Partida Rol por web

La pared no cedía ante los lastimeros arañazos sin uñas de Rubik y los dos gaticos más pequeños dedicaron su atención y su mirada al mecanismo de la puerta. 

Mientras tanto, Resaca y Lin merodeaban por allí, seguidos de cerca por un grupo numeroso de gaticos que maullaban asustados y suplicaban que los sacaran. No querían volver a las jaulas.

Centraste tu mirada en la puerta con tanta atención que tus pupilas felinas se dilataron. Habías visto esos palos de metal en tu casa muchas veces. Todas las puertas tenían uno. Tus humanos lo tocaban para abrirlas continuamente. Ponían esa zarpa tan rara sin pelo, ni garritas, ni almohadillas sobre el palo y lo movían.

Incluso alguna vez tú mismo habías intentado saltar para alcanzar el palo y poder entrar en alguna habitación cerrada. Aunque era difícil conseguirlo, había que saltar muy alto y mover el palo al mismo tiempo y requería de una mezcla perfecta de agilidad y fuerza y... Un lío. Sin embargo, parecía la única forma de escapar de aquella cárcel.

Centraste tu mirada en la puerta con tanta atención que tus pupilas felinas se dilataron. Habías visto esos palos de metal en tu casa muchas veces. Todas las puertas tenían uno. Tus humanos lo tocaban para abrirlas continuamente. Ponían esa zarpa tan rara sin pelo, ni garritas, ni almohadillas sobre el palo y lo movían. 

Incluso alguna vez tú misma habías intentado saltar para alcanzar el palo y poder entrar en alguna habitación cerrada. Aunque era difícil conseguirlo, había que saltar muy alto y mover el palo al mismo tiempo y requería de una mezcla perfecta de agilidad y fuerza y... Un lío. Sin embargo, parecía la única forma de escapar de aquella cárcel.

Sin dejar de maullar, entraste en la habitación de al lado sin ninguna dificultad y en cuanto pusiste una pata dentro tu naricita percibió un olor dulzón, de lo más desagradable. Olía como a enfermedad. 

La habitación estaba en penumbra, iluminada tan sólo por la rendija de luz que se colaba por la puerta entreabierta, pero tus pupilas felinas se dilataron y tus ojos de gatico enseguida vieron con claridad. 

En el centro de la habitación había una mesa y sobre ella, un gatico tumbado. Tenía un tubo saliéndole de la patita, gasas blancas tapando su entrepierna y parecía profundamente dormido. En una de las paredes había jaulas de suelo a techo, como en la otra habitación, pero estaban todas vacías. En otra había una ventana, gemela a la otra, pero que estaba abierta. En otra de las paredes una mesa con herramientas y tubos que no podías identificar y en la otra, la puerta que habías dejado atrás. 

Entonces fue cuando escuchaste una puerta cerrarse a lo lejos y unos pasos acercarse. Todavía no había llegado a traspasar la puerta que habías visto al fondo del pasillo pero parecía seguro que... ¡Nemo estaba volviendo!

- La ventana está muy alta, pero esa puerta... - En ese preciso instante la gatita arquea su lomo estirándose y retrocede, cogiendo carrerilla para lo que posteriormente sería un salto contra la abrra de la puerta, dedicando sus esfuerzos para abrirla como estaba segura de que podía. Ella misma sabía que lo tenía difícil por ser tan pequeña y liviana, pero tenía que intentarlo con todas sus fuerzas.

¿Me bajas uno por lo del mérito este de imponente o grande algo así era? :P

Lin se quedó un instante pensativo mientras miraba a la puerta y los esfuerzos de la "nube de algodón y el camorrista" y del resto para abrir aquella puerta. Sabía que el humano no tardaría en aparecer y sus cicatrices y costillas rotas le recordaron lo temible que podía ser un enfrentamiento con uno adulto. También sabía que se encontraba en la recta final, pero no así aquellos gaticos. Tenía una cuenta pendiente con Nemo y aquel sería el final que siempre había querido. No perecer sin dientes y siendo una carga para los suyos. Lo haría como siempre había querido; creyendo... y peleando.

Se encogió mientras sus pupilas se volvían una fina linea y sus músculos se tensaban. Saltó de forma vertical. En su punto más alto, a la altura de la ventana, pareció casi como si el tiempo se detuviese. Sus cuartos traseros se adelantaron e impactaron en el cristal de la ventana haciéndolo añicos, para completar una vuleta que le permitió volver a caer sobre la mesa de pie.

Sus patas traseras parecían haber estado en un charco; el pelo húmedo y más oscuro. Pero el rastro rojo que se iba dibujando sobre la mesa decía que era su sangre lo que mojaba al gatico.

Volvió a mirar a todos los demás...-¡La ventana!- Casi rugió para indicar la salida, mientras descendía de la mesa mirando a la puerta con furia, dejando aquel rastro rojo en forma de línea irregular a su paso. 

-Nemo es mío...- maulló entre dientes con furia a la par que sus afiladas uñas aparecían en sus zarpas. Se colocó frente a la puerta esperando a que esta se abriese y apareciese el ingatuno raptor y torturador humano. Tuvo un instante más para volver la vista atrás y echar una última ojeada a su motivo, a lo que le daba fuerzas.

-Corred insensatos...*- Ordenó mientras de nuevo su pelo se erizaba a medida que volvía a tomar como objetivo al que atravesaría esa puerta.

Resaca observó, admirada, cómo el gatazo acababa por saltar, rompiendo la ventana para liberarlos a todos. De repente fue como si la escena oscureciese para mostrar nada más que a aquel felino enorme, mostrando ferocidad, provocando que toda gatica con instintos ronronease a su alrededor.

Casi como hipnotizada por sus feromonas gatunas, y por el olor de su sangre de gatico derramada por la causa, se le acercó, y restregó el lomo contra su pelaje, dándole un lametazo, antes de alejarse, inquieta- ¡Los sacaré a todos!- maulló, decidida, antes de mirar alrededor, a los gaticos más jóvenes,

- Ya lo habéis oido. Lin va a proteger la puerta para nosotros. Y si él está en la entrada, el humano memo... ¡NO-PUEDE-PASAR!-maulló, levantando una zarpa para golpear con saña el suelo sobre el que daba vueltas, nerviosa- ¡Hacia la ventana!

Rubik se preparaba para saltar hacia la puerta y abrirla cuando Marí se le adelantó. Contento e impresionado de que una gata tan pequeñita hubiera podido hacer algo así, se acercó a felicitarla. - ¡Bravo! - Maulló. Aunque le daba la impresión de que la gatica se había hecho algo de daño estaba claro que era valiente.

Fue entonces cuando vio a Lin saltar en el aire y, como el héroe que era, reventar aquella ventana. El salto fue admirable, pero el golpe lo fue aún más, y cuando el enorme gato estuvo de nuevo en el suelo Rubik lo miró con los ojos bien abiertos. La sangre que manchaba su pelaje sólo sumaba epicidad a su acción, y con las pupilas dilatadas se acercó a él sólo para mirarlo más de cerca. Una vez más trató de copiarlo todo de él: su postura, su manera de caminar... Aquello había sido alucinante,

Escuchó entonces sus palabras y se subió directamente a aquella mesa, dispuesto a hacerle caso. Sin embargo sus ojos se fijaron por un momento en el resto de gaticos presentes. Eran más de veinte, y la mayoría sólo unos cachorros. No estaba seguro de que aquellos pudieran saltar tanto, y aunque los más mayores les llevasen en la boca tardarían demasiado.

- Pe-pero... - Empezó, dubitativo. Y a punto estuvo de saltar igual, sólo por no llevar la contraria a los dos veteranos del grupo. Ellos sabían más. Quizá él no se había dado cuenta de algo que ellos sí. - ¿Seguro que...? - Empezó a preguntar, antes de llevar sus ojos a Marí. Era la más pequeña de todos los que habían venido. A lo mejor, si ella podía, los cachorros también.

- Y... ¿Y si salimos y vais delante? - Preguntó entonces. - O si nos escondemos todos en las jaulas, como si estuvieran cerradas, y en cuanto entre el Memo salimos escopeteados. - Propuso después. - O puede salir alguno por la ventana, dar la vuelta y distraerle. - Añadió al final. - Podemos volver a maullar, como Marí antes, y que todos salgan por la puerta.

Nemo le había oído. Con un poco de suerte entraría a ver lo que pasaba y les pillaría con las manos en la masa. En el peor de los casos entraría directamente a aquella habitación sin pasar por donde los demás se encontraban. Lo que estaba claro era que había que esconderse.

Si Nemo no entraba en la habitación con las jaulas, iba a tener que llamar la atención del tipo. Tendría que salir y montar jaleo, pero esperaba que no fuera tan memo como Marí creía.

Marí saltó en vertical y enganchó sus patitas en el picaporte de la puerta, colgándose de él. La pequeña bolita blanca movía sus patitas traseras, intentando hacer más fuerza hacia abajo hasta que sus denodados esfuerzos dieron fruto y el picaporte se movió. Por desgracia la gatica cayó al suelo entonces sin que le diese tiempo a coger una buena postura y se dio un buen golpe, dañándose en una patita pero con la puerta entreabierta de nuevo ante ella.

Mientras tanto, Lin había demostrado que su fama y renombre eran merecidos. Tras su impresionante salto el cristal de la ventana estaba roto, ofreciendo una salida a los gaticos con agilidad suficiente como para llegar hasta ella y con la temeridad para atreverse a intentar atravesarla sin cortarse con los cristales afilados que quedaban en sus bordes. Probablemente los más pequeños no serían capaces, pero tras las palabras de Resaca algunos de los más grandes ya empezaban a intentarlo, unos con más éxito que otros. Lo que sí estaba claro era que, aunque todos lo lograsen, la veintena larga de gaticos tardaría en escapar por aquella ventana. 

Escuchaste entonces un fuerte ruido proveniente de la habitación que acababas de abandonar. Sonaba como cuando tiraste aquella figurita de porcelana y se rompió en mil pedazos. 

Por otra parte, al otro lado del pasillo, escuchaste la puerta del fondo abrirse y cerrarse. Los pasos se acercaban cada vez más. Nemo estaba al llegar.

No había demasiados lugares en los que pudieras esconderte. Las jaulas parecían la mejor opción, en la penumbra no sería fácil vislumbrar su interior. Debajo de alguna de las dos mesas también podías meterte muy fácilmente, pero no estarías muy protegido.

Algunos gaticos ya habían logrado atravesar la ventana. Los más pequeños no tendrían tiempo o capacidad, pero si eran rápidos, quizás pudieran escabullirse entre las escasas patas del humano. Aún así no conocían el interior de la cárcel como para encontrar una salida sin tener que dedicarle algo de tiempo. Pero Lin estaba decidido a concederles ese tiempo. Sus ojos parecían decir, incluso gritar, que no tenía intención alguna de salir de allí. Solo buscaba una cosa...a Nemo. Se acercó a la puerta, dio con el hocico un toque a Marí para ayudarla a ponerse en pie, acompañado de un lametón. Miró al pequeño Rubik y asintió. Por último a Resaca. Parecía confiar en ella para sacar de allí a los cachorros y guiarlos hasta el coronel.

Buscó también a Misi. ¿Misi?...¿Dónde estaba?....¿Sería acaso uno de sos falderos que pensaban que los gatos estaban mejor con los humanos?