Partida Rol por web

Aterrizáis en Berlín. Después de horas de viaje, por fin llegáis a la ciudad. El camino hasta Munich lo haréis en tren o en taxi, según te dijo Jonás. Nunca has estado en Alemania. Por lo que has oído hace frío, pero donde naciste eso era lo normal. La verdad es que poder viajar a nuevos lugares y mudarse así de repente, siendo tan pequeña y sin ataduras, es una gozada.

Mientras camináis por el gigantesco aeropuerto vais en silencio, cogidos de la mano. Hay muchas cosas, muchos colores, olores, tiendas abiertas dentro del recinto incluso a estas horas. Tienes ganas de correr, investigar, observar, pero Jonás te dijo que fueras especialmente discreta en este viaje. Recogéis las maletas y salís del edificio en busca de un taxi.

Te empiezas a sentir cansada y la noche es cada vez menos oscura. Pronto amanecerá.

Jonás abre la puerta del taxi, te ayuda a subir y se sienta a tu lado.

- Al hotel Santa Cristina. - Le dice al taxista en un alemán algo burdo. Luego te mira y te acaricia el pelo con una sonrisa. - ¿Que tal estás, pequeña? Hoy pasaremos el día aquí, y mañana iremos a Munich. ¿Tienes ganas?

Ella te mira muy seria mientras se revuelve en su asiento, girandose una y otra vez inquieta.

- ¿Y no habrá deberez? ¿Lo prometez? - abraza a Lula. Es una muñeca de pelo oscuro, ojos claros, de porcelana y con un vestido decimonónico en color azul eléctrico - ¿Porqué vamoz a Múnich?

Se pone de pie sobre el asiento mirando al maletero

- ¿Zeguro que eztán bien miz muñecaz?

Jonás no puede evitar sonreir ante las preguntas.

- Lo prometo, ya no más deberes. Te portarás como una niña grande, ¿verdad?

Ante la siguiente pregunta, en cambio, su gesto es otro completamente. Se queda un rato pensativo y luego mira hacia el fin de la noche. Te parece oir un suspiro salir entre sus labios.

- Tenemos que hacer ciertas cosas en Munich. Además... hay algo que me dice que tenemos que estar ahí.

Se queda absorto unos segundos más, pero luego vuelve a sonreirte.

- Si, claro que están bien. Baja, baja. - Dice con apremio, mientras intenta sentarte de nuevo tras ver la mirada del conductor por el retrovisor. - ¿Qué te dije de llamar la atención? - Pregunta en un susurro.

De un bote se sienta bien en el asiento, con el revuelo de la falda del vestido. Toma la muñeca, como quien no quiere la cosa, de forma regalona y le arregla los calcetines, sacando el labio inferior, con cara culpable

- Que me porte bien. Que no ze chilla ni ze dan gritoz. Que no ze pega....

Pone en la cara un gesto de dificultad muy grande, mientras sigue con la mirada baja, se muerde el labio

- ...Y que no ze muerde - pero eso último lo dice con más entusiasmo contenta de haberse sabido la lección, asi que levanta los ojos y sonríe como si no hubiera roto un puñetero plato en su vida. ¿Qué iba a haber hecho esa pobre criatura? Mirala, tan bonica y angelical

Al abrir la boca, le falta un paletón... de nuevo

- ¿Qué hay en Munizh?

- Exacto, eso es. - El chico no puede evitar derrumbarse ante tu cara. Cuando tiene que ser severo, lo es, pero hay veces que se le hace imposible.

- En Munich hay muchas cosas, pequeña. Seguro que te encanta la ciudad. Hay parques gigantescos, un río, museos... - Todo lo que dice suena a actividades normales, lo que haría un padre con una hija o similar, pero hay algo en su tono, en su forma de decirlo...

"Caballero, hemos llegado"

Jonás asiente y paga al taxista. Se baja del coche y te ayuda a ti. Luego saca las maletas y te pasa una maleta pequeña, mientras el lleva la grande.

Cogidos de la mano os dirigís a un hotel de Berlín. A esa hora no hay nadie en las calles. Pasáis por recepción y subís hacia la habitación. Es pequeña, pero muy elegante y bonita.

- Darla, es hora de dormir.

Toma la maletita de color rosa y trata de apañarselas para cogerte de la mano, coger la muñeca y la maleta... al mismo tiempo. Te mira realmente mal y vuelve a observar tu mano, la muñeca y la maleta. Y termina desistiendo de darte la mano, a pesar que le tienes dicho que siempre cogidita, sobre todo si hay que cruzar.

Al subir a la habitación, deja la maletita en la puerta y se lanza a la cama (quitandose antes los zapatos) y se pone a saltar en ella como si fuera una cama elástica

- Nooo, nooooo - con tono de ruego - Ez muy temprano aún. Por fizzzz, zolo un ratito mazzzz - con la muñeca apretada en la panza sigue saltando

Todas las noches lo mismo.

- Cinco minutitoz, porfiz....

- Está bien, está bien. - Contesta él. Te hace un gesto con el dedo para que bajes la voz. - Pero tranquila. Que si no, vienen y nos regañan.

El chico se quita los zapatos y también se tumba en la cama, con un suspiro de cansancio. A ti te está afectando también, sobre todo por el amanecer, que siempre adormila. Aunque tu energía infantil lo suple durante un tiempo.

- Ziiiii - dice con mucho entusiasmo, pero muy bajito. Entonces en el último salto, encoje las piernas y se queda sentada en la cama con ese vestidito precioso, al modo indio

Le da un besito a la muñeca y la sienta también en la cama. De repente se da cuenta de una cosa. En esas maletas no caben todas sus muñecas

- Jonazzz - empieza muy muy seria, con la seriedad que sólo puede tener un niño - ¿Dónde eztan todaz miz muñecaz?

Berrinche a la de tres, dos....

Jonas ya se sabía lo que iba a pasar y tenía que evitarlo. El problema no era el berrinche de una niña de 7 años, el problema era que si Darla pensaba que no tenía a sus muñecas podía incluso llegar al frenesí.

 - Darla, Darla, tranquila. - Dijo el hombre, mientras se acercaba a las maletas. - Están aquí, mira. - Empezó a abrir las dos en el suelo. - Mandé las maletas con la ropa directamente a Munich, para que aquí pudiéramos llevar todas las muñecas.

Finalmente las abre y, efectivamente, una colección completa de diferentes muñecas, bien colocadas, se despliegan a la vista.

- ¿Lo ves?

Darla baja de la cama, corriendo a ver las maletas de muñecas y luego se lanza a la cintura de Jonás abrazándole

- Graziaz graziaz.... erez el mejor hermanito.

Pero ni po resas tiene seguro el pobre muchacho que Darla se vaya a portar bien, pero parece que no da mucha guerra puesto que coge a dos muñecas y las sienta.

- La zeñora Polly y Madame Chuzy van a tomar el té  - anuncia a Jonás antes de que se le ocurra alguna idea sobre en qué gastar el tiempo - ¿Tomaz el te con nozotraz?

Él te devuelve el abrazo.

- No, lo siento, pequeña, pero tengo que conseguir reservar un taxi o un coche para mañana ir a Munich.

Se pone una chaqueta y coge las llaves de la habitación.

- Tengo que bajar a recepción, no pude traer el portátil. Pórtate bien y no salgas de la habitación. No tardes en dormirte, que pronto amanecerá.

Tras darte un beso en la frente, sale al pasillo del hotel, dejándote sola.

- Oh zeñora Polly, que bueno que pudo venir a tomar el te - pone vocecitas mientra sienta a las dos muñecas una frente a otra - Ez un plazer como ziempre "madam Chuzy". Zuz paztaz zon laz maz buenaz de la region

Tras unos minutos compartiendo piropos, Darla pone un gesto ladeando la cara, se levanta aburrida y empieza a dar paseos por la habitación, con las manos a la espalda y pasos largos.

Finalmente, decide tomar en brazos a la señora Polly, abrir la puerta y asomar la cabeza al pasillo. Al ver que no hay nadie, sonríe divertida y de puntillas sale de la habitación a inspeccionar el hotel.

A esta hora el hotel está muy silencioso. Ni siquiera tus pasitos resuenan en la roja moqueta. Todo parece grande y nuevo, como cada vez que visitas un lugar. Sabes que Jonás te castigaría, pero ahora no está, así que...

De pronto se abre una puerta y un hombre jóven, con un traje bastante extraño y un gorro ridículo, sale hacia donde tú estas.

- Oh, pequeña. ¿Te has perdido?

Pregunta, arrodillándose a tu lado y sonriendo.

Darla se vuelve mirando al hombre con cierta gula y ojitos golositos. Y luego mira a la señora Polly. Tampoco... un bocadito pequeño no estaría mal.

Pone carita de niña buena y se acerca al hombre, enseñándole el labio inferior.

- Zi, me perdí. ¿Me da un abrazo?

Total, Jonás no tendría por que enterarse, se reía ella para sí misma con gesto travieso

- Si, claro. - Responde el chico. - Un abrazo y te llevo con tus padres.

Él se acerca y te abraza, dejando a tu alcance su tierno cuello. Ya casi puedes saborearlo. Hay algo. Notas una mirada, un sentimiento hacia tí con una fuerza poderosa.

Al fondo del pasillo, observándote expectante, se encuentra Jonás. Y el gesto de su cara no dice nada bueno.

¡Oh oh!

Pone morritos porque esa mirada de Jonás no augura nada bueno. Es un aguafiestas. Se abraza al cuello del hombre viejo, mientras lleva a la Señora Polly colgando de otro brazo y luego se retira como si realmente fuese una niña buena.

Entonces, le toma de la mano con carita de no haber roto un plato en su vida y de repente señala a Jonás.

- Ya no eztoy tan perdida. Mira Jonaz ezte hombre viejo me iba a llevar contigo. Ez que me perdi...

El chico se levanta y te acerca a Jonas. Ríe un poco sonrojado cuando le llamas hombre viejo.

- Muchas gracias. Habrá salido de la habitación cuando bajé a recepción.

Jonás te coge de la mano y, tras dar una pequeña propina al hombre, te lleva de vuelta al dormitorio. Allí hace algo peor que regañarte. Simplemente se tumba en la cama sin decir nada, sin mirarte siquiera.

Se toma de la mano de Jonas y vuelve a la habitación dando saltitos juguetones. Al llegar allí y ver como se sube a la cama, ella, con dificultad, se monta sobre el cobertor, de rodillas acercándose a él.

Una vez a su lado le mira con intensidad y le da con el dedo índice en la mejilla una y otra vez, sonriéndose.

- Jonazzzz, Jonazzz - canturrea muy bajito poniendo a la señora Polly a su lado.

Jonas no contesta. Durante unos minutos te ignora, pero luego, cansado, gira la cara hacia ti y ves una mirada furibunda. Con la boca, pero sin hablar, forma la palabra: Basta.

Sus gestos no presagian nada bueno. Él pocas veces se enfada contigo, pero sabes lo mal que lo puedes pasar en esas ocasiones.