Partida Rol por web

Yaya miraba a su alrededor con el ceño fruncido. ¿Cómo era posible que Tata la hubiera convencido para acompañar a su hijo a ver al patricio de Ankh-Morpork? Y encima habían tenido que llevarse al gato homicida.

En cuanto Vetinari hizo mención de las Cosas de las Dimensiones Mazmorra, inevitablemente los ojos de Yaya se fijaron en el mago de la sala. Los magos siempre estaban jugando con cosas que era mejor dejar en el otro lado de la realidad. Aunque aquel mago en concreto no parecía capaz ni de atarse los cordones sin ayuda...

Llegado su turno en las presentaciones, Yaya adoptó lo que le pareció una pose digna, estrechándose la capa negra alrededor de los hombros.

- Señora Ceravieja. Bruja.- dijo, como si aquella última palabra resumiera perfectamente sesenta y pico años de vida y no fuera necesario añadir nada más.

"¿la guardia tiene que salvarnos? no se porque pero estoy preocupada"

Aun llevando al gato en brazos me presento -yo soy Conina, hija de Cohen el barbaro aqui presente, auqnue no creo que el se acuerde de mi madre, ya se sabe como son los heroes, mucho salvar damas y esparcir la simiente pero luego si te he visto no me acuerdo-

Rasco al gato tras las orejas pensando si debería mencionar algo mas -ah si, también soy peluquera, ya os he dicho que mañana tengo una entrevista de trabajo, ¿a alguien le apetece un corte de pelo? tengo que practicar-

-Varios ya me conocéis, pero por si alguien no, soy el mejor herrero de Mundodisco, Jason Ogg. Después de esto me pongo a observar a Conina y su interesante oferta de corte de pelo.

Cuando Jason se pone a observar a Conina Greebo se eriza, le enseña sus dientes, saca las garras, y le bufa de esa manera con la que Greebo consique hacer huir a una tribu entera de trolls de las montañas del carnero

Esta zorra es mía Jason.

El arcón abría y cerraba su tapa una y otra vez, haciendo un chirriante sonido, alguien hacia mucho que no engrasaba sus mágicas bisagras.

Quien lo mirara detenidamente, podría pensar que esta durmiendo. Otros en cambio solo molestando, pues después de todo solo es un simple arcón de peral sabio con sabios instintos homicidas contra los enemigos de su dueño.

El primer y único turista de mundodisco había estado distraído de toda la charla en un costado de la habitación, manteniendo una discusión con el interior de una gran caja de madera que llevaba colgada al cuello. Mas precisamente la caja tenía un gran circulo de vidrio en la parte frontal, y en la parte de atrás abría una puertita de donde salía una vocecita que no se llegaba a entender.
De acuerdo, de acuerdo -decia Dosflores a la caja con tono de disculpa- nada de paisajes nocturnos, está claro- mientras cerraba la caja se acerco al lado de Rincewind con una gran sonrisa, escuchó las últimas presentaciones y se quedó pasmado mirando a Yaya
-Una bruja! -se maravilló- una bruja de verdad Rincewind! Nunca me dijiste que hubiera brujas. ¡oh que magnífico, magnífico! Tienes que sacarnos una foto, pero rápido antes de que oscurezca porque dice que no hay más tinta azul -puso la caja en manos del mago y corrió a pararse rígido al lado de Yaya sonriendo como si fuera su cumpleaños.

Binky resoplaba tranquilo mientras pastaba ajeno a lo que estaba ocurriendo a su alrededor hasta que se percato de dos cosas. La primera, y la más importante, es que no había nada que pastar en la habitación salvo el tapiz de las ratas. Algo que seguramente pondría de muy mal humor al patricio.
La segunda es que sentía un malestar en la garganta un tanto incomodo lo que le recordaba que hacía tiempo que no había bebido nada así que empezó a dar vueltas alrededor de la habitación buscando algo que comer o beber. Finalmente tropezó con el equipaje por lo que se puso de mal humor y empezó a resoplar y ponerse a dos patas dejando caer todo su peso sobre el suelo, lo que provoco que la argamasa que unía las baldosas del suelo se soltarán.

¡Aparta de mi camino!

Yaya se quedó mirando al hombrecillo con camisa de flores que se le había plantado al lado. Curiosamente, no la miraba a ella, sino al mago. Sería alguna costumbre extraña de su país.

La bruja se arrebujó aún más la capa y adoptó una pose aún más digna, si es que aquello era posible. Entonces le lanzó la Mirada a aquel tipo. Recibir la Mirada era algo más que incómodo, algo así como la sensación que tendrías si estuvieras atrapado hasta la cintura en un termitero y notaras como alguien se acercara por tu espalda y empezara a derramar miel sobre tu cuello.

Greebo salta de los brazos de Conina, se pone disimuladamente al lado de Yaya y mira fijamente a la caja de Dosflores. La voz que sale de su interior le llamó la atención, y eso no es nada bueno ni para la caja ni para su dueño...

Habrá ratones dentro???

Vimes se quedó mirando el esperpéntico espectaculo con esa tranquilidad que solo pueden tener las fuerzas de la ley y el orden, mientras paseba por el salón intentando pensar con los pies. Pero las baldosas de aquella sala no hacían más que cuchichear conspiraciones.

En su corto paseo vió:

Un caballo (aunque tenía la certeza interior de que el término más correcto sería ÉL Caballo) que trotaba furibundo por el lugar. Un arcon con patas que se dedicaba a ladrar, si es que los arcones ladraban, a todo el mundo. Un gato que como todos los gatos, iba y venia según le daba la real gana. Un hombre con una caja de imagenes que no parecía entender demasiado bien lo que les estaba viniendo encima, palmoteaba entusiamado con una bruja. Luego estaban la susodicha bruja y un mago al que parecía conocer todo el mundo. El Bibliotecario, que no dejaba de ser un caso curioso hasta que te acostumbrabas. Sin olvidarse del Igor, dos bárbaros, un herrero y unos cuantos Guardias (¿Guardias?). Había que reconocer que estos últimos (incluyendose a él)  estaban perdidos en aquella marabunta caótica hasta para estadares ankhmorporkianos. Demasiado perdidos, a decir verdad.

El guardia se acercó a la bruja, que parecía intentar repeler al turista. Sin embargo, este era extrañamente inmune a la petrificante mirada y solo sonreía hiperactivo hacia la caja de imagenes que sostenía el mago. A decir verdad, aquello tenía mucho merito. La ignorancia es muy valiente (y peligrosa)

- ¿Usted es Yaya, no?-dijo Vimes, rompiendo la estampa turistica e intentado librar a la bruja del incomodo hombrecillo- ¿El gato es suyo? Por aclarar este zoologico de animales y objetos vivientes. Por cierto...¿Sabe quién tiene el placer de poseer aquel encanto de arcón con patas?-refunfuñó por el desquiciante y chirriante ruido que el Equipaje se dedicaba a hacer desde hacía un rato.

El Arcon ese dice... es mi equipaje, pero solo hace eso llevarme la ropa y otras cosas, los ruidos y demas eso lo tendra que tratar con el directamente

El bibliotecario mira con desconfianza el arcón de Rincewind. A pesar de su larga amistad con el mago, y de que el baúl sea la única posesión valiosa que tiene, es obvio que si hay algo demoniaco en la sala es un cajón de madera con ansias homicidas.

Vimes enarcó una ceja. "Hablarlo con el cajón directamente" Ajá. Comenzaba a recordar poco a poco porque porqué odiaba a los magos y todo lo que les rodeaba.

- Entonces intuyo que esa serie de gruñidos y ruiditos infernales es todo lo que puede hablar. Y que usted no puede comprenderlo y mucho menos yo. ¿Me equivoco?- Preguntó, soltando una calada de humo, mientras miraba de reojo como el Bibliotecario contemplaba el cajón. ¿Tienes alguna idea de como sacarle algo en claro? dijo, dirigiendose claramente al m---simio.

Nobbs escuchó atentamente las palabras del comandante Vimes. Por lo pronto aquella parecía una misión digna de la guardia de la ciudad y, aunque pocos, allí se encontraban algunos de sus miembros.

El cabo deambulaba por la sala mientras disfrutaba de lo que apenas quedaba de su cigarro.  Ridcully dijo que algunos de nosotros habían sido poseídos por las criaturas de las mazmorras, ¿Cómo se atreve a levantar sospechas sobre cualquier miembro de la guardia de la cuidad? ¿Qué motivo podría tener para encerrarnos aquí, sino el de salvar a la cuidad una vez más? A no ser…

Apenas había transformado el cigarro que estaba fumando en ceniza, cuando de nuevo una bocanada de humo se abría paso desde su boca hasta el exterior. Mientras tanto, apoyado junto a la pared, parecía estar cavilando.

- Yaya Ceravieja - digo respondiendo a Vimes - Ez LA bruja de Lancre, creo que no hay ninguna con zu renombre y pocaz han habido. El gato ez Greebo, zegún mi amo ezte pertenece a la zeñora Ogg. Una compañera de aquelarre de Yaya, lo que me trae a preguntarme qué ez lo que hace aquí sin zu ama. En el caztillo hemoz tenido algún problema con greebo, violó a Tommy y la mazcota del zeñor... y ezo que la mazcota, Bob, ez azexuada. Pero ziempre eztuvo la zeñora Ogg zerca, Greebo viajaba con ella.

Me giro hacia Jason, hijo de Tata Ogg.

- Zerá que vino con uzted zeñor? - y miro luego a Yaya - O con uzted? Zeguro que Tata Ogg no ze encuentra en la ziudad o ya noz hubiéramoz enterado, ez muy famosa en algunos ámbitoz nocturnoz. 

Vimes escuchó la reveladora explicación de Igor, y asintió con sutil agradecimiento antes de quedarse mirando al gato. Desde luego, las pintas de callejero y cabrón las tenía. Si fuese humano, seguramente sería el rey de los callejones de la capital del disco. No daba muy buena espina.

- Pues bienvenida a Anhk-Morpork, Yaya Ceravieja, y disfrute de la excelente hospitalidad de nuestro Patricio.-soltó el humo del cigarrillo. La mala leche de Samuel parecía descender paulatinamente a sus niveles habituales, quizás ante el reto de aquel misterio que comenzaba a asentarse lentamente. - Ya veo que es tradición de todo el disco traerse sus adorables mascotas de vacaciones...

El guardia calló mientras esperaba a que Jason Ogg respondiese la pregunta que muy cortés e inteligentemente había formulado Igor.

Pero seguía sin querer saber de donde había salido aquel caballo.

Yaya empezaba a estar aturdida entre tanta gente. En aquella sala había casi tantas personas como habitantes tenía Culo de Mal Asiento, su tranquilo pueblecito de Lancre.

- Gracias por la bienvenida.- le contestó al comandante de la Guardia.- No veo el momento de marcharme.

No vio la necesidad de suavizar aquello. Yaya estaba en contra de endulzar nada, sobre todo los medicamentos (cuanto más amargos, mejor funcionaban) y mucho menos las opiniones.

- Jason Ogg, haz el favor de mantener controlado a ese felino, o tendré que hablar con tu madre de esa visita que querías hacer a la calle de las costureras.

Cualquiera que no conociera a Greebo seguramente pensaría que era el candidato perfecto a "poseído por una Cosa de otra dimensión". Por desgracia, Yaya sabía que aquel comportamiento ya venía de mucho antes, y según Tata la posesión demoníaca estaba descartada.

- Ook ook. Eek!- El comandante ya estaba ligeramente acostumbrado a la capacidad expresiva del Bibliotecario, y éste pudo hacerle entender que lo único que podía sacar en claro del Equipaje era a quien quería matar, y normalmente solo después de que lo hubiese hecho.

Equipaje dejo los ronquidos a un lado cuando escucho, -¿escuchar?, bueno algo tendrá que hacer- a su odiado amo y falso mago dirigirse a el, después alguien mas le pregunto algo, el arcón de peral sabio, dudo si devorarlo directamente o esperar si tenia algo de interés en ese curioso personaje.

Poco después parece que su opinión cambio ligeramente y de su boca escupió un nudo de tela que quedo no muy lejos de el mismo, entonces sus pies surgieron y golpearon el suelo para despertar lo expulsado.

El calzoncillo de Rincewind, uno de los mas usados y queridos por el mago, se abrió como una rosa se abre a la mañana y mostró en su interior una estela de curiosa baba que claramente dibujaba un rostro, en este caso el de Nac Mac Feglee.

El arcón se movió busco a su amo y se puso a su lado antes de quedarse nuevamente quieto y esta vez en silencio.

El jovial binky acostumbrado a los mimos y a echar largas carreras se encontraba incomodo aquí encerrado. Nadie le hablaba ni le ofrecía un terrón de azúcar y su jinete no aparecía por ningún lado. De pronto, aburrido y cansado de dar vueltas se quedo quieto. Alzo la cabeza, observo al resto de los presentes y algo cayo por la parte de atrás.

Puff, que alivio.