Partida Rol por web

La inconsciencia era propia de los jóvenes, y de ella no se libraba ninguna raza. En especial los que tenían sangre feérica, pues en ellos estaba el desorden y la locura implantada.

Así, la joven Namib, en un acto de inteligencia, cabó un aguejero en el que esconderse y hacer caer a la criatura. Por otro lado, Kail se hacía el fuerte, y el cubo de agua estaba ahí, para estamparlo en el ser que se llevaba a la maga.

Todo parecía perfecto, no podía salir nada mal... Salvo pensar que un ser de esas características iba a caer en una treta así. Como si el ser leyera su mente, miró con detenimiento a Kail, y éste se vio hipnotizado. Caminó a gran velocidad, en contra de su voluntad, hasta la zona en la que se escondía Namib. ÉSta no se esperaba que otro pasara por aquel agujero, y salió dispuesta a hacer caer a la criatura... Y se vio atrapando a Kail.

Antes de que ninguno pudiera decir nada al otro, echarle en cara que el plan había salido mal por su culpa, una fuerza mágica les elevó por los aires y los lanzó hacia atrás, hacia el centro de la ciudad. Pasaron por delante de la posada en la que Kail había estado vigilando a Khazlian, cayendo en el interior de una fuente cercana.

Aylandris se debatía por recuperar la cordura, mientras Khazlian quería salir corriendo a por Shela. El joven yan giró la cabeza, escaleras arriba, al sentir una presencia extraña observándoles.

Allí estaba el dragón que Shela le había regalado a Aylandris. Ese dragón con el que la joven había estado jugando desde que la maga se lo regaló.

Y entonces habló

Ayudame, Khazlian, ayúdame. No quiero morir

La voz del dragón era la voz de Shela, el joven no tardó ni un segundo en reconocerla. ¿Cómo se había comunicado con él a través de esa criatura?

¡Splash!

Namib se levantó azorada, mojada. 

¿Que demonios pasó?

Levantó la cabeza, sorprendida, al escuchar la voz de la maga. Y descubrió a su pequeño dragón mirándolos a ambos desde las escaleras. Parpadeó, intentando enfocar la imagen y entender lo que acababa de pasar. Olvidó por un instante su dolor.

No está muerta...

Intentó levantarse. Lo consiguió en parte. Pero gimió en un momento dado, justo antes de conseguir quedarse sentada en el suelo. Le hizo un gesto al pequeño dragón para que viniera junto a ellos.

-¿Donde... estas...?-le preguntó, más que con dolor, con cuidado para que no doliera-¿Que...que podemos hacer para ayudarte?-preguntó de nuevo, aunque dirigió también su mirada a Khazlian-¿Sabes...donde está?

Pero...¿Qué diantres ha pasado?-Dije mientras salía rápidamente de la fuente y me ponía a perseguir al ser raro que se llevaba a la maga. ¡Que se escapa, vamos NAmib no podemos dejarle ir!                 
 

Ya había visto cosas que se salían de lo habitual como para fantasear con el dragón que Shela le regaló a Aylandris, pero allí estaba, aquella pequeña criatura hablando... con la voz de la maga! El nudo que tenía en el estómago se tensó aun más, dejándome sin aire por un instante.

Giré la cabeza hacia la yan cuando habló, yo sabía donde se encontraba y, a pesar de que no quería verla morir por nada del mundo, mi ayuda no sería gran cosa para ella. Asentí a Aylandris cuando me preguntó entrecerrando los ojos, no era una visión nada agradable para compartirla.

-Sé donde se encuentra, iba hacia allí cuando te encontré -respondí con tono serio-. Agárrate bien, ¿de acuerdo? -empecé a levantarla con los brazos, con suavidad, tomándome tiempo que no sabía si tenía-. Aguanta Shela -dediqué una última mirada al dragón antes de empezar a correr hacia las calles-.

La ciudad se había sumido en un silencio casi espectral tras la huída de la criatura con la poderosa maga. Otros magos se habían rendido, sin saber qué hacer contra algo tan poderoso. Los celestes, siempre tan dispuestos a ayudar, se encontraban bloqueados, y no necesariamente por los sentimientos ajenos, si no porque jamás habrían imaginado que sus dioses permitieran algo así. ¿Cuál sería el motivo? ¿Cuánto tardarían en descubrirlo?

Las miradas rotaban de unos a otros, buscando un lugar donde apoyarse, un claro ardiendo al que agarrarse, un culpable entre las masas... Y allí estaban los hombres lagartos, con Meerelu a su lado. Las miradas se volvieron cada vez más duras, más hostiles, más amenazantes...

Como un rayo de esperanza, dos yans salieron de una de las tabernas. Aylandris y Khazlian se detuvieron momentaneamente para orientarse, justo cuando una diminuta criatura salía tras ellos.

¡Ciudadanos de Idhún, escuchadme! la voz del maga surgió de la pequeña criatura, del diminuto dragón, y se dirigió a todos.

El diminuto dragón que la maga había regalado a la yan empezó a crecer, hasta lograr un tamaño considerable. Sus rasgos, fieros, eran hermosos, denotaban poder y respeto, pero jamás tanto como los dragones de verdad.

¡El mal no es el que se ha apoderado de nosotros! ¡No busquéis culpables en los diferentes esta noche! El poder absoluto corrompe a esta criatura en todo su ser. Busca adquirir más y más, a cualquier precio... Hoy me ha tocado a mi, pero no parará. Cualquier atisbo de vida, magia, sabiduría... Cualquier cosa ya es poco para él. Nos consumirá a todos, ¡nos aniquilará! La arrogancia de este medio hombre le hace querer ser un dios, ¡UN DIOS! Quiere convertirse en el Octavo.

Las palabras hicieron que el silencio volviera, sólo se escuchaba el crepitar de alguna llama aún viviente. El dragón empezó a disminuir de tamaño nuevamente

Lucharé contra él, lucharé hasta que la magia me abandone. No abandonéis, Idhún no debe caer...

El dragoncito acudió volando hasta la mano de Aylandris, donde se posó a descansar.

¡¿Que hacemos dragón?!  Le gritó Namib parada en la fuente, toda mojada, ente ofendida y confundida.  ¡¿Que hacemos?!   Aquí seguiremos, no dejaremos caer, pero, ¿que hacemos en concreto, realmente, díganos?   

No Kail, ese bicho ya se fué.  Pero... aguzó los ojos, si podemos intentar seguir sus huellas.  De un salto bajó y le tendió la mano para que hiciera lo mismo.  ¡Vamos! y se fué corriendo pa'lla. 

La información que los szish dieron a Mereelu la hizo sonreír. Al fin algo concreto a lo que aferrarse. No sabía bien qué clase de criatura era la que tenía que buscar, pero le había quedado claro que era inteligente y estaba buscando algo más. ¿Qué podía buscar a parte de la magia del unicornio? ¿Qué podía tener la maga que el invocador quisiera? 

Más que nunca, la varu sintió la urgencia de leer el libro que contenía el fragmento de profecía y que no había conseguido leer en la biblioteca. Estaba segura de que allí encontraría alguna evidencia de lo que tuviera que buscar. Hasta entonces, tendría que seguir dependiendo de los jóvenes que había conocido. 

Entonces, pudo ver la criatura que se acercaba a la maga. Su aspecto no la sorprendió del todo, pero sí la miró con interés. No cabía duda de que era de quien estaban hablando los szish y la invocadora del elemental de fuego. Y probablemente también la criatura que habían estado buscando a la tarde.

Mientras el resto intentaba ayudar a la maga, Mereelu se limitó a observar. No ganaba nada ayudándoles, estaba más interesada en lo que quería el ser y a dónde pretendía llevarse a la maga. Entonces, la maga habló a través de una figura de dragón y desveló información que hizo pensar a la varu. El octavo, parecía una locura y lo era, pero convenía en los planes de Mereelu.

Mereelu había permanecido mirando todo con actitud tranquila, no había gran cosa que ella pudiera hacer, pero cuando vio que la gnoma se ponía en marcha detrás del ser que se había llevado a la maga, se puso también en marcha.

- Os acompaño, yo también quiero coger a esa criatura - les dijo siguiéndolos mientras rastreaba en busca de alguna pista.

¡Vayamos pues, no podémos dejarle escapar!- y seguí a Namib y Meerelu en pos del dragón-demonio-aspirante a Dios. No podíamos dejarle que se saliese con la suya. Vi a Meerelu pararse a rastrear e hice lo mismo, bueno me coloqué a su lado y fingí que hacía lo mismo.

La idea de encontrarme con el resto de sopetón me agradó tanto como que a un tektek le despierten de la siesta para pegarse una larga carrera por las dunas. Aunque no todo iba a ser malo, por lo que estaban diciendo, teníamos caminos diferentes pues ellos pretendían seguir la pista de aquella criatura, si es que había dejado alguna.

-Me parece una idea estupenda, id a buscar a la criatura -pocas veces había mostrado tanta sinceridad y aprobación con las acciones que habían tomado-. Ya nos veremos a la vuelta. Suerte -dije a modo de despedida, seca, quería despacharlos con rapidez para continuar con mi camino-.

Nuestros caminos se separaban, pero por nada del mundo elegiría otro camino, otro destino. Aunque puede que Aylandris sí quisiera irse con el resto, no podía reprocharle nada si así lo elegía. Me quedé mirándola un momento antes de hacerle un gesto con la cabeza en la dirección en la que iba a continuar.

Lo vio crecer y crecer y crecer, hasta hacerse enorme para ella, quien lo miraba con la boca abierta y los ojos enormemente abiertos por la sorpresa.

Así escuchó de nuevo hablar a través de el a la maga. Una yan convertida en todo sorpresa. Y así lo encontró el dragón cuando, al volver a su tamaño normal, volvió de nuevo a sus brazos.

Aylandris lo acunó y acarició, mientras evitaba mirar al resto de individuos que miraban al dragón en sus brazos y a ella.

-Esa criatura es mala y fuerte-le dijo a Khazlian cuando lo escuchó, a él y al resto que decían querer ir tras aquel ser con el que ella se había encontrado por casualidad-Su magia es poderosa... y no tiembla a la hora de hacer daño. Yo... yo estoy aquí solo por que soy una yan. Si hubiera sido de otra raza, ya... ya no estaría...creo-dijo mirándose de arriba abajo. Sus ropas estaban quemadas en gran parte, ya no se podía tapar el rostro con su túnica. Y aún le dolía la espalda, pero ya menos.

Miró a la muchedumbre. Miró a Khazlian.

-¿Vas a buscar a la maga, verdad? Aún está viva. Voy contigo. Y él también-terminó mirando al dragón en sus brazos-Creo que puedo andar, no necesitas llevarme en brazos.

Lo tenía claro. No había duda.

La gnoma, faérica de bosque, también era buena para rastrear, así que se puso junto con Meerlu y Kail a rastrear a la bestia.   Y cuando la encontremos, ¿que hacemos?  Al menos regresar a informar serviría, pues enfrentarla ya habían visto lo difícil que había sido.

O un engaño.   Dioses nuestros, inspírenos en este momento aciago. 

Los habitantes de Idhún se quedaron sorprendidos y sin saber muy bien qué hacer. Los sacerdotes que estaban a la vista retrocedieron hasta los templos, mientras que los magos se reunían en grupos. Ambas facciones de Idhún siempre reaccionaban así ante un problema. Primero se reunían, hablaban, se echaban las culpas los unos a los otros, se peleaban y, al final, encontraban una solución.

Pero Shela, la maga, estaba en peligro y no podía esperar tiempo. Y sólo unos cuantos se atrevían a dar un paso para salvar a la maga y a todo Idhún.

El rasto no era muy complicado de seguir. La criatura no se había molestado mucho esta vez en ocultar su paso. Además, el dragoncito que llevaba Aylandris en sus manos, les guiaba cuando se perdían. La conexión entre la maga y esa pequeña criatura estaba viva, lo que quería decir que Shela aún seguía respirando y con energías suficientes.

El camino se hizo largo, sobre todo para Khazlian. Cada latido de su corazón estaba lleno de preocupación por su amiga Shela. Su vida pendía de un hilo, y cada vez que el dragoncito se apagaba en las manos de Aylandris, sus esperanzas parecían desaparecer.

Y se tuvieron que detener. El rasto desaparecía y la pared de una montaña les cortaba el paso. Namib y Kail buscaron por todas partes, pero sin lograr nada. ¿Habían desaparecido? ¿Habían escalado la montaña? Allí no había marca de arañazos y tampoco parecía haber ninguna superficie donde agarrarse. ¿Entonces?

El dragón volvió a despertar A prisa susurró el pequeño dragón mientras se posaba en la piedra y empezaba a hacer pequeños círculos caminando. Poco a poco los fue agrandando, haciendo que la piedra empezara a iluminarse. Tras unos minutos, la piedra desapareció. Y la entrada a una caverna les daba la bienvenida... O no.

Namib, como buena gnoma, adoraba las cuevas y túneles subterráneos.  Se metió presta.  Síganme.  Sabía que los esperaba el peligro, pero como todo estaba en juego, no había mucho que decidir. 

¡Vamos!  Kail, ¿tienes visión oscura?  Guiemos los demas.

¡Voy! y seguí a Namib y al dragón en la cueva -¿visión oscura? No se-dije rascándome la cabeza, la verdad que nunca le daba mucha importancia a esas cosas, pero no sólo era más ágil que los humanos que conocía, si no que podía ver mejor que ellos y otras cosas que quizás no fuese del todo humano. Me trataban como feerico, yo siempre había pensado que era humano, aunque los humanos me despreciaban...otro tanto hacían los feericos, salvo Namib y Ceya, eran las únicas que me hacían sentir bien por lo que era¿pero qué era?-Vámos a probarlo-y poco a poco mis ojos se fueron adaptando a la oscuridad.

Mereelu se quedó unos segundos mirando fijamente al yan por su sarcástico comentario, pero no dijo nada. Retiró la mirada al ver que los dos yan no tenían intenciones de acompañarlos y centró su atención en el grupo feérico. La varu estaba muy interesada en encontrar a la criatura, mucho más que la de buscar a la maga.

Finalmente, los dos yan terminaron yendo con ellos. Sin perder tiempo, rastrearon la zona y lo siguieron con relativa facilidad, guiados en gran parte por el pequeño dragón. Aquella conexión entre Shela y el dragoncito intrigaba a la varu, ¿qué sería exactamente aquella pequeña criatura? 

Seguir el rastro fue muy sencillo, tal vez incluso demasiado. La criatura no había intentando ocultar sus rastros, lo cual quería decir que o bien estaba preparando un emboscada o era tan confiada que no temía a que lo siguieran. De pronto, sin embargo, el rastro acabó junto a una pared. Sorprendida, Mereelu tanteó la pared en busca de alguna puerta o algún otro modo de escapar de allí sin que les vieran. Por desgracia, no consiguió encontrar nada. Fue el dragoncito el que consiguió encontrarlo.

- Vamos pues - dijo internándose en el túnel cuando los dos feéricos entraron - yo, desgraciadamente, no tengo visión oscura - dijo cierto tono de pena.

Este no era el plan que había previsto. La idea de separarnos porque teníamos objetivos diferentes era fantástica, así podría acelerar el paso para llegar cuanto antes con Shela. Sin embargo, teníamos que continuar con la totalidad del grupo. Como si no tuviera suficiente con no apartar la vista del pequeño dragón, apretando los dientes cada vez que enmudecía, tenía que compartir el camino con ellos.

Nos detuvimos frente a una pared rocosa, mientras intentaba orientarme con la vista que había tenido del balcón, donde pude ver a Shela por última vez antes del choque de los dos titanes. Nos había llevado a un callejón sin salida, se supone que el pequeño dragón nos estaba guiando hasta ella -esperaba que fuese hasta ella- y nos encontramos con esto. No sé que es lo que tenía en mente esa cabezota, pero empezaba a pensar que teníamos objetivos diferentes.

-PorAldunylostresSoles... nomepuedocreerquevayanaentraraoscurasenunacuevasinmás... -farfullé a una velocidad alarmante, fruto de la incredulidad del momento. No había mucho con lo que improvisar una antorcha, puede que el pequeño dragón aún tenga algún otro truco escondido-. Necesitamos ver en el interior -era un comentario obvio, pero en vista de como se han tirado al interior, puede que no tan obvio-.