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Muertos Venerados: Rememorando una Rosa Negra - Capítulo 1

Capítulo 1 - Residuos del Dolor (Ariadna)

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28/12/2019, 19:53
Narrador

Capítulo 1: Residuos del Dolor

Domingo, 28 de Diciembre de 2019
Lugar sin determinar.
 

2:30 am

La lluvia da un respiro. La humedad contrasta los colores sobre el fondo gris oscuro, muy oscuro. En un edificio alto de fachada gris, un hombre que para ti es conocido y, al mismo tiempo, no lo conoces de nada mira por la ventana en silencio. Escuchas sirenas de bomberos y deduces que hay un incendio no muy lejos de aquí, pero no te importa. Te duele mucho la espalda y la cabeza, estás vestida con una sudadera extremadamente grande. Necesitas una explicación y esa explicación empieza con un nombre: Marcus.

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28/12/2019, 19:57
Aguilar

-Marcus- Pese a los años, el recuerdo del momento en que nos conocimos se aviva en mi memoria. Observé sus restos, cenizas esparcidas en el salón, junto al sofá... -Tú y yo íbamos a hacer grandes cosas, íbamos a comernos la noche. ¿Cómo hemos llegado a esto?- Pensé. Era mi amigo. El comienzo y el final. Fin de una etapa.

Me aparté de la ventana. No podía irme sin asegurar que no había en nada comprometedor en la casa. Los mort... hay quien nos busca, andan a la caza y cualquier diminuta evidencia en los ojos de la persona indicada. Ya te lo explicaré más adelante.

Al entrar en el dormitorio mi mundo se detuvo. Pese a la penumbra eléctrica vi el tono de tu piel, la palidez de tus labios. -Muerta-. Me acerqué a ti y sentí el el calor residual de la vida en tu cuerpo, una vida que acababa de apagarse. -¿Qué has hecho Marcus?- me pregunté, por lo general era un v...ser cuidadoso que no bebía más de lo necesario por miedo a perder el control. Miré a mi alrededor, en esa habitación no parecía que nadie hubiera perdido el control. Tenía un problema, barrer cenizas es una cosa, pero deshacerse de un cuerpo desangrado es otra muy distinta. Jamás podía imaginar lo que ocurrió a continuación. Sí, desangrado. No me mires así.

Me acerqué a ti, te giré y abriste la boca exhalando tu último suspiro. El olor de la sangre de Marcus que emergió de tu garganta saturó mis sentidos. Se me atragantó una maldición cuando te alzaste como un resorte y empezaste a vomitar... sangre.

Apenas minutos antes de haber recibido la muerte definitiva Marcus debió convertirte... mis pensamientos quedaron bajo demasiadas preguntas que, a su vez fueron sepultadas por el sentido común -destrúyela tras la conversión, hazla cenizas y aquí no ha pasado nada-. Sí, pensaba en destruirte. Borrarte como un mal sueño. Si los problemas se resolvieran tan fácil ¿eh?.

Jamás había experimentado una cambio así más allá de la propia experiencia y eso ocurrió hace muchísimos años. Pero una cosa estaba clara... no iba a ser agradable y no lo fue. Da igual lo que hayas leído o las películas que hayas visto. Morir y convertirte en un monstruo nunca lo es.

Callé mi mente y actué. Sábanas, toallas y todo lo que podía empapar. Me senté y te puse de lado. Ahí fue cuando me cogiste la mano y, entonces, te miré a los ojos. Lo que vi... algún día te contaré lo que vi en tus ojos.

Tu mente racional no comprendía lo que pasaba pero tu subconsciente sí. Sabías que estabas muriendo, pero no lo entendías. El terror y el desconcierto de tu mirada despertaron en mí emociones muy humanas, sentimientos que había olvidado. Me quedé contigo, sujetando tu mano, sosteniendo tu mirada... durante todo el proceso. En cuanto perdiste el conocimiento te llevé al baño dejándote en la placa de ducha. Abrí el grifo mientras convulsionabas. Tuve que meterme contigo para sujetarte o despertarías a todo el vecindario. Te tapé la boca para acallar los gritos. Temblabas, chillabas, convulsionabas mientras todo su cuerpo expulsaba los icores que horas antes te mantenían con vida. Mantendré tu dignidad intacta omitiendo los detalles.

Tardaste una hora y diecisiete minutos en convertirte. Una de las horas más largas de mi no-vida. Me sorprendí al notar mi cuerpo rígido por los nervios... por una simple mortal... por ti. -Pero ya no eras una mortal-. Te lavé mientras buscaba los motivos que me llevaron a quedarme ahí, contigo. Debes entender que soy un monstruo. Se me considera despiadado incluso para los vampiros. Si alguien me contara lo que hice no le creería pero tampoco voy a ofenderte diciendo que fue tu noche de suerte. No lo fue. Fue la peor de tu vida. La última de tu vida. Te llevé al dormitorio y me senté junto a la cama intentando poner en orden mis ideas. En la maraña de confusión, una cosa tenía clara. Después de haber vivido tu conversión, no podría destruirte. Recuerdo que me levanté a mirar por la ventana, a vigilar que todo siguiera en orden, sin visitas inesperadas. -Me has jodido bien- dije en dirección a los restos cenicientos de mi ausente compañero. Noté un movimiento y todas las alertas se dispararon. Te habías levantado de la cama. Ya no eras el cuerpo convulsionante sino la bestia. Tus colmillos eran finos y terriblemente blancos. Tus uñas largas y afiladas. Músculos en tensión. Tus ojos... helaban la sangre. Incluso tu pelo parecía encrespado. De alguna forma eras hermosamente salvaje. Una bestia de la noche, una asesina que no debe volver a salir jamás. Te abalanzaste sobre mí, puse el antebrazo entre tu boca y mi garganta y la fuerza de tu mordida me asustó, lo reconozco. Escuché el crujir de mis huesos. Y succionaste.

Mantuve la sangre fría porque soy un asesino, ya te lo dije. Cuando medí que habías bebido lo suficiente... ataqué. Por eso te duele la cabeza y la espalda. Te vestí con lo primero que encontré y salí de allí prendiendo fuego al refugio de Marcus, en especial, tus prendas, la ropa de cama y las toallas. Eso no engañará a los vampiros del lugar ni a un equipo especializado pero esperemos que no lleguen a enterarse.

Por eso no sientes frío pese a que sólo llevas unos pantalones, una sudadera y estás empapada. Y por eso no has salido corriendo nada más verme, pese a que no me conoces. Ahora tu mente, subconsciente y consciente, mantienen un vínculo más poderoso. Sabes que he estado ahí hasta el final cuando lo que debería haber hecho es...

Tómate tu tiempo. Aquí estamos a salvo, por ahora.

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28/12/2019, 20:55
Narrador

Aquel desconocido tenía un brazo en un cabestrillo improvisado con una corbata. Su mirada era triste y seria, al mismo tiempo. Parecía que acabara de salir de un velatorio, aunque por las locuras de las que hablaba bien podría haberse escapado de un manicomio. Sin embargo, notas que algo en ti ha cambiado. Es cierto que estás empapada, prácticamente desnuda y fría. Pero no tienes frío -¿Será la conmoción?-.

Lo que te decía aquel hombre no tenía ningún sentido y, sin embargo, sentías que podías confiar en él.

-¿Cómo te llamas?- te pregunta para romper el hielo. Ya no mira por la ventana, ahora te mira fijamente con unos profundos  y tristes ojos verdes con motas miel y marrón claro. Su iris es el baile de colores del otoño recién llegado. Tras él puedes a través de los vidrios mojados y, al otro lado, puedes distinguir cada ventana, cada cristal y cada gota de agua en cada uno de ellos refleja las luces de la calle, los coches, los escaparates... y es tan hermoso... -Me llamo Aguilar. ¿Cómo te llamas?- repite y percibes el tono de su voz como si tocaras terciopelo ronco, grave, autoritario, firme. Huele a sangre, a agua, a calle, a fuego, a humo. La madera del suelo, roedores tras la pared de la sala contigua, hueles el baño y la cocina, aunque hace mucho tiempo que nadie cocina nada en aquel apartamento. Hueles las flores en la planta de abajo, hueles el cielo lluvioso sobre tu cabeza, el cemento, los ladrillos. Sabes a qué altura estás con sólo sentir el suelo. Puedes ver, oír y oler todo... menos tu corazón o el suyo. No hay latidos. Posas tu mano en el pecho, no hay latido. Sientes una lágrima furtiva precipitándose por tu mejilla. Aguilar se acerca y la limpia con un pañuelo, te sorprende ver que es roja, roja sangre. -Sí, los vampiros lloramos, pero no tenemos lágrimas. Sólo sangre. En eso te han convertido, cuanto antes lo asumas mejor para todos.- Sus últimas palabras suenan duras e insensibles. Te ofrece el pañuelo para que te lo quedes.

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29/12/2019, 01:08
Ariadna Rikalo

Miraba al desconocido mientras narraba aquella historia de fantasía, la que terminaría siendo la narración de su existencia. No recordaba todo el suceso, pero sí cómo vomitaba sangre y sentía un dolor inimaginable, una agonía tan intensa que hubiera pedido piedad para que alguien le aliviara del peso de la vida. Fue entonces cuando él le tendió la mano y ella le miró a los ojos, clavando sus hermosas pupilas verdes en el varón, haciendo que en ese mismo instante, conectasen.

Ariadna era una muchacha hermosa, con el cabello castaño, largo, ondulado y una mirada intensa de precioso color. La joven más bonita que quizás hubiera visto Aguilar en mucho tiempo. Permanecía callada, asustada incluso, siguiendo el relato sin interrumpir a pesar de que las dudas debían agolparse en su mente, la confusión del despertar era algo bastante común.

Hubo un momento en el que ella pareció sentir vergüenza, cuando él declaró que iba a omitir los  detalles para mantener su dignidad, pero la joven tenía claro a lo que se refería, ya no era ella, su cuerpo se había vaciado por completo y no bajo la intimidad que cualquiera habría deseado para sí en dichas circunstancias. Una hora y diecisiete minutos fue el tiempo en el que apareció un vínculo invisible entre dos desconocidos, mientras ella se moría y él sin vida, le ayudaba a revivir.

- Tú no eres un monstruo… - fueron sus primeras palabras -…no actúas como tal…, tu amigo sí lo era… - dijo de Marcus, una percepción muy personal a la que luego le daría explicación -… y tienes razón en algo, ha sido la peor noche de mi vida… - iba a añadir que por otra parte, también la mejor, pero silenció sus palabras y miró momentáneamente hacia el suelo, en una tímida actitud.

La joven recordaba cuando sintió el hambre, esa ansia interior que te arrastra a actuar sin pensar con claridad, la visión del cuello del hombre sobre el cual se abalanzó encontrando a cambio un antebrazo que le dio la esencia que buscaba, sangre con la que saciarse y apagar su sed. Luego lucharon, el hombre era poderoso, no le fue difícil contenerla y el resultado era el dolor de cabeza que en ese instante le acompañaba, el golpe fue muy fuerte.

- Mi nombre es Ariadna…, Ariadna Rikalo…. – los ojos verdes de ambos se cruzaron en ese instante, ella sentía atracción hacia él, quién le salvó, un desconocido que reconoce que debería haberla matado, aquello era de locos -…¿Aguilar no debería ser un apellido?.... – pregunta ella con curiosidad, determinando que quizás no estaba siendo del todo sincero con ella, exigiendo de alguna manera saber más de él.

La joven no pudo evitarlo, deseaba llorar y no se contuvo, dejando que unas finas gotas de sangre se precipitaran por la mejilla, siendo recogidas en un pañuelo mientras debía asumir su nueva realidad, aquella que le había pillado por sorpresa y le determinaba de que ahora no sabía cómo seguir viviendo. Solo sabía algo, necesitaba desahogarse, contar su historia y explicar que ella no había tenido la culpa de nada, Marcus era un enfermo, alguien que debería haber estado encerrado para evitar lo que había hecho.

- Yo no le provoqué..., no busqué esto... - dijo la joven volviendo a limpiar la sangre de sus ojos -....voy a contarte lo que pasó, no me juzgues hasta entonces... - y dicho esto comenzó su narración.

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Viernes, 26 de Diciembre de 2019
Venecia

No todo comenzó en esa fiesta, ya le había visto antes, durante el último año el caballero de traje elegante y porte distinguido, el varón que respondía al nombre de Marcus, había asistido a cada una de mis audiciones. Así era Venecia, el anfitrión del palazzo indicaba el día y lo más granado de la sociedad asistía bajo invitación privada, tarjeta que yo había recibido con hermosas letras grabadas en pan de oro y unas filigranas engarzadas en las esquinas.

https://image.freepik.com/vector-gratis/letras-invitacion-vip-corona-oro-cintas_1262-14686.jpg

Observé el membrete y vi su nombre, Marcus Cabassi, sabía quien era, no albergaba la menor duda de que me pediría lo mismo que todos los demás, y no era algo que fuera a negar, siempre había disfrutado en dar audiciones privadas, fue así como mi propio padre me presentó en sociedad, mostrando públicamente y en exquisitos colectivos la habilidad que he poseído y perfeccionado desde joven, mi voz.

Asistí pues al evento con un vestido blanco cargado de cristales Swarovski, con mis cabellos recogidos a un lado, dejando que las ondulaciones castañas cayeran en cascada, dando un toque sensual a la par de sofisticado a mi aspecto. Los pendientes que lucía eran brillantes, una herencia de mi madre, y portaba el justo maquillaje para potenciar mi belleza y no estar sobrecargada, abusando solo de carmín en los labios de un subido tono rubí, intenso, llamativo, solo mi boca debía atraer, puesto que mi voz salía de ella.

Fui acompañada de mi padre, siempre estaba a mi lado, quizás porque sabía que en aquellas fiestas los invitados a veces desfasaban, y una criatura hermosa como todos me consideran que soy, podía peligrar en un mundo de vicios y perversidades. Los hombres me desean, lo sé, lo veo en sus miradas, y por eso estaba él para protegerme, a la par que me exhibía con el objetivo de encontrar un pretendiente adinerado, quizás incluso con tierras y títulos nobiliarios, aún en el siglo XXI eso sigue existiendo en determinadas castas sociales, así es mi mundo... o mejor dicho, era.

Me gustaban los palazzos, el ornamento de las telas que tapizan los sillones, el brillo metálico de los adornos que sobre los muebles descansaban, así como el olor a madera de éstos, los colores que desprendían las copas de murano y el sonido siempre constante y elegante de violines de fondo, el glamour, la magia y la belleza..., todo eso y mucho más me evocó aquella fiesta, quizás la mejor de todas a las que había asistido, Marcus era sin duda el anfitrión perfecto y hasta su recepción fue formal, cuidada, impresionante, y por supuesto carente de toda crítica.

Tomó mi mano y la besó con delicadeza, yo notaba la suya particularmente fría, y tras ese gesto me miró a los ojos, recorriendo por mi ser un nerviosismo desbocado, no aquel que se siente cuando una persona se enamora, era un hombre perfecto y aún así me puso en alerta, algo de él no me gustaba, me incomodaba y llegó el momento en el que me pidió cantar. Me negué de inmediato rompiendo el protocolo y la amabilidad, quizás nunca lo reconozca en voz alta pero tengo mucho genio y en ocasiones mal carácter, me cuesta callarme y tiendo a ser caprichosa, quizás sea porque mi madre murió cuando era joven y mi padre me consintió demasiado, pero hasta la fecha no he necesitado cambiar, no me había ido nunca tan mal como hasta ahora.

Marcus se sorprendió por la negativa, y mi padre avergonzado se disculpó, indicando que a las divas como su hija en ocasiones no le vendrían mal unos azotes, era una amenaza vedada, sabía que a pesar de mi mayoría de edad, mi progenitor mandaba y no cantar hubiera desembocado en una disputa donde tenía todas las de perder. Aquel elegante caballero suavizó la situación, riendo sin preocupación, indicando que cantaría, me miró a los ojos fijamente y en ese instante no supe decir que no, en el fondo, deseaba hacerlo. Y así fue cómo me senté delante de mi exquisito público, mostrándome como una muñeca preciosa que observaba con mis ojos verdes claro a Marcus, un hombre que a la par, nunca había dejado de mirarme. Y canté, vaya que si lo hice, pero no una clásica italiana acapella, ni ópera, mi rebeldía pedía negar lo que el público ansiaba, escogí de mi repertorio una famosa canción en inglés de un grupo llamado Evanescence, sin saber en mi ignorancia, que aquellas palabras removían a Marcus por dentro y le invitaban a traerme a la vida, lo que para él era vida y para mi significaría la muerte.

Los aplausos rompieron la tensión de mi padre, había gustado la interpretación a pesar de no ser lo esperado y quizás con un poco de suerte solo me llevaría una suave reprimenda por mi tozudez, pero para qué negarlo, me había quedado a gusto, había vuelto a proceder como me lo pedía mi santa voluntad y había marcado en aquel palazzo que tenía carácter, esa satisfacción personal nadie me la quitaba.

Mi interpretación gustó a Marcus Cabassi, me miraba aún más que antes y en la despedida, a elevadas horas de la madrugada aseguró de que volveríamos a vernos, una promesa que cumplió al día siguiente.

Sábado, 27 de Diciembre de 2019
Venecia

Dormí toda la mañana pero por la tarde había quedado con mi profesora de canto coral para recuperar una sesión de clase que perdí la semana anterior, cuando un resfriado provocó que mis cuerdas vocales no emitieran sonido alguno. Salí de la academia considerablemente tarde, vestía sencilla, con vaqueros y sudadera, debí haberme abrigado más pero subestimé la humedad de la noche, normalmente no salía a esas horas y el descuido podía afectar a mi garganta, lo tenía merecido.

Mis pasos resonaban sobre las piedras que se elevaban por encima del nivel del agua de los canales, atravesé los puentes de la zona de San Marco, había perdido el vaporetto y mi única opción de regresar a casa era en los populares barcos taxi. No había problema, no eran demasiado caros y contaba ya con el gasto.

No le vi venir, se cernió sobre mi persona como el manto de oscuridad que trae la noche, tapando mi boca para que no gritase, acercando su frío rostro al mío, oliéndome como si de un manjar me tratara. Tuve miedo, pánico, mi corazón bombeaba frenéticamente y me revolví con una furia intensa, pero aquel intento de escape parecía gustarle, divertirle…, era perverso, un monstruo nacido de la noche que me llevó, no sabría decir cómo a su hogar, pero no al palazzo de la fiesta, a un sitio mucho más sencillo en dimensiones, aunque no en decoración interior.

Me observó durante horas, me desnudó y acarició mi cuerpo. Era un hombre atractivo y podía haberme atraído de múltiples maneras pero disfrutaba de mi miedo y de mi furia, ambas combinadas para buscar como resultado que me diera la libertad, algo que ya sabía de antemano no iba a obtener, me había secuestrado y sabía quién era él… No fue muy complicado llegar a la conclusión de que mi cuerpo sería encontrado en el canal pudriéndose mientras los peces se daban un festín... Iba a morir quizás después de ser violada, y deseé morir antes de que mancillase mi cuerpo, hecho que nunca sucedió...

Sólo se contentó con tocarme, observarme, me pidió que cantase para él y me negué, me aseguró de que en el futuro sería mucho más sumisa y eso me dio cierta esperanza, no iba a matarme, si había un mañana sobreviviría y pensé cómo podría escapar, pero no sería esa noche, pues antes de que al alba llegara me apresó con esposas metálicas y cadenas a la cama, dejando alimento a mi disposición y un orinal para terminar de humillarme del todo.

Domingo, 28 de Diciembre de 2019
Venecia

Regresó cuando ya había oscurecido y permaneció mucho tiempo mirándome mientras le rogaba que me liberase. Abrí las piernas, quería tentarle para que acabase de una vez con su deseo y me dejara libre, pero no me tomó, me liberó de las cadenas y acarició mi piel.

Le golpeé e intenté escapar pero era demasiado fuerte y me contuvo, fue entonces cuando se aproximó a mi cuello y me mordió... creo recordar que yo a él también, pero todo es confuso. Lo que sí sé es que me dijo que iba a darme la vida eterna, que una criatura tan bella debía estar por encima de la temporalidad, no entendí lo que significaban esas palabras hasta ahora, y aquí estoy contigo Aguilar, escuchando que soy un monstruo cuando ni siquiera creo parte de la historia que me has contado y a la par, no dudo de tu palabra pues escucho todo, siento todo, menos mi frecuencia cardíaca, ni la tuya...

Tengo miedo..., no sé que voy a hacer ahora con mi vida, mi padre debe estar preocupado y la policía estará buscándome... ¿Qué va a pasar en el futuro entre nosotros? ¿Podrías cansarte de mi y matarme?, ¿qué puede asegurarme de que no lo harás?....

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La joven tenía muchas dudas y ansiaba respuestas así como calma moral, al fin y al cabo, aquel día era duro, todos los convertidos lo sabían, y el problema ya no era de aceptación, si no de previsión, ¿qué sería de ella?

 

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29/12/2019, 19:45
Narrador

Aguilar pasó gran parte de la historia mirando por la ventana, hasta el giro dramático de los acontecimientos. Entonces giró apartándose de la ventana y te miró atentamente. No, no atentamente. Ni burlonamente. En su rostro no se reflejaba ninguna emoción. Ni curiosidad, ni irritación... Nada. De no ser porque sus ojos estaban clavados en los tuyos, habrías pensado que se había olvidado por completo de lo acontecido en las últimas horas.

Al terminar tu historia, pareció que iba a hablar pero vuestros oídos captaron el portal y los pasos siguientes. Unos pasos diferentes, decididos. Subió las escaleras y caminó despacio pero sin pausa hacia vuestro apartamento. -Ni una palabra- te dijo Aguilar y dio un paso para colocarse en el centro de la estancia.

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29/12/2019, 19:45
Rubia

Entré y esbocé una sonrisa al verle ahí. -Ya está- dije a modo de saludo justo antes de deparar en "la nueva". -¿Quién esta?- pregunté con mis modales habituales. -Lo que queda de Marcus.- Contestó Aguilar y mis ojos pasaron automáticamente de ella a él... varias veces. -¿Se le concedió permiso?- pregunté. Aguilar no respondió. Tampoco hizo falta -¿Y la traes aquí?-. Tampoco respondió. Igual de autoritario, como si todo lo que él hiciera estuviera bien. -Es una vampira creada sin permiso. Se la van a comer viva ahí fuera.- Sonreí.

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29/12/2019, 19:50
Aguilar

-Lo que queda de Marcus- A sus ojos es la peor respuesta que podía dar pero cualquier otra implicaría un grado de afecto que La Rubia captaría. Dejé que hablar, en realidad me gustaba la escena. Disfrutaba con la confusión. -Se la van a comer ahí fuera-

-No- tajante, autoritario -Es mía- respondí devolviendo la sonrisa de depredador. -Marcus lo sabía. La convirtió justo antes de que muriera.- Miré a Ariadna -La convirtió porque me conoce. Conocía cuál sería mi reacción al descubrirla, pese a los años, pese a todo. Él quería que fuera su venganza, no lo conseguirá. Eso os pone en una situación delicada.- Mis palabras cortaron su disfrute y la tensión en la sala aumentó considerablemente. -Rubia, no juguéis conmigo. ¿Hay algo que deba saber antes de marcharme?-

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29/12/2019, 20:01
Rubia

-Marcus. Incluso muerto no deja de joder.- La conversación debía tener un tono triunfal y, sin embargo... -putos Tremere y sus maquinaciones. Se creen que lo saben todo.- Debía contestar con rapidez -No sé de qué estás hablando, Aguilar.- Comenté, mi mente trabajaba deprisa, buscaba las palabras adecuadas cuando, de pronto, sonrió. -Era una broma, Rubia- dijo -Maldito hijo de puta- pensé. No disimulé la mirada de odio. Dejó sólo media sonrisa y siguió hablando -Déjale algo de ropa. Seguro que por aquí tienes alguno de tus trapos-. A él lo miré con odio, pero si las miradas mataran, ella estaría destrozada. Ahí sentada, empapada. Una niña mimada que no sabe en lo que se ha convertido. -¡Joder!- 

Mi semblante cambió. No es difícil esbozar sonrisas y miradas amables tras años fingiendo en el teatro de la noche. -¡Claro! Vamos, ven conmigo a ver qué encontramos por aquí. Pero yo no uso trapos.- Pasé junto al Tremere, caminé hasta el dormitorio esperando que ella me siguiera y cerré detrás de ella.

-¿Qué te ha contado?- le pregunté rápidamente. Sentía su maraña de sentimientos y me cabreé aún más cuando su mirada se deslizó hacia la puerta -¡Él no! Marcus. ¿Qué te ha contado Marcus? ¿Te dijo algo antes de...?- callé. No lo estaba consiguiendo. -Está bien, tranquila. Debes estar trauma. A ver qué tengo para ti.- Con todo lo que tengo que hacer y aquí estoy, buscando prendas para la puta del Toreador. -Toma, ponte esto. Te quedará bien. Es de marca, pero ya no lo uso.- Arrojé las prendas1 sobre la cama y regresé con Aguilar.

Notas de juego

1Describe las prendas a tu gusto.

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29/12/2019, 20:12
Narrador

La peor noche de tu vida. Pero, al menos, no seguirías vestida con una sudadera mojada. La mujer ni siquiera te ha dejado una toalla para secarte pero una puerta entreabierta da a un aseo. Ahí encontraste una toalla para el pelo que no estaba sucia aunque hacía tiempo que estaba ahí.

Mientras te secabas y te cambiabas los dos seres hablaban al otro lado de la puerta. Comentaban cosas de una revuelta, anarquistas... frases que no tenían ningún sentido para ti. Nada de lo que estaba ocurriendo esa noche lo tenía. Miraste tus manos, frías y pálidas, muy pálidas al igual que tu cuerpo. A medida que constatabas los cambios en tu fisionomía se te cerraba la boca del estómago.

Un portazo te sacó de tus pensamientos. Alguien se había marchado... no fue Aguilar. Éste llamó a la puerta y entró. Te observó unos segundos, luego pensó en las palabras apropiadas mientras avanzaba hacia la cama. No las encontró. No había. Se sentó a tu lado, sumidos en la penumbra. Las luces no se encendieron al entrar pues con la luz que se filtra desde la calle tenías suficiente para ver. Aguilar resolvió por conducirte hacia el aseo y encendió la luz. Te molestó. Te sostenía por los hombros con delicadeza mirando vuestro reflejo.

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29/12/2019, 20:27
Aguilar

Sus preguntas resonaban en mi cabeza. -¿Qué va a pasar en el futuro entre nosotros?, ¿Podrías cansarte de mi y matarme?, ¿qué puede asegurarme de que no lo harás?-. Joven vampira, las respuestas que ahora puedo darte a esas preguntas no te van a ayudar y ni siquiera yo estoy estoy dispuesto a afrontar las respuestas ahora.

-Construyamos nuestro futuro paso a paso. No adelantemos acontecimientos ¿te parece?

Ven. La muerte corrige todo error. Mírate. Las imperfecciones de tu piel, de tus labios han desaparecido. Ya no necesitarás gafas o audífonos. Ésta será tu imagen para siempre. Si te cortas el pelo una noche, a la noche siguiente volverás a tenerlo así de largo, de tu tono, perfecto. No habrá arrugas que surquen tu rostro. Además, ahora eres poderosa. La sangre que fluye por tu cuerpo se doblega a tu voluntad. Puedes enviarla a tu rostro, a la superficie de tu cuerpo y recobrarás el color que tenías antes. Y muchas otras cosas que te enseñaré, a su debido momento.- El truco requería de práctica, claro, pero confiaba en que no le costaría mucho aprenderlo. Sin embargo, debía dominarlo para salir de allí y mezclarnos entre mortales, aunque no hoy. -Tenemos que movernos. Tengo un barco, no nos alejaremos mucho, pero no podemos quedarnos aquí. Creo que a La Rubia no le has caído muy bien.- Sonrío, intento alejar los malos pensamientos de ella. -Háblame de tu padre mientras bajamos. ¿Cómo es?¿Tienes más seres queridos que podrían echarte de menos?¿Amigos?- Su padre: un problema. -¿Qué camino coger?- Mis enemigos serán ahora sus enemigos y su padre puede ser un punto vulnerable. -¿Qué diablos estoy haciendo?- Necesitaba medir, estar seguro de varias cosas antes de decidir.

 

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30/12/2019, 15:34
Ariadna Rikalo

Ariadna narraba la historia mientras su interlocutor miraba por la ventana, ¿acaso no le interesaba lo que le contaba? ¿Para qué le preguntaba si luego no la escuchaba?.... Hubo un momento determinado en el que la bonita joven comprendió que sí estaba atento, pues se giró cuando Marcus hizo su aparición estelar en la narración, pero el rostro de Aguilar no reflejaba emociones y la muchacha no le sabía interpretar y eso le disgustaba. Necesitaba saber que él estaba de su parte, que no le agradaba la barbarie que su amigo había provocado, que rechazaba la transformación de ella porque le había violentado. Pero él solo la miraba a los ojos, y a pesar de la confusión interior de la joven, podía perderse en aquel mar verdoso con motitas marrones miel.

Iba a hablar para decirle algo, estaba segura, pero se escuchaba de fondo el sonido de unos pasos firmes al golpear contra las losas del portal, ¿cómo podía tener una audición tan fina y presentir aquello? El sonido llegaba hasta la puerta del apartamento y el hombre emitió una orden. Ariadna estaba acostumbrada a que su padre le diera indicaciones de ese tipo y públicamente solía obedecer, con algún leve desliz de por medio, aunque en lo personal era bastante más peleona, si le pedían silencio, ella hablaba, provocadora, y es que tendía medir muy bien los límites de la paciencia de los demás, pero no en aquel momento cuando no sabía quién era Aguilar, cuando no intuía siquiera quien estaba abriendo la puerta y más cuando sentía un miedo atroz por el futuro.

Una mujer rubia bastante atractiva entró en el hogar, mirando a Ariadna con extrañeza y recibiendo una explicación por parte del varón. A la recién convertida no le gustó la respuesta de su benefactor, ¿al final en esta vida ya no iba a ser jamás Ariadna Rikalo si no “lo que quedaba de Marcus”? Se sentía ofendida, al fin y al cabo ella no conocía el universo donde iba a embeberse, no intuía las intenciones de cada cual, era como una niña perdida en un mundo de adultos intentando cuadrar las conversaciones, pero sí supo algo, que ella debió tener un permiso de tipo alguno que no tenía y eso parecía divertir a la rubia. No era una buena persona, cada poro de su piel se lo decía.

Ariadna miró por el gran ventanal hacia la calle, fue momentáneamente y justo en la frase “se la van a comer ahí fuera”, como si el exterior tuviera algo maquiavélico que pudiera llevarle a la destrucción, dudando la joven de su seguridad, a pesar de escuchar de los labios de Aguilar que eso no iba a suceder, que era suya… ¿Suya?... ¿Se la consideraba pues una posesión del primero que la encontrase?... Otra respuesta que a la joven no agradó y le provocó sentir de nuevo miedo de ese desconocido que, por una parte, le había salvado y por otra, actuaba como si ella fuera un juguete que pudiera pasar de mano en mano… ¿Y si él no era mejor que Marcus?... ¿Y si había llegado al hogar de Cabassi para divertirse con él a costa de ella?... La historia no era nítida y ella pensaba cada vez más, y por cada nueva línea de pensamiento surgía una nueva incógnita, un reciente miedo y mucha más confusión.

Ariadna no entendía el por qué la convirtieron y qué deseos tenía Marcus de que la encontrase Aguilar, ¿por qué se la consideraba una venganza? Y ¿por qué la rubia estaba en una situación delicada?... La otra mujer se sintió de repente incómoda, pero la joven recién convertida, no entendía el trasfondo de la situación, pero sabía que los mares de aquel apartamento eran profundos y el odio palpable.

Ariadna fue hacia la rubia cuando se lo indicó, iban a prestarle ropa pero aquella sonrisa de ángel no la engañaba, era un demonio al que deseaba tener bien lejos o como mínimo bajo control, su propia presencia para ella parecía como una afrenta y su ansiedad se dejó ver cuando le preguntó a la joven de ojos verdes qué le había contado Marcus antes de morir.

- Marcus dijo muchas cosas…, es difícil recordar... - dijo Ariadna como respuesta a la rubia extraña mientras cogía la ropa y se sorprendía al ver los modelos que la fémina lucía, prendas que ella misma podía vestir pero en contextos festivos y nunca para dar estando en perfecto estado -… Gracias… - comenzó a decir quedando completamente sola, decidiendo que era el momento adecuado para arreglarse, mirando las prendas que le habían facilitado -… No me lo puedo creer…

Ariadna miró con sumo desagrado el pantalón y la chaqueta que le había dado la rubia, era un modelo de Versace, quizás el más hortera y llamativo que tenía en todo el armario, hasta le costaba trabajo creer que en algún momento de su vida se hubiera puesto eso aquella mujer. La joven entendió que era una manera muy sutil de humillarla y hacerla llamativa para cualquiera que a su lado pasara.

La peor noche de su vida y casi prefería estar mojada que llevar ese tipo de atuendo, Ariadna era una muchacha de buena familia pero tendía a ser discreta, excepto en las audiciones donde el rol precisamente consistía en destacar, pero cuando salía a la calle prefería ropa cómoda, vaqueros o pantalones negros, siendo una chica más al pasar a pesar de que por alcurnia podría haber lucido otro tipo de prendas.

Tras hacerse con una toalla y secarse, la joven se vistió, escuchando palabras sueltas de la conversación que surgía entre los dos vampiros. La carga emocional de Ariadna estaba al límite y eso nunca implicaba nada bueno, no llevaba bien el exceso de estrés y en ocasiones explotaba en un incontenido genio. Juventud y poca experiencia, eso era algo que le caracterizaba a la muchacha, algo que si no tenía paciencia Aguilar, podría ser el fin de la relación que parecía iba a tener con ella y que la joven aún no tenía claro en qué consistía.

Mirar sus manos le incomodó por la frialdad y la palidez, no veía nada bueno en aquel cambio y contuvo sus lágrimas al escuchar cómo llamaban a la puerta de la habitación.

- Puedes entrar, estoy vestida… - dijo ella sentándose en la cama, completamente derrotada, pudiendo visualizar lo que había alrededor a pesar de la escasa iluminación circundante.

Aguilar le tomó de la mano y le llevó hacia el aseo, la luz era molesta, pero le daba calma la sensación de tenerle cerca y ver ambas imágenes reflejadas en el espejo. Otro tópico, Drácula no se reflejaba en las superficies pulidas, pero aquella historia de Bram Stoker era fantasía y aquello tan real como vivirlo en sus propios huesos.

Ariadna afirmó con la cabeza cuando le dijo que construirían juntos el futuro, pero estaba asustada y confusa, desconfiaba de todo, incluyendo a Aguilar por las palabras emitidas a la rubia mujer donde daba la sensación de que ella era una molestia en el camino de todos. El hombre comenzó a explicarle los cambios anatómicos que tendría su fisiología, siempre eterna, siempre bella, siempre pálida y siempre muerta, decía un pequeño rincón de su mente. Sintió un escalofrío tan solo de pensarlo.

- Poderosa…, no me siento así cuando escucho que necesito tener un permiso de alguien que intuyo no tengo, ni cuando se comenta que me van a comer viva ahí fuera, ni cuando me entero de que soy de tu propiedad… - dijo ella mostrando parte de su genio por primera vez, aunque estaba aún así contenida -…Vuelvo a estar secuestrada, solo que esta vez sin cadenas en las manos, mi miedo ya es suficiente soga…

Posiblemente el hombre se enfadase, pero… ¿qué era lo peor que podía hacerle?..., al fin y al cabo ya estaba muerta….- ¿Para qué necesito mostrar un bonito color en las mejillas?... Se supone que así soy perfecta… - La novedad de su transformación no le había gustado en absoluto porque no tenía nada que le atase a su nuevo ser, más que aquellos ojos verdes varoniles que de alguna manera le atraían hasta límites insospechados.

El varón comenta que debían salir del apartamento y sus sentidos se pusieron en alerta cuando dijo que tenía un barco. ¿Irse con un desconocido mar adentro alejándose de su mundo, de toda su existencia conocida?.... Fue el primer momento donde pensó que quizás una salida probable era huir de él, correr, perderse en la inmensidad de la noche para regresar a casa con su padre, él la escondería, la protegería, cuidaría de ella… Y fue entonces cuando Aguilar le preguntó por él y la joven mintió, pero con su escasa experiencia haciéndolo el hombre se daría cuento de ello, más sabía el diablo por viejo que por diablo.

- Me echarían de menos muchas personas, es un hombre influyente pero ahora está fuera del país… - dijo la joven a la defensiva, algunas personas sí la extrañarían, sobre todo su profesora de canto y algunos compañeros de la universidad, su padre y sus abuelos maternos también la buscarían -... Aguilar..., ya has hecho tu parte, ya me has sacado de donde estaba y te lo agradezco, pero creo que lo mejor será que regrese a casa..., tú evitas el problema, y yo..., intentaré hacer mi vida... Además a tu novia no le hago demasiada gracia y no tengo interés en ser su diana..., te debo una, ya te la devolveré en el futuro... - intentaba sonar segura de sí, buscaba una alternativa para alejarse, y si el hombre tenía cierta experiencia con las mujeres, sabría que su miedo y confusión podía llevar a la joven a un intento de escape o agresión sin sentido, debería estar preparado para todo porque podría sorprenderle, y quizás no gratamente.

Cuando llegase a la calle además vería una realidad incómoda, el nombre de Ariadna Rikalo Mancini ya salía en las noticias locales con grandes titulares y dejarse ver junto a la joven un problema que podía dar lugar a repercusiones aún mayores.

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03/01/2020, 16:28
Aguilar

- Poderosa…, no me siento así cuando escucho que necesito tener un permiso de alguien que intuyo no tengo, ni cuando se comenta que me van a comer viva ahí fuera, ni cuando me entero de que soy de tu propiedad… - la muestra de temperamento me agrada. Mucho mejor que la desesperación o la tristeza -…Vuelvo a estar secuestrada, solo que esta vez sin cadenas en las manos, mi miedo ya es suficiente soga…- Sujeta en el espejo niego con la cabeza -Eres mi responsabilidad desde el momento en que decidí compartir tu conversión, pero no eres un objeto que pueda poseer. Además, el que necesitaba permiso era Marcus para crearte, no tú.

Sí, estas secuestrada, pero el secuestrador no soy yo. Ahora está aquí- y posé el dedo en su pecho, a la altura de su corazón. -Es hielo abrasador, es fuego helado. Herida que duele y no se siente. Es un soñado bien, un mal presente. Enfermedad que vence si es curada pues sólo con la muerte definitiva podrás hallar la paz.Esa frase fue un susurro, una salmodia aprendida muchos años atrás que repetí más para mí que para ella.

No aplaqué su temperamento con mis palabras y rompimos el contacto saliendo del baño -¿Para qué necesito mostrar un bonito color en las mejillas?... Se supone que así soy perfecta… - fruncí el ceño y mi mirada se endureció -Para que los que nos cazan no te identifiquen. Para que los otros vampiros no se den cuenta de que eres una de ellos, pero mucho, muchísimo más importante y escúchame bien pues sólo te lo voy a decir una vez. Para mantener el secreto de nuestra existencia como lo hemos estado haciendo durante toda la historia de la humanidad.- Mi voz adquirió la frialdad y la seriedad adecuada del que adoctrina. -Puedes violar muchas reglas, pero no esta.- Sentencié.

Caminamos hacia la salida y la escuchaba hablar mientras descendíamos a la calle. Un silencio tenso se produjo entre nosotros. Al otro lado del portal, en una farola, ambos vimos el folio pegado con cinta adhesiva: desaparecida. -Deben estar muy preocupados por ti- dije con semblante sombrío. -Tienes razón. En este mundo no hay nadie mejor que tus seres queridos para cuidarte.- Alcé la vista y la miré con mirada fría -Jamás volverás a verme. Tu padre no creerá en lo que te has convertido y, por la mañana, cuando te llegue el letargo diurno no habrá tomado las precauciones adecuadas y te abrasarás al sol.- Hice una pausa mirándola. La intensidad de mi mirada contenía sus lágrimas -Aun suponiendo que tomara las precauciones necesarias, sentirás un hambre voraz, atroz. Los alimentos o líquidos que tomes los vomitarás incapaz de digerir algo diferente a la sangre- me descubro el brazo en el que ella mordió. Los huesos ya han empezado a soldarse pro la piel y el músculo aún están aplastados, morados, con dos hendiduras que encajan perfectamente con su boca, con sus caninos. -Y una noche, perderás el control cegada por la bestia. En ese momento tu padre entenderá en qué te has convertido pero será tarde. Despertarás con los cuerpos de tu familia destrozados a tu alrededor, desnuda y bañada de rojo. Tu hogar destrozado, tus seres queridos desangrados y sólo tú serás responsable.- Hice una pausa -Ve, recorre el camino por el que jamás volverás.

-¿Cómo podía hacerle entender que los únicos perjudicados de su regreso son sus seres queridos?- Estaba dando demasiadas explicaciones a una neonata recién convertida. Abrí el portal y salí al frescor de la noche. Volvía a llover. Pero en lugar de caminar, me quedé quieto. Me giré hacia ella y deparé en el tono de su piel, de sus ojos y el desconcierto de sus emociones. Estaba perdida y sólo quería un lugar conocido para encontrarse. -No- Dije ofreciéndole mi mano -Tu vida ha terminado y te vienes conmigo. Lo haces por las buenas o por las malas y ten en cuenta que si eliges ir por las malas no iré a por ti- deslicé la mirada hacia el cartel de "Desaparecida" -Puedo hacer que los que te buscan vengan a mí. Aunque preferiría no hacerlo.- Por primera vez, dejé el tacto a un lado y aguardé a que digiriera bien la amenaza.

 

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03/01/2020, 21:49
Ariadna Rikalo

Muchos de sus pensamientos extremos eran respondidos por el hombre dejándole claro algunos matices de su nueva realidad. Era responsabilidad de aquel hombre que había permanecido a su lado durante aquel momento agónico de cambio, cuando sentía que todo su cuerpo convulsionaba y sus fluidos internos tendían a escapar por la más cercana vía al exterior. Y ella eso lo recordaba, no le mentía, indicándole además que el permiso para poder convertirle debería haberlo solicitado Marcus, y no ella, quedando exenta de dicha responsabilidad.

Hablar de secuestros les llevaba a puntos de vista diferentes, ella viendo lo mundano, pues no hacía demasiado era una joven normal dentro de su contexto social elevado, y él hablando de lo que implicaba la conversión, donde los deseos y la insatisfacción de su ser convergían hasta el mismo punto, dejando a la criatura indecisa sobre si aquella transformación era un don o una maldición, lo primero para las mentes jóvenes que ansiaban poder, lo segundo para quienes habían vivido lo suficiente como para reflexionar sobre ello y ver los filos de la navaja. Y en medio de la vorágine, Ariadna, la cual no había pedido nada de ese nuevo mundo al que le habían arrastrado, ¿cómo desarrollaría su psique alguien así? ¿Se odiaría con el devenir de los años o levantaría la cabeza orgullosa buscando un objetivo para que su existencia tuviera algún tipo de plenitud? Solo lo sabrían en el futuro, si aún continuaban juntos...

Aguilar pasó de ser comprensivo a adquirir una pose más dura, la de alguien que adoctrinaba y no admitía tonterías al respecto, y ella, joven aún como era, se calló por respeto a la edad y porque no le tenía aún cogida la manga al varón, no sabía hasta donde podía llegar y tampoco quiso averiguarlo en ese momento porque le daba informaciones nuevas que ella bebía, ansiosa de saber, tanto como hacía un tiempo era necesidad de sangre.

- ¿Hay gente que nos caza?... - preguntó sintiendo cierto grado de temor - ¿Son muchos?..., ¿cómo podemos reconocerles?... - aquí volvía un clásico, era algo que no le gustaba pero aquello era mejor que morir, la muerte le asustaba como a todo mortal, aunque no fuera consciente de que ya no lo era -...Si nuestro secreto no lo sabe nadie..., ¿cada vez que comemos matamos?..., si tomamos sangre de alguien esa persona sabe que no somos..., normales..., ¿no?..., ¿cómo esconderse entonces?.... - preguntó con toda la lógica del mundo comprendiendo que ni su padre ni sus amigos, al final debían saber qué era, si no quería matarles de un infarto -... ¿qué sucede si le digo a mis seres queridos qué soy?....

Ariadna miró el cartel que mostraba su rostro y su semblante mostraba que por dentro estaba destrozada, aleccionando Aguilar a la joven sobre las posibilidades que ante ella tenía, si volvía a casa y su padre no era cuidadoso con ella, moriría abrasada con el sol, pero eso no era el mayor de los problemas, saber que el hambre despertaría a su bestia interior y que quizás atacase a su propia familia se le tornaba tan doloroso que de manera consciente supo que no podía hacer aquello a quienes amaba, y menos después de ver el efecto que su mordida provocó en el hombre que le acompañaba.

- No te vayas.... - dijo casi como una súplica cuando el vampiro le animó a que regresara a su casa y es que la joven podía ser muy razonable con las pruebas por delante, y qué mejor indicio que mirar la marca de los colmillos sobre el antebrazo para no desear aquello sobre el cuerpo de su padre, comprendiendo la muchacha que no tenía más salida que confiar en el varón, aunque en el fondo deseara correr sin rumbo -...Yo....

La joven dudaba cuando el ultimátum le hizo tomar la mejor decisión de su no vida -... Voy por las buenas, pero por favor..., deja a mi familia en paz..., no les hagas nada.... Seré lo que quieres que sea..., pero déjales seguir su vida... - aunque sabía que su padre jamás viviría después de aquello, su hija no tenía motivos para huir, sabría que la habían llevado a la fuerza y nunca dejaría de buscarla.

La joven desde ese momento caminaría con la cabeza agachada por las calles mojadas, teniendo claro según las últimas informaciones que iban a estar en medio del mar.

- ¿Hacia dónde nos llevará tu barco?... ¿Hay algún destino que tengas en mente?... - le miró de soslayo temiendo encontrar la mirada severa de hacía instantes o la no respuesta como compañera de viaje, al fin y al cabo él ponía las normas y ella debía obedecer, no solo por su bien, por el de todos aquellos que dejaba atrás.

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12/01/2020, 10:45
Aguilar

-Poco a poco. No quieras saberlo todo en una noche- miro con atención a nuestro alrededor. Contando a las personas en la calle. Su olor los delata como mortales pero había demasiadas sombras y escondites. -No vamos a ninguna parte. El barco es un lugar seguro donde poder resolver todas tus dudas pero no tengo intención de abandonar Venecia por el momento.- Guardé unos segundos de silencio mientras avanzábamos y añadí -Hay cosas que los dos debemos hacer antes de marcharnos. Yo tengo unos asuntos que resolver y tú tienes que pensar cómo vas a afrontar tu nueva existencia y qué vas a contar a tu familia para que dejen de buscarte.- Me detuve y la miré fijamente -Asegurándote de que nadie pueda chantajearte usándolos.- Vi la punzada de dolor que produjeron mis palabras pero debía pensar en ello.

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12/01/2020, 10:52
Narrador

Aguilar no volvió a hablar el camino que restaba hasta su barco. Su hogar. Su refugio. Mientas tanto, tuviste tiempo para pensar y ordenar tus ideas.

Apreciaste el alivio que sentiste al notar que en sus palabras había posibilidad de volver a ver a tu padre, de despedirte, de darle razones, de evitar de alguna forma que pase el resto de su vida buscándote... pero no tenía sentido pensar aún en qué le dirás. Demasiadas preguntas sobre tu nueva naturaleza, sobre la realidad del mundo que te rodea. Necesitas datos. Por lo que tus pensamientos cambiaron a la observación.

De vez en cuando te quedabas un paso por detrás y lo mirabas. Con tus sentidos agudizados, habías visto en el espejo la perfección de tu piel tras la conversión. En cambio, su rostro, tiene algunas arrugas de expresión. Las patas de gallo propias de alguien que, en vida, sonreía mucho. Su tono de piel es oscuro, propio del sur de Italia, de la costa mediterránea. Su andar es firme, como el de un profesor que se dirige a su clase... no, como un profesor no, como el director de Universidad. Tiene un porte elegante a la par que se nota que carga con responsabilidades. -¿Habrá sido profesor en otra vida?-

Sus manos eran las de un pianista. Dedos finos, ágiles y fuertes.

Sus ojos escondían muchas experiencias y un profundo conocimiento de las cosas.

-¿Quién fuiste?¿Quién eres?-

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12/01/2020, 11:14
Narrador

Domingo, 28 de Diciembre de 2019
Puerto deportivo de Venecia

4:40 am

El navío de Aguilar es un velero de tamaño medio. Un Mikado 57 (según descubriste más adelante) llamado Aurora. Allí, atracado en el muelle pasa asombrosamente desapercibido. Un navío más entre la maraña de mástiles que se alzan al cielo.

-Aquí es- te comenta al llegar caminando hacia la pasarela -Aurora- pronunció su nombre sin ceremonias. No te pasó desapercibido que, como otros barcos, había luces encendidas tanto en cubierta como filtrándose desde el interior.

 

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12/01/2020, 22:34
Ariadna Rikalo

Aguilar se tomaba su tiempo con las respuestas indicando que poco a poco sería la manera en que ella adquiriría los aprendizajes, haciendo que la joven suspirase ante tanto desconocimiento, pero era observadora y se percataba de la mirada atenta de su acompañante por la calle, como si controlara a cada viandante, vigilante, como un cazador que busca la mejor de sus presas.

Ariadna suspira al saber que no iban a abandonar Venecia, su hogar, la ciudad que más amaba en el mundo a pesar de que había viajado lo suficiente como para poder comparar con algunas capitales europeas. Ambos tenían obligaciones antes de irse, las de él las desconocía, pero ella tenía que tomar serias decisiones, plantear a su familia alguna mentira para que supieran que estaba bien y sobre todo, intentar desvincularse de ellos... ¿Cómo podía hacer eso sin destruirse por dentro?... Era lo peor que le podían haber dicho nunca, y tan duro le resultaba que estuvo parte del camino completamente callada, sumida en sus pensamientos y sufriendo como nunca antes lo había hecho.

La joven le observó, él era como música, fluía con el ambiente, aparecía de repente como el inicio de una canción, tenía silencios y a pesar de no entender la clave que daría la entonación, supo que tarde o temprano comprendería su cadencia, su ritmo y puede que interpretara toda la partitura. Era cuestión de tiempo.

- ¿Por qué tu piel no es tan perfecta como la mía, Aguilar?... - preguntó casi de improviso, quisiendo saber mucho más sobre la naturaleza del hombre -...tienes.., marcas de expresión.... y..., bueno..., deduzco cosas de ti por cómo te comportas, pero... siento curiosidad... - y le venía bien hablar de él, así no hablaba sobre su gran problema, el de su familia -...¿quién eras antes de ser lo que eres ahora?....

Habían pasado más de dos horas desde que la recogiera y ya estaban en el velero, el refugio de aquel hombre, una embarcación preciosa de nombre Aurora, posiblemente porque era el sitio donde siempre estaría el varón con las primeras luces de la mañana.

- Hay alguien en el barco..., ¿tu....pareja quizás?... - preguntó la joven Ariadna y es que ella asumía que Aurora era nombre de mujer, y un homenaje a una amada el poner su nombre en un navío, pues eran vehículos que se amaban cuando de lobos de mar se trataban -...Es una preciosidad.... - dijo la joven completamente impactada y es que ella nunca había pisado una embarcación como aquella, dentro de su contexto social la navegación no era uno de los puntos fuertes.

La joven aún no había querido mencionar el tema de su padre. Era complicado que éste viera a Ariadna y le dejase marchar por el mundo sin un buen motivo que le disgustara lo suficiente como para poner tierra de por medio. Pensó en presentar a Aguilar como su amante, aquello sin duda disgustaría a la familia, tradicional y de círculos sociales estrechos, pero ¿sería suficiente como para que no volvieran a hablarse nunca?... Sentía opresión en el pecho, ¿o acaso era la conciencia quien no le permitía ser feliz?... En cualquier caso siempre había sido una buena chica y su nueva realidad le llevaba a romper con lo que más amaba, su familia.

El rostro pálido y hermoso de la muchacha estaba serio, sumida en sus pensamientos, mientras los ojos verdes de la mujer se posaban en los del vampiro que le había acompañado de vuelta a la vida, él leería en la joven la necesidad de afecto, de seguridad, de comprender finalmente cuál sería su destino final, o al menos, el más inmediato, aquel que por ser aún demasiado humana en pensamientos, no sabía resolver.

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13/01/2020, 20:24
Aguilar

-Mi piel, mi pasado... yo- Se está fijando en mí. Su atención es una buena cualidad, pero la curiosidad puede matarte. Dejo que hable sin responder, queriendo comprobar hasta dónde va a llegar. Me complace su razonamiento. Perspicaz, avispada. Sin embargo me detengo bruscamente cuando alude a que mi pareja me espera en ese barco. Controlo la chispa que se enciende en mis ojos aunque no la dureza con la que siguen mirando al frente -No vuelvas a precipitarte en tus conjeturas. No cuando la evidencia va a revelarse por sí misma en unos minutos.- 

-No, cuando no conoces suficiente de la otra persona y tus palabras puedan abrir heridas hace tiempo cerradas.- Y no es que duela el amor perdido, no solo eso. En este mundo uno no puede permitirse el lujo de amar.

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14/01/2020, 19:41
Valeria

-Otra infructífera noche en vela- comento con desagrado. -No lo soporto- Me paseo por la cubierta dando rápidas y caladas al cigarrillo. La presión del humo en mis pulmones al inhalarlo es un placer que necesito para aliviar la tensión.

Él siempre va a lo suyo y nosotros detrás. -A veces me siento como su criada.- Comento en voz baja con visible resignación. Mi compañero, el empollón chupaculos me mira serio, veo la sentencia en sus ojos, juzgándome. Inspiro hondo y expulso el humo. -No deberías hablar así- me dice volviendo la vista a su libro. -¿Qué está leyendo ahora?¿Hebreo? Vaya cerebrito- Pongo los ojos en blanco y miro el horizonte. En esta noche nublada el cielo se confunde con el mar.

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14/01/2020, 19:46
Esteban

-No deberías hablar así- digo a mi compañera. No sé qué vio en ella es... demasiado impulsiva. Bajo la mirada al libro y finjo seguir leyendo. Cuando se gira para mirar a lo lejos la miro. Miro su cuello, sus tatuajes, su pelo corto. Siento el rubor en mis mejillas y, entonces, decido concentrarme en mi lectura cuando escucho alguien subiendo por la pasarela.

Alzo la vista y lo veo a él. No viene solo.