Partida Rol por web

Frenni cubrió al grupo con un orbe de energía que en su totalidad no era más que una ilusión, aunque distraería a cualquiera que quisiera perpetrar algún otro ataque furtivo, a pesar de que la Loba, Brennan y Elen intentaron seguir lo más de cerca al intruso, no obtuvieron mas que calles vacías, como si el viento hubiera borrado a aquel personaje, por más que Gealach olfateaba el aire y el ultimo lugar donde divisaron al asesino, no encontraba más rastro que el que había dejado en esa pared.

Ahora tenían muerto a la persona que pudiera guiarlos con facilidad o tal vez descubrir un poco más todo aquello sobre los percances que ha tenido el grupo hasta ahora, solo quedaban dos opciones, fiarse en las palabras de Enzo y buscar el lugar que mencionó antes de morir o regresar a la casa de Lucius y planear el siguiente paso.

Al llegar a la siguiente encrucijada, la calle estaba desierta, como si el arquero se hubiese vuelto invisible o tuviese una forma de hundirse en la propia tierra. Molesto por no ser capaz de seguir el rastro, un aún jadeante Brennan se agachó junto a Gealach y le tendió la mano en la que aún sostenía la flecha que había acabado con la vida de Enzo para que pudiera olfatearla.

La sangre teñía de rojo la piel del hombre, y resbalaba en densas gotas por sus dedos, cayendo al suelo de la calle sin que a éste pareciera importarle, mientras la loba acercaba su hocico. Había algo extrañamente salvaje en la escena, pero finalmente ni siquiera eso funcionó. Tal vez el olor de la sangre de Enzo ocultara el otro olor, más sutil, del arquero, o puede que los dudosos aromas de Freeport fuesen suficientes para borrar cualquier rastro.

-No lo encuentra… -Dijo a Elentirell, mientras se levantaba y miraba a la elfa envuelta en el rasgado vestido de la hechicera. Sonrió ligeramente al verla respirando entrecortadamente por el esfuerzo de la carrera. –Eres rápida.

-Se ha escapado. –Masculló Brennan, disgustado, partiendo la flecha en dos entre sus manos cuando el resto del grupo se aproximó a ellos. –Pero creo que ha dicho suficiente. No creo que el arquero haya podido escuchar la conversación desde tan lejos, pero tampoco creo que esa casa tenga poca seguridad…

-Aun así, si queremos saber quién nos quiere muertos, deberíamos ir. Ya han mandado a unos asesinos. Nada les impide enviar más. –Añadió, con el ceño fruncido, echando una fugaz mirada al cadáver ya lejano de Enzo. - ¿Llevaba algo de utilidad encima?

-Pero tal vez podríamos pasar por la casa primero. Y comer algo. Puede que asaltar una casa sea mejor con menos luz. –De nuevo, miró a la elfa, consciente de su incomodidad con el vestido, pero en esta ocasión fue simplemente sincero. -Y supongo que querrás cambiarte de ropas.

La verdad es que estar en buenas condiciones físicas ayuda, aunque me pregunto cómo una mujer puede estar vestida así y salir a la carrera. Es imposible en todos los sentidos y no veo la hora de regresar a mi clásico atuendo donde tengo mayor rango de movimiento y menos piel para mostrar. Así que mientras nos detenemos sin haber podido atrapar al mirón, incluso dándome cuenta tras haber escuchado a Brennan que su loba había perdido el rastro. Nada bueno. 

—Si, muy rápida. 

No es la respuesta más coqueta que puedo ofrecer cuando tengo todo el vestido enrollado y sujeto con las braguitas para que pueda tener las piernas libres. Incluso luego de ese intercambio visual, no me importa que mis compañeros se estén acercando y lo miro a los ojos estando casi pegada a su cuerpo. 

—Como se te ocurra volver a decir que use un vestido así, no te olvidarás de mí en siglos—amenazo desde la cercanía, incluso como si estuviera rozando mis labios con los suyos—. Ya me cobraré esto. 

Y sin más que decir, regreso a las distancias que antes teníamos y emprendo el camino. 

—Supongo que alguno de nuestros compañeros lo está revisando y otro haciendo bistec de Enzo—respondo a Brennan tras una conversación entre susurros—. Es una buena idea esto de pasar por una casa y cambiarme, necesito mi ropa así puedo hacer mi trabajo bien. 

Luego lo miro a los ojos y le recuerdo algo, lo cual sonrío con malicia mientras le guiño un ojo. Ya tenía la amenaza encima, mucho no podía hacer, solo divertirme ahora. 

Felsom seguía agachado junto al cuerpo de Enzo cuando Brennan le preguntó si el muerto llevaba algo de utilidad encima. El nigromante se encogió de hombros, ya que la respuesta podía ser muy ambigua.

-Depende de a qué te refieras -comentó, mientras comenzaba a envolver las orejas y la nariz para mantenerlas lo más frescas posible-. Si preguntas si tiene algo de utilidad encima, lo tiene. El hígado y los riñones seguro que saben deliciosos si los asamos un poco -Felsom tenía su daga en la mano, cortando el cadáver de Enzo a la altura del abodmen para comenzar a extraerle los órganos que podían resultar sabrosos-. Pero si preguntas si llevaba encima algo que pudiera ayudarnos en nuestra misión, me temo que no tenemos nada. Tendremos que dirigirnos a esa casa.

 La amenaza del arquero de las tinieblas desapareció con una rapidez similar a la de la flecha que había disparado contra la cabeza de Enzo. Frenni dejó de alimentar aquel escudo ilusorio con su música y simplemente se quedó con la mirara en el cuerpo del hombre muerto, que ahora estaba siendo mutilado por el compañero carnívoro. Aquel día había sido muy productivo para Felsom; pocas veces debía conseguir tantas orejas y narices.

- Tienen razón. Volver a la casa será bueno para recobrar energías...

El grupo pronto volvió a estar al completo. Tal y como Hektor había imaginado, el misterioso arquero se había largado con viento fresco, utilizando la oscuridad como un manto bajo el que ocultarse. 

Curioso como era, se acuclilló junto al cadáver de Enzo, que Felsom estaba estudiando cómo despedazar. 

-Es muy curioso, muy curioso. He viajado mucho y siempre me han interesado las tradiciones culinarias de los locales. He visto cocinar orugas, asar saltamontes, una vez vi a una cuadrilla de cuatro enanos de las montañas meterse entre pecho y espalda un jabalí marinado. Pero jamás pensé que encontraría un tipo de cocina así... personas. 

Ufff, se sacudió de encima un escalofrío. 

-¡Yo quiero probar eso!

Brennan Y Elen vuelven con las manos vacías, por desgracia el rastro de aquel asesino desapareció sin dejar más que una calle vacía; por su parte el resto del grupo rebuscaron entre las ropas de Enzo, pero no encontraron nada de valor, algo extraño si era el caso de que tuviera que pagar por su trabajo a los mercenarios; por suerte no había mucha gente cerca del lugar y no iba a ser un problema realizar la carnicería en la que estaba Felsom.

A todos les queda rondando en el pensamiento si acudir a la casa mencionada por Enzo, aunque al final, deciden volver a casa de Lucius para descansar y recobrar energías; al llegar a esta, pueden notar que la puerta esta abierta y que todos los mapas y pergaminos que antes estaban esparcidos, han desaparecido, tan solo queda el mobiliario.

Finalmente, regresaron a la casa, pero fue evidente que no habían sido los primeros en pasar por allí. La puerta estaba entreabierta, y cuando cruzaron el umbral pudieron ver que el interior había sido cuidadosamente saqueado. Con cuidado, dejando que Gealach olfateara el ambiente en busca de algún enemigo escondido, entró para tratar de encontrar algo.

-Alguien se está tomando mucho esfuerzo en molestarnos. -Gruñó Brennan, soltando un bufido, mientras sus ojos se movían por el interior de la casa. La situación empezaba a enfadarle de verdad. -Creo que no deberíamos quedarnos aquí más de lo que tarde Elen en cambiarse. De poco sirve un cubil expuesto.

Se apoyó en una de las desnudas paredes, observando a los demás. Dos hechiceros y un músico. Desde luego, todos habían demostrado habilidades, pero no era exactamente la fuerza con la que uno esperaría asaltar una casa bien defendida. Aunque, por otra parte, a lo mejor se podría usar eso mismo a su favor.

-Podríamos ir a la taberna de esa chica y ver si ha aparecido. O podríamos ir directamente a la casa que dijo Enzo y agradecerles esos mercenarios. Me hubiera gustado dormir algo, pero…

Se encogió de hombros mientras decía esas últimas palabras. Lo cierto es que estaba cansado, pero sabía perfectamente que si decidían pasar al ataque, la emoción de la caza alejaría ese cansancio.

-¿Tú qué piensas, hechicera? -Preguntó con ironía hacia Elentirell, sin volverse, pero se vio interrumpido cuando Gealach le mordió la pierna. -¡Eh!

No fue mucha sorpresa para Felsom divisar que alguien había estado rebuscando en la casa de Lucius, desordenando y tirando todo como si acabase de producirse un gran registro.

-Es evidente que quienes entraron aquí tampoco tienen todas las piezas de este rompecabezas -comentó el nigromante, apoyando la espalda en la puerta mientras osbervaba todos los pergaminos esparcidos-. No creo que Helena haya vuelto a la taberna. Diría que es el último lugar al que acudiría, aunque siempre pudo arrepentirse y regresar con su madrastra, claro... Creo que podemos ir directamente a la casa que nos dijo Enzo. Aunque será peligroso.

Hektor apenas levantó una ceja cuando volvieron a la casa de Lucius. 

-¿Cómo sabéis que entraron? -preguntó con curiosidad. -A mí me parece que está todo igual.

Realmente el hechicero era incapaz de encontrar ninguna diferencia entre la casa que habían dejado aquella mañana y la que se encontraban ahora, al caer el sol. Para el todo aquel caos estaba en perfecto equilibrio, y le provocaba una cierta sensación acogedora. 

Se abrió paso a grandes zancadas entre los muebles astillados, la vajilla fragmentada y los trozos de papel arrugados. Por fin encontró un sitio cómodo en lo que antes había sido un camastro, pero ahora estaba totalmente rajado. Se sentó encima y entrecerró los ojos. 

- No hay nada como llegar a casa después de un duro día de pesca, ¿eh?

 Frenni ve con consternación el desorden que había en la casa y la falta de los pergaminos y documentos, si bien no fuera algo que por el momento afectara su búsqueda. Pero aún así, había gente que estaba muy interesada en que no se supiera que había pasado con Lucius, era notable. El gnomo iba a comentar algo sobre eso, pero la sola mención del nombre de la camarera le hundió en una nostalgia melosa de la que no pudo escapar.

- ¡Helena! ¡Oh! ¿Cómo estará Helena? Por lo menos sabemos que los mercenarios no han ido por ella y no la tienen en la mira, pero... ¡Oh! ¡Pobre aspirante a guerrera! Su destino era la aventura y su familia el obstáculo mayor. Me imaginó que alguien de su entorno debe haberla distinguido y la deben haber llevado contra su voluntad devuelta a esa sucia y triste cocina; con aquella ruda madrasta... ¿por qué el mundo es tan cruel con los sueños de los soñadores?

 El gnomo se acuesta en la cama del desaparecido monje, en una pose dramática.

- Deberíamos ir a por ella. Tiene el alma de una guerrera, algo que falta en este grupo. Si la entrenamos bien, ¡seríamos invencibles!

Gruño por lo bajo. 

—Nada de heroísmo con la chica que quiere ser guerrera, tenemos una situación más importante y no estemos con tonterías de caballero andante. Así que nos vamos a la casa que dijo Enzo.

Y no digo mucho más, estoy algo cabreada por el tema del atuendo y la tontería del gnomo cuando se pone con el asunto de Helena y demás. Luego con mis aires ofuscados, cojo mi ropa y desvío la mirada hacia Brennan, con ese aire tan hostil pero a su vez travieso. 

—Lástima que tu loba no te deja, te hubiera pedido ayuda—digo y sonrío—. Educa el animal. 

Ya con mi dignidad a flor de piel, me dirijo a una de las habitaciones para regresar a mi querido atuendo convencional donde nada de mi cuerpo se puede ver con tanto descaro y tengo mayor rango de movimiento. Lo cual me convierte en lo que en verdad soy y no un intento de zorra con mala hostia. 

Al regresar totalmente vestida, espero que finalmente podamos seguir el rastro que nos dejó Enzo. 

Gealach se prepara para ingresar olfateando profundamente intentando encontrar algún rastro en el aire, su pelaje se crispa por unos instantes mirando fijamente hacia adentro, luego de unos segundos su pelaje vuelve a la normalidad, levanta su hocico olisqueando para volver la mirada hacia Brennan moviendo su cola, realmente para el druida fue extraño el comportamiento de su compañera; por su parte Hektor ingresa a la casa sin más y descarga su cuerpo en el camastro, si la loba sintió algo ahí adentro, ya había desaparecido.

Mientras Elentirell cambiaba su atuendo, se escuchaban unos pasos acercándose a la vivienda, su oído fino pudo advertir que alguien con un atuendo metálico se acercaba, no terminaba Frenni sus palabras y una silueta atraviesa el umbral, pueden ver como el ser da un paso hacia atrás a la par que se escucha el típico sonido del metal cuando se desenvaina una espada; Felsom quien era el más cercano a la puerta puede enterarse que se trata de aquella camarera, de la cual hablaban.

Esta se detiene y baja lentamente su espada descubriendo su rostro el cual escondía levemente tras un escudo, cuando puede ver mejor al grupo, suspira aliviada, -gracias a Heironeous están bien, llevo bastante tiempo buscándolos- la chica en postura relajada ingresa a la vivienda, los más cercanos*, pueden notar que tiene un trozo de tela humedecido con lo que parece ser sangre, alrededor del brazo con el que sostenía su espada, en su rostro también se podía notar una línea de sangre en su labio inferior, como si alguien le hubiere propinado un golpe directo a su boca.

-Cuando vine a buscarlos aquí, encontré a dos hombres que rebuscaban en el escritorio- dice señalando, -cuando se dieron cuenta de mi presencia, me atacaron sin más, supuse que no eran compañeros vuestros y di lucha hasta donde pude, lamentablemente no pude detenerlos, creo que tuve suerte de que solo me dejaron inconsciente-.

Brennan estaba preocupado.

No había sido sólo el hecho de haberle marcado con un mordisco, eso era algo habitual. No, él había visto perfectamente la tensión en Gealach, su reacción de hostilidad hacia… algo. No se trataba de su habitual recelo para con otras hembras, ni tampoco un juego. El hecho de que sólo hubiera durado un instante no lo hacía en absoluto menos preocupante. De hecho, si ese algo era capaz de desvanecerse, o de ocultarse a la loba, entonces era más peligroso de lo que se habían encontrado hasta el momento.

-Aquí había algo hace un momento. Es como si se hubiera esfumado. -Masculló entre dientes cerca de los demás. Si el olfato de su compañera no lo sentía, entonces él no podría seguir el rastro tampoco. Sin embargo, tal vez alguno de sus compañeros pudiera. Los tres habían hecho gala de cierta habilidad con lo arcano. -Es el momento de demostrar que vuestra magia sirve para algo.

Escuchó a Elentirell lanzarle su propia pulla, conteniendo una sonrisa, y terminó de quitarse encima a Gealach, que no parecía demasiado contenta con la situación. Le dio un leve golpecito en el morro, a lo que ella reaccionó dándole un cabezazo que lo sentó en el suelo, y chupándole la cara.

-¿Educarla? -Contestó Brennan a la elfa, mientras trataba de quitarse de encima al animal. Sin embargo, no parecía tener mucho empeño en ello, y reía mientras hablaba. Tal vez fuese la primera vez que escuchaban una risa tan sincera de parte del hombre. -No me atrevería. Normalmente es ella la que me educa a mí.

De pronto, un ruido se escuchó en el exterior y ambos, hombre y loba, se quedaron inmóviles, tirados en el suelo de la casa, mirando al umbral. Un umbral en el que apareció una figura armada con escudo y espada… y que resultó no ser otra persona que la camarera a la que Frenni pretendía ir a buscar.

Helena pronto se lanzó a dar explicaciones para su presencia allí, y dijo que la habían atacado cuando había tratado de ir a la casa. Aún recelosa, Gealach bajó de su posición sobre Brennan y dio un par de pasos hacia la mujer, gruñendo suavemente en actitud defensiva.

-Dos tipos rebuscando en el escritorio… ¿Te han dejado inconsciente y ni siquiera te han robado tus cosas? -Preguntó Brennan, con la sospecha pintada en su rostro, mientras se ponía en pie y se sacudía la ropa. Sus ojos entrecerrados miraban a la herida camarera, tratando de encontrar una explicación para lo que decía. -¿Qué tipo de ladrones son esos? Ni siquiera te han desarmado… ¿Y dónde se supone que estabas inconsciente exactamente? Freeport no parece el mejor sitio para estar tirado en la calle. Sin contar que anoche desapareciste antes del amanecer.

-¿Qué dices, Gealach? -Preguntó a la loba en voz baja, sin dejar de mirar a Helena. -¿Es ella?

 Era evidente que en el grupo no había grandes intenciones de detener la investigación para ir a buscar a Helena; aquella muchacha por la cual el gnomo abogaba con tanto fervor les era indiferente a la mayoría. Sin embargo, no hizo falta convencer a sus compañeros de realizar paradas no queridas, puesto que la camarera apareció por cuenta propia en la puerta de la casa. Con herida en su cuerpo, pero en una pieza.

- ¡Helena! Que bueno volver a verte.... ¡pero en que estado te encuentras, mujer! Espero que no duela demasiado...

 El gnomo, gentil y atento, se levantó de la cama y le ofreció a la chica sentarse en ella. Luego se quedó escuchando las preguntas de Brennan, en lo que era un interrogatorio extenso a una chica que acababa de ser atacada. Poco caballeroso, por decir algo. Frenni iba a abstenerse de hablar, pero la útlima pregunta que el druída le hizo a su loba le obligó a decir algo; por lo menos para buscar un balance en aquella confrontación.

- Compañero, no parece ser una historia demasiado extraña... los sujetos que vinieron a este lugar solo tenían interés en los documentos y los pergaminos de Lucius. Las cosas de Helena eran superfluas para su misión; por lo tanto no se las robarían si no debieran hacerlo. En cuanto a por qué apareció lejos de este lugar... supongo que el enfrentamiento pudo haberse dado después de una persecución, o algo por el estilo. No es muy raro que las peleas se den en movimiento, en especial si son del estilo defensivo. Creo yo... que lo importante es que nuestra compañera se encuentra entre nosotros nuevamente y eso es algo para celebrar.

De algún modo Hektor se había quedado dormido lo que a él le debió parecer toda una noche pero que, sin embargo, no fueron más de dos minutos en realidad. Al despertar encontró la escena del reencuentro con Helena y pensó que todavía estaba soñando. 

El gnomo, que siempre ha tenido cierta debilidad por la camarera, casi flota de felicidad. Sin embargo, el druida desconfía, así como Gaelach, que ruge nerviosa. 

Hektor pensó que quizá Saladino tuviera algo que decir en todo esto. Lo sacó de uno de sus (muchos) bolsillos y se lo posó en el hombro. El roedor dio un par de vueltas al cuello del hechicero y volvió a meterse en uno de los pliegues de su capa. 

-¿Qué dices Saladino? ¿Una espía? -susurró Hektor. -No se hable más. 

Se puso en pie de un salto y lanzó un dedo acusador a la recién llegada. 

- No hay tiempo que perder, ¡es una agente del malvado Nickademus!

No hubo tiempo para pararle. Ni siquiera para asimilar lo que podría estar pasando por la mente del desquiciado Hektor. El maltrecho hombre se abalanzó sobre Helena, con intención de derribarla de un solo golpe.

La loba nuevamente se crispa como al momento que iban a ingresar a la vivienda, el pelaje de su lomo se pone en puntas mientras enseña los dientes con furia hacia la mujer; ésta se levanta lentamente de la silla caminando hacia atrás, dejando ver una sonrisa un tanto extraña, lleva la mirada hacia Saladino y es cuando Hektor menciona sus palabras que un aura de color azul desvela la verdadera identidad de aquella persona. Cuando la ilusión desaparece, pueden observar a un hombre de avanzada edad, de prominente barba y poco cabello; Hektor puede notar por su ropaje, que pertenece a un gremio de magos adinerado, pero el porque estaba allí persiguiéndolos le era intrigante.

El viejo golpea con su bastón el suelo a la vez que menciona unas palabras, -nuvarum ecto- al terminar sus palabras, el pueden sentir como el ambiente se torna más pesado y el lugar se sume en total oscuridad, una oscuridad tan densa que pudiera cortarse con un hacha.