Partida Rol por web

Facet desaparecio brevemente de la vista haciendose invisible pero el heroe blindado no aflojo su presa. Finalmente, incapaz de hablar con la traquea aplastada por el guantelete de Warhead,la mujer agito las manos en señal de rendicion. .

Warhead aprovecho para escanearla de cerca: ademas del traje multifacetado podia detectar implantes metalicos bajo la piel, probablemente, lo que le daba sus poderes. 

Brynhildur volvió volando, literalmente, al trozo de museo suspendido en el aire. Pensaba que cuando volviera ya no habría ningún mortal allí, que de una manera u otra habrían evacuado, pero no. El museo a punto de estamparse contra el suelo y dos heroínas, el Stjörnuvindur y los sicarios seguían allí. Y si no hacía algo pronto, seguramente no sobrevivirían al impacto. Lo que sería una pena, había dedicado muchísimas horas a la fabricación de su estimado vehículo. Ah, sí, y la muerte de los mortales, eso también, claro.

Poniendo a prueba una vez más su poderes de transformación, la bruja asgardiana comenzó a crecer de forma acelerada, su cuerpo cubriéndose de escamas, sus manos transformándose en gigantescas garras, sus alas de córvido trocadas por otras de murciélago que al agitarse en el aire provocaban un vendaval. Bryn, ahora convertida en un inmenso dragón que parecía surgido de lo más profundo de las sagas vikingas, se abalanzó sobre la ya ruinosa sala volante del museo. Por un momento la sala pareció empequeñecer.

En una acción que duró apenas un parpadeo aquella forma draconiana se agarró de la sala, que se agrietó con su peso e inercia, resquebrajándose. Con una garra envolvió a DJ, otra sería para Bool, una tercera para su querido Stjörnuvindur y la cuarta... la cuarta la necesitaba para aterrizar minimizando la caída y los daños. ¿Qué podía hacer con los sicarios?

Una centelleante dentellada a la zona en la que estaban los sicarios les hizo desaparecer dentro de las fauces del dragón, arrancando un trozo de sala con ellos. Durante unos segundos, que debieron ser de los más largos de la vida de aquellos maleantes, Bryn fue parte de la recreación nórdica del mito de Jonás y la ballena.

La estruendosa caída del escamoso ser se escuchó en todo el barrio, sonando como si hubiera caído un edificio. Por fortuna la criatura se había enroscado en el aire como un gato y aterrizó mucho más suave y poco destructivamente de lo que cabía esperar. Apenas había tocado suelo, rodó y recuperó su forma asgardiana, escupiendo en el proceso a los sicarios y dejando en el suelo con cierta suavidad a DJ, Bool y al Stjörnuvindur.

─¡Qué ascø! ¡Recørdadme que nø vuelva a meterme algø así en la bøca jamás! ─dijo la asgardiana rematando la frase con una sonrisa profidén─ Brynhildur a su serviciø, aliada ─añadió mirando a la recién rescatada DJ.

Menos mal que DJ llevaba puesto el casco, porque la cara de gilipollas que se le había quedado era digna de ser inmortalizada en piedra. Y así se había quedado, de piedra, después de ser transportada entre las garras de un dragón. UN PUTO DRAGÓN. Que la muchacha había viajado sólo un par de decenios al pasado, no milenios. ¿Qué coño hacía un dragón en Halcyon City? Cosas más raras se habían visto en sus calles, sí, pero eso no es que fuera como para simplemente alzar una ceja.

- Deb... Debbie - alcanzó a balbucear de vuelta - Mi nombre.

¿Había sufrido una contusión encefalocraneal o es que era retrasada? Los matones se removían e intentaban poner tierra de por medio con la que hasta hace unos momentos era una gigantesca criatura con dientes capaces de perforar un autobús de línea. No se lo reprocharía. Ella habría hecho lo mismo. Ganas no le faltaban. Pero se mantuvo en el suelo, sentada sobre sus tobillos.

La alarma de un coche se disparó a escasos metros al recibir el impacto de un cascote procedente del museo. DJ volvió la vista al cielo. El helitransporte y su inestable carga continuaban su camino. Uno de los helicópteros había abandonado la persecución y se alejaba a través de salida A-25. La muchacha pegó un respingo al descubir al musculado enmascarado del otro lado de la avenida con las manos ocupadas. No era La Máscara. Aún no.*

- ¿Y ahora qué? - preguntó, casi para sí misma tras darse cuenta de que la situación estaba lejos de estar bajo control.

Iba a soltarle a la villana una perorata acerca de la Ley y de la Justicia que había escuchado en un vídeo del canal del archifamoso streamer de Halcyon City, Bibai; pero la aparición repentina en medio de la avenida de un dragón enorme le dejó sin palabras. Su armadura arrojaba lecturas confusas acerca de aquel ser; confusas no porque su padre no se las hubiera apañado para incluir variables mágicas y otras hierbas en los sistemas de análisis, sino porque Kenjiro no tenía ni puta idea de lo que significaban la mayoría de los datos que corrían por la esquinita del HUD. Él era de letras y quería ser abogado, o fiscal, o analista político, o activista, o...

Regresa al trabajo Kenji, se dijo a sí mismo. El dragón parecía una nueva amenaza que se sumaba a las ya existentes. Podía ser un aliado de los gurentai, aunque aquella criatura mitológica tenía un aspecto totalmente occidental y no de la típica serpiente voladora de las leyendas orientales. ¿Más mercenarios como esta? En cualquier caso debía ocuparse primero de la mujer capturada. 

Bajó raudo hacia la zona de seguridad que la Policía de Halcyon City había ido formando ante el paso de la comitiva, puso a Facet en el suelo con poca delicadeza y aprovechó una farola, destruida quizás por el balanceo de la Sala Turquesa o tal vez por el surfeo de El Toro, para enrollarla alrededor del cuerpo de la villana, al más puro estilo Edad de Oro.

—Quédate aquí quietecita hasta que venga a por ti la poli —puede que Facet lograra escaparse, pero Kenji no tenía tiempo de esperar a que llegara la policía o A.E.G.I.S; le necesitaban allá arriba. Por eso salió disparado a toda velocidad, hacia el otro helicóptero de ataque que, aunque maltratado por El Toro, todavía rondaba por la escena.

Su siguiente movimiento no era nada sencillo. Tenía intención de inutilizar el rotor principal del aparato aéreo con algunos proyectiles antimateria de gran calibre, agarrarlo antes de que se estrellara al suelo y transportarlo hasta la LZ que Darklaw le había indicado.

El helitransporte estabilizó su trayectoria mientras se alejaba de ellos con los restos de la Sala Turquesa. Parecía como si el piloto hubiera recuperado el control. 

A sus espaldas, el tráfico se fue deteniendo ante la barricada de coches amontonados que había creado El Toro. Había farolas destrozadas, pilas de escombros y vehículos volcados. 

El último helicóptero de los gurentai abandonó la persecución seguido por la estela de Warhead. 

Bool, DJ y la llamada Brynhildur intercambiaron una mirada. 

BLITZ Squad, go... go... GO!...

* * *

La máscara de Darklaw apareció de nuevo en el visor de Kenjiro dándole un susto de muerte. 

-¿Sin mini-torpedos esta vez, Warhead?-resopló como si riera un chiste que sólo él entendía-El helitransporte está bajo control. Calculo unos ocho minutos para el aterrizaje en Western Park. Después de eso, mi trabajo aquí ha terminado. Te cedo la gloria y la rueda de prensa a ti y tus amiguitos. 

La matriz de objetivo de Warhead se centró en el último helicóptero. Los últimos gurentai estaban asustados y le recibieron a disparos. 

El piloto del helicóptero había decidido ir deteniendo el motor y El Toro lo dejó en el suelo. —¡ABAJO Y CON LAS MANOS EN ALTO! ¡TIREN LAS ARMAS ANTES O ME VOY A ENFADAR! —gritó, mientras se encaramaba a la pila de coches. Los gurentai tiraron primero un montón de armas y después fueron saliendo con las manos en la cabeza— ASÍ ME GUSTA —dijo el superhéroe, satisfecho.

Unos cuantos policías se iban acercando entre el desastre y cuando los primeros estuvieron relativamente cerca, El Toro pegó un salto sobre la pila de coches y se dirigió hacia donde estaba Bool junto a Debbie y una blanquita espectacular.

—EY, ¿ESTÁN TODAS BIEN? —dijo El Toro. Ostias, ¿y este vozarrón? Su voz sonaba cavernosa y profunda, estaba inflado y algo más alto... y tenía la ropa hecha pedazos. Madre mía, cuando se entere mamá—. ¿ERA UN DRAGÓN ESO QUE APARECIÓ ANTES? ¿POR DÓNDE SE MARCHÓ? —preguntó, mientras miraba hacia arriba, mientras el helitransporte se alejaba. Vio a Warhead persiguiendo un último helicóptero—. JE, A VER SI EL HUEVÓN DE WARHEAD PILLA A LOS ÚLTIMOS...

Coño, Debbie, céntrate. La muchacha se había quedado embobada mirando a su ahora musculoso compañero. Con un ligero toque DJ se libró de su casco. Necesitaba respirar. El ruido de la calle, el griterío y las sirenas se multiplicó de pronto y fue consciente entonces del lío en el que estaban metidos. Se volvió hacia El Toro.

- ¡Oh, eso! Ahí tienes a tu dragón... dragona, quiero decir - dijo indicando con el pulgar por encima del hombro a la imponente asgardiana - Brunhy... Brynhu... perdón ¿cuál era tu nombre?

Mientras se giraba para preguntar a su nueva aliada cayó en la cuenta de que Bool no había abierto la boca.

- Hey, Bool, ¿qué tal te encuentras? - preguntó dando a entender que lo decía por lo de su padre - ¿Quieres que vayamos a buscarle?

El hombre estaba herido, pero a salvo. Gracias a Brynhildur. Sin embargo, por un momento se imaginó el encuentro entre éste y su hija. Algo le decía que quizá no fuera la reunión familiar que esperaba.

- O podemos largarnos de aquí e ir a cualquier otro lado...

El Toro se quedó mirando a Brynhildur. Es decir, la examinó de arriba abajo. —¿HUMANA QUE SE TRANSFORMA EN DRAGÓN O VICEVERSA, SEÑORITA? —preguntó a la valkyria, con una sonrisita que quedó medio oculta por la máscara. 

Ante la pregunta de Debbie, El Toro se quedó mirando a Bool. ¿Estaba herida?

La asgardiana se acabó de incorporar y se sacudió el polvo de la ropa generando algunos movimientos en sus prietas (y no muy cubiertas) carnes casi perturbadores.

─El dragón era una recreación de Níðhöggr, el dragón que reside en la rama de Yggdrasil. Era yø ─dijo con una sonrisa blanca y perfecta─ Søy Brynhildur Validóttir de Asgard, søy nueva pør aquí. ¿Tenéis este tipø de sucesøs muy a menudø? Bønitø planeta, pør ciertø.

Sonriente, amigable y segura, como si aquello fuera algo que hacía día sí, día no. A Brynhildur se la notaba cómoda, alegre. La mayoría de personas ahora sufriría un colapso nervioso tras todo el estrés de la batalla, pero ella no. Ella apenas ni había sudado.

─¿Vuestrø nømbre, campeón enmascaradø? ¿Pødríais ayudarme con mi transpørte? ─preguntó señalando su dañado esquife de aspecto futurista-retro vikingo─ Tødavía nø me he acøstumbradø a vuestra gravedad y Stjörnuvindur erró la trayectøria... Buenø, hemøs vencidø, ¿verdad? ¿Cómø hacéis løs festejøs aquí?

—AH. CLARO. NIJUGUER EL DRAGÓN, SÍ, SÍ —dijo El Toro, tratando de aparentar ser un hombre de mundo, pero sin poder apartar su mirada de la dentadura de la tiarrona—. BRINGILDUR VALIDOTA DE ASGAR... SÍ, ESTAS COSAS SUCEDEN CON CIERTA FRECUENCIA EN HALCYON CITY —añadió, mientras por fin se liberaba (momentáneamente) del hechizo de la asgardiana y echaba un vistazo a su alrededor—. SE TERMINA UNO ACOSTUMBRANDO.

—SOY EL TORO, MIEMBRO DE LA BLITZ SQUAD —respondió, mientras echaba un vistazo al transporte que decía Brynhildur. Parecía como el esquife de Jabba el Hutt, pero en nuevo—. PUEDO AYUDARLA, CLARO —El Toro se acercó al esquife y lo levantó un poco; no pesaba mucho—, ¿LO LLEVAMOS A ALGÚN SITIO? —dijo, mientras lo dejaba de nuevo en el suelo y se dirigía a Bool—. IGUAL LO PODEMOS DEJAR EN EL TECHO DEL LOCAL.

La idea de salir a festejar le hizo asentir. —PODRÍAMOS IR A HACER UNA RONDA POR ALGUNOS LOCALES BIEN CHIDOS, ¿NO, BOOL? —dijo, con voz esperanzada (pero cavernosa) y luego miró tanto a Debbie como a Brynhildur—. VÉNGANSE SI QUIEREN.

—¡Joder, Darklaw! Deja de aparecer en mi puto visor. Has logrado que se escape el último helicóptero.

Justo cuando más concentrado estaba para destruir el rotor del helicóptero, el feo careto del justiciero ocupó la mayor parte de su panel de visualización. Un par de proyectiles dieron en el blanco y el aparato comenzó a echar humo blanco, aunque el resto ni siquiera alcanzaron el fuselaje. El sistema de refrigeración del motor, ¡mierda, no es suficiente! Como respuesta algunos impactos de la Vulcan resonaron en el blindaje de su armadura.

Decidió no arriesgarse más en una persecución por encima de la ciudad, así que envió coordenadas y la huella térmica del helicóptero para la fuerza aérea. Estaba casi seguro de que le darían caza más adelante. Luego regresó donde estaba el transporte que vio en tierra aún con las aspas girando a buena velocidad. 

Aterrizó con fuerza en el asfalto cerca de sus compañeros de la BLITZ, para dejar escapar un poco su frustración. Miró a un lado y a otro buscando a Darklaw, pero parecía que de verdad se había pirado y les había dejado solos. Maldito payaso. ¿Qué cojones le pasa conmigo.

Entoces vio a la rubia vestida como en una portada de Frank Frazzetta.

—¿Quién es esta? —preguntó discretamente a Bool.

¿Qué clase de magia era esa? Parecía algún tipo de hechizo basado en los principios de la transmutación que le permitía modificar su masa y apariencia. Si la asgardiana era algo parecido a una bruja, desde luego que era muy buena con lo suyo, tal vez incluso más que ella. Fuera cual fuera el caso, se sentía agradecida, y cuando volvió a su escultural forma humana la miró con admiración. Había salvado completamente la situación sin pestañear. ¡Y sin despeinarse! Tenía que preguntarle qué acondicionador usaba para tener el pelo tan bonito.

Se sorprendió al ver lo cambiado que estaba El Toro. Normalmente era solo su carácter, pero esta vez su cuerpo estaba más inflado, más fuerte. Por su cabeza pasó el sugerirle que se quitara la máscara, que ya no hacía falta que la llevara, pero un mal presentimiento hizo que guardara la sugerencia para sí misma. La voz de Debbie dirigiéndose a ella la sacó de sus pensamientos y respondió. - Ah, bien, sí. - Negó con las manos. - No, no, no, está bien. Supongo que papá y yo tendremos tiempo de sobra para hablar sobre lo que ha pasado hoy. - Dar un espacio de tiempo era la mejor opción, quería darle tiempo para reflexionar, y también aprovecharía para reflexionar ella misma.

- Quita, quita, como hagamos otro desastre en el local Warhead nos cuelga a los dos, bueno... - Miró a Debbie. - A los tres. - No, desde luego que no era una buena idea, pero el rumbo que estaba empezando a tomar la conversación comenzaba a gustarle un poco más. - Claro, el otro día estuvo bien. - Menos la parte en la que acabó vomitando y soltando a un agente de A.E.G.I.S. información personal de sus compañeros.

Miró a Byrn junto a Warhead. - Se llama Brynhildur. - Pronunció su nombre a la perfección, al fin y al cabo estaba acostumbrada a pronunciar conjuros en lenguas demoníacas igual o más complejas que el nombre de la valkiria, porque pobre de ella si llegaba a cometer un error de pronunciación al manipular energías místicas... - Creo que es una nueva aliada. - Y junto a Debbie y El Toro la panorámica no podía ser mejor, el grupo estaba creciendo. ¿Dónde coño estará Chas? Se está perdiendo lo mejor.

No lejos de allí, una pequeña multitud salió de la sede de la Fundación Orion Jones. Recientemente, el secretario regional se había visto envuelto en varios asuntos turbios y la prensa había sido convocada. Cuando las preguntas empezaron a ser comprometidas, la calle se vio barrida or una avalancha de coches.

A pesar del caos, varias personas se acercaron rápidamente hasta ellos enarbolando móviles y libretas: la prensa en Halcyon City era una especie de plaga recurrente. Les rodearon y empezaron a atosigarles con preguntas.

Vio acercarse a la horda de periodistas y por unos instantes deseó que el artefacto reventara llevándose a media ciudad por delante. Miró a sus compañeros como preguntado ¿y ahora qué hacemos?, pero para entonces ya estaban rodeados de cámaras, micrófonos y flashes que le impedían ver con claridad el rostro de las hienas, digo, personas que les rodeaban. Conocía un par de hechizos que podrían difuminar su cuerpo y el de sus compañeros con un molesto efecto desenfoque que jodería todas las fotos que les hicieran. Pero no lo hizo, por eso de no abusar de la magia y además no usarla contra civiles... Aunque igual ya va siendo hora de practicar ese hechizo de teletransporte que Azorath tanto mencionaba...

Trató de avanzar entre la multitud cubriéndose la cara con las manos, por un lado para protegerse de los cegadores flashes y por el otro para evitar que su cara saliera en portada. Solo faltaba que su madre también la reconociera para hacer aún más incómoda la situación en casa. SIN EMBARGO, alguien muy animal estuvo a escasos centímetros de meterle el micrófono en la boca al mismo tiempo que le preguntaba si era un alienígena. - Cómo qué si soy un alíen... Pero tú de qué vas. - No contento con la respuesta, le siguieron un par más que hicieron que Bool se desentendiera por completo. - Vale, vale, está bien, paso por favor...

Que si soy un alíen, el muy gilipollas.

Los periodistas habían caído sobre ellos y había poco que pudieran hacer para quitárselos de encima. El Toro estaba contento con cómo se habían desarrollado los acontecimientos, pero lo mismo alguien comenzaba a preguntar por quién iba a pagar todo el destrozo ocasionado y, la verdad, lo que les faltaba. 

Unos cuantos periodistas se le acercaron demasiado y El Toro se planteó empujarles para que se apartaran de ellos, pero era mejor ser más sutil. El superhéroe levantó los brazos para demostrar que no iba a tocar a nadie y empezó a moverse hacia el exterior de la pequeña multitud. El resultado era que sí que empujaba a la gente para apartarla, pero no la tocaba. No podrían hacerle una foto en la que saliera tocando a nadie.

Mientras se habría paso, sin embargo, una pregunta le dejó descolocado. —¿PAREJA? —dijo, con voz cavernosa. La pregunta la había hecho una chica joven vestida con ropa deportiva pero bastante cara. —NO, NO TENGO PAREJA, SEÑORITA —respondió, mientras negaba con la cabeza y seguía avanzando. Pero entonces la misma chica le hizo otra pregunta bastante más seria y El Toro se paró y se dio la vuelta, encarándose con ella. —¿QUÉ CLASE DE PREGUNTA ES ESA? ¡POR SUPUESTO QUE NO HE MATADO A NADIE! ¡NOSOTROS NO VAMOS POR AHÍ MATANDO GENTE, NI SIQUIERA A LOS CRIMINALES! ESO ES COSA DE VILLANOS Y JUSTICIEROS —dijo, con el mismo tono de voz profundo e intimidante. No estaba intentando asustar a nadie, pero la combinación del vozarrón, los músculos y la ropa destrozada que llevaba encima podían hacer que más de uno se cagara literalmente en los pantalones solo por ser el objetivo de su atención.

Warhead se giró hacia los periodistas y trató de poner orden en aquel griterío moviendo ostensiblemente las manos en una señal inequívoca de que bajaran el ruido.

—Está bien, está bien. Contestaré a sus preguntas, pero déjennos respirar y no hablen todos a la vez.

El chico trataba de imitar lo que había visto hacer tantas veces a sus padres y a otros superhéroes por la tele. El truco consistía en llevar la voz cantante todo el tiempo y en seleccionar las preguntas que se iban a contestar. Sin embargo, Warhead no contaba con lo que había cambiado el periodismo desde aquellos tiempos que él recordaba.

—Somos la BLITZ Squad y hemos acudido en apoyo de las fuerzas del orden de Halcyon City. Hemos actuado de la manera más adecuada para esta situación: puño de hierro y guante de seda. Como resultado, no hay que lamentar ninguna víctima mortal ni entre los secuestrados ni entre los asaltantes —hizo una breve pausa—. Ahora pueden preguntar... Por ejemplo..., sí tú, la de la chaqueta rosa... —escuchó atentamente y dio gracias al cielo de que su cara estuviese oculta bajo la armadura—. ¡Que, quéeee...! Lo siento, no hay más preguntas. Debemos marcharnos ya...

Con todo el disimulo que era capaz aquella mole de dos metros, comenzó a hacerle señas a sus compañeros para que cortaran y se pirasen juntos de allí, ya.

Acabada la acción, llegaban... otras cosas. Por lo poco que Brynhildur había aprendido de la sociedad humana "americana", los periodistas eran una fuerza imparable e inevitable. La expresión "circo mediático" no tardó en cobrar significado.

Uno de aquellos periodistas, un hombre con grandes entradas y pelo echado hacia atrás y engominado, saltándose el turno de palabra, las indicaciones de Warhead y cualquier otra muestra de civismo que pudiera no reportarle alguna supuesta ventaja sobre sus iguales de la prensa, asaltó con sus preguntas a la asgardiana.

Bryn arqueó las cejas con incredulidad durante un instante para luego sonreír amargamente. Aquella sociedad primitiva, en la que todavía hacían distinciones entre sexos, hacía también distinciones entre hombres entrenados y no entrenados cuando el resultado debía ser lo que primara. La bruja alienígena esperó a que el desorientado periodista acabara su retahíla de preguntas antes de empezar a contestar por la última.

─Døscientos treinta y tres de vuestrøs añøs, lø calculé el øtrø día. Nø he vistø a vuestrøs hombres entrenadøs haciéndøse cargø de la situación, creía que estaba ayudandø. Ahøra sí están aquí ─dijo señalando a unos cuantos de los servicios del orden público que al fin se estaban congregando por la zona para controlar el caos que había generado la actuación del Blitz Squad en un momento─, tal vez quieran preguntarles a ellos...

La sonrisa de superioridad, confortable y radiante de Brynhildur mostraba muy a las claras que ninguna pregunta que pudiera hacerle un insecto como aquel periodista podía alterarla en lo más mínimo. Ella estaba muy por encima de aquellas cosas. Y como si tratara de reforzar inconscientemente aquella actitud natural, la asgardiana comenzó a elevarse por encima de las cámaras (que, por supuesto, siguieron su trayectoria para quedarse con su escultural apariencia, que seguro que les subiría la audiencia) y salió volando de escena, dejando con un palmo de narices al molesto periodista.

Los flashes, el alboroto, la multitud de cámaras apuntándoles. Debbie no estaba acostumbrada a ser el centro de atención y parecía que sus compañeros tampoco lo estaban a ser presa de aquellos carroñeros. Tras lo sucedido parecían ser una presa fácil para sus micrófonos y grabadoras, y su batería de preguntas dejaban claro que poco les importaba lo que hubiera sucedido en la avenida de Saint Trinian.

La muchacha estaba manipulando su brazal para activar su emisor de pulso magnético y así eliminar cualquier grabación de su presencia o la de sus compañeros cuando la pregunta le golpeó de improviso.

- ¿Familia? - repitió sin saber a dónde mirar. Sus dedos se alejaron de la pantalla de su dispositivo.

Su padre, su madre, Bigby. Todos ellos existían en aquella época, pero ¿eran realmente su familia? Ni le conocían ¿Qué le esperaba a su vuelta? ¿Volvería alguna vez? La mirada de Debbie estaba clavada en algún punto entre las cámaras y los coches de policía apostados más allá.

- Yo... no. Perdón, tengo que irme. Dejadme. Dejadme salir.

Estaba nerviosa. Visiblemente nerviosa. Lo suficientemente nerviosa como para activar su casco y llevarse las manos a los de-ecualizadores. Afortunadamente los periodistas le dieron algo de espacio. El bramido de El Toro probablemente hubiese tenido algo que ver, pero Debbie no pareció darse cuenta.