Partida Rol por web

Era el día de la final de la Copa Estudiantil de Halcyon City de Fútbol Americano y hasta la prensa se había hecho eco del evento.

Los Blackthorn Buffalos se las verían con los Evergreen Hills Angels en un partido que sería televisado y retransmitido por radio.

La Final marcaba el evento final de curso antes de las vacaciones de verano. En el Evergreen Hills no se hablaba de otra cosa. En el Blackthorn se disputaba el puesto de Tema Candente de la Semana con "las aptitudes artísticas de Héctor García y su amor ardiente por Willow Rosemberg". Se rumoreaba que le pediría matrimonio si ganaban. 

El campo de fútbol era una olla a presión llena de bufandas, banderas y camisetas con los colores de los equipos. 

De momento, empate a 2.

Héctor había notado las risitas entre los compañeros. No era idiota, y además, con los años había aprendido a identificar ese tipo actitud: las miraditas cómplices entre dos chicas mientras se reían, o las risotadas menos discretas de los tíos. Por el momento nadie le había ido directamente a contar nada, pero él mismo había visto los carteles por el instituto. Los carteles con su dibujo de Willow. Lo ignoró. Optó por ignorarlo. Se refugió dentro de sí mismo, aunque su interior era un lugar un poco desolado últimamente. Llevaba días sin dar pie con bola, silencioso y con la sensación de que lo mejor era pasar desapercibido. No solo en el instituto, sino en la vida en general. Paren el tren, que Héctor se baja. 

Se le debía estar notando, en cualquier caso, porque hasta el entrenador le preguntó si podía jugar. Que si estaba centrado en el partido. Héctor se preguntó si incluso él habría visto los dibujos. Pero aún así asintió. Saldría al campo, lo haría lo mejor posible y que le dieran a todo. Se había ganado el puesto en el equipo y lo iba a defender. 

Antes de salir se había encontrado con Willow y los demás en las gradas. Llevaba su bolsa de deporte raída y heredada de Jorge en el hombro y les saludó —Ey, ¿qué tal? —dijo, simplemente, intentando no cruzar su mirada con la de Willow.

Debbie Jay estaba allí y Héctor recordó lo que había pasado en el basurero. Cómo se había pegado con el tal Bigby a brazo partido para sacar a DJ de allí. La cosa había estado igualada entre el mutante y El Toro, sobre todo porque en todo momento había intentado evitar que le volviera a afectar su aullido. Solo lo había logrado luchando por instinto, dejándose llevar. Los detalles concretos le resultaban confusos. Pero había podido salir de allí con la chica del futuro.— ¿Cómo va, DJ? 

Bryn, un tanto enfurruñada por las circunstancias, asistía del brazo de Willow en las gradas del campo de juego. Vestía una camiseta del equipo ─anudada al frente para que quedara ceñidita─, con el número de Alexander. En cuanto entró en el estadio su estado de ánimo fue mejorando. Toda la algarabía de los asistentes, del juego, la megafonía, las luces... todo aquello le sentaba muy bien. Pronto recuperó su sonrisa. Sabía que eso pasaría y le apetecía pasárselo bien, razón por la cual había arrastrado a Willow al encuentro. Además, la necesitaba de apoyo contra su nueva enemiga: Candice Brown.

─Mira, es aquella¹ ─dijo señalando hacia una de las animadoras, en el borde del terreno de juego, junto a la hermana de Héctor─ No me explico cómo puede caberle, cómo se dice... sí, toda la mala leche en el cuerpo, con lo pequeñita que es... Por cierto, ¿al final tienen que venir los otros? ─dijo en referencia al resto de la Blitz Squad.

El balón estaba en posesión de los Buffalos, de modo que el equipo ofensivo de los Angels descansaba en el banquillo. Kenji permanecía de pie, aunque apenas estaba pendiente del partido. Le habían liado para jugar de Wide Receiver, porque Adolfo, el titular, se había dado de baja misteriosamente del instituto tres días antes del partido. Las malas lenguas decían que la DEA había pillado por fin a su padre, un descendiente cubano de Florida al que conocían en Miami como Don Fabricio.

El entrenador le había puesto contra las cuerdas, lanzando incluso alguna amenaza velada sobre sus calificaciones del trimestre, así que Kenji no tuvo más narices que aceptar. Había jugado antes en Osaka y estaba en forma; pero el capitán del equipo y sus esbirros le pusieron mil y un impedimentos para que jugara en una buena posición. Ahora, después de haber marcado los tantos para su equipo, aquellos pijos gilipollas se habían comido sus propias palabras y le pasaban las manos por el hombro como si fueran colegas de toda la vida.

Así que tenía ganas de que aquel puñetero encuentro terminase ya, a ser posible con la victoria de los Angels, para que le dejaran tranquilo durante una temporada en su instituto y para ver si lograba tirarse a alguna de las animadoras, ¿por qué no? Necesitaba hablar con sus compañeros de la BLITZ Squad cuanto antes, ya que antes del partido no había tenido oportunidad.

Kenji se acercó a las gradas donde estaban Willow, Héctor, DJ y la "rubia" (como llamaba a Bryn para mayor cabreo de Willow). Llevaba puesto ya el uniforme blanco con detalles dorados de los Evergreen Hills Angels y cargaba con el casco en su mano derecha.

—Ey, ¿qué tal? —les saludó inseguro sabiendo que pisaba "territorio enemigo"—. Lo siento de veras, pero al final no he podido negarme a jugar. El entrenador me lo puso bien difícil para negarme y aquí estoy. Y, bueno, que gane el mejor, ¿no? —le tendió la mano a Héctor con una sonrisa cordial.

El partido llevaba un tiempo y Héctor ya estaba sudando bastante, muy ocupado en su posición de Cornerback. Le tocaba cazar a los tipos rápidos que trataban de colarse a costa de velocidad por las esquinas y no era malo haciéndolo. Tampoco el mejor. Pero no era malo. Le habría tocado detener a Kenji, que se había encargado de marcar los dos puntos de los Angels, pero por el momento estaban en extremos opuestos del campo. 

Si podía evitarlo, preferiría no tener que tratar de detener a su colega.

—Claro, tío, que gane el mejor —dijo Héctor, estrechando la mano de su colega. Lo normal era mantener las distancias con el rival, pero qué cojones, Kenji era su amigo y la peña sabía que hasta tocaban en un mismo grupo. Si a alguien le parecía mal, que se jodiera—. No te dejes ganar, ¿eh? Ponedlo difícil —añadió, y sonrió por primera vez en varios días. La vida era complicada y una mierda muy gorda pero hoy solo tenía que preocuparse de jugar lo mejor posible. Por un rato, la existencia sería sencilla: correr, bloquear y darlo todo.

Para la ocasión se había puesto la bufanda de los Buffalos, esa tan grande que le llegaba a cubrir hasta la barbilla, y si le cubriera toda la cara tampoco se quejaría, así al menos no tendría que pasar por el bochorno de las miraditas y risillas de los demás. Dejando sus dramas de lado también llevaba en cada mano una banderita, cada una de un equipo, y a cada gol que marcaban se dedicaba a sacudir la del equipo correspondiente a modo celebración. Normalmente solo animaba al equipo del instituto, pero para esta ocasión se mostró imparcial, ya que Kenjiro jugaba en el bando rival. Ocasionalmente miraba a los alrededores del campo por si detectaba señales de los hombres cobra de Kythia, los muy cabrones me han seguido hasta aquí y solo era cuestión de tiempo que la encontraran. Suspiró, al menos de momento podía relajarse.

Quien parecía disfrutar del partido era Bryn, que le había convencido de venir. - Ya ves, vaya zorra. Mira, como esa, y esa, y esa, y esa otra, ah... Y esa la más zorra de todas. - Dijo señalando finalmente a Dolores "en el culo" García. De haber sido por ella, la hubiera despellejado viva, pero entre que era la hermana de Héctor, que no consideraba muy ético despellejar personas vivas y que la primera en comportarse como una imbécil fue ella misma pues ahí estaba Dolores, pavoneándose medio desnuda en el campo con el resto de animadoras. - Ahí le de una hipotermia. - Maldijo con rencor, no literalmente, porque sería muy capaz de ello... - Debbie, dime por favor que tú también estás en contra de eso. - Dijo refiriéndose despectivamente al club de animadoras.

Se limitó a saludar con un gesto de mano. - Ey. - E inmediatamente desvió la mirada al suelo. Joder, por qué es tan difícil decir las cosas, no estamos tan mal, ¿no? Trato de reunir todo el coraje posible para dirigirse a Héctor pero, tal y como abrió la boca, apareció Kenjiro y saludo al equipo. - Ey... - Saludó de nuevo y perdió tanto la oportunidad como todo el valor que había reunido.

─Suerte, "Machote" ─le deseó Bryn dedicándole una luminosa sonrisa de anuncio a Héctor─ Y suerte a ti también, "tú" ─la sonrisa se había esfumado al referirse al creído de Kenji.

El enfrentamiento prometía y mucho. Y si "su" Alexander pateaba a Kenji o le esquivaba con estilo mientras marcaba un touchdown ella no tendrá nada que ver, pero se alegraría igual de que alguien pusiera en su sitio al engreído de la armadura de papá...

Buenas tardes, queridos espectadores del Canal 45. Nos encontramos en el minuto siete del partido y la cosa está que arde: los jugadores están frescos y tenemos un empate a dos de momento pero estoy seguro de que eso cambiará pronto. 

Los Angels marcaron su octavo tanto por culpa suya. Uno de los jugadores atacantes de ese equipo de pijos se burló de toda la defensa de los Buffalos, incluyendo por supuesto a Héctor. El tipo hizo una finta que lo engañó por completo e hizo que perdiera el equilibrio, y el tipo encima tuvo la desfachatez de empujarlo de modo que lo tiró al suelo (de modo absolutamente innecesario). Sus seguidores se rieron de lo lindo y le aplaudieron a rabiar cuando terminó marcando.

Héctor se quitó el casco y lo tiró al suelo, enfadado. Lo que faltaba. Su única oportunidad de contribuir al éxito del equipo y tenía a la mitad del estadio riéndose de él. Se le pasó por la cabeza por un momento ponerse la máscara y liarse a hostias con todo el mundo pero... pero eso no tenía sentido. Héctor sacudió la cabeza para despejarse. Venga, coño, céntrate.

—Ah... gracias, Bryn... —dijo Héctor, cuando la vikinga le deseó suerte. La miró un poco cohibido. Lo cierto es que la chica asgardiana le intimidaba. El comentario siguiente, "deseando suerte" a Kenji, hizo que apartara la vista. La tensión entre esos dos era evidente. Se caían como el culo y la guerra entre ambos no parecía ir a menos.

Debbie nunca supo qué fue lo que falló. Sus recuerdos estaban dispersos y fragmentados, quizá por efecto de la paliza recibida o por haber trasteado peligrosamente con la línea temporal ¿Significaba aquello que había arruinado su oportunidad de sacar a Bigby de su mala vida? ¿Que nunca llegaría a trabajar para su abuelo? ¿Que jamás llegaría a entrenar bajo su tutela? La chica recuerda con claridad el gesto del lobo, la decepción dibujada en su cara. Por un instante le había creído, quería creerle, pero las inverosímiles historias sobre viajes en el tiempo, las sediciosas palabras que Robert le susurraba al oído y el brutal enfrentamiento mano a mano contra Héctor habían terminado por disipar toda sombra de duda. Debbie Jay era una mentirosa y debía alejarse de ella y de aquellos con los que se codeaba. Ni con sus carnales estaba a salvo. Estaba solo. Debía estarlo. Al fin y al cabo era el Big Bad Wolf.

Los gritos de euforia a su alrededor le sacaron de su ensimismamiento. Ni siquiera sabía a qué equipo debía animar. Y no era porque Héctor y el tío Ken participasen en ambos lados del campo, sino porque había estado ausente desde que recibiera el mensaje de Kenjiro invitándola a acudir. Estaba nerviosa. Quizá era momento de tener esa charla.

- ¿Eh? ¿Qué? - preguntó como quien intenta sumar dos mas dos nada más levantarse de la cama - ¡Oh! Si, eso. Ehm... bueno, sigo sin entender qué aportan al juego, pero al menos van más tapadas que algunas que conozco en mi tiempo...

Centró su mirada en el campo. Héctor parecía estar pasándolo mal. ¿Debería hablar también con él? Al fin y al cabo era gracias a El Toro que ahora se encontrase allí.

Debbie hizo un gesto con la mano como quitando hierro al asunto. Desde su lamentable encuentro en el vertedero no habían vuelto a cruzar palabra. Ninguno de los dos había pedido explicaciones al otro de porqué se encontraban allí y, como es lógico, habían evitado comentar al resto lo sucedido. Debbie sentía que debía darle las gracias, pero no se encontraba física y mentalmente preparada para hacerlo.

- Suerte... - musitó sin especificar a quién de los dos jugadores se refería. ¿Qué había pasado? ¿Porqué todo estaba tan tenso entre los miembros del grupo? ¿Se había perdido algo o es que era ella la culpable de la tensión que flotaba en el ambiente?

- Vamos, chicas - dijo ajustándose el cabestrillo - busquemos un buen sitio desde donde ver a estos dos machacarse las cabezas.

Carlton Banks, el hijo del teniente de alcalde de Halcyon City había marcado un tanto después de derribar a Héctor de manera antirreglamentaria. Los árbitros no lo habían visto o no habían querido verlo y aquello enfureció a Kenji: si ganaban ese partido debía ser de manera honrada y no con la ayuda de los árbitros.

Cruzó desde su banda para tenderle una mano a su amigo y ayudarle a incorporarse y recibió la mirada viperina de Carlton, precisamente uno de los que no le quería en el equipo.

—En este equipo no queremos mariquitas, O'Donnell —le gritó delante de todos, incluido el propio Héctor.

—En ese caso deberías largarte al vestuario, Banks —le replicó Kenji con una de las sonrisas irónicas que le había copiado a su padre.

Carlton Banks se escabulló como pudo totalmente abochornado y Kenji regresó a su banda. Levantó la cabeza para mirar el tiempo que restaba en el marcador y vio cómo en la pantalla repetían el gol de Banks y a continuación el vídeo de él mismo ayudando a su amigo a incorporarse, acompañada de un FAIR PLAY, ALWAYS!!, en letras enormes.

—Puedes ahorrarte la hipocresía. No necesito tu "suerte" —respondió a Bryn en tono seco y se fijó en la cara de funeral que tenía todo el mundo—. DJ, ¿te encuentras mejor? Necesito hablar contigo y con el resto —señaló claramente a Héctor y a Willow—. Supongo que si gana vuestro equipo querréis ir a celebrarlo pero, en caso de que gane el mío podemos escabullirnos al local en cuanto salga de las duchas. No tengo intención alguna de irme con esa peña a la "fiesta" que han preparado.

»Oye, no quiero joderos la noche, pero creo que el tema merece que lo afrontemos con urgencia.

Se quedó mirando a sus compañeros del grupo, para estudiar sus reacciones. Él mismo andaba todavía con miles de dudas y no se veía en condiciones de animar a nadie, aunque los necesitaba despiertos y proactivos.

No supo que cara poner. ¿Menos ropa que en el presente? Joder con el downgrade del futuro... Sin embargo, volviendo a prestar atención al partido, estaba claro que Héctor no estaba pasando un buen rato. Y cómo lo iba a hacer con todos los imbéciles que se habían molestado en traer carteles al partido y su hermana en el hospital (de la que aún no sabía nada porque no le había preguntado por ella). Si esta gente pusiera la misma dedicación para estudiar y hacer las tareas la media académica subiría como la espuma.

- Vale, creo que va siendo hora de que haga algo... - Murmuró para sí misma y en un abrir y cerrar de ojos, apareció por parte de magia su grimorio abierto de par en par sobre la falda. Resiguió un texto con el dedo y asintió convencida. Y haciendo oídos sordos sobre aquello que Azorath tanto le recordaba de no abusar de la magia para situaciones mundanas, empezó a recitar un conjuro y cuando lo finalizó extendió la mano en un golpe seco en dirección a los carteles y pancartas de las gradas, formando un amplio arco con el brazo. En su cabeza proyectó la imagen de mensajes positivos y de ánimo para el equipo de los Buffalos y, si todo iba bien, esos serían los mensajes que ahora aparecerían en los carteles...

Hizo la vista gorda al pique y respondió a lo importante. - Tienes razón, Kenji. - Suspiró, le encantaba suspirar cuando tenía que hacer frente a una situación difícil o incómoda. Por qué las cosas no podían ser fáciles y ya. - Después del partido está bien, tampoco tengo el cuerpo para fiestas. - Y habiendo llamado la atención de los hombres cobra lo más prudente era no ir a ninguna fiesta.

─Vaya, ¿puedes hacer eso? Impresionante ─comentó la asgardiana al ver cómo la bruja midgardiana cambiaba los carteles.

Bool / Willow era una poderosa maga y Bryn no tenía problema en reconocerlo. Le fascinaba esa capacidad suya de hacer cosas realmente difíciles, como afectar a cosas con precisión, simultáneamente y sin generar sucesos caóticos o destrucción accesorios. La magia era todo un arte y la joven terrícola poseía capacidades innatas para modelarla a su antojo. Envidiable.

─Ojalá yo hubiera aprendido a utilizar ese tipo de magia. Mi madre lo intentó conmigo, pero no tengo esas cualidades y se pone muy pesada. Seguro que sabes a lo que me refiero: ves que algo podrías hacer, pero como insisten tanto en que sigas sus pasos, te sientes obligada... y se te quitan las ganas. A lo mejor, en el fondo, fue por eso que me fui de Asgard... ─razonó la "vikinga" en voz alta.

Eso explicaba algo del por qué de la "turista", que en sí mismo resultaba una excusa un tanto floja.

─¿Te pasa algo así con tus padres o con tu maestro? Azetlotl o algo así, era, ¿no?

─Mi suerte no, pero un buen bofetón de tu padre... ─pensó para sí, pero rápidamente descartó esa idea. Los padres que castigaban físicamente a sus hijos no merecían admiración de nadie.

Mordiéndose la lengua ─Kenjiro seguro que de saberlo se habría impresionado de que la asgardiana no hubiera muerto por su propio veneno, aunque probablemente lo hubiera achacado a su biología extraterrestre, no superior sino diferente─, Bryn también suspiró. No merecía la pena. Realmente tenía que hacer algo para reconciliarse con aquel mortal, pero ya se presentaría la oportunidad cuando no la estuviera buscando. De momento había un partido al que prestar atención y con el que disfrutar y desestresarse un poco.

Le agradeció a Kenji el gesto de venir a ayudarle con una sonrisa rápida y un puño que chocaron entre sí antes de irse cada uno a su banda. Al final la BLITZ Squad se ayudaba, dentro y fuera del campo. Se puso su casco, le dio dos golpes, gritó para soltar tensión y se preparó para seguir jugando.

—Claro, tío, lo que tú digas —dijo Héctor, tratando de ignorar el pique entre Kenji y Bryn. Lo cual se estaba poniendo muuuy complicado. Lo cierto es que si ganaban ellos no tenía muchas ganas de irse de fiesta con nadie. Echó un vistazo a los carteles que había por todo el estadio con el dibujo que había hecho de Willow. Joder, Dolores. Es para matarte. 

Cuando escuchó suspirar a Willow, no pudo evitar mirarla. Sus miradas se cruzaron un instante pero Héctor, al darse cuenta, apartó los ojos de ella de inmediato —Venga, pues sí, sí. Cuando acabe el partido nos... nos vamos para el local. Y nos cuentas, ¿vale? —dijo, mientras se movía, dispuesto a irse. ¿Por qué, joder? ¿por qué no podía ni mirarla a la cara un instante y decirle que estaba enfadado con ella, pero que no quería estarlo? 

Y, sobre todo... ¿por qué tenía que ser tan jodidamente hermosa?

-Eh, O´Donnell-llamó el director adjunto Rake golpeteando la pantalla con el dedo-¡tu chico está jugando!

Kiri puso los ojos en blanco e interrumpió la tarea de colocar electrodos en la cabeza de un hombre atado a una silla.

-Director adjunto, estamos trabajando...

Pero sonreía. 

Una figura cargada con cubos de palomitas, perritos calientes y bebidas se abrió paso entre las gradas hasta llegar hasta donde se encontraban. Con poca (pero totalmente calculada) ceremonia, Roger se dejó caer entre Willow y Debbie. Repartió comida a su alrededor como si estuviera en un campo de refugiados hasta quedarse con un batido en cada mano.

-Mis padres han metido a mi hermano en la Academia Militar de Studebaker Cross y va a pasarse allí una temporada-dijo con gesto grave-Angus me ha pedido que os dé recuerdos, que os diga que no os preocupéis por él y que ni se os ocurra ir a buscarle*... ya sabéis cómo es: sabe arreglárselas solito.

Se volvió hacia DJ y le ofreció uno de los batidos con su mejor sonrisa: un smoothie de brócoli, pepino, lima, fresas, canela, cardamomo y mango. 

-Hola de nuevo-dijo. Olía bien-El otro día no tuvimos tiempo de presentarnos como es debido: me llamo Roger. Soy el guitarra de los King.