Partida Rol por web

Al escuchar su nombre, lo primero que hizo Héctor fue guardar rápidamente su móvil en el bolsillo. Después, al darse cuenta de que era Brynhildur, se relajó. 

—Ah, eres tú —dijo, algo sorprendido de que Bryn hubiera bajado desde la grada para hablar con él—... Bueno, no, no del tod... 

Iba a añadir que no estaba bien, pero la asgardiana siguió hablando y le dijo que había estado torpe y que no tenía la cabeza en el partido. Héctor se interrumpió porque, en fin, tenía toda la razón, pero escucharlo no le sentó del todo bien. Apartó la mirada y se quedó mirando el suelo.

Pero entonces escuchó lo de las cervezas y levantó la vista para mirar a la rubia de nuevo. No tiene filtro, pensó. O tiene un filtro distinto al nuestro. Sonrió un poco y asintió un par de veces antes de volver a mirar hacia el campo. 

—Sí, no es mala idea —dijo, con un poco de mejor humor. Bueno, había cosas peores en la vida que el hecho de que una rubia espectacular insistiera en tomarse cervezas contigo—... Gracias, Bryn.

Debbie desvió la mirada y dio un laaargo sorbo a su batido, o smoothie como dirían las influencers cuya única preocupación era hacer un haul con sus favoritos de otoño. Maquillaje, ropa, lobotólogos (médico que práctica la lobotomía) y esas cosas.

- Vale, está bien, tómate tu tiempo... - Claro que NO estaba bien, la había hundido en la más profunda miseria. Solo quería ser agradable y lo único que había conseguido era desarrollar un poco más su inminente sociopatía. Si aún se usara facebook lo primero que haría ahora mismo sería borrarla de su lista de amigos.

Redes sociales aparte, Willow no pudo evitar echar un ojo a la situación en el banquillo. No ser capaz de escuchar la conversación entre sus amigos la estaba matando, espiarles estaría mal pero quizá con algún hechizo de amplificación sensorial...

El caos se desató a su alrededor mientras los jugadores chocaban como dos estampidas de músculos acolchados. Kenjiro se preguntó, no por primera vez, si los sistemas de la Mark serían capaces de controlar tantos objetivos. No le vendría mal instalarle un Detector de Gilipolleces para tener controlado a Banks.

A pesar de que dos ángeles anchos como armarios se tiraron sobre él, el Buffalo 17 los esquivó con facilidad. A decir verdad, se escurrió como una anguila bajo las piernas de Vázquez y saltó dando una voltereta por encima de Kinrade.

Joder con el 17.

Saltarín y todo, no vio venir a O'Donnell. O le dejó acercarse porque cuando chocó con el hombro contra su pecho no encontró demasiada resistencia. Kenjiro se reprendió por pensar demasiado en medio de la acción pero abrió mucho los ojos al reparar en una enorme cicatriz que recorría el antebrazo del Buffalo 17 como si recientemente hubiera intentado suicidarse con una guadaña oxidada.

Cayeron al suelo. El jugador 17 reparó en la mirada horrorizada de Kenjiro. 

-Tranquilo, no me duele-dijo con una sonrisa-Fue... mi perro, Bubbles,  es un retriever de cuarenta kilos muy juguetón y... ups, creo que tenemos problemas. 

El aire se cargó de electricidad estática que hizo que los pelos se pusieran de punta. Un repentino soplo de brisa caliente llenó el estadio con un hedor a humedad y vegetación en descomposición.

Hawthorne y Porter, ambos sujetando el balón, se quedaron paralizados de terror.

¡Idiota niñata insolente! ¡Te dije que te estuvieras quieta! ¡Ahora te han encontrado!

Sin embargo, parecía divertida a pesar de sus palabras. Willow se preguntó por un instante si ella había tenido algo que ver...

Gracias, Willow. Por preguntar y por salvarme de los intentos de seducción de mi padre adolescente. ¿No era tan difícil, no? Ahora sólo tenía que decirlo en voz alta. Otro sorbo a su batido, aunque el vaso ya estaba vacío. Por cierto, hay cosas que os he ocultado y que podrían ser importantes. Oh, y sé quién quiere mataros y porqué. Encogida en su asiento, sintiéndose culpable de todos los problemas del mundo, Debbie se quedó mirando el infinito. Todo esto era culpa mía.

Autocompadecerse no haría las cosas más sencillas ni conseguiría que el mundo se detuviera. Era una salida fácil. Sentada, de brazos cruzados, no cambiaría nada. Pero el futuro seguiría siendo incierto y eso sólo dependía de lo que estuviera dispuesta a hacer en cada momento. Vale, la había cagado con Bigby, pero había conseguido convencer a los miembros de la Blitz Squad del peligro que suponían sus contrapuntos venidos del futuro. No necesitaba al viejo lobo. Necesitaba a DJ.

El chisporroteo en mitad del campo de juego hizo que la muchacha se incorporara de un salto. Ni el periódico ni los registros de historia hablaban de invasión alguna en el estadio del instituto, pero no hacía falta venir del futuro para saber que aquello eran malas noticias. Debbie tendría que acostumbrarse a estas cosas. A no saber qué deparaba el futuro, tal y como hacía antes de regresar a Halcyon City.

Debbie saltó por encima de las gradas haciendo un gesto hacia Willow y corrió en dirección a Bryn y Héctor. Ella era una don nadie. Una recién llegada. Pero el resto... el resto tenían una vida, una identidad más allá de sus alter egos super heroicos. Fuera lo que fuera lo que estaba a punto de suceder debía hacerse fuera de la vista de sus compañeros de instituto.

- Chicos - dijo apoyando sus manos sobre sus hombros - Hay que pirarse de aquí. ¡Ya!

La repentina llegada de DJ hizo que Héctor saliera del estupor que le había provocado la aparición del portal. Asintió a las palabras de la chica del futuro y se puso en pie. No iba a ser difícil ponerse la máscara fuera de la vista de la gente, porque los asistentes al partido ya habían comenzado a correr como locos, escapando presa del pánico. 

—Las gradas, detrás de las gradas —dijo, mientras señalaba hacia allí. Era el sitio habitual donde los chicos y las chicas iban a darse un revolcón, pero probablemente a estas horas no habría nadie allí dándole a la faena. Probablemente.

Salió corriendo hacia allí, esperando que sus amigas la siguieran. Echó un vistazo hacia la grada, buscando a Willow con la mirada. Cuando llegara allí se quitaría la equipación del equipo. Casco, camiseta y pantalones. Llevaba unas calzoncillos grandotes y elásticos. Por si acaso se le ocurría "crecer" como el día de los helicópteros.

Joder, cada día parezco más un luchador.

- Oh no. - Reconoció al instante la música tribal que sonaba al otro lado del portal. La habían encontrado. Volvió a ignorar a la voz, esta vez mosqueada porque tenía razón. No puedo evitar sentirse culpable, al fin y al cabo LO ERA. Si quería evitar que aquello se convirtiera en un desastre más le valía tomar cartas en el asunto. Asintió al gesto de Debbie y la siguió de un salto, escabulléndose entre los asientos y los espectadores que ya corrían espavoridos como buenamente podía.

Fue hacía donde Héctor apuntó. - ¡Vamos! - Extendió las manos con las palmas apuntando hacía abajo, pronunció un breve cántico y sintió como la energía arcana del entorno se reunía rápidamente y era absorbida por su cuerpo. Las pupilas se dilataron y su abrigo y ropa de invierno fueron reemplazados por el traje y color de pelo que la identificaban como Bool. - Son los hombres cobra de Kythia, tened es-... - Hizo una breve pausa para mirar de arriba a abajo como Héctor se despelotaba. - Especial cuidado con su veneno. - No puedo evitar sonrojarse ni quitarse de la cabeza la imagen de su cuerpo des... ¡Willow, espabila!

- ¡Rápido, antes de que ocurra algún desastre! - Dio media vuelta y volvió al campo, con un poco de suerte podrían evacuar el estadio antes de que pasara una tragedia.

─Vale, ya tengo "fichado" a Héctor para tomar unas birras después del partido. Le harán bien... ─una sociedad hiper-avanzada, con viajes espaciales y resolviendo problemas a base de "birra", paradojas sociales.

Bryn torció el gesto al percibir entre los espectadores el nerviosismo y volvió la cara hacia el terreno de juego: había aparecido un portal y todo empezaba a ser gritos y caos en las gradas. Miró a los integrantes cercanos de la Blitz y asintió a DJ, debían reunirse para transformarse en secreto, cosa que no tardó en suceder.

La asgardiana, ya retomada su escultural apariencia vikinga original, volvió a asomar la cabeza para observar lo que estaba pasando en el campo, donde se había materializado el portal. Había varias preguntas importantes: ¿Quién atravesaría el portal, qué estaba buscando y qué vulnerabilidades tendría? Por desgracia el caos desatado en las gradas le impedía enterarse prácticamente de nada.

Estoy tonta, ¿por qué no mirar con algo más de ángulo?

Y sin mediar palabra el cuerpo de la asgardiana se encogió, oscureció, recubrío de plumas negras como la noche y un segundo después un cuervo alzaba el vuelo para conseguir una nueva perspectiva de los acontecimientos.

Del portal surgieron varios rayos de luz purpúrea que alcanzaron a los jugadores más cercanos. Hawthorne y Porter quedaron convertidos en pálidas estatuas con expresiones aterrorizadas. Unos seres escamosos con extrañas "orejas" y cola salieron del portal: empuñaban pistolas de rayos y  hablaban entre ellos con bufidos y signos. Tenían dientes puntiagudos que rezumaban veneno. 

El pánico se adueñó del estadio al comprender que aquello no formaba parte del espectáculo. Los jugadores opusieron feroz resistencia pero los extraños seres eran más fuertes de lo que aparentaban. 

-Vale, yo creo que me voy a las duchas-dijo el Buffalo 17.

Algunas de las criaturas se dedicaron a coger las estatuas de los jugadores impactados por los rayos y llevárselas a través del portal. 

─Qué original, hombres-serpiente. No hay de estos en Asgard, supongo que hace demasiado frío en casa para unos reptiles de ese tamaño. Y sin embargo tenemos dragones... ─pensó para sí la asgardiana─ Céntrate, los midgardianos están en peligro. Hora de llamar a Stjörnuvindur.

Brynhildur, aún en su forma córvida, poseía toda la potencia de su pensamiento y su huella cerebral era idéntica a cuando tenía forma humanoide, así que el esquife asgardiano no tardó en encenderse y volar a toda velocidad hacia su propietaria.

Debbie respiraba agitadamente con la espalda apoyada en el murete. Recordaba con doloroso detalle su último encontronazo con los Malamadre y aún le dolía todo el cuerpo. Aunque había parcheado su sitema hidráulico, aún crujía un poco cuando flexionaba los brazos o las rodillas. Con un ligero toque el casco se materializó en torno a su cabeza y el visor se llenó de información. DJ mantuvo los ojos cerrados durante unos instantes. Vamos, Debbie, no es por ti. Nunca lo fue.

- Buena suerte, Bryn - dijo brevemente tras ver alejarse a la asgardiana envuelta en su pequeño traje emplumado. Lo cierto es que no había cruzado muchas palabras con ella y era quizá con quien más tenía en común. Otro día, quizá.

DJ miró hacia el campo. ¡OMFG! ¡Tío Ken! Kenjiro se encontraba en el terreno de juego. Sin su armadura. Junto a aquellas bestias venidas de vete tú a saber dón...

- ¿Hombres cobra de Kythia? - repitió DJ marcando cada palabra como si nada de aquello tuviera el menor sentido - ¿Pero qué...? ¿Quién...? ¿Cómo...? ¡Argh! ¡Da igual!

Deslizando la manga de su chaqueta descubrió sus brazales y desplegó en el display una serie de algoritmos. El tío Ken no parecía ser de los que se lleva la Mark VIII a los partidos, por lo que se encontraba en una situación vulnerable. Debía aproximarse hasta donde se encontraba evitando en lo posible ser alcanzada por aquellos funestos rayos petrificadores.

- Venga, adelántate - invitó a El Toro a actuar - Yo me encargo de proteger a nuestro amigo. Quiero veros inmortalizados en piedra tanto como cualquiera, pero no así, créeme. ¡Vamos! ¡Dales caña!

Realmente no hizo falta que Debbie Jay le animara a lanzarse al ataque. Era lo que tenía pensado hacer desde el principio. Pero asintió y, antes de salir corriendo, se dirigió a ella. —¡Están llevándose a la gente a través del portal! ¡Hay que evitarlo!

Después, salió corriendo a toda velocidad desde las gradas hacia el centro del campo, en dirección hacia el lugar desde el que estaban saliendo los hombres cobra. No a lo loco, sino moviéndose entre la gente para usarlos como escudos humanos contra los rayos que estaban lanzando los ofidios humanoides. Tenía que llegar al cuerpo a cuerpo lo antes posible, y no se sentía tan invulnerable como en otras ocasiones: la máscara le otorgaba mucha fuerza y resistencia pero puede que un solo toque de esos rayos paralizantes le dejara petrificado como al resto de personas.

Aunque su objetivo era llegar hasta el portal, por el camino había muchos de esos tipos con sus armas de ciencia ficción y no había más manera que abrirse camino a puñetazos. Aceleró y se fue derecho a por uno de ellos, a ver qué tal reaccionaba a un derechazo a potencia media en toda su careto de serpiente.

Kenjiro se giró en la dirección que miraba el jugador de los Buffalos.

—Oh, joder... —musitó al ver materializarse el portal—. ¡Oh, joder! —exclamó cuando vio entrar a los hombres-serpiente disparando a diestro y siniestro—. ¡NO, JODER! —gritó al ver a sus dos compañeros convertidos en estatuas.

El pánico se apoderó de todo el mundo y no era para menos. Kenji buscó a los BLITZ entre las gradas para cerciorarse de que se ponían en marcha. Luego comenzó a dirigir a la gente que huía, ordenándoles que se fueran del estadio, que no se quedaran escondidos en las gradas ni en cualquier otro lugar. Incluso le dio un manotazo al móvil de una chica de primero que había empezado a grabar a pie de campo.

Le hubiera gustado dar más detalles pero en ese momento lo más importante era evitar que se llevaran o convirtieran a más alumnos en piedra. - ¡Toro, adelántate sin miedo, te cubro! - Con sus poderes podría mantener las distancias y una posición tanto ofensiva como defensiva al mismo tiempo, salvo que pasara lo mismo que en la simulación en A.E.G.I.S... Por lo menos esta vez no vacilaría.

Por lo pronto tenían que evitar que se llevaran a través del portal a los dos jugadores petrificados, no sabían con exactitud a dónde llevaba y si podían evitar descubrirlo sería lo mejor. Extendió la palma de la mano en dirección a un par de hombres cobra que trataban de cargar torpemente la estatua de Hawthorne y con un breve cántico en una lengua ininteligible de las yemas de los dedos se formaron unos misiles púrpuras que salieron disparados hacía ellos, dejando tras de sí una estela de luz que brilló durante unos instantes.

Echó un rápido vistazo al campo y las gradas. Aún quedaba un montón de alumnos por evacuar y otros más que yacían inmóviles convertidos en piedra y todo esto era por su culpa...

Banks estuvo plenamente de acuerdo con el plan de Kenjiro y se alejó como si tuviera avispas en el culo. Otros jugadores más corpulentos y menos inteligentes (solían bravuconear con hipotéticas peleas de bar contra tal o cual superhéroe) intentaron enfrentarse a los hombres cobra con resultados irregulares. Smith y Kukraian acabaron petrificados por uno de los seres que abultaba la mitad que ellos. Kenjiro resistió la tentación de poner los ojos en blanco: no era el momento.

Entonces vio algo volando que se acercaba. Habría agradecido algún superhéroe viniendo a ayudar pero se trataba de la moto voladora de aquella asgardiana chiflada y Warhead la pilotaba. 

Por favor, que no sea papá.

Los rayos de los hombres-cobra volaban en todas direcciones.

Kenjiro, estás en medio del fregado pero, dado que hay un peligro mortal en ciernes, los jugadores de ambos equipos son susceptibles de tus palabras. Si quieres intentar sacarlos de aquí debes pegarles donde más les duele y tirar Provocar. Si tienes éxito, salen por patas y dejan de intentar hacerse los duros.

Lo que va en el Vindur es tu armadura, que tu padre la ha puesto allí (por lo menos no lleva abrigos colgados de los hombros). Si prefieres intentar ponértela, tendrás que subirte al Vindur cuando dé una pasada. Estás en forma, deberías poder hacerlo.

La mandíbula de los hombres cobra resultó no estar hecha a prueba de super-fuerza. Aunque eran más duros que los Malamadre, el primero que se cruzó con El Toro aterrizó detrás de la línea de diez yardas.

Héctor habría estado casi contento de tener a alguien con quien desahogar su frustración pero Héctor ya no estaba allí: era la cólera de El Toro la que se enfrentaba a los guerreros del Imperio Cobra.

Alguien iba a pagar la mala leche que se le había puesto en aquel partido.

-Guzmáaaaaaan... -masculló entre dientes soltando un hilillo de baba.

Se puede decir más alto pero no más claro: tira Enfrentarse a una Amenaza. Eso sí, si te dan, esos rayos duelen y tirarás Recibir un Golpe Brutal.

Inadvertido para todos, un pájaro negro entró y salió del portal y describió una parábola para acudir al encuentro del Vindur. Para sorpresa de Brynhildur, su vehículo iba pilotado por el idiota de Warhead. ¿Cómo había hecho para ponerse la armadura tan de prisa? 

Bryn, puedes transformarte y subirte a tu vehículo sin problemas (aparte de una invasión interdimensional, quiero decir). El que va en el asiento del piloto no es Kenjiro sino su armadura pero eso no lo sabes: puedes protagonizar una de estas viñetas cómicas en la que le cantas las cuarenta ("¡Quita de ahí! ¡No sabes conducir! ¡Responde, midgardiano arrogante!").

Debo decir que con la tirria que os tenéis Warhead y tú, en cuanto echéis dos cervezas acabáis en la cama XDDDDD. Sea como sea, si los dos os subís al Vindur podéis discutir alegremente mientras os enfrentáis a las fuerzas del mal (que también es algo muy de cómic).