Partida Rol por web

No me pasa desapercibido que el tipo se ha puesto unos guantes antes de estrecharme la mano. ¿Para impedir el contacto físico? No sé, no me da que sea el típico escrupuloso con fobia a la suciedad. Posiblemente sea alguien similar a  Alejandra, alguien que cuando te pone la mano encima... ¿caes incosnciente? Había pensado que me habían drogado, pero quizás tan solo me haya puesto la mano encima. Joder, José Luis, deja de darle vueltas a tonterías. Ya te han dicho antes que te han chutado con algo.

Recojo el reloj. Lo cierto es que mola bastante. Escucho sus explicaciones y asiento con la cabeza. Después, me tira a la mesa un sobre. Y antes siquiera de poder reaccionar, se piran. Está visto que son hombres de pocas palabras.

- Bueno, José Luis, parece que una vida tranquila no va a ser lo tuyo - digo en voz alta tras ponerme el reloj en la muñeca y al tiempo que abro el sobre. Espero que sea pasta y gansa además. No necesito un vuelo en primera a Sidney, pero la vida de un funcionario está muy achuchada y quién sabe. Tras Australia, un viajecito a México para saludar a la familia tampoco estaría mal. Hace mucho que no veo a mis viejos.

En el sobre, cuando lo abres, hay un par de cosas que te facilitarán la vida.

Primero, una tarjeta con una frase: "Regalo de Captación de Nuevos Miembros", escrita con una bonita letra gótica.

Pero además, en el sobre hay un fajo de billetes de 100 dolares. La banda de papel que los mantiene unidos indica que tienes en la mano unos 10000 dólares americanos para poder gastar, o eso supones.

Un pasaje de primera clase a Sydney, abierto para cuando quieras regresar.

Además, y por último, una tarjeta de crédito a tu nombre: Gold American Express VIP.

Vamos, una pasada.

Por lo menos, piensas, que si quieren captar gente para su grupo, esta es una buena manera de hacerlo.

Aunque también te da que pensar en que demonios te pedirán una vez allí o siendo más conspiranoico, ¿quién demonios financia a esa organización?

Por los altavoces del aeropuerto anuncian la partida de tu vuelo, directo a Sydney, Australia, en unos 20 minutos.

Ahora, eres dueño de tu vida.

Basta de trabajos aburridos.

Seguramente, cuando te decidas a ir con ellos, misiones aburridas cero. Peligrosas, si, pero aburridas, ni de coña.

- Un freelance al que pagan de antemano. Eso sí que es saber hacer las cosas - digo con los ojos bien abiertos tras haber visto el contenido del sobre -. Joder, quizás sean unos cabrones como el puto conejo pero, desde luego, lo que no son es tacaños.

Oigo entonces la llamada de mi vuelo. Sonrío al ver el billete en primera. Porque quedan 20 minutos que si no lo cambiaba por uno en clase turista y me quedaba con la pasta sobrante para gastos. Pero, ¡qué cojones! Tengo otros 10.000 dólares para gastar y una American Express de oro.

- José Luis, corre o pierdes el vuelo - me digo a mí mismo en voz alta antes de salir a toda pastilla en pos de mi destino.

Por fin, Australia. Allá voy.

Y allí fuiste.

Australia.

No era dificil dormirse en el vuelo una vez arriba.

Las azafatas se portan muy bien contigo, ya que estando en primera clase, te dan todo lo que les pidas y que, por supuesto, sea legal darte sobre un avión.

Aunque si ellas supieran la verdad, no habrías podido subir a un avión. Por suerte, ahora crees que tus poderes están algo más controlados.

Tras unas horas de vuelo y varias de sueño, miras por la ventana enorme que tienes a un lado de la butaca y sonries ante lo que ves.

Al bajar del avión no había nadie esperándote, simplemente, tu maleta y las puertas del aeropuerto que, y que al cruzarlas, todo el esplendor de Sydney aparecerá delante de tus ojos.

Langosta, champán, dormir, más champán, volver a dormir. Joder, no sabía lo que suponía viajar en primera pero ha sido alucinante. Y, hostiaaaaaaaaaa, la Ópera de Sidney. Ganas tengo ya de bajar. Igual hago como el Papa y beso el suelo y todo.

Por fin, ya estoy aquí. Dios, un sueño hecho realidad. Y mira tú por dónde una agencia de viajes local. Voy a entrar y dejarme aconsejar acerca de los mejores destinos. Tengo un mes por delante. Quizás más, pero voy a aprovecharlo a tope.

Una hora que se me ha hecho cortísima, pero ya tengo esta bonita guía personalizada con todo lo que quiero ver durante este tiempo:

• Sidney
• Melbourne
• Camberra
• Cairns
• El Bosque Daintree
• La Gran Barrera
• El parque nacional de Kakadu y las Jim Jim Falls y las Twin Falls
• Ayers Rock
• Queensland
• Tasmania

Y si me sobra tiempo, un paseíto por Nueva Zelanda. Y ahora, hora de ir al hotel, pegarme una ducha y empezar a pasearme por esta ciudad. Esto va a ser grande, José Luis. Vaya que sí.

- YUJUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU.

Y así, pasó un mes al completo.

Un mes viajando.

Un mes gastándose un dinero que no era suyo... o que por lo menos, no lo había ganado...

¿O si lo había ganado con su viajecito por el portal?

Pero poco a poco, el viaje emocionante de José Luis va llegando a su fin.

Y en todo ese tiempo, no ha escuchado ni una vez el sonido de su flamante reloj, ni ha visto a los agentes de negro, ni se ha percatado de nada raro...

Aunque seguramente, lo tendrían controlado de alguna otra manera, nadie se molestó en meterse en sus asuntos...

Hasta que llegó el último día... nuevamente el aeropuerto... las maletas y por supuesto, el billete...

Y fue en ese momento, cuando José Luis escuchó un leve carraspeo a su espalda, y se giró. Se giró sabiendo qué, o mejor dicho, a quiénes se iba a encontrar a su espalda...

Y allí estaban con una sonrisa en los labios y los ojos tras gafas oscuras de sol... sus amigos de negro...

Ha sido un mes perfecto. Basta con ver mi color de piel, o mirarme en el espejo. Coño, tengo una pinta relajado que doy hasta asco. Pero es hora de irse, y más con la amenaza del ciclón este que dicen va a arrasar todo Queensland. Joder, ya me da pena. Aquello era precioso. Pero la vida llama. Es hora de regresar y, quizás, visitar a mis padres en México.

¿Carraspeo? Esto me suena.

- Vaya, los men in black - digo sonriente tras volverme y reconocerles. Nada, se me acabó la fiesta. Si estos aparecen de seguro que los problemas se reanudan -. ¿Qué se os ofrece, muchachos?

- ¿A nosotros? Nada. Pero creo que cogeremos el mismo vuelo, señor Torres. - Dijo uno de ellos con una sonrisa. - Pero será un vuelo privado que nos llevará a una localización que debería conocer, por lo menos, si quiere saber para quién trabaja y lo que le podemos ofrecer. -

El hombre sonrió.

- Seguro Dental, de vida y demás, por no hablar de grandes beneficios y por supuesto, viajes y mujeres. Pero lo verá mejor si desea acompañarnos. -

En ese momento, levantaste la mirada por encima de sus hombros y viste a dos chicas que parecían casi tan perdidas como tú.

Una era pelirroja, con el pelo al viento y unos ojos verdes que mataban con sólo mirarlos. La otra, era una morena de infarto que iba vestida con ropa ajustada y unas gafas que le daban un aire a secretaria. Aún así, parecían no saber dónde iban... aunque estabas seguro que iban con estos dos tipos...

¿A esa localización tan secreta tal vez?

Enarco la ceja. ¿Viajes y mujeres? ¿Qué es esto? ¿Voy a trabajar en un puticlub? Lo cierto es que el asunto me da un mal rollo del copón tan pronto lo oigo. Porque a ver, tengo claro dónde me meto y para qué me meto. No necesito estímulos tan absurdos como la promesa de muejres. Si quiero follar, follo, bien trabajándomelo o pagando si hiciera falta. O me meto a actor porno, llegado el caso. Pero que uno de los alicientes de trabajar para estos fulanos sea el sexo, no me mola nada. Suena a turbio. Y sucio.

- Me comprometí hace ya un mes y acepté lo que se me ofreció entonces, así como las contrapartidas. No necesito más - digo secamente -. Aunque no rechazaré el seguro dental. ¿Quiénes son ellas?

- Me alegro de su decisión. - Dijo.

Aunque cuando nombraste a las chicas, se giró para mirarlas y estas sonrieron.

- Ellas son como usted, bueno, no literalmente, pero también son "especiales. - Continuó. - La verdad es que han sido reclutadas hace poco, también les hemos dado el regalo de bienvenida, ya que estaban un poco confusas y no sabían dónde se metían, pero bueno, al final las hemos logrado convencer. -

El otro hombre les hizo un gesto a las chicas y estas se metieron por la manga en dirección al avión, seguidas por el hombretón con una maletita con ruedas.

- Señor Torres, cuando quiera puede abordar... -

Me encojo de hombros. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Por lo visto, los fulanos no han perdido el tiempo durante mi estancia en Australia. Lo cierto, es que son tan jodidos como el puto conejo. No sé si arrepentirme, pegarme de cabezazos contra la pared, o qué. En fin, la suerte ya está echada, así que recorro el finger para subirme en el avión privado que me llevará a saber dónde.

Y así, José Luis se sube al avión privado.

En primera clase, junto a las dos tías y los dos hombres de negro, le sirven la comida, una copa de champan y le ofrecen miles de cosas.

Era un avión privado de super lujo.

Los hombres trajeados se sentaron detrás, mientras que las dos muchachas estaban sentadas en las filas de delante.

José Luis, en cambio, ocupaba una gran butaca en el centro del avión.

Y así, el avión despegó con destino incierto.

El comandante, habló por los altavoces nada más despegar.

- Señores pasajeros, llegaremos a Nevada en una hora. Os pedimos que os abrochéis los cinturones por que el viaje será rápido. -

En ese momento, sentiste el avión vibrar.

Las turbinas, una que tenías a tu dercha sobre el ala, parecieron modificarse de alguna manera, y la tierra que veías debajo comenzó a desaparecer de manera alarmántemente rápida.

¡Qué diferencia! Una cosa es disfrutar de estos placeres cuando sabes que tu viaje es el comienzo de unas más que merecidas vacaciones y otra muy distinta, cuando tu destino es un agujero desconocido, estás rodeado de desconocidos con los cuales tendrás que acabar socializando y hay dos tipos de negro con cara de estar estreñidos y tener almorranas como puños. Joder, si hasta el champán me sabe a corcho.

Nada, a abrocharse el cinturón. Así, si nos damos una buena hostia no tendrán que buscarme más allá de mi asiento. ¡Dios! ¡Qué cojones es esto! Esto no es volar, es más. Joder, que me cagoooooo.

- Tíos, ¿y esto? ¿Cómo es posible que vayamos tan rápido?

Los que te pueden responder, es decir, los hombres que van detrás, sonríen.

Las dos chicas están aferradas a sus asientos como si se les fuera la vida en ello.

El hombre de las gafas, el que se había puesto los guantes, te mira a los ojos debajo de las gafas y se encoge de hombros.

- Velocidad Hiper-Supersónica. - Dice secamente. - Y esto no es lo más rápido que podemos ir. -

El hombre bebió de su copa como si estuviera acostumbrado a todo esto.

- Disfrute del viaje, señor Torres. Llegaremos pronto... -

Y el viaje continuó.

Los dos hombres cayeron dormidos tras decirte esas palabras y las chicas, seguían aferradas a sus asientos. El viaje era rápido, pero dentro del avión, no sentías la sensación de velocidad, simplemente, lo conjeturabas por como pasaban las nubes por la ventanilla y por que en tu pantalla marcaba algo así como Mach 6.

Al final, decidiste que lo mejor era tranquilizarte, y pediste una copa del mejor vino que había en la bodega. Las azafatas te trajeron un vino del 1870 y te sirvieron una copa con una sonrisa...

Y así el viaje transcurrió con tranquilidad.

Aunque tu sabes, que la tranquilidad se acabó en cuanto cogiste el dinero de esos hombres...

¿THE END...?