Partida Rol por web

Los Angeles, ciudad sin ley. O por lo menos eso parece por las películas que hacen. Bandas callejeras, traficantes de drogas, prostitución, cineastas.
Lo cierto es que la realidad no difiere mucho de la ficción. Por lo menos en cuanto ciolencia se refiere. L.A. tiene un gran problema con las guerras de bandas. Y a Bubba no podría importarle menos que unos cuantos capullos drogados se matasen entre ellos haciendo un favor a la sociedad, si no fuera porque además estan llenando la calle de victimas inocentes. Por no hablar del reclutamiento forzoso que a jovenes problematicos, y a algunos no tan problematicos. Jovnes que lo único que intentan es sobrevivir lo suficiente como para salir del lugar donde viven y poder hacer algo bueno con su vida. Que intentan estudiar y tratar de llegar a ser algo. Poder tener un futuro más allá de esa violencia.

Por eso Bubba está esta noche en su furgoneta vigilando el cuartel de los Big Crazy Boys, una pandilla de lo más violenta. Resulta que esos mamones han pillado a varios chavales para que les hagan de refuerzo. Y entre ellos está el nieto de una antigua amiga de su madre.

Cuando Bubba no era lo que es ahora, antes de ir al ejercito la Sra. Higgins ayudó en más de una ocasión a su madre. Ambas madres solteras (por una u otra situación) se ayudaban cuanto podían. Y por eso Bubba volvía de vez en cuando a su antiguo barrio, por si podía hacer algo bueno allí. Y fue en una de esas visitas donde se enteró que el nieto de la Sra.Higgins (Michael) había sido raptado por esta banda.

La noche acababa de caer, y Bubba observaba, sentado en la furgoneta que en muchos sentidos era ya su hogar, una extensión de sí mismo. Su negra piel le resultaba muy útil en operaciones cmo aquella, en la que debía aguardar, sentado en la oscuridad, sin ser visto.

Tan sólo sus ojos parecían delatarle, esas blancas cuencas lechosas que parecían casi brillar en contraste con el resto de su ser.

Estamos particularmente agoreros hoy, ¿eh? se dijo a sí mismo el vigilante. Ultimamente hacía eso mucho, hablar consigo mismo. tampoco es que tuviera alguien a menudo para conversar. Al menos no se contestaba, aún no había perdido la chaveta del todo.

Al parecer Michael había sido reclutado por los Big Crazy Boys, una banda de las muchas que existían hoy día por L.A. Uno más de los objetivos a eliminar, cuando tuviera tiempo. Pero aquellos tipos habían cometido un grave error. Nadie se llevaba al nieto de la señora Higgins. no mientras él estuviera por el barrio.

Queda saber si el crío se ha unido voluntariamente a esos payasos...    no será lo mismo si no quiere irse. Tendría que asustarle... mucho.

Bubba dio un trago al vaso metálico que tenía sobre el reposavasos de la furgoneta. Como parte de la conversión de la misma, había ideado un sistema para que el reposavasos calentara el metal, de modo que el café solo, negro como él, que acostumbraba a beber, nunca se enfriara. Sólo una de las pequeñas comodidades de aquel vehículo.

Mejor espero a ver qué traman estos niñatos...

Hijos de puta se le escapó a Bubba la exclamación que avergonzaría  la señora Higgins. BUeno, pues ya está, ya no hay lugar para la compasión.

El vigilante tomó en sus manos la bolsa de deporte en la que guardaba la artillería. A veces se reía pensando que parecía el típico héroe de las películas, un Rambo o un CHarles Bronson. Pero no hoy. Había ua tarea muy seria que llevar a cabo.

Tras comprobar las las pistolas estaban cargadas, las enfundó en sus fundas sobaqueras. El machete de marine, en la bota, la porra extensible colgada del cinturón, y de nuevo, en sus manos, la escopeta de repetición.

Bubba abandonó la furgoneta en el lugar en que había aprcado. Estaba lo bastante alejada de la puerta de la fábrica como para no llamar la atención, y aprovechando las sombras que las farolas, casi todas deteriodads y apagadas, dejaban en torno a ellas, avanzó para acabar rápida y silenciosamente con la pareja que patrullaba dando vueltas al edificio...

Bubba contuvo la respiración, esperaba que la pericia de aquellos dos tipos no fuera excesiva, hacía bastante tiempo que no ponía a prueba sus habilidades de infiltración y no sabía si se habría oxidado.

Desde luego, antaño era de los mejores comandos que los marines tuvieron en sus filas, y fue eso lo que le salvó la vida en más de una ocasión.

El vigilante, un borrón en medio de la oscuridad de la noche, se movió a toda velocidad, y sin hacer ni un ruido. Parecía uno de aquellos ninjas de las películas, y resultaba tan letal como ellos. Bubba alcanzó a la pareja de guardias cuando éstos se disponían a dar la vuelta a una esquina, de modo que durante un mero segundo uno de los dos perdería de vista al otro.

Caminó al mismo tiempo que ellos, amortiguando sus pasos con los propios de los dos matones, y cuando al fin llegó el momento, estaba tan pegado al más retrasado, que sólo tuvo que alargar el brazo para cortarle el cuello, antes de dirigirse al segundo objetivo...

Sin remordimiento alguno, Bubba le cortó el cuello al vigilante que estaba más retrasado. El ataque fue limpio y silencioso, y el otro guardia ni se enteró.
Por lo menos hasta que no tuvo al ex-marine encima de él con un cuchillo en la mano y una mirada furiosa en la cara. El tipo se quedó petrificado, parecia querer hacer el amago de levanar su arma. Pero nunca lo haría a tiempo.

Bubba no perdió el tiempo. Uno de aquellos matones deleznables ya había caído, muerto antes de tocar el suelo, y el segundo no tardaría en seguirle, cuando el filo de su machete de acero galvanizado abrió un surco gemelo al del cuello que acababa de cortar...

La maniobra fue rápida y limpia, el vigilante poniendo una mano en la boca del matón, para evitar posibles ruidos que alertaran de su presencia, la otra acompañando la caída al cuerpo porel mismo motivo.

En cuanto se hubo cerciorado de que nadie le había visto, Bubba arrastró ambos cuerpos hasta un lugar oscuro, en el que no fueran vistos con facilidad...

Bubba había acabado rápida y silenciosamente con los guardias. Mientras los llevaba a un lugar apartado que no los vieran facilmente se dio cuenta de que en realidad eran unos chavales, no tendrían más de veinte años. Aunque parecían algo desgastados y demacrados, seguramente por meterse mucha droga en el cuerpo.
Las malas decisiones, o las pocas posibilidades de futuro de la zona. Aunque si además te obligan a entrar en una banda suele ser peor. De ahí que Bubba sintiera la necesidad de rescatar a Michael.

Despues de dejar los cuerpos, volvió a la entrada. La puerta estaba abierta, era una especie de hall que daba a las escaleras para subir a las distintas plantas. Podía escuchar musica de fondo, y había un fuerte olor a maria o algo peor. También podían escucharse algunos gritos apagados.

Por lo que podía ver, la luz y los sonidos venían de la segunda planta.

Una vez escondidos los cuerpos, tocaba la parte en teoría más sencilla, encontrar un modo de entrar sin ser visto. Bubba escudriñó con atención toda aquella sección del edificio, en busca de ventanas abiertas, puertas de servicio, o incluso algún acceso de ventilación...

Bubba sonrió, aquello estaba saliendo bastante bien. Si ahora era capaz de entrar sin ser visto y localizar a loc chicos, quizá aún no tuviera que matar a toda la banda. Sólo quizá.

El ex marine se acercó a la puerta del hall, subiendo las escaleras pegado a la pared, para acto seguido comprobar que el acceso no estuviera cerrado, ni vigilado por cámaras o sensores de ningún tipo.

Cuando estuvo seguro, decidió finalmente que había llegado el momento de jugársela, y abrió la pùerta con mucho cuidado, despacio, tan sólo una rendija suficiente para atisbar qué había al otro lado.

El lugar estaba desierto por las escaleras, y tampoco se veía ningún tipo de camara de vigilancia o algo por el estilo. No parecian ser lo suficientemente sofisticados para tenerlos. O no les importaba lo más mínimo.

En la segunda planta no se escuchaba nada, por lo que Bubba continuó a la siguiente. Una vez allí abrió conmucho cuidado la puerta. El ruido de música y gritos de fondo amortiguó cualquier sonido que pudiera causar.
Al abrir pudo ver un pasillo con dos puertas a los laterales y lo que suponia un salón al fondo. La puerta de la izquierda estaba cerrada, pero la de la derecha no. De allí salia mucho humo y pudo vislumbrar un par de cuerpos en la penumbra.

De todas formas, lo que más le llamó la atención fue el salón. De espaldas a él había lo que podría ser otro guardia, y de fondo se callaron los gritos y pudo escuchar una voz casacada y ronca que no tenía nada que envidiarle a Joe Cocker.

Venga cabrones. Decidme la verdad o le pego un tiro a otro. ¿Por qué os estais llevando a mis chicos? ¿Qué haceis con ellos?

Sabedor de que no debía dejar nada a sus espaldas, máxima que ya le había salvado la vida en más de una ocasión, Bubba se movió presto para revisar qué o quienes había en la habitación de la que salía la humareda.

Dos cuerpos, probablemente dos de esos payasos, fumados y drogados hasta ni siquiera ver.

El ex militar se concedió un segundo para asegurarse de que la canción de fondo no terminaría justo cuando él irrumpiera en la estancia, por si a esos mamarrachos les daba tiempo a gritar. Una vez comenzada una nueva canción, abrió con cuidado la puerta de la derecha, se deslizó dentro cuchilo en mano, y se dispuso a librar al mundo de dos yonkis más...

Silenciosos como una sombre, Bubba se coló en la habitación de la derecha. Allí había 3 tipos más, tirados en el suelo, los dos que había visto y uno más. Aunque por la forma en que le miraban quedaba claro que en su mente estaban a millas de distancia.
Al igual que los de fuera, los cuerpos estaban bastante demacrados y consumidos. Seguramente debido a una dieta de drogas y poca comida. Tal vez si el soldado se hubiera parado a pensar en la edad de aquellos chavales hubiera detenido su mano. Pero no fue así. Con movimientos rápidos y certeros degolló a los tres pandilleros.

Afuera se podía seguir escuchando los gritos.

¿Qué? ¿Acaso creeis que voy de farol? Pues no es así. Big Boy no farolea.

El sonido de un disparo se sobrepuso al de la musica.

¿Vais a hablar ahora? ¿Eh? ¿eh?
Tú. El novato. Acercame a otro de estos desgraciados.

Bubba torció el gesto mientras degollaba a los pandilleros drogadictos. No le gustaba tener que hacer eso, pero no correría riesgos. Sin embargo, esperaba que el bocazas de la habitación de al lado se contuviera un poco más, que estuviera yendo de farol.

Al parecer, se equivocaba.

Que Dios se apiadara de las partes de ese Big Boy que Bubba no destrozara.

El vigilante guardó el cuchillo y empuñó sus pistolas automáticas. No había tiempo para esperar más, por lo que decidió ignorar la puerta del pasillo que aún no había investigado. ojalá no lo lamentara más tarde.

Caminando aún en todo el silencio de que podía ser capaz, Bubba aferró el pomo de la puerta desde dónde salían las voces...