche pasada por agua. Quizá deberíais buscar refugio o intentar ir más deprisa hasta alcanzar vuestra meta.

Os dais cuenta de que por esta zona, en la cara norte de algunos peñascos, crece un liquen verdoso de aspecto asqueroso.

Ese liquen sabes que se llama Rama de Brezo y es muy útil para el tratamiento de las heridas de espada. En 5 minutos puedes recoger suficiente liquen para hacer que la curación de 3 heridas distintas se incremente 1 punto por hora.

Rilwen se estaba comenzando a preocupar, se acercaba la noche y una tormenta. Y lo peor es que estaban justo en una zona de la que les habían hablado mal, debían de evitarla.

No me gusta nada donde estamos, Trancos dijo que evitásemos estas rocas, no deberíamos estar en esta zona, y además se nos hace de noche y viene una tormenta. Hemos de tomar una decisión, o seguir adelante, o regresar y buscar un lugar adecuado donde descansar. Y seguir adelante no creo que sea la mejor idea, cuando caiga la noche y comience la tormenta, creo que es mejor que ya tengamos un refugio. Así que hay que buscar un refugio, y lo mejor es que este alejado de esas rocas de las que tan mal nos han hablado.

Rilwen se fijo en el rastro y vio que este, que no era nada fácil de seguir, continuaba hacia delante.

El rastro continúa hacia adelante, pero a caballo es posible que fueran más rápido y que hicieran el camino con más tiempo. Nosotros a pie, si continuamos no sabemos donde nos pillará la noche y la tormenta.

Y esperó a ver que opinaban el resto de sus amigos, preocupada por lo que se estaban complicando las cosas, pronto de noche, y el creciente viento y nubes que anunciaban lo inminente de la tormenta. Y esas piedras verticales tan cerca, con lo mal que les habían hablado de ellas, lo mejor sería alejarse lo posible de ese lugar. 

Una vez más la fila se paró en seco cuando Rilwen se agachó en la bereda intentando reorientarse. Tatharina aprovechaba estas pausas para otear a su alrededor las plantas y hierbas como bien le había enseñado Eliana, su madre adoptiva. Fue en esta ocasión cuando un resplandor verdoso captó su atención y, al parecer, también la del joven elfo. Dándose cuenta de esta situación, la chica se acercó a su amigo y con una enorme sonrisa le dijo: - ¡Ey! Parece que tienes buen ojo. ¿Quieres venir acercarte conmigo a esos peñascos y te cuento lo que se sobre ese liquen? 

Rilwen estaba casi segura de que estas eran las rocas de las que les habían hablado, pero no de todo. Así que volvió a insistir a sus compañeros.

Creo recordar que nos advirtieron de que debíamos evitar estas rocas, ¿o estoy confundida?. Tal vez alguno de vosotros conozca esta zona, o al menos haya oído hablar de ella. Mis únicos conocimientos son los comentarios de Trancos. Y no se con certeza, si hacían referencia a esta zona, o a una próxima.

Y esperó a ver si alguno de sus compañeros sabía algo mas, pero estaba mosqueada, esto si no era, se parecía mucho a lo que les habían dicho que tratasen de evitar. Y no sabían por que, cual era el motivo, pero seguro que había algún peligro y grande. 

Alguien sabe que son estas rocas, parece como si las hubiesen colocado aquí por algún motivo.

Por desgracia Rilwen no conozco esta zona en absoluto, nunca ha sido un buen lugar en el que aventurarse. Si hubiéramos ido en otra dirección podría dar alguna indicación en el terreno pero para nuestra desgracia el rastro seguía por aquí. Pero si lo que dices es cierto y no dudo que lo sea, deberíamos ser cautelosos y buscar refugio.- Tolman se giró entonces hacia atrás y nuevamente hacia delante, oteando ambas direcciones.- No recuerdo haber visto ningún lugar donde refugiarnos, pero mi experiencia me dice que si hemos llegado hasta aquí sin contratiempos lo mejor sería volver un poco atrás, encontrar donde acampar, descansar un poco y si es posible que nos permita montar guardia de manera efectiva. Mañana con la la primera luz del día y con toda la jornada por delante podremos permitirnos el lujo de continuar, ahora quizás sea demasiado peligroso y no tenemos tal prisa. ¿Qué os parece al resto?

Intentó dejar claro su punto de vista sin sonar ni parecer autoritario, solo quería proyectar cuales eran sus intenciones y usar su experiencia lo mejor posible. Sabía que las prisas no son cosa buena en estos menesteres, por lo que la cautela y la calma eran los mejores aliados. Intentó hacer memoria para recordar si había visto algún lugar que pudiera usarse de refugio.

-Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con mi querido hermanito. Lo más adecuado es volver sobre nuestros pasos a terreno conocido. Nos alejamos de estas piedras que son por lo visto tan malvadas y buscamos un sitio para pasar la noche alejados de la senda. Aún mejor si pudiésemos observarla desde allí. En todo caso propongo mantener dos centinelas despiertos en cada turno. Somos seis. No me gustaría que nada me sorprenda durante la noche. Y además, tampoco podemos descartar que los bandidos utilicen esta senda en la oscuridad para no ser vistos-

Y dicho esto Lily se acerca a una de las grandes piedras para observarla con más detalle mientras los demás terminan de dar su opinión y el grupo decide hacia donde se dirige.

Sintiéndose ignorada por el elfo decidió acercarse a los peñascos ella sola. Justo cuando iba a apartarse del grupo vio que Lily también se dirigía a las extrañas piedras. Al menos nos tendremos a la vista la una a la otra por si pasara algo... Tatharina se agachó al abrigo de una de esas formaciones rocosas, pues allí crecía un liquen que podría ser beneficioso para el grupo. Intentando no demorarse demasiado y mirando a su alrededor de tanto en tanto, la beórnida lleno un pequeño zurrón de cuero ayudándose con una daga.

A los pocos minutos volvió junto al resto. Rilwen estaba visiblemente preocupada y parecía que, entre todos, había decidido volver sobre nuestros pasos para intentar pasar la noche. Me parece bien intentar buscar refugio, pero creo que pasaremos frío. Aunque esta noche llueva creo que deberíamos prescindir del fuego, es decir... Seguro que un punto brillante en este lugar inhóspito llama la atención. Hizo una pausa dramática. De los bandidos o de vete tú a saber que...

Gláin miró al cielo y después a la desdibujada senda que se perdía más adelante entre las colinas. Finalmente echó un vistazo de reojo hacia las numerosas rocas que se alzaban aquí y allá como ominosas lápidas.

—Esto parece un cementerio... —gruñó por lo bajo.

A sus compañeros no les faltaba razón. Algo en esas losas negras y desgastadas por el tiempo le ponía los nervios de punta. Tal vez se había dejado amedrentar por ese extraño montaraz y realmente no había nada que temer...

—En la Colina de Storch nos hemos planteado acampar durante unos días por si los bandidos volvían a aparecer por allí. Creo que retroceder un poco y pasar la noche lejos de esas piedras no nos hará perder tanto tiempo. Quizás todo fuera una broma pesada de ese tal Trancos, pero prefiero no comprobarlo. Por mí podemos dar media vuelta y buscar un lugar donde acampar antes de que empiece a llover.