Partida Rol por web

La Mark 8 yacía sobre la mesa de trabajo con el panel principal abierto. Los daños de la última batalla eran mínimos pero algunas piezas requerían sustitución. 

-Los Gurentai son un sindicato criminal de origen japonés. Se especializan en el crimen violento más que en la extorsión y el juego. Como todas las ramas de la yakuza, están de un modo u otro al servicio del oyabun Nakai.

El laboratorio de Sean O´Donnell era una mezcla de taller, hangar y sala de trofeos. Decenas de pantallas mostraban esquemas de circuitos y listas de datos en constante actualización. Casi cada superficie estaba cubierta de piezas de maquinaria, herramientas y, más a menudo de lo sensato, botellas vacías.

-Me tendrás que explicar, Kenjiro, qué ocurrió en vuestro local. El dron de limpieza se quedó atascado con algo y las cámaras están apagadas: sé que valoráis vuestra intimidad, hijo, pero están ahí por vuestra seguridad. 

Había trofeos de enemigos derrotados por las paredes y numerosas fotografías: los Global Freedom de jóvenes, Warhead con diferentes superhéroes en actitudes más o menos amistosas, el Trébol de acero⁽¹⁾(los tres Warheads irlandeses: Cu Chulain, Dragonblood e Imolge Jaeda, el propio O’Donnell de joven antes de independizarse) y titulares de periódicos antiguos enmarcados. Destacaba especialmente un antiguo póster a tamaño natural del Warhead de la Generación Dorada.

-Según he averiguado, ese "motor de vimana" que pretendían exhibir en realidad es un trozo de chatarra, una falsificación. Pero en su interior se ha encontrado algo mucho más valioso. Qué exactamente, no puedo decírtelo, hijo mío: el firewall de tu madre es infranqueable para mí.

No había escaleras sino rampas y las mesas y ordenadores estaban situados a la altura de la cintura de una persona normal para que el padre de Kenjiro pudiera acceder fácilmente a todo. Allí, el señor O´Donnell no era un inválido. Era su santuario, donde reparaba y mejoraba las armaduras a las que había dedicado su vida, algo que no parecía ser capaz de hacer con su propia familia.

-Así que eres de Asgard, ¿eh,  Brynhildur? Conocí a un compatriota tuyo hace muchos años, Kyrl Aegirsson, el Wikingo⁽²⁾, un hombre de honor. Fue un auténtico paragón de la Generación de Plata. 

Su silla de ruedas rodeó una mesa de trabajo sobre la que había un trozo de la nave de Brynhildur que estaba siendo escaneado. En el centro de la estancia, un proyector holográfico mostraba diferentes configuraciones del Stjörnuvindur si se empleaba tecnología terrestre para repararlo. Perdía algo de elegancia con el cambio.

-Tecnología asgardiana... Está restringida por acuerdo internacional en todo el planeta. Puedo adaptar algunas piezas, creo que tengo un generador gravitatorio meklar en algún sitio. 

El señor O´Donnell se había tomado bastante bien que su hijo trajera a una chica a casa. Más todavía cuando había resultado que no era del planeta y que pertenecía a una raza tecnológicamente avanzada. No lo había dicho pero Kenjiro sospechaba que el viejo cabrón estaba encantado con cualquier fichaje que hiciera el supergrupo de su hijo más poderoso. Probablemente, así le haría la puñeta a su mujer.

Brynhildur paseaba encantada por el laboratorio. Le encantabanlas antiguas fotografías y memorabilia del padre de Kenjiro. La "alta tecnología" midgardiana era tosca como un juguete hecho de palos y piedras pero tenía cierto encanto retro. El propio Sean O’Donnell, postrado en una silla de ruedas y whisky en el aliento a las once de la mañana, era como una especie de duendecillo de los cuentos.

Pues mira, papá, resulta que en el local apareció mi sobrina, tu nieta, la hija de vuestra queridísima Zoe y el hermano de mi desaparecido colega Chas. Viene de un futuro donde los Terminators llorarían asustados porque hay grupo de metahumanos malísimos que nos van a obligar a todos a conducir coches eléctricos de fabricación coreana...

—Tuvimos un problema con una intrusa que al final resultó ser una aliada nuestra que viene de una línea temporal distinta. Ella asegura que de nuestro futuro. No sé si eso es realmente posible, pero si lo es será mejor que vayamos preparándonos, porque promete ser un infierno —miró a su padre para comprobar su reacción—. Debería haberla traído, seguro que te cae bien y que comparte tus gustos por todos estos... cacharros.

De hecho DJ no estaba allí porque Kenji se había cabreado con ella, por su insistencia en que le pidiera a su padre que se encargara del trasto de la asgardiana. Cedió ante sus afirmaciones de que así tenía que ser si no querían torcer el curso de los acontecimientos, lo cual sonaba a trola; así que, a cambio, la "castigó" sin poder conocer todavía a su futuro abuelo, del que quizás había sacado la genialidad tecnológica.

Como resultado allí estaba Brynhildur, con aquella pose que tanto le recordaba a las pijas de su instituto. Estaba seguro de que en cualquier momento comenzaría a soltar su perorata supremacista sobre los "midgardianos" y su atrasada tecnología. Como la típica turista británica que estampa su coche gracias a su ineptitud y luego escribe una opinión negativa en Google reviews acerca de lo lento y mal que trabajaban en el taller de un pueblo perdido de las montañas de Grecia.

─Sí, de Asgard ─contestó la rubia sin dar más explicaciones. ¿Para qué iba a especificar que era de los astilleros si sólo conocían su planeta por el nombre?─ Aegirsson... esperø que nø fuera tan dadø a la bebida como su padre. Conocí a una de sus hijas, Kólga, una chica de persønalidad... asfixiante.

Mientras decía esto la asgardiana observaba la tosca imagen holográfica resultante de utilizar tecnología de Midgard para reparar una maravilla de la tecnología asgardiana. Deprimente. Brynhildur continuaba siendo preciosa pero su humor la convertía en una etérea belleza melancólica.

─¿¡Meklar!? Buenø, está bien, perdón... ─ruidoso, contaminante, burdo, de mala relación aceleración-control... pero si era lo mejor que tenían, tendría que aceptarlo. Tal vez pudiera hacer algunos apaños ella misma y el resultado no fuera tan catastrófico como se auguraba a primera vista.

─Debø agradecerøs vuestra amable ayuda, padre de Ken. Recønøzcø el lugar de creación de un artesanø cuandø lo veø. Estø nø es un simple taller, aquí ha transcurridø tøda una vida. ¿Ha cønstruidø su hijø su armadura? Cøn las limitaciones tecnølógicas de este planeta sería algø meritorio, la verdad. Está muy pør encima de las capacidades de la mayøría de sus artefactøs vøladøres y de defensa. ¿O søis vøs el artífice de tamaña øbra maestra? ─preguntó Bryn, intentado ser educada y ganarse el favor del artesano midgardiano. Puede que su tecnología fuera burda y atrasada, pero estaba ofreciendo su ayuda, piezas y tiempo para reconstruir a Stjörnuvindur. Si lo lograban se habrían ganado el agradecimiento y favor de la asgardiana.

-El viaje en el tiempo es posible aunque problemático*. Cualquier cambio en la línea temporal puede tener consecuencias inesperadas a largo plazo. Hay criminales como el Doctor Infinity o Dominus que lo hacen a menudo y eso les convierte en muy peligrosos. ¿Por qué confías en ella? Podría ser una trampa. 

Sin esperar una respuesta, O'Donnell rodó hasta donde estaba Brynhildur:

-Sí, yo soy el artífice de la Mark 8: es un diseño actualizado de la Mark I original del primer Warhead. En lugar de un motor diésel de tres mil caballos, la Mark 8 emplea energía nuclear, más eficiente y segura. Kenjiro la  heredó para convertirse en el siguiente Warhead. Ha realizado algunas mejoras pero espero que en el futuro se construya la suya... ¿A qué se dedican tus padres, Brynhildur? ¿Por qué viniste a la Tierra?

─Tres mil caballos parecen muchos... ¿en la armadura? Qué pintoresco... ─comentó la asgardiana, claramente confundida por la terminología midgardiana─ ¿Mis padres? Mi madre es una bruja y mi padre trabaja en los astilleros de Asgard, skipasmíðastöðvar, igual que mi tio. En realidad fue culpa de mi tio el que viniera aquí. Él me ha apoyado siempre y quería que trabajase por cumplir mis sueños. Uno de ellos era venir aquí, a la Tierra, a ver los paisajes y las gentes que se describían en nuestras historias. Él fue el que me ayudó a construir el Stjörnuvindur ─dijo haciendo un ademán hacia el maltrecho esquife que tenían que arreglar─ y gracias a él me vine a estos lares. Pero tengo la sensación de que no era esa la pregunta que quería formularme, padre de Ken...

Aquel hombre, aunque educado, estaba acostumbrado a ser suspicaz. Tal vez incluso hubiera topado con algún asgardiano no demasiado digno de confianza, lo que explicaría por qué no cesaba de cuestionar su presencia allí. ¿Tal vez se sentía incómodo con una poderosa y avanzada asgardiana ante él? Desde luego no podía ser que le considerase una amenaza, Brynhildur era todo lo contrario, una ayuda llegada de otro mundo. Y lo había demostrado con creces durante el rescate en el museo. O la sala volante. Como fuera, se había comportado heroicamente, como debía ser...

—Pues me fío de ella porque, al contrario que otras personas, no va diciendo en cada frase que sale de su boca que viene de un futuro tecnológicamente más avanzado y que está aquí de paseo para ver lo "pintorescos" que somos los habitantes del siglo XXI.

Era superior a sus fuerzas. Ya no le importaba que la asgardiana fuera un enemigo o no, de hecho casi prefería que lo fuera. Esos aires de grandeza, esa pompa y toda aquella estúpida palabrería... Meter a una persona así en el equipo sería una locura. Cuestionaría los métodos, las decisiones, el liderazgo..., ¡todo! ¿Y por qué? Porque venía de Asgard. Como si ese hecho, por sí mismo, tuviera una relevancia especial.

—¿Sabes? —se dirigió a Brynhildur con sorna—. Yo también puedo entremeter palabras ininteligibles en mis frases para parecer cool. Mitai ka? Ima iutteru koto wakan'nai, yaro? Horra, ¿a qué no entiendes nada henna uchû no majô? Fuzaken janee yo! —exclamó irritado.

Se acercó al esquife que su padre tenía en el pit de reparaciones. Lo cierto es que les vendría bien tener un vehículo para poder llevar al equipo; pero si aquel cacharro estelar no tenía sistema de ocultación, radares, identificación amigo/enemigo, armamento defensivo y soporte vital para humanos, lo mejor sería que su padre copiara toda la tecnología y les construyera algo similar. ¡Joder! ¿A que va a ser eso por lo que el viejo ha dejado que lo traigamos aquí? ¡Qué listo, pero qué listo! 

Se giró a su padre y, cuando la chica no les veía, le dirigió una mirada de complicidad armada con una sonrisa de suspicacia. ¿Qué estás tramando, viejo zorro?, venía a preguntarle con su expresión.

─Si queréis puedo callarme, pero la verdad no se tapa con el silencio. Si tan avanzados sois, ¿por qué no tenéis repuestos para mi esquife y hay que improvisar algo? ¡Mírame! ¿Esta ropa te parece normal? ─dijo ella, indignada, señalándose a sí misma─ ¿Qué puedo pensar de vosotros si esta ropa a mi me parece normal? ¿Quieres que empatice contigo? ¿Qué tal si empiezas tú empatizando? Yo al menos trato de hablar tu idioma. Puedo aprender más, enriquece mi conocimiento, ¿te has molestado en preguntarte a qué suena el asgardiano? Por cierto, que tiene mucha mayor presencia en el universo que el inglés, el idioma de una región de un planeta que todavía no ha salido ni de su propio sistema solar. Hrokafullur ógeðslegur ─añadió cruzándose de brazos.

Con las lágrimas asomando ya por sus ojos, la asgardiana se dirigió a la puerta como un vendaval para, en el último momento antes de salir, girarse de sopetón y espetar:

─Os dejo eso ahí ─dijo señalando a su esquife─ Si podéis arreglarlo, me disculparé con vosotros. Si no podéis, espero yo una disculpa. Y recordad que eso lo montó una adolescente. Volveré mañana. Que se os de bien.

Brynhildur atravesó la puerta y cerró de un portazo tras de si. El cristal de la puerta no aguantó el impacto y reventó en mil pedazos. La asgardiana no se giró para disculparse, sólo buscó una salida y salió volando de allí.

Sean O’Donnell lanzó una mirada muy expresiva a su hijo. "Cara de circunstancia" lo llamaba. 

-Ken, hijo, tu madre es japonesa y gracias a ella eres inteligente, bien educado, tienes un gran respeto por las formas y, créeme, admiro eso aunque a veces no esté de acuerdo con ella. 

Miró el agujero de la puerta.  Más allá había una ventana abierta con las cortinas hondeando al viento. 

-Pero también eres medio irlandés y en Kilkenni no tratamos así a los invitados... excepto a los ingleses, claro... pero eso es otra historia. Cambiando de tema, últimamente ha estado desapareciendo material clasificado. Primero, el prototipo de casco de la Mark X y ahora, mi silo secreto de municiones ha sido saqueado. Los sistemas de seguridad han sido simplemente desconectados. ¿Puedes decirme algo al respecto?

Kenjiro reflexionó un poco sobre las palabras de su padre, tanto las que le había dirigido como reproche como las que hablaban de los robos. ¿Habrá mangado Chas también la munición?, dudó un segundo; pero descartó aquella idea sintiéndose un poco culpable por prejuzgar a su amigo.

—No sé qué decirte. ¿Quieres que me encargue de ello? —se ofreció de inmediato, como hace solamente alguien que quiere evitar que cualquier sospecha recaiga sobre él—. No tengo ni idea de ese silo secreto..., ni del casco tampoco. Dime qué puedo hacer y te compenso el marrón con la asgardiana —señaló la puerta rota—. Por cierto, no me contestaste nada cuando te pregunté sobre "los paquetitos" de Darklaw. Tengo la invitación y las coordenadas para recoger uno. ¿Debería ir?

La mejor defensa era un buen ataque y Kenji utilizó aquel asunto del que se había olvidado ya para que su padre dejara de escrutarle como si fuera una esfinge.

Las puntas del bigote de O'Donnell se elevaron con una sonrisa de zorro viejo que da un respiro a las gallinas. 

-Darklaw es un fanatico del control, le gusta tener a la gente a su disposicion. Ese "paquetito" sera alguna lindeza de las suyas.

Rodo silenciosamente hasta un armario. Saco una bombilla de cristal negro pero, por lo demas, bastante inocente.

-A mi me dio esto despues de las Crisis Secretas para contactarle si hacia falta. Me pidio que simplemente la pusiera en una lampara si le necesitaba-solto una risita-Y lo hice, ¿sabes? Cuando Crusader dejo el grupo ya solo estabamos tu madre y yo... joder, en la base de esta bombilla hay un microchip, ¿ves? Y tiene el software mas encabronado que he visto: fundio las luces de seis kilometros a la redonda formando un dibujo visible solo desde el aire que apuntaba al lugar donde estabamos. 

Puso la bombilla en su sitio.

-Darklaw da diferentes dispositivos de localizacion (los llamamos "clawseñales") a diferentes individuos: asi sabe quien y desde donde le llaman. A White Bow le dio un bloque de porqueria para quemar pero no le dijo que lo hiciera en exteriores porque soltaba un humo pringoso de mil diablos y le pinto de negro toda la casa incluyendo los muebles y a el mismo: le estuvimos llamando Blackie durante meses... 

Suspiro con nostalgia.

-Si, echa un vistazo al silo. Yo no he podido ir pero no me gustaria que alguien se montara su propio Warhead. Eso ya ha ocurrido demasiadas veces en el pasado...

—¡Joder! —Kenji se rió con ganas al escuchar las anécdotas del cabronías de Darklaw—. Entonces, ¿qué hago? ¿Recojo el paquetito? Bueno, va, luego me lo dices. Ahora cuéntame cómo hago lo del silo. Si son buenos no habrán dejado huella y si fueran malos no habrían desconectado la seguridad, ¿cierto? A no ser que...

Una sombra amenazadora cruzó su mente. ¿Y si aquello había sido obra de la Final Squad? DJ había burlado la seguridad del refugio con una facilidad pasmosa. Quizás alguno de aquellos villanos del futuro eran capaces de hacer lo mismo con un silo de WARHEAD. Al fin y al cabo, para todos ellos eran un pedazo de Historia que podía rastrearse con facilidad.

—Papá, tengo que contarte algo —se lo pensó una vez más, todavía podía decirle cualquier otra cosa...—. Tengo un buen motivo para fiarme de la chica del futuro y para meterla en el grupo; de hecho debería haber venido ella y no la loca asgardiana Y es... porque es mi sobrina y nieta tuya.

Y, a continuación, Kenji se derramó como una presa rota y le contó a su padre todo lo que había pasado en la base desde la llegada de Debbie Jay hasta el final de la lucha contra los gurentai. Lo hizo porque era su deber, y porque necesitaba que su padre estuviera al tanto de todo por si; no, no por si, sino cuando su madre se enterara de toda la movida.

-Sera mejor que recojas el paquete de Darklaw: es un mal amigo pero como enemigo es mucho peor. Sus clawseñales se ven a kilometros porque le gusta que sepan que viene. Hasta Justicia Divina le tiene respeto.

No todo el mundo reacciona al paso de tiempo de la misma manera. Para enterarse de repente de que era abuelo con dos hijos menores de edad, Sean O'Donnell se lo tomo bastante bien.

Con la mirada ausente, el antiguo Warhead alargo la mano izquierda y palpo una mesa llena de maquinaria hasta que encontro una botella. Echo un largo trago.

-Suena a locura, Ken, pero no puedo decir que no haya oido historias peores. Una vez... espera, espera, espera, yo soy su abuelo... tu eres su tio... ¿QUIEN ES EL PADRE?

No le hacía ninguna gracia ver a su padre agarrar la botella. Era irlandés, sí, y el whisky debía ser para él como para Bender, el robot de Futurama: si dejaba de beber se emborracharía; pero precisamente había sido una botella de más la que le había dejado en aquella silla de ruedas. Por eso no disimuló su disgusto ni tampoco rehuyó la pregunta.

—Se supone que el hermano mayor de Chas, Roger Taylor. Si lo piensas bien, todo queda en familia: sus padres también son metahumanos, aunque Roger no tiene ningún poder, igual que yo... —se sintió mal durante un momento—. No sé cuándo se casarán, aunque imagino que si lo logran es porque mamá sacará algún beneficio de ello. Eso, o Zoe se escapa de casa.

Saboreó la idea de que la obediente y sumisa Zoe perdiera la cabeza por Roger Taylor, lo mandara todo a la mierda y se fugara con el chico. Pero pensar cómo reaccionaría su madre le cortó todo el rollo.

—Bueno, ¿cómo lo ves? Parece que hay algo que provocará una distopía en unos treinta años en el futuro. Y para colmo, igual que en Terminator parece que algunos han vuelto al pasado para evitarlo o para asegurarse de que se cumpla.

-¿El hermano de ESE? Pfffff, tiene las horas contadas como se entere tu madre: en nuestra noche de bodas ya me dijo que yo era el último error que pensaba cometer con un gaijin...

Manipuló la botella vacía 

-La clave de cualquier operación militar es la comunicación y la información: debes averiguar a qué te estás enfrentando realmente antes de dar el siguiente paso. Esa chica que acaba de irse tiene tecnología asgardiana, probablemente lo sea ella también. Esa "nieta" mía, en cambio... ¿tienes alguna evidencia de que sea quien dice ser? Podría estar aliada con esos que quieren cambiar la historia. O ser parte de un plan mayor. 

Meditó un momento. 

-Sé de algunos viajeros del tiempo pero son todos malos bichos y juegan en otra liga: el Doctor Infinity. Dominus. Cronocarcharodon. A esos no les detienes con munición antipersonal y blindaje ablativo... La historia es siempre la misma: vuelven al pasado para cambiar el futuro, les detienes o frustras sus planes y nunca estás seguro de si era eso lo que pretendían. Si vas a enfrentarte a gente de esa calaña, una asgardiana en tu equipo sería un buen fichaje. 

Se encogió de hombros. 

-Al final, como solía decir Nikolai, el pasado es historia, el futuro es una promesa y el ahora es un regalo: por eso se le llama presente. 

—Resulta que ESE, es amigo mío y, hasta hace poco, miembro de pleno derecho de la Blitz Squad —protestó—. No pienso ir a buscar a esa alienígena arrogante. Me da igual el nivel tecnológico de su raza porque ella parece la más tonta de todo el planeta. En todo caso preferiría ir yo mismo a Asgard y hablar con su tío el "ingeniero naval" —hizo el gesto de las comillas con los dedos.

¿Qué era todo aquello? ¿La mierda de la inevitabilidad del destino de la que le hablaba su madre? Oponerse pasivamente a algo era un pecado muy occidental. Kiri se lo habría dejado bien claro en más de una ocasión: o te apartas y te adaptas o luchas con todas tus fuerzas para evitar que suceda; el resto es puro egoísmo pueril occidental, eso de creer que por cerrar los puñitos muy fuertes el mundo va a dejar de ser como es. 

Su padre se había pimplado la botella de alcohol y Kenji comenzaba a sentirse incómodo con sus pensamientos. Era el momento de largarse y buscar a DJ: se fiaba de ella y punto. Trabajaría con ella y darían con la solución. Pero también tenía que buscar tiempo para ir a ver a Héctor, porque su colega lo estaba pasando muy mal. Sacó el móvil y le envió un mensaje, se despidió de su padre y se fue en su coche, un Subaru Impreza que le había regalado su tío Dougal. Alguno de su clase le había llamado macarra por conducir aquel buga tuneado en lugar de alguna mierda alemana o una basura hipertrofiada yanqui, pero a Kenji le parecía el coche más guapo del mundo*.

* * *

El silo de municiones de Warhead estaba en la colina que coronaba el pequeño cementerio de Crest Hills. En tiempos había sido el lugar de reposo del mítico Eternal Champion pero desde que se descubrió que la tumba estaba vacía había quedado relegado al olvido. Por eso Sean O’Donnell lo había elegido como almacén secreto. 

En lo alto de la colina había un pequeño mausoleo dedicado a una tal "Dinastía O'Higgins". Nadie recordaba cuándo había sido la última vez que habían enterrado a alguien allí. Nunca, de hecho. 

Tras dejar su coche aparcado, Kenjiro ascendió la colina cubierta de tumbas mirando su móvil cada pocos pasos. Que él supiera, había sólo tres personas que pudieran pasar el escaneo retinal de la cripta para tener acceso al arsenal: su padre, su hermana y él mismo.

Por eso se sorprendió al encontrarla en vaqueros y sudadera junto al mausoleo comprobando el terminal de seguridad disimulado tras una gárgola. 

-Llegas tarde-dijo Zoe.

—¿Qué haces aquí? —inquirió seco mientras buscaba con la mirada temiendo encontrarse allí también a su madre—. ¿Eres tú la que ha robado el silo?

Por extraño que le pareciera no le molestaba realmente ver allí a Zoe. Si el relato de DJ era cierto aquella empollona sumisa y silenciosa se iba a rebelar contra sus padres y tal vez contra él mismo y se iba a liar con el hermano de su amigo Chas. Luego tendrían una hija que regresaría al pasado para intentar evitar que el futuro fuera una mierda realmente apestosa y que se uniría a la Blitz Squad para lograrlo. ¡Joder!, ¿cómo iba a cabrearse con su hermanita, la jodida Sarah Connors de Halcyon City?

Se acercó a ella para ver qué estaba haciendo y también, de camino, para echar un ojo al mausoleo.

-Te iba a preguntar lo mismo: el escáner retinal indica que estuviste aquí hace dos días.*

Zoe resopló:

-...pero lo que de verdad quiero preguntarte es sobre esa chica que has dejado embarazada. Menuda rubia,¿eh? Yo  pensaba que te molaba tu amiga la Magias.

Kenjiro torció el gesto. 

El laboratorio estaba pared con pared con el dormitorio de Zoe. Y puede que con los ánimos calentados hubieran levantado la voz un poco. Si hasta había un agujero en la puerta...

-Lo he oído todo. Tranquilo, okaasan no sabe nada. 

—Haaa? —Kenjiro puso la típica cara de sorpresa de los programas de variedades japoneses—. Nani yutteru omae? ¿Que yo estuve aquí hace dos días?... ¿Que he dejado embarazada a quién? —se acercó a su hermana para mirarla como si fuera un extraterrestre—. ¡Tú estás chiflada! —le dio con los nudillos en la cabeza como si llamara a una puerta—. ¡Hola, McFly! ¿Hay alguien en casa?

Se retiró a toda velocidad, antes de que le hiciera alguna presa o le largara una patada. Ni se acordaba la última vez que había tocado a Zoe... Debió ser hacía mucho tiempo, cuando los dos todavía eran pequeños. Cuando la vida era mucho más sencilla.

—Como cotilla eres una inútil, jajajaja. Y como detective eres aún peor. ¿Para qué voy a venir yo a robar la munición que ya tengo en mi armadura? —aunque sospechaba quién lo había podido hacer y aquello le había provocado un terrible retortijón en el pecho*.

-¿Porque eres idiota?-Zoe soltó un resoplido frotándose la cabeza-Hay muchas formas de colarse aquí dentro: hackear el sistema, con una réplica retinal... o teniendo acceso. Tú y yo lo tenemos pero la mayoría del material que había aquí es bastante antiguo, sólo valdría para la Mark 8. La Mark 10 lanza rayos de energía, tonto. 

Le señaló con el índice simulando una pistola y susurró un "Bang".

-Ahora, en serio, oí cómo le contabas a papá lo de que le has hecho abuelo. ¿En serio?¿No tuvo contigo la charla? Conmigo, tres veces. Y luego, mamá...

Puso los ojos en blanco.