Partida Rol por web

Wynna pone un aviso de peligro en grande con su arma en la corteza del árbol caído, lo suficientemente grande como para que cualquiera con dos ojos de frente pueda verla. En tanto Sylvain apunta en su mapa la localización más o menos de la mofeta, es un problema que ya resolveréis en cuanto llevéis el carro de grano a su destino. 

Por lo que corto ni perezosos, volvéis a la marcha, esta vez sin incidentes que reseñas y por lo tanto llegáis al camino principal empedrado. Que se recorre casi recto entre los tupidos arbustos y arboles que le rodean, protegiéndoos del viento , lo que hace que vayáis más rápido. Pronto deberíais poder alcanzar la carreta. ¿Pero que es eso? Cuando lleváis un cuarto de hora caminando por él, podéis ver que al lado del camino hay unas cuantas flechas clavadas en el suelo, cerca del camino empedrado y que a lo lejos se pueden escuchar ruidos de lucha... Parece que alguien está en apuros.

-Bien, lo que nos faltaba, algo se nos ha adelantado- indicó Conn con cierta preocupación ante lo que podría estar sucediendo. –Quizá es la mofeta, deberíamos darnos prisa y hacer algo. Por mi parte me ofrezco a adelantarme un poco y evaluar a la situación-. El ratoncito algo inquieto movía continuamente la cola al tiempo que ya tenia su arco en una mano y su catalejo en la otra.

Sylvain agarró la espada por la empuñadura pero no la sacó de su vaina. La iniciativa de Conn le gustó y le hizo un gesto para avanzar juntos a echar un vistazo.

—Eidos, proteje a Wynna mientras Conn y yo echamos un vistazo. No nos perdáis de vista, ¿de acuerdo? —dijo mientras Conn avanzaba.

La espada seguía en su vaina fuertemente agarrada por el ratón. No saldría de allí hasta que no hubiera un motivo pero tardaría apenas un segundo en hacerlo si se justificaba su uso.

—¿Ves algo? —preguntó a Conn mientras él mismo trataba de otear el horizonte.

Wynna escuchó el sonido a la misma vez que el resto, eran las señales inconfundibles de la lucha. Había sacado su honda sin ni siquiera pensarlo y sus ojos ya buscaban en el suelo con qué cargarla, cuando escuchó a Sylvain. Lo miró un instante, solo un instante, antes de agacharse y recoger un par de piedras que le servirían perfectamente y que metió en un pliegue de su capa.

-Puedo perfectamente ir, tengo mi honda y soy rápida -dijo con orgullo mientras miraba de reojo a Eidos- Y se cuidarme sola -refunfuñó en voz baja mientras veía como Sylvain y Conn se adelantaban.

Pero se quedó allí y esperó, junto a Eidos, a que Sylvain le diera carta blanca para acercarse cuando vieran que es lo que estaba pasando más adelante. Mientras tanto fue localizando más piedras rápidamente, ya que fuera como fuera, le harían falta tarde o temprano.

-¿Tienes un arma? -le preguntó a Eidos pasados unos segundos y tres piedrecitas más tarde. No le había visto ningún arma a aquel ratón desde que se habían visto delante de Gwendoline. ¿Tendría que defenderlo ella si la mofeta u otro depredador se les acercaban? Afinó el oido.... por lo que pudiera pasar.

Mis orejas se mueven rápidamente bajo la capucha ante los sonidos que llegan de más alante en el camino. Frunzo el ceño y mi expresión se torna sombría bajo los claroscuros que perfilan mi rostro bajo el manto.

No respondo verbalmente a las órdenes de Sylvain, simplemente asiento con la cabeza en aprovación, mientras hago lo propio con Conn deseándole suerte con la mirada en su exploración.

Entonces vuelvo toda mi atención ha Wynna y a sus saltitos de inquietud.

- No - respondo secamente negando con la cabeza a su orgullo. - Tú te quedas conmigo -

Comienzo a caminar lentamente hacia las flechas que hay clavadas en el suelo. Me agacho pesadamente y agarro una mientras la olfateo cuidadosamente.

- ¿de quién eres? - pienso*

La pregunta de Wynna interrumpe brevemente mi escrutinio.

- ¿Armas? - pregunto cínicamente sin levantarme. No por mal aprecio, sino porque no quiero incorporarme hasta haber terminado. Mis rodillas ya están cansadas de caminar.

- Querida Wynna, si la mofeta decide volver, o algún otro especimen quiere incluirnos en su dieta, lo único que puede salvarnos es nuestra astucia y nuestras piernas. - Digo haciendo referencia a las dos únicas opciones de combate que tenemos ella y yo ahora misma: correr o escondernos. - Así que, estemos prevenidos: ¿puedes buscar a los lados del camino alguna trepadera sobre un roble? Una hiedra sería perfecta. Y mientras lo hagas, mantenme siempre a la vista. Si no lo haces, significa que habrás ido demasiado lejos.-

-Dame un segundo- dijo Conn al tiempo que observaba a través del catalejo con suma atención. Esperaba no tener que encontrarse con que el envío de granos había sido atacado. Y en caso de que fuera así, quizá la mofeta fuera una de las cosas mas aceptables de entre todas las cosas que podrían llegar a presentarse y causarles problemas.

Eidos olisquea la flecha, pero no saca nada en claro excepto que es de ratón. Lo cual ya sabía, en tanto que la pobre Wynna se muere de impaciencia observando como Conn el explorador y Sylvain el jefe de vuestra patrulla se alejan para tener una mejor panorámica de la acción. Aunque para vuestra suerte, no parece que ningún animal haya decidido meter sus hocicos en la zona.

Conn puede ver con su catalejo como está el carro localizado a una distancia de 4 metros (1 minuto a pie, 15 segundos corriendo con ganas). Parece que alguien hizo un agujero en el camino y que fue camuflado, ahora una de sus ruedas está encallada. Y al parecer uno de los guardias fue a empujar y fue atacado con flechas, ahora se mantiene apoyado en el carro. Los atacantes del carro superan a los guardias por 3, siendo los guardias 6. Lo peor es que los guardias están sufriendo el ataque de los 3 que no están encarados con ellos a través de arcos (Ahi está el porque de las flechas) Si siguen así los guardias lo van a pasar muy mal, si es que sobreviven a este encuentro... 

Conn quedó asombrado, no por que no se lo esperara sino que por el deseo de aventura le había nublado la mente y le había convencido de que se encontrarían con algún tipo de bestia o bestias. Ahora la situación lo volvía a la realidad de lo que era la vida en aquellos días.

Los granos eran un recurso importante y cualquiera que tuviera algo de cerebro intentaría hacer con ellos. Y no solo para poder conseguir el preciado alimento sino para poder sacarle ganancias a tan preciada mercancía.

Volviendo a la realidad, rápidamente le indico a Sylvain que se agachase, era mejor pasar desapercibidos por el momento, por ello hizo la misma seña a Eidos para que intentasen no ser tan visibles.

-Los arqueros los están agobiando, podría salir del camino y atacar a la distancia- indicó señalando su arco al tiempo que con sumo cuidado guardaba su preciado catalejo entre sus cosas. – Eso los distraerá por completo y permitirá que la batalla entre en un balance, luego si usted y los demás atacan súbitamente desde fuera del camino podremos tomarlos por sorpresa y balancear el combate a nuestro favor-. El plan era osado y construido en poco tiempo por lo que quizá necesitaría de una rápida reformulación, no obstante para Conn no había duda en que tenían que distraer a los arqueros al tiempo que ayudaban en el combate; aunque en ello cambia también la posibilidad de distraer a los arqueros para que infiltrándose fuera del camino, Sylvain y los demás les atacaran por la espalda.

Mi rostro se torna oscuro y sombrío ante la descripción que nos da Conn sobre lo que está ocurriendo. Si es cierto, si otros ratones han atacado el cargamento, sólo se perfilan dos opciones: o son vagabundos hambrientos y moribundos que a modo de bandoleros asaltan los cargamentos de grano a fin de obtener sustento de forma ilícita, o bien son agenetes de otra de las ciudades y este altercado puede llegar a escalar a una situación realmente conflictiva.

Por desgracia, a juzgar por el aspecto y la calidad del equipo que estos asaltantes están empleando, la segunda opción cobra más y más peso por momentos.

Mi gesto se vuelve aún más sombrío y suspiro profundamente.

Escucho con interés el plan de Conn, y mis bigotes comienzan a moverse rápidamente intentando depurar detalles y perfilar oportunidades añadidas.

- Cof, cof - una ráfaga de aire del Norte me recuerda que aún falta mucho para el Verano.

- Creo - comienzo a intervenir una vez Conn termina de exponer su plan. - Que Conn está en lo cierto. Hay que acabar con los arqueros primero. -

Hago una pausa, me incorporo, y alzo la cabeza mirando a las finas ramas de enebro cubiertas de nieve que flanquean el camino.

- Y tengo un plan para acabar con los tres de un único golpe. - Alzo una zarpa mientras la otra me sujeta firme al bastón. Señalo el vaivén de las ramas bajas con la brisa matutina y cómo la nieve que se acumula sobre ellas pende tambaleante sobre la estrecha superficie arbórea.

- ¿Véis esa rama? Si Wynn y Conn la impactan con una piedra y flecha respectivamente, la nieve caerá sobre esos malnacidos aplastándolos* - Digo refiriéndome a los tres arqueros enemigos.

- Una vez aturdidos por el frío y la humedad, saltaremos encima suya y mataremos a dos de ellos. - hago un gesto en el aire como si cortarse un cuello. Gesto brutal e inmurino, gesto que nos devuelve a la crudeza de la realidad: matar o morir. - Al tercero lo dejaremos inconsciente para interrogarle después - una sonrisa maquiavélica se perfila en mi hocico.

- Una vez eliminados, como dice Conn, acudiremos en ayuda de los guardas del cargamento y la balanza se habrá invertido. -

A Wynna no le pasó desapercibido que Eidos la había ignorado. A posta o no, su pregunta quedó en el aire, pero pensó que la cuestión es que ella habría preguntado en voz demasiado baja y Eidos no la había escuchado. Así que no le dio más importancia a aquello y puso su atención en Conn y Silvain, más adelante, observando que es lo que pasaba fuera de su vista y qué era lo que sonaba de aquella forma mientras movía nerviosamente las piedrecitas en su mano.

-¿Arqueros? ¿Otros ratones están atacando el carro del grano? -preguntó en voz baja, extrañada al saber que otros ratones estaban haciendo eso- ¿Por qué...iban otros ratones a...? No lo entiendo... -dijo casi para ella misma mientras miraba la reacción de unos y otros, para llegar rápidamente a una conclusión- No son ratones buenos, son ladrones. Vale, ¿qué hacemos? ¡Tenemos que defender el carro! -exclamó con urgencia justo antes de que Eidos tomara la palabra. Lo escuchó atentamente y miró las ramas de los árboles, calculadora y pensativa, sopesando las piedrecitas en su zarpas- Creo que yo podré hacerlo -dijo a la misma vez que preparaba la honda con una de las piedras. Pero antes de lanzarla miró a Sylvain, necesitaba su aprobación para actuar.

Sylvain asintió en respuesta a Wynna. Había estado callado durante unos instantes mientras Conn y Eidos explicaban sus opciones.

—Yo me encargo de ese tercero —dijo desenfundando por fin la espada—. Trataré de colocarme detrás de él para golpearle sin que se de cuenta. No hagáis nada hasta mi señal. Tras ella procedemos según el plan de Eidos. Yo bajaré rápidamente a ayudar y quiero que vosotros, sobre todo tú —dijo dirigiéndose a Wynna—, me apoyéis desde aquí.

»Si lo de la rama falla vosotros tres os encargáis de los dos guardias de arriba, necesito que no den apoyo a los de abajo para equilibrar la balanza. No hace falta que acabéis con ellos, sólo necesito que tengan otra cosa de la que estar atentos. ¿Todo claro?

En cuando tuvo la aprobación del grupo se acercó lentamente hacia uno de los arqueros, aquél que Eidos había señalado. Preparó la espada para golpear con la empuñadura al ratón.

Sylvain miró al grupo justo antes de golpear al ratón que tenía delante. Levantó el brazo e hizo la señal mientras dejaba caer la empuñadura de su espada contra la parte posterior del cuello del ratón que cargaba el arco.

—Ahora —pensó.

Wynna asintió a Sylvain con un pequeño bote cuando le pidió que ella estuviera pendiente sobre todo de cubrirlo. Y asintió tambien al resto del plan.

Tirar a la nieve, que caiga encima de esos... Cubrir a Sylvain... Despistar a todos... y aquí miró a Eidos Y correr si aparece la mofeta. ¡Entendido!

Jugueteó con las piedrecitas que tenía en la mano y colocó una en la honda, lista para dispararla a las ramitas llenas de nieve, y observó como Sylvain se iba acercando a su destino. Lo vio levantar su arma como a cámara lenta.... Pero cuando le hizo la señal con la mano fue como si el tiempo se parara para Wynna. La excitación que había sentido hasta entonces se disipó en un pequeño mar de concentración cuando comenzó a hacer girar la honda, la mirada fija en una de las ramitas cargada de nieve.

La honda cogió velocidad y, de repente, la piedrecita salió volando con rapidez.

Todo paso en unos segundos. Wynna busco un objetivo entre todas las ramas que hay sobre vuestras cabezas llenas de nieve y disparo a una hoja que parecía algo suelta. Sino lo hubieseis visto no os lo creeríais, pero golpeando en una de las hojas cubierta de nieve se produce una pequeña caida de nieve, justa para que uno de los arqueros quede de repente cubierto de nieve que le hace fallar el tiro y tener que quitarsela de encima sino quiere helarse de frio. Cosa que le viene de perlas a Sylvain que aparece a la espalda de los tres y apunta con el pomo de su espada a la cabeza de uno de ellos que con un sonido bastante cómico cae hacía adelante completamente inconsciente.

Su compañero se da la vuelta y os ve a todos por lo que grita a forma de alarma:- ¡Hay refuerzos, coger todos los sacos que podáis y vamonos!- Echa su arco al suelo mientras saca su arma. En tanto que  2 de sus compañeros dejan a los exhaustos guardias, que no pueden defender el carro mientras dos de los truhanes se llevan 2 sacos de comida...

Sylvain se dejó caer hacia abajo para apoyar a los guardias que luchaban junto al carro.

—Dispararles, que no escapen —gritó mientras hacía un gesto con el brazo para que Wynna, Eidos y Conn trataran de detener a los guardias que corrían con los sacos.

La pelea ha sido complicada para los guardias. No son grandes combatientes, aunque si resalten en otras habilidades. Excepto Sylvain que se había enfrentado a retos complicados en este sentido y los ratones que se han enfrentado a él, no han tenido la mínima oportunidad.

Aunque todos han aportado su granito de arena, desgraciadamente no han podido impedir el robo de dos sacas de grano, que darián para que 20 ratones vivieran bien durante unos meses. Al menos las caras agradecidas de los guardias son un consuelo. Uno de ellos, un macho con una armadura ligera y cierta edad a sus espaldas se acerca al grupo, mientras que los demás ayudan a los heridos y empujan el carro:- Gracias, por la ayuda. Lo más seguro que nos hubiesen quitado más sacas del grano y hubiésemos tenido bajas sino fuese por vosotros.- Pero ahora mismo estáis atentos a la respuesta que le de uno de los ladrones derrotados a Sylvain que replica con odio como si escupiese cada palabra:- Como si los guardias no hicieseis la vista gorda...- El guardia se acerca a él y le pega con la zarpa, mientras grita:- ¡No te atrevas a burlarte de este guardia, bien vale mucho más que tú.- El ladrón le mira con ironia y dice:- Mientras vosotros os llenéis con buenos granos poco os importa.- El anciano ratón parece estar a punto de ensartarlo por la referencia...

Sylvain tranquilizó al guardia tratando de destensar la situación.

—¿Por qué dices eso? —preguntó mientras envainaba la espada y ofrecía ayuda al ratón derrotado para levantarse.