Partida Rol por web

Jacobo, al ver a los portaestandartes, se alejó como le indicaban mientras sus pasos se re-normalizaban progresivamente. Estaba claro que ellos sabían lo que tenían que hacer. 

Y entonces oyó a aquella pila de tierra con ojos hablar. ¿Quizá no era una nueva oponente como temía? 

-¡Podemos sobreponernos a ella! -gritó en respuesta, casi desafiante - ¿Eres amiga o enemiga?

Si bien Hanibal se movía libremente por su sueño ahora lucido no podía interrumpir la conversación de sus otros ¨yo¨ así que solo escuchaba y tomaba nota mentalmente,sabía que con su memoria fotográfica si pudiera trasladar lo que estaba escuchando en estos momentos,además de pedir a alguien que hiciera un dibujo de lo que el veía en su sueño,podría darle sentido cuando despierte a esta conversación que escuchaba.

Y ahora que podía quería revisar las otras habitaciones del castillo,dado que hace años había leido que nadie puede ingresar en su propio subconsciente a menos que hiciera terapia pero ¿no era esta una oportunidad única de auto-investigarse mientras estaba dormido?.

Definitivamente tenía que ir por las distintas habitaciones,recorrer este castillo y resolver las preguntas que le atormentaban de manera consciente que eran ¨¿como ingrese a Arkadia?,¿que hice una vez que comencé mi trabajo como notario/rey?, ¿acaso tuve un hijo o una hija con quien me secuestro?¨

Si bien no conocía estas respuestas estaba seguro que su subconsciente si las conocía por el,así que mientras decidía hacer otro pequeño cambio como ser tener unos auriculares que le permitieran seguir escuchando las conversaciones de sus contra partes con las mascaras; comenzó a recorrer los pasillos que llevaban a las distintas habitaciones.

Solo esperaba que para el mismo,no estuvieran cerradas con llaves.

Siguió combatiendo contra los tentáculos fúngicos en forma de oso, pero otra entidad entra en juego ahora. Otro ser. Era oscuro, pero eso no quería decir maligno. Nos había avisado sobre la canción. Retrocedo lentamente, pero mi forma de oso es pesada y torpe, aunque me permitía estar en guardia con más eficacia. Después de todo ¿Qué otra cosa puede contra un oso negro?  Un oso más grande, quizás.

Cuando estoy cerca de Jacob, alzo mi garra para indicarle que le haga caso a la oscura, y que retroceda poco a poco. Yo me puedo encargar de los apéndices restantes.

Hirotaka-oso mantenía como Hércules las columnas-medusas separadas para que Jacobo huyera.   Éste lo hacía, ágil, escurridizo, moviéndose en una danza contra los tentáculos que se enredaban sobre si mismos apenas los evadía, como si supiera cómo tejerlos, como si la sagacidad de las hadas estuviera con él, contra otra hada. 

Se alejó lo suficiente para estar más allá de su alcance, o al menos eso creía él.   Eso le dió tiempo a los jardineros de llegar con aquel extraño estandarte lleno de estampitas de tela colgantes.  Apenas llegaron comenzaron a recitar algo apresurado, una invocación o protección espiritual al parecer.  De los cuencos o alforjas que traían comenzaron a tomar y arrojar un polvo blanquecino a su alrededor, en una línea-círculo-barrera.  ¡Era sal!

Los tentáculos se empezaron a replegar, por la sal, los cánticos o los amuletos.  Se deslizaron, lejos de los ursinos brazos contra los que habían sostenido un pulso estrujante.  Se alejaron de nuevo hacia un hada que surgía del suelo.  

Como peces payaso, también Anna y el samuai eran dejados en paz, rozados más no amenazados por estas anémonas.  

El resto del hada, hermosa, imponente, emergía.   Sería difícil describírselas a meros humanos como ustedes.  Habría que usar y combinar palabras como "poder", "awe", "kasu", "magia", "inconmensurable", "consecuencial", "inevitalógica", y otras que aún no han sido puestas en diccionario alguno.   Pero para estos changelings, que habían habitado Arcadia alguna vez, eran palabras que era mejor dejar que se llevara el viento, no fuera a ser que te atrapara con ellas. 

Quiensabe qué era lo que veían o percibían los jardineros, tan concentrados ellos en aventar sal, sostener estandartes y recitar palabras en patrones undulantes. 

El hada acabó de salir, y como mantillo, sus tentáculos regresaron a su tope, que alcanzaba ya los árboles más altos del jardín, y comenzó a caminar hacia el lago que estaba enfrente, en una dignidad ritual, como en una ceremonia antigua.

De la tierra removida, asomó la cabeza alguien, como una cara arrugada hecha de paja seca y orejas caídas, que sostenía un escudo de mimbre sobre si mismo, herido, cubriendo a un ser planta y una chispa, que, al salir, estalló una vez, deslumbrándolos, disparada hacia el firmamento.

Haníbal quería fabricar algo en su sueño: un audífono, unos auriculares.   ¿Bastaba soñarlos?    No, no era tan fácil. 

Tendría que escucharse a si mismo.  Eso tenía más de un sentido.  En un sueño.  Escucharse a si mismo, profundamente, no es fácil.  Nunca.

¿Cómo fabricarlos, antes de explorar?  

Empezó a mover las manos.   ¿Habría de jalarse las orejas hasta que tomasen esa forma?   ¿Habría de tomar algún objeto, una planta, un pedazo de banca, y moldearlos?  Las posibilidades eran muchas, era un sueño.   Las posibilidades eran nulas, era un sueño. 

Una de las primeras cosas que preguntaron a Anna al aparecer desde debajo de la tierra fue si era amiga o enemiga. Ella realmente no estaba segura, pues no los conocía de nada. Pero si estaban luchando contra el Hada Verdadera, entonces eran amigos. Al menos por el momento.

—¡A-Amiga! —exclamó, tras dudar por un momento.

Anna contempló aliviada cómo unos desconocidos arrojaban sal contra los tentáculos, lo que resultó ser extremadamente efectivo. Los tentáculos retrocedieron, dejando de atacar a Anna y al samurái. Poco después, el hada terminó de emerger del suelo, y se alejó, con un porte increíblemente majestuoso, solo posible en las hadas auténticas. Contemplar aquello hizo que Anna sintiese gélidos escalofríos. Quizás a un humano cualquiera le hubiese parecido algo hermoso y maravilloso, pero ella conocía la horrible verdad que se ocultaba tras aquella fachada de belleza.

La changeling oscura no se despegaría del samurái hasta un rato después de que el hada hubiese abandonado el lugar, pues aún tenía miedo de la canción. La adrenalina y su arrojo le habían hecho sobreponerse a la peligrosa situación a la que se había enfrentado, pero ahora que el peligro se alejaba, su cuerpo temblaba de auténtico miedo.

En esos momentos, Oleisky y dos de los changeling que faltaban aparecieron de debajo de la tierra. Anna los miró y sonrió. Todo aquello había valido la pena. Aunque, ¿no faltaba uno?

—¿Habéis visto a un changeling con apariencia de mono? —preguntó Anna.

Mientras intentaba Hanibal ingresar en una de las puertas de su inconsciente,se decía mentalmente ¨necesito como una llave maestra que permita abrir todas las habitaciones,se que es un sueño,pero ¿podré materializarla?¨ por lo que dentro de sus sueños cerro los ojos y comenzo a imaginar la llave,pero por su profesión la llave no sería como la que fabrican los cerrajeros,después de todo el es un Rey/Notario/Abogado....su llave...si,eso sería,su llave aparecería en la puerta con la forma de un contrato y una pluma para que el firme dicho contrato antes de ingresar.

Así era como Hanibal imaginaba la llave.

Si lograba su objetivo y se formaba de esa manera la llave en forma de contrato debería de tener una advertencia de ¨entra bajo tu propio riesgo,y enfrenta las consecuencias¨.

La primera puerta a la que entraría de su subconsciente en la que aparecían sus padres y cuando el era niño.

Jacobo se cubrió los ojos con el dorso de la mano un momento ante aquel estallido de alegre luminosidad y luego volvió a mirar a los que acababan de llegar. No estaba muy orgulloso de aquella pregunta, se había dejado llevar por la tensión de aquel repentino duelo y barbotado sin pensar mucho, pero al menos la respuesta le daba motivos para asumir que quizá el resto de los recién llegados no eran un peligro. 

Una pila de tierra y un guerrero de armadura japonesa, una planta viva y un hombrecillo de paja. Con aquel aspecto, la asunción más obvia hubiera sido que formaban parte del séquito de aquella magnifiicente...¡no! de aquel hada fungoidea regia que brotaba y crecía de la tierra. Pero que una le hubiera advertido y respondido, y el hecho de que no la estuvieran siguiendo mientras caminaba, alteraba aquella apreciación. 

Y si no eran acólitos suyos...¿cómo es que han llegado hasta aquí?

Desvió su mirada hacia el par de trabajadores del jardín y su extraño ritual. Parecía que estaban preparados de antemano para aquella eventualidad, tanto en conocimiento como en materiales Un estandarte decente no se hace en cinco minutos con tijeras, pegamento y purpurina. Y estaba claro que la sal, fuera especial o no, mantenía a raya a cualquier hongo pero ¿cuál podía ser el propósito de aquellos cánticos y estandartes? Trató de deducirlo por sí mismo, puesto que no era tan necio como para interrumpirlos en pleno proceso. 

Oleisky al fin consiguió subir. La verdad es que le costó, pero las ramas le ayudaron.

Al salir vio que había más seres e instintivamente se cubrió con el escudo, pero al irse al hada parecía que por fin iba a poder descansar un poco, así que se sentó en el suelo para recobrar el aliento. No tardó mucho en preguntarle la changeling oscura por el semi-mono. Oleisky negó con la cabeza. La verdad es que le había costado llegar a él y no había podido ayudar al mono.

La verdad es que estaba rodeado de desconocidos, pero no pensaba que estaba bajo ninguna amenaza inminente. Miró a su alrededor para ver donde estaba y espero a que el resto esperasen la ronda de presentaciones, o a que algo les hiciera salir corriendo de allí...

Un ruido de ramas altas respondió a Anna.  Desde la copa de una palma, aquel simio-changeling aventaba frutos como cocos contra el hada, haciendo alaraca.   ¡Hoot, huuut!    ¡Koko kara deteike!  ¡Huut huuut!

Jacobo, por su parte, intentaba descifrar el ritual, encontrarle sentido, más sin embargo no era su cultura, sabía poco de religión o magia asiática, así que sólo registró en su memoria el movimiento bamboleante de cabeza y torso, hacia el frente y atrás, piernas inamovibles, mientras regaban sal ahora hacia alrededor del hoyo, ignorando por el momento, en su concentración a Oleisky, Anna, el samurai y el mono, y sólo mirando, para cerciorarse que no era parte deshechada del hada, a aquel changeling planta.   Cambiaban de lugar cada tanto, girando el estandarte, que, en efecto, el detective podía comprobar era más bien algo antiguo, de cuidadosa manufactura.

¡Koko kara deteike!  ¡Huut huuut!  -el mono continuaba en su reto vituperante, como si aquello alejara al hada, la cual caminaba ahora sobre la superficie del agua, apenas tocándola, dejando una estela que era más naranja aún que el ocaso con cielo despejándose que ahora veían.    Como caminando hacia donde era más noche.

Hermoso.  Peligroso.

A lo lejos, vieron más jardineros en su overall verde con logo correr hacia ellos.  Dos cargaban una camilla plegable, como de hospital.  Hirotaka la reconoció.  Era la misma con la que lo habían llevado a él, hace infinitamente tiempo ayer.

El contrato y la pluma aparecieron.  Lo que hacía en su trabajo cotidiano, y con aquel goblin reciéntemente, lo reafirmaba: Haníbal era bueno para los contratos.  Por eso lo habían elegido.   

Ahora, con este contrato en mano, caminó hacia donde sabía estaban las puertas de su niñez.  Las cláusulas saltaban de lugar, y se reescribían diferentes, con cada paso irregular que daba.   Al llegar a aquel ala de su bastión onírico, donde sabía estaban sus memorias más antiguas y ocultas, se encontró no una puerta, sino con 3 sendos portones barrocos, churriguerescos casi.    

El primero -lo supo- se refería a su niñez más reciente, esa que empieza cuando ya sabes escribir y leer y termina en tu adolescencia, como una serigrafía.   La de enmedio -lo supo- era de la edad más temprana, de aprender a mover el cuerpo en todas sus agilidades, y donde la voz y palabra te acompañan también, formadas, como en serigrafía también.   Ambos portones, brillaron en sus ornamentos al acercarse Haníbal con la llave-contrato.    El primero no lo hizo.  Una madera más vieja lo conformaba.  

De alguna manera, había un pasillo circular que llevaba a una puerta conectada, similar a esta.  No la podía ver pero sobre de ella crecían espinas y enredaderas, cardos y vainas de zarzamoras. 

Una tenue luz iluminaba el pasillo.  Como no de esta tierra.

Rápidamente los camilleros hicieron un saludo a Hirotaka al pasar, una pequeña reverencia.   Luego se fueron corriendo un par de ellos con Oleisky, examinandolo preocupado de las heridas e insistiéndole, con gestos, que se subiera a la camilla. 

Jacob no entendía el rito, pero esperaba que estuviera funcionando correctamente. A pesar de la constante provocación  (¿qué zarzales está haciendo ese simio? ¿cree que la va a espantar tirando fruta?) , la dama se alejaba por el lago hacia el crepúsculo.  Deseó que no volviera.

Un estandarte ¿reliquia? de gran antigüedad, camillas para los heridos, gente lista para usarlos y responder en minutos. 

Entre aquello y lo que había mencionado el anciano, estaba claro que los mantenedores del jardín tenían un cierto conocimiento de lo cubierto por el Velo. Pero debía de ser limitado, ritualizado, unas tradiciones más apropiadas para mantener a raya a lo inhumano. Pero cuando tu enemigo vive en la misma ciudad y manera que tú no lo puedes exorcizar en plena calle. Dedujo que ése debía de ser el motivo de Shinzo para contratarle. 

-Disculpen, ¿es esto un acontecimiento habitual? Parecen muy bien preparados.- Dijo a los camilleros cuando pasaron por su lado. 

Pocos momentos después de que Anna preguntase por el mono, éste comenzó a lanzar frutos contra el hada al tiempo que hacía sonidos incomprensibles. Si no lo hubiese visto con sus propios ojos, jamás lo habría creído: un changeling arrojando frutas contra un hada verdadera… quien se alejaba impasible.

La vista de aquel ser alejándose era… hermosa. Cualquiera que no hubiese conocido a un hada verdadera no sería capaz de imaginar que unos seres tan bellos pudiesen albergar tanta crueldad.

Una vez se había marchado, Anna se bajó de la espalda del samurái, por fin.

—Gracias —murmuró—. De no ser por ti, no sé qué habría sido de los demás… —Probablemente no le entendería ni una palabra, pero sentía que debía decírselo.

Ahora que la situación estaba más calmada, se dio cuenta de que Oleisky parecía bastante herido. Pronto llegaron unos jardineros con una camilla. Parecían dispuestos a tratar sus heridas. Anna miró a todos los presentes. No tenía ni idea de quiénes eran. De hecho, no tenía ni idea de dónde estaba.

—Eh… ¿Quiénes sois y dónde estamos? —preguntó, dirigiéndose principalmente al changeling que le había preguntado si era amiga o enemiga—. Estábamos en el Seto cuando vimos a ellos cuatro intentando huir y el hada los atrapaba. Fui a ayudarlos, y hemos acabado apareciendo aquí… Por suerte han conseguido escapar todos…

Mientras Hanibal se adentraba en su Subconsciente,seguía escuchando las conversaciones de sus otros yo,nada mas que las oía como si fueran distantes y como ecos submarinos donde solo podría captar lo mas importante dado que el resto de las palabras de la conversación no se escuchaban muy bien.

Continuo su recorrido y se acerco a la tenue luz del pasillo donde esa misteriosa puerta estaba ahí con enredaderas y si bien algo en el interior de Hanibal le decía que no debía de ingresar allí,su curiosidad era mas fuerte,sentía que el contrato-llave le llevaba para ese lugar,de seguro había algo importante detrás de esa puerta y quería saber que era.

Por lo que superando su miedo Hanibal atraviesa la puerta con enredaderas y lo que encontró fue........

Parecía que el hada se iba y que Oleisky podría tener algo de calma. La verdad es que era un alivio, así aprovechó para descansar.

Al poco llegaron unos jardineros bastante activos y se pusieron a examinarle. Al principio pensó en resistirse, ya que no les conocía y no se acababa de fiar, pero le fallaban las fuerzas, así que se dejo examinar y, cuando se lo dijeron, se subió en la camilla.

Parecían gente capaz de enfrentarse a un hada, así que esperaba que no le secuestrasen ellos.

Se puso en la camilla guardando el escudo (ya que no acababa de saber si estaba a salvo) y rebuscó entre sus ropas la brújula para ver donde apuntaba.

Jacobo estaba atando cabos.*  Ante su pregunta, uno de los jardineros que vertían sal sobre el camino que bordeaba el paso del hada, decidió que había terminado.  Es suficiente.  -dijo a los demás.   El del estandarte se fue a parar a la orilla de aquel lago, hundió en el lodo de la orilla la base metalizada, y continuó con su antiguo canto ondulante, ajeno a los demás, mirando al hada alejarse.

Al detective Beltrán se le acercó una de las más jovenes jardineras, con acento japonés-americano, y le empezó a explicar mientras le revisaba las heridas.  -  Hansamu-san, una breve reverencia, pidiendo permiso de examinarlo.   Si, estamos preparadas, en el Jardín.       ¿Habitual?  ¿Qué es habitual?  -Jacobo no sabía si se refería a que no entendía la palabra en inglés, o era algo más profundo.     ¿Usted ya estaba aquí, verdad?  

Y es que los camilleros iban acompañados de un par de jardineros armados con otras cosas, las cuales Hirotaka recordaba, dolorosamente, en la forma de marcas en su cuello.  

Una jardinera, aparentemente la líder de la cuadrilla, una mujer bajita y de brazos anchos, se inclinó con una reverencia mayor ante el changeling-armadura.   Senshi ryōshu, yōkoso.  -le dijo.   Por un segundo titubeó aquel ser cuya cara era sólo una expresión grabada del casco.  Levantó primero, y luego guardó con sus brazos, 4 o 5 de ellos, todos ellos espadas, otros tantas espadas a sus fundas.   Le habló en japonés a Anna también.    Sukoshi kurayami, kanojo wa fushō shite imasu ka?   No entendió nada.   Con una reverencia les invitó a seguirla.  El samurai dio un paso, decidido, después de mirar todo a su alrededor, con esa perene expresión de su cara.  

La changeling-planta fue subida a una carretilla, y llevada hacia un invernadero.  A modo de ¿despedida?, enrolló delicadamente un poco sus vainas sobre Anna y el samurai, antes de alejarse. 

La brújula de Oleisky seguía apuntando hacia Anna mientras se lo llevaban a él también sobre una camilla en la misma dirección que la planta.  Al haberla querido ayudar, en lo posible, sentía a este su más recient objeto faérico cargado de glamour, cumplidos los requisitos pedidos en el contrato.  El marchito sabía que podría ser usada en otra ocasión más gracias a ello.  Para "apagarla" sólo tendría que poner una palma sobre su domo con el perro nevado y recitar las palabras: "Ya la encontré. Gracias."  El bamboleo de la camilla en movimiento lo empezó a arrullar.

El mono, a diferencia de todos, era un problema.   Intentaban pedirle que bajara futilmente. Saru-san ga orite kita!  Les aventaba cosas, agitaba ramas, se saltaba a otro árbol.  Parecía que pronto se alejaría de la zona. ¿Hacia donde?  Sacaron una cerbatana con dardos.   Lo raro era que eso parecía afectar también a Hirotaka.  En la adrenalina de la lucha contra los tentáculos anemónicos, el changeling que había ido a recoger a Jacobo a la estación aún no había perdido su forma animal.  Seguía jadeando, babeando, por el morro de su temible forma de oso.   Dos jardineros lo observaban, recelosos.  Uno sacó el lazo soga atrapador.  Otro llamó la atención del de la cerbatana...

Al acercarse a la puerta con espinas, a Haníbal algo le dió "mala espina". 

El contrato en su mano reescribía, definía, claúsulas, hasta que se estabilizaron cuando él estuvo enfrente de la puerta, a punto de tocar su picaporte. 

Una de las declaraciones decía: ¿Está seguro?  y había espacio para poner su rúbrica. 

Otra de las preguntas era, ¿Que dará a cambio, el firmante, en contraprestación de esta pieza de sus memorias de Arcadia?  Y venía un espacio en blanco, para rellenar con su pluma flotante. 

Ahí había unas pocas subcláusulas.  Su mente de abogado reconoció una que decía:  "Riesgo de perder cordura." -y se excluía con el fraseo estándard "no es responsabiliad del Bastión".  "Riesgo de heridas" también venía en esa lista de caveats. 

Hanibal al querer entrar en la puerta con enredaderas y leer las advertencias,suspiro mientras seguía escuchando las voces de sus otros yo como si fueran ecos lejanos del agua donde solo podía distinguir palabras claves,el resto de la conversación se perdía.

Pensaba detalladamente lo que tendría que dar a cambio para poder ingresar a esta puerta por lo que muy seguro,ya no como rey,sino como abogado y notario sabía que no era la primera vez en su vida que corría riesgos por lo que pensó ¨¿acaso no corrí el riesgo de morir al escapar de Arkadia?, ¿cuales eran mi probabilidades de salir vivo de allí?,¿podía estar 100% seguro que la Reina que había sido mi amante de mi contra parte respetaría el pacto que había realizado con ella?,en la vida nada es seguro, y siempre existen riesgos¨así que aún temblando y recordando una famosa frase de Roosvelt dio un paso al frente,respondiendo a las advertencias casí gritando para darse valor:

-Solo hay que temer al miedo mismo.

Así que su respuesta fue seguir avanzando,aunque ello significara perder su cordura o salir realmente lastimado,este era su sueño y por lo tanto también era su propio héroe dentro del mismo sueño.