Partida Rol por web

- Lo que voy a decirte ahora te puede dejar... aturdido. Es posible que todo lo que te haya dicho antes te parezca una burda broma, pero no es así. - La sonrisa desaparece de su rostro y te mira con severidad. - No soy un hombre al que le guste perder el tiempo, Wilhem. Tengo muchos asuntos que atender, y aun así he dedicado una noche a confirmar mis sospechas de que eres el hombre perfecto para lo que necesito.

Sus dedos tamborilean en el sillón mientras piensa en lo siguiente que va a decir.

- ¿Qué me dirías si te contara que los Vampiros existen, y que yo soy uno de ellos?

¿Qué?

pensó Wilhem al escuchar las palabras del cliente. ¿Vampiros?¿A qué venía eso?. El señor "A" parecía a primera vista un hombre serio, aquello que había dicho había dejado al abogado descolocado totalmente.

Vamos a darle el beneficio de la duda, quizá sea un poco excéntrico, no quiero perder una buena oportunidad de negocios y dinero por una mala contestación. No quiero contrariarle. Veremos por dónde sale, le daré cuerda.

Krauser se aclaró la garganta antes de contestar.

- Lo que me dice es un poco... inusual. Como usted comprenderá, necesitaría pruebas para creerlo.-

le dijo sin perder la compostura.

El hombre se ríe.

- Una reacción bastante típica, pero si no crees, las pruebas no servirán de nada. ¿Has visto Entrevista con el Vampiro? Un imbécil que se fue de la lengua, aunque ya cobró lo suyo. Soy un hombre poderoso, no tengo necesidad de mentirte. ¿Quieres pruebas? Si te enseño mis colmillos pensarás en cirugía dental. Si uso mi fuerza, verás un truco detrás.

Te mira fijamente a los ojos.

- Seguramente ya hayas visto pruebas y te niegues a creerlas.

Sí, Wilhem había visto Entrevista con el Vampiro, excelente película, dicho sea de paso. Pero de ahí a pensar que una obra de Anne Rice se acercara -aunque fuera mínimamente a la realidad- mediaba un abismo, en opinión del abogado.

De veras que Krauser estaba haciendo esfuerzos por tomarse aquéllo en serio, sabía lo que estaba en juego y no quería perder oportunidades, pero cada vez sentía que estaba perdiendo el tiempo y que sus expectativas se desvanecían.

¿Era una broma?

- Explíquese, por favor-

le inquirió a su cliente.

- Esta bien. - Contesta el hombre, mostrando algo de impaciencia. - Le daré una prueba. Pero nada más. Es su única oportunidad.

Había vuelto a utilizar el lenguaje formal. Se levantó del sillón y se fue hacia el bar que tenía. Cogió un cuchillo y volvió con él en la mano, dándotelo por el mango.

- Clávemelo. Sin dudar.

Las alarmas del abogado se dispararon, ¿clavarle un cuchillo?. Aquello había degenerado salvajemente y podía escapársele de las manos. Tenía muy claro que ninguna suma de dinero valía la pena cuando su libertad estaba en juego, y un homicidio -Wilhem lo sabía bien- te podía dejar una buena temporadita a la sombra.

Por otra parte... seguía sin querer perder la ocasión de codearse con lo más granado de la sociedad. Además, sabía que para ganar había que arriesgarse. Y, de todos modos, no era a él a quien le iban a atravesar con un filo.

Krauser miró al cliente "A", parecía ir muy en serio, luego sopesó sus opciones.

Y decidió tirarse a la piscina.

Lentamente, introdujo su mano en el bolsillo de su americana y sacó un pañuelo. Lo usó para tomar el cuchillo sin que sus huellas quedaran en el mango, no era estúpido.

Luego, sin mediar palabra alguna, se lo hundió en el estómago al señor "A".

Si de verdad se cree que es un vampiro ahí tiene un desafío para sus convicciones: el dolor y la muerte.

pensó el abogado. Descargó su frustración y sus dudas en una puñalada rápida y contundente que dejó clavado el arma en el vientre de su cliente.

Se jugó el todo por el todo.

La hoja atraviesa la camisa, y con un sonido desagradable se introduce en el estómago del hombre con el que te habías tomado una copa. El tipo se desequilibra un segundo ante tu embestida y temes haber matado a un loco.

Pero al subir la vista ves que está sonriendo y mirándote desafiante. Se saca el cuchillo, del cual caen un par de gotas de sangre al suelo y, ante tu extrema sorpresa, ves como la herida de su vientre desaparece en apenas un par de segundos.

El Señor "A", con un cuchillo manchado en la mano y la camisa rota, te mira con su sonrisa lobuna y pregunta.

- ¿Y bien, Señor Wilhem? ¿Te unes a mi causa?

Santo Dios, no le ha sucedido nada. Está intacto... ¿Tendrá razón?¿Será de verdad un... vampiro?.

Wilhem se quedó estupefacto, el cliente A sonreía y estaba impasible ante el dolor, si es que lo había sentido. No parecía que fuera a darle muchas más opciones de seguir conversando, era un todo o nada. O se unía o se quedaba fuera.

Y si se quedaba fuera, el abogado no dudaba de que lo eliminaría, el señor "A" no parecía ser una persona que dejara cabos sueltos.

- Me uno-

dijo escueto Krauser. No tenía más opción. Se preguntaba qué consecuencias tendría esa "unión". Quizá fueran irreversibles. Quizá se arrepintiera el resto de su vida.

El señor "A" asiente lentamente, y casi temes que todavía te clave el cuchillo. Pero da media vuelta y se dirige al bar de nuevo, donde lo deja en el fregadero.

Cuando vuelve, lleva una botella de Whiskey, de una marca que no habías visto en tu vida pero que conocías bien. Era algo importado de Irlanda, y realmente caro. Más incluso de lo que tu podías permitirte.

- Esta bien. - Dice con una sonrisa mientras se vuelve a sentar y rellena dos copas con el licor. - Celebremos pues tu unión. ¡Bebamos!

Te pasa una copa y alza la suya hacia ti.

Aquello estaba siendo sumamente extraño, un vampiro decía, y soportaba el dolor y sus heridas cicatrizaban con rapidez. El cliente "A" estaba mejor que nunca, sano como una rosa después de recibir una puñalada que hubiera acabado con cualquier persona.

No era muy normal, que digamos.

Wilhem recibió la copa de whiskey un tanto desconcertado. Al menos, saborearía un licor que en circunstancias normales estaría fuera de su alcance.

- Por el éxito en el futuro-

dijo Wilhem antes de tomar un sorbo. Toda esa situación, extraordinaria a todas luces, le estaba haciendo replantearse sus convicciones. Algo no cuadraba en todo aquello. Su mente pugnaba por saber qué era.

El hombre, ahora de un humor excelente, servía una copa tras otra, animándote a beber y a disfrutar del momento.

- Vamos, Wilhem. Has tenido éxito y pronto tendrás en tus manos un poder que jamás habías soñado. Dime, ¿qué harías si supieras que puedes hacer cualquier cosa?

Wilhem paladeaba con delectación el selecto Whiskey, ya llevaba un par de copas y el líquido amarillento se estaba haciendo cada vez más atractivo a su gusto. Además, el señor "A" estaba contento, lo cual era buena señal entre todo aquél turbio asunto.

Su interlocutor quería saber qué haría con un poder cuasi-absoluto. Muchas cosas, claro está.

- Bueno...- dijo Krauser mientras reflexionaba.- intentaría controlar los principales consejos de administración de las empresas más importantes del país, que a fin de cuentas son los que gobiernan Alemania. De ahí, se controlaría la política, la cara visible del poder -con minúscula- para los ciudadanos. Tendría el país en mis manos. Pero no solo eso, abriría mi mente a nuevas ideas, a una mayor cultura, a los secretos mejor guardados de la Historia y la civilización. A fin de cuentas, lo que nos diferencia de los simples animales es la cultura y el saber. No me centraría solo en conseguir el poder y el dinero, sino que también intentaría desarrollarme a mí mismo. Creo que usted ha abierto la puerta de una realidad que desconozco totalmente y me gustaría comprenderla.-

le contestó al cliente "A" el abogado.

No sabes si le ha gustado o no la respuesta, pero como mínimo está intrigado. Sigue sonriendo y sirviendo una copa tras otra.

- Tranquilo. Tendrás tiempo de comprenderlo todo. Una eternidad para ello. - Suelta una carcajada. - Tengo muchos planes para ti, Wilhem, y estoy convencido de que los sabrás cumplir a la percepción. Te voy a hacer un gran hombre. Uno poderoso, de los que toman decisiones y mueven el mundo.

Da otro sorbo a su bebida.

A Krauser el whiskey selecto ya le empezaba a afectar, pero escuchar aquellas palabras fue como música para sus oídos. Claro que quería el poder, la posibilidad de hacer y deshacer a su antojo. Formar parte de la gente importante.

Wilhem levantó la copa a modo de brindis.

- Cuente conmigo-

le dijo mientras sonreía.

Seguís bebiendo durante bastante tiempo, hablando de política, finanzas y de cosas banales, mientras el alcohol sigue fluyendo cada vez con más fuerza por tus venas. Llega un momento en el que estás claramente borracho, pero "A", de quién todavía no sabes su nombre, te insta a seguir, a celebrar esta nueva unión.

Hay un punto en el que te parece que te has quedado dormido, quizás unos segundos, estás demasiado mareado. Entonces te parece ver la figura del hombre encima tuya, y escuchas una voz que parece que viniera de lejos.

- Llegó la hora, Wilhem.

Notas algo raro en el cuerpo, pero vuelves a quedarte dormido y la sensación se pierde.

Recuperas la consciencia no sabes muy bien a qué hora. Parece que el alcohol ha perdido su efecto y, afortunadamente no tienes resaca. Todavía es de noche, y al centrarte un poco más, te das cuenta de que sigues en el apartamento del Señor A. Es más, éste se encuentra sentado frente a ti, observándote.

Hay una sensación de vacío enorme en tu cuerpo, como si llevaras semanas sin comer y te notas algo cansado.

- Bienvenido a la noche, Wilhem.

¿Pero qué demonios? Creo que ese whisky no me ha sentado bien, nada bien. Se me ha ido un poco la mano...

pensó Krauser al recuperarse. Se sentía agotado, hambriento y, misteriosamente, sin ningún tipo de resaca. Aquéllo no era precisamente normal, sobre todo con la ingente cantidad de alcohol que había tomado. ¿Le habría puesto algo en la bebida aquél tipo?. Por otra parte, el abogado lamentaba haberse pasado un poquillo con el whisky, no iba a dar muy buena impresión a su cliente y para él la profesionalidad lo era todo.

El señor "A" le dio la bienvenida a la noche, unas palabras que descolocaron totalmente a Wilhem. Solo quería irse a casa a descansar.

- Creo que no me encuentro bien, lo mejor sería que me marchara a mi apartamento. Gracias por la copa...-

le dijo al señor "A" mientras hacía ademán de levantarse. No pudo.

El nerviosismo hizo mella en Krauser, su salud se estaba resintiendo. Intentó no perder la calma e inquirió:

-Qué.. ¿Qué me sucede?... esto no es muy normal.-

El hombre sonríe y se levanta.

- Claro que no es normal. Ya has dejado de ser "normal". A partir de ahora eres un Vástago de la noche. Un hijo de Caín. Y será uno de los grandes, se lo aseguro. Pero no te pongas en evidencia y levántese. Lo primero que debes hacer es alimentarte.

"A", sin prestarte demasiada atención, recoge algunos objetos personales mientras mira la hora.

- Tenemos un par de horas antes de que amanezca, así que date prisa.

Wilhem no acababa de comprender del todo su nueva situación, físicamente no se encontraba en plenas facultades y eso le nublaba la mente. El señor "A" sugería que ahora formaba parte de los hijos de Caín, fuera lo que fuera eso. Que era un Vastago.

Lo mejor que pudo, el abogado mantuvo la compostura y se levantó haciendo un importante esfuerzo. Siguió al señor "A" al tiempo que le preguntaba:

- Se refiere a que ahora soy...- Krauser dudó si continuar, podía hacer el ridículo más espantoso, pero dado lo extraño de la situación, se decidió a completar su pregunta. - ¿un vampiro?-

El hombre te mira por encima del hombro.

- Pensé que eso había quedado claro, Wilhem. ¿Me vas a defraudar ahora, un paso más cerca del éxito?

Termina de recoger y se coloca al lado de la puerta de salida.

- Vamos. Cuando hayas bebido algo de sangre te encontrarás mejor. Por el camino podemos ir hablando de cualquier duda que tengas.