Partida Rol por web

El despertador suena en tu habitación, una leve pausa del ruido te hace sentir bien. Acto seguido vuelve nuevamente el ruido de la alarma, acompañado de unos golpes en la puerta y una voz que apenas distingues debido a tu fase de sueño.

Tu cuarto está patas arriba, parece el escenario de una pelea de lucha libre después de terminar. El cantar de los pájaros que entra por la ventana, presagia un día de sol radiante.

Es miércoles, es 16 de noviembre y quedan dos días para la extraña celebración local, con extraño final para los chicos de tu edad.

El despertador suena en tu habitación, una leve pausa del ruido te hace sentir bien. Acto seguido entre el ruido nuevamente de la alarma, acompañado de unos golpes en la puerta y una voz que apenas distingues debido a tu fase de sueño.

Tu cuarto está completamente ordenado, tal y como te enseñó mamá. Encima de la mesa del escritorio tienes los libros de las asignaturas del día de hoy perfectamente ordenados. El canto de los pájaros te hace presagiar que será un día soleado y de buen tiempo, nada que ver con las lluvias de la semana pasada.

Es miércoles, es 16 de noviembre y quedan dos días para la extraña celebración local, con extraño final para los chicos de tu edad.

El despertador suena en tu habitación, una leve pausa del ruido te hace sentir bien. Acto seguido entre el ruido nuevamente de la alarma, acompañado de unos golpes en la puerta y una voz que apenas distingues debido a tu fase de sueño.

Desde la ventana escuchas el canto de los pájaros, motivo para pensar que el día de hoy será de sol radiante, el cuarto está completamente ordenado, una de las estantería está repleta de libros, desde La isla del tesoro hasta llegar a Carrie, todos ordenados por autor y temática. Siempre te ha gustado tener orden en tus cosas.

Es miércoles, es 16 de noviembre y quedan dos días para la extraña celebración local, con extraño final para los chicos de tu edad.

El despertador suena en tu habitación, una leve pausa del ruido te hace sentir bien. Acto seguido entre el ruido nuevamente de la alarma, acompañado de unos golpes en la puerta y una voz que apenas distingues debido a tu fase de sueño.

Un pequeño golpe en la ventana te hace alertar, es un pequeño ruiseñor. El escuchar el canto de los pájaros te hace presagiar un buen día. En la mesa del escritorio tienes un pequeño experimento que estás realizando en tus horas libres, una polea imantada para abrir puertas. Todo tu cuarto está correctamente ordenado, la educación dada por tus padres ha hecho que siempre tengas tu cuarto ordenado.

Es miércoles, es 16 de noviembre y quedan dos días para la extraña celebración local, con extraño final para los chicos de tu edad.

El despertador suena en tu habitación, una leve pausa del ruido te hace sentir bien. Acto seguido entre el ruido nuevamente de la alarma, acompañado de unos golpes en la puerta y una voz que apenas distingues debido a tu fase de sueño.

Por la ventana entre los resquicios de la persiana, ves que entra luz, acto seguido escuchas el canto de unos pájaros que están posados en tu ventana, o eso piensas. Lo que hace presagiar que será un día soleado. En la mesa del escritorio tienes unos dibujos que estuviste haciendo ayer por la tarde, todos tenían una temática fantasiosa.

Es miércoles, es 16 de noviembre y quedan dos días para la extraña celebración local, con extraño final para los chicos de tu edad.

Todo lo que pudo responder desde la cama fue un ligero gruñido, un gimoteo apenas audible debido a que tenía la cara hundida en la almohada. Quería dormir más, aunque no era por necesidad... Simplemente no le gustaba despertarme con el despertador, resultaba de lo más desagradable verse arrancado de esa forma del onírico mundo de los sueños.

Dio otra media vuelta en la cama, esperando apurar unos minutos más. Sin embargo, el cántico del ruiseñor en su ventana le hizo levantar la cabeza y sonreír. No veía mucho sin sus gafas, pero no era difícil adivinar que se encontraba ahí teniendo en cuenta la claridad con la que se le oía.

—Venga... Hoy será un buen día— esperaba que decir eso le animara a aunar fuerzas para levantarse finalmente.

Ya sentado en el borde de la cama, se desperezó y miró con orgullo cómo su proyecto descansaba encima del escritorio, ¡iba tomando forma! Tal vez lo tuviera listo para antes de la noche del tan esperado día 18...

Se puso las alpargatas, las cuales estaban perfectamente alineadas con la cama, estiró las sábanas y se dispuso a vestirse antes de bajar a desayunar. —Buenos días— saludó con su pequeña voz.

Aquella noche no dormí muy bien. ¿Sería un presentimiento de lo que estaba por acontecer?

Tanteando con una mano el despertador para apagarlo tras sonar nuevamente la alarma, decidí que iba siendo hora de encarar un nuevo día. Me desperecé, aún medio adormilada, caminando hacia mi espejo de cuerpo entero, antes de comenzar una serie de estiramientos frente al mismo. La entrenadora siempre nos recomendaba empezar de buena mañana ejercitándonos, aunque fuera con algún movimiento básico. Y yo cumplía a rajatabla con sus indicaciones. Si quería destacar, debía dar ejemplo desde bien pequeña.

Una mirada de soslayo a la estantería en la que descansaba mi colección de libros revelaba que mi tiempo libre lo invertía en cualquier cosa que me aportara algo, a pesar de que la gimnasia rítmica ocupaba gran parte de mis horas y de mis pensamientos. Tal vez se debiera a eso que no disponía de un grupo de amistades muy amplio; al margen de las chicas del equipo, solía juntarme con algunos que incluso otras personas del instituto tildarían de raros o frikis, hecho que desembocaba en que a mí también se me considerase así. Por eso me sentía en ocasiones identificada con el personaje de Carrie White. Se podría decir que hasta nos parecíamos...

Una vez finalizados los estiramientos, hice la cama y me cambié rápidamente, sin demorarme demasiado en la elección del atuendo tras observar durante unos (largos) segundos el armario. Me hice una coleta alta con flequillo y me apliqué un poco de labial antes de calzarme mis Vans para salir del dormitorio en dirección a la cocina. Mi estómago rugía, como siempre, reclamando su cuota de atención.

De entre el barullo de mantas emerge una mano que busca frenéticamente el origen del chirrido. Después de varios golpes contra la mesilla de noche, logra acabar con el molesto zumbido aunque el despertador acaba por el suelo. Pero entonces Gareth recuerda qué día es y lo poco que falta para la misteriosa noche y lo que sus amigos y él pretendían. Rápidamente se pone en pie buscando la ropa entre el torbellino desordenado que es su habitación.

-¡Ya voy, ya voy! ¡Ya estoy despierto! -grita de manera preventiva antes de que su madre vuelva a aporrear la puerta.

Herbert estaba profundamente dormido cuando sonó el despertador. Instintivamente echó la mano para apagarlo, pero lo derribó de un manotazo, arrojándolo al suelo, con lo que cualquier posibilidad de apagarlo y seguir durmiendo se disipó. Gruñó y se revolvió en la cama. Al ruido del despertador se unieron los golpes en la puerta, el cantar de los pájaros, y otros ruidos más bajos que no acababa de distinguir, saturando sus sentidos. 

Finalmente no le quedó más remedio que abrir los ojos. La luz le cegaba por completo y estaba furioso. La pagó con el que estuviera al otro lado de la puerta. 

-¡¡¡BASTAAAA!!!

Su propio grito no mejoró las cosas. Se tapó los oídos y se quedó hecho un ovillo durante unos segundos. Solo quería que el ruido parase. Todos los Ya más tranquilo, se levantó y buscó el despertador que estaba tirado sobre la alfombrilla que había a los pies de su cama. Se puso las gafas, se calzó sus pantuflas y vio los dibujos. Uno le había quedado a medias, así que se sentó y se puso a acabarlo. 

Y allí estaba sumida en un profundo sueño dónde caminaba por un bosque muy bonito, era un sendero muy largo y estrecho, al punto de que cada paso dado ni siquiera se escuchaba por ser un suelo lleno de hierba y barro. No obstante un sonido la sacó de aquel mundo donde Morfeo vela por sus invitados, le costó reaccionar ya que era de esos momentos donde no quieres despertar y solo pretendes continuar con aquel bonito sueño que estaba viviendo. 

Por esa razón es que le costó muchísimo a Delfina siquiera despertar y cuando lo hizo fue con el segundo sonido de la alarma ya que el llamado de la puerta se le pasó por alto. Al incorporarse de la cama con su cabello pelirrojo un tanto revuelto, desvío la mirada hacia la ventana para comprobar que efectivamente no estaba feo el día. Tal vez podía salir un rato. 

Un poco arrastrando los pies se dirigió hacia la ducha y tras un baño medianamente rápido, se vistió como para alegrar un poco a sus padres de forma prolija. Al bajar de la habitación, la tripa le crujió un poquito y no dudó en dirigirse a la cocina para comer algo, como así también saludar a sus padres. 

- Buenos días, pequeño holgazán – contesta tu padre con ese entusiasmo mañanero que el siempre tiene, no recuerdas nunca haberlo visto en un estado distinto a este.

-Mamá, ha tenido que salir antes para Maine, tiene un caso en los juzgados de allí – acto seguido coge la taza de café y le da un gran sorbo. Mira de reojo el periódico que está encima de la mesa, por si alguna noticia puede llegar a interesarle.

En la mesa tienes preparado un pequeño desayuno un bol con leche y tus cereales favoritos.

-Come rápido, queda poco para que llegue el autobús – añade con un gesto un poco más autoritario, mientras señala al viejo reloj que se encuentra en la cocina.

Al entrar a la cocina ves que está tu madre, preparando un buen desayuno pero esta vez, te percatas de que solo hay 4 platos, el sitio de tu padre está vacío.

- Buenos días, pequeño torbellino – dice tu madre mientras te acaricia la cabeza y sonríe.

Tu hermano Mike y el plasta de tu hermano Tom están ya sentados cuchicheando, seguro que no traman nada bueno.

- Hoy no podré llevarte al colegio, tengo que ir antes al médico, papá ya salió hace un rato que tenía que organizar unas cosas de clase- tomo un poco de aire y añade – en poco llega el autobús, desayuna rápido y alistate para estar preparada – mientras te pasa un plato con tortitas recién hechas.

Suena la puerta de tu cuarto y acto seguido se abre la puerta. Es tu padre que viene a informar que quedan pocos minutos para que llegue el autobús.

- Herb, el desayuno está preparado, date prisa en bajar que en breve tenemos el autobús en la puerta y ya sabes como es el conductor cuando le hacen esperar – añade tu padre y esas palabras te llegan tan adentro que tu estado cambia repentinamente.

Acto seguido se marcha y escuchas como baja las escaleras, deja la puerta entreabierta dando a entender que bajas enseguida.

Conforme bajas a la primera planta ves a tu tío que está preparando la comida y ni rastro de tus padres.

- La granuja de mi hermana y tu padre se han ido de viaje unos días, avisando a destiempo como siempre está Jessie- masculla un poco cabreado, nunca le gustó estar con niños de ahí que no tenga niños actualmente.

Coloca en la mesa unos platos y una taza gigantesca de leche caliente y acto seguido suena un “cling”, abre el microondas y son unas tortitas precocinadas que tienen muy buena pinta.

- Bueno, tendremos que comer y ponernos más grandes ¿no granuja?- mientras se echa la mitad de las tortitas en su plato. Acto seguido señala hacia el reloj que hay en la cocina, recordándote que el autobús no tardará en llegar mucho.

Al bajar las escaleras, escuchas ruido de platos que provienen de la cocina es tu madre que está terminando de preparar el desayuno. Tu padre se encuentra sentado en la mesa, tomando café y leyendo el periódico, su rostro parece sorprendido por alguna noticia que ha captado su interés.

Gira la cabeza del periódico a tu cara para decirte -Buenos días, princesa – y vuelve a girar al periódico.

Tu madre se gira con todo los platos llenos de comida, hay de todo unas pocas tortitas, pan de molde tostado y cereales. En la mesa además hay porciones de fruta.

- Buenos días, mi pequeña flor – te dice mientras deja todo en la mesa.

Te hacen recordar que en poco llega el autobús para que te des un poco de prisa a la hora de comer.

-¡Hola papá! Buenos días. ¡Voy!

En ese momento dejó lo que estaba haciendo y echó a correr por el pasillo adelantando a su padre en las escaleras. No se había dado cuenta hasta entonces del hambre que tenía. A mitad de escaleras se detuvo y miró a su padre. 

-¡Te quiero, papá!

Y siguió corriendo escaleras abajo. Sobre la mesa de la cocina tenía preparado del desayuno. Herb detestaba la leche, así que su desayuno por lo general se componía básicamente de fruta, huevos y algo de fiambre o frutos secos. Los sábados y domingos su madre le preparaba tortitas de avena y manzana. Se comió el desayuno con avidez. Iba a salir por la puerta cuando observó un pictograma que conocía de sobra: la mochila. 

Subió las escaleras de dos en dos hasta la habitación y cogió su mochila. Consultó el horario de clases y cogió los libros correspondientes. Y metió también sus dos muñecos de acción favoritos, Ironman y Thor. Y también un libro de lectura para los tiempos libres. Luego bajó de nuevo y salió corriendo a la calle.

Era imposible no levantarse de buen humor con semejante recibimiento. 

—Buenos días— aunque somnoliento y con mucha menos energía de la que demostraba su padre, Oliver le devolvió una pequeña sonrisa.

Saber que su madre se había ido tan temprano hizo que el joven frunciera ligeramente el ceño. —¿Qué ha pasado?— no albergaba muchas esperanzas de que la pregunta fuera respondida. No solían contarle muchas de las cosas que pasaban realmente porque no lo veían más que como lo que era: un niño, y sus padres se esforzaban en protegerlo de todo lo posible.

También se sentó en la mesa para desayunar, echando la leche con cierta torpeza sobre los cereales que habían en el bol, salpicando parte de lo vertido. —El autobús...— repitió como si todavía estuviera medio dormido. ¡El autobús! Abrió los ojos, aumentados por sus grandes gafas, y miró el reloj. —¡Oh, porras!— no era de soltar palabrotas, pero era sabido que los niños de su edad las decían más de lo que le gustaría a cualquiera y todos aprendían oyéndolas de otros. Se apresuró a corregirse mientras miraba a su padre. —¡Perdón! ¡Voy!— no era de comer demasiado, tras dos grandes cucharadas, dejando el bol a medias, se levantó para arreglar la mochila con todo lo necesario para el día.

Una vez llegó a la cocina, le sorprendió en demasía que solo estaban tres de los varios platos que suelen haber cuando los desayunos de por sí, tendían a ser multitud. Aún así, Delfi recibió con una inmensa sonrisa el saludo de su madre y terminó por sentarse al lado de sus hermanos que ya estaban con algo en mente. 

—¿Cuando me unen a sus cosas?—preguntó esperanzada y le prestó atención a su mamá—. ¡Buenos días Ma!

Ya cuando esperó que le sirvan el desayuno, se enteró de que nadie podía llevarla hoy. Así que se encogió de hombros y pensó que sería divertido viajar en el bus hoy, tal vez alguno de sus hermanos iba con ella. 

—No pasa nada, no tengo problema de ir en el bus.

Y se puso a desayunar rápidamente hasta que una vez dejó la vajilla en el lavabo, se fue corriendo con una tostada en la mano que tenía jalea así la iba comiendo en el camino. Tras salir de la casa, aguardó con una sonrisa al bus escolar. 

Al llegar a la cocina, mis ojos se fueron directamente a las tortitas aún humeantes, indicativo de estar recién preparadas. Nada mejor para comenzar la mañana que unas tortitas con sirope de arce. Pero solo unas pocas, que había que cuidar la línea y la forma física; por eso luego lo compensaba con mucha fruta y algún batido detox, que mamá se ha aficionado últimamente a ellos.  

—¡Buenos días! —saludé, enérgica, dejando un beso en la mejilla de mamá y luego me acerqué a papá, con el desayuno en la mano, para dejar otro en la suya. Aprovechando la cercanía, fruncí ligeramente el ceño al detectar su expresión de sorpresa por algo que había visto y curioseé con un rápido vistazo lo que estaba leyendo en el periódico—. ¿Alguna noticia importante, papi? 

Tomé asiento a su lado, escuchando la música de la radio mientras desayunaba de un modo frugal y rápido, que el bus pasaba en unos minutos. Justo sonaba una de mis favoritas. 

El niño se queda un poco parado al pie de las escaleras cuando ve sus padres no estaban ¿Le habían avisado de ello? Tal vez se lo hubieran dicho anoche pero él estaba demasiado ocupado en su mundo como para escucharles. De todas formas, tenía la cabeza en otro sitio como para preocuparse por eso.

Rápidamente se sirve su ración de tortitas y vacía media caja de cereales sobre la leche. Empieza a comer con prisas pero se detiene de pronto, nervioso de expresar en voz alta sus temores.

-Tío Bobby... tú... tú.. ¿Tú crees en el Allouk?

Ya está, ya lo había dicho. Ahora esperó la respuesta con los hombros encogidos, a sabiendas de que probablemente su tío se reiría de él.