Partida Rol por web

Ante la rendicion del humano negociais un servicio de transporte a cambio de la vida de ambos humanos supervivientes.
Mientras os acercais a la aeronave con el piloto Red encuentra la identificacion del soldado herido. Se trata del piloto Manfred Richthofen, del ejercito del aire humano. Conserva el plan de vuelo y la mision a realizar, pero el terminal esta encriptado.
Carece de armas, aunque tiene la funda en el cinturon su pistola no esta ahi.

- Si quereis ir a Grotestak os puedo llevar, pero tendreis que dejar todas las armas. No creo que os escuchen si llegais con ese arsenal, de hecho no tengo claro que permitan acercarse a una nave humana.

Zolah aplica sus manos sobre las destrozadas piernas del piloto herido. Todos los presentes no pueden evitar quedarse perplejos ante tal demostracion de poder. Sobretodo sabiendo que aun no hay explicacion cientifica a tal don.
Las heridas se cierran rodeadas de un aura dorada y en cuestion de segundos las heridas desaparecen, aunque las manchas de sangre en la piel permanecen.
El piloto sigue inconsciente, seguramente debido a los farmacos suministrados por su compatriota.

- Esta bien, subid y marchemonos de aqui. Los refuerzos estan en camino, aunque no se a que bando pertenecen.

Pulsa un boton del control que lleva en su muñeca y se abre la compuerta trasera de la aeronave. El espacio dentro es para seis personas, cada asiento lleva su propio arnes. Coloca a su compañero herido en uno de los asientos y lo fija con los cinturones.
Podeis ver que la cabina del piloto y la zona de carga no estan comunicadas,

- Como he dicho antes, dejad las armas. Si nos escanean y encuentran armas nos derribaran de inmediato, estan en su pleno derecho. Pero si la nave no lleva armamento tendremos una oportunidad. Solo espero que no haya Hets de camino...

¿Dejar las armas? 

Mira a sus compañeros , sobretodo a Zolah que no parece pensarselo demasiado con su caracter pacifista seguramente.

¿Os habeis vuelto locos? Esto huele a otra trampa de los humanos.

El humano les comenta que puede llevarlos con los humanos, donde podrían explicar todo lo sucedido, pero que deben dejar allí las armas, pues sería peligroso adentrarse en esas tierras armados.

- Ingrid, es la única salida... -comenta Zolah con cierto tono de súplica.

Por un lado, la idea de abandonar las armas supone una liberación para el gulzig, pero por otra había percibido la sensación de protección que le aportaba un arma y una parte de él se apegaba a aquella sensación.

- ¿Agamenel? ¿Teil? ¿Que opináis? -pregunta dirigiéndose a los demás.

Me ha costado demasiado hacerme con mis armas para desperdiciarlas por una oportunidad tan pequeña.
Tener en cuenta una cosa, solo nos persiguen como grupo, si nos separamos nuestras posibilidades de supervivencia se multiplican, no veo necesidad de entregarse.

El piloto intenta arrojar algo de luz sobre vuestras dudas e indecision.

- Escuchad, yo tampoco voy armado. - señala a la funda vacia de su arma - Y atras ireis todos vosotros con mi compañero herido, asi que soy el primer interesado en aterrizar en Grotestak y que le ofrezcan asistencia medica.

Se acerca a la aeronave y apoya un pie sobre la escalerilla que lleva a la cabina.

- Si no os fiais de nosotros y no quereis subir al menos dejad que nos vayamos. Aunque en cuanto envien refuerzos para rastrear la zona daran con vosotros y no tendran que bajar de sus vehiculos para acabar con vuestras vidas. Sean de la raza que sean, todos tienen razones para que dejeis de existir.

Zolah parece frustrado ante la reticencia de los demás.

- ¡Vamos! ¡No quiero seguir huyendo! Aclaremos esto cuanto antes y digámosle quien ha perpetrado todo este asunto. No tiene sentido que sigan persiguiendo a quien no corresponde.

Echa una ojeada alrededor en busca de comprensión.

- Tampoco tenemos muchas opciones mejores...

Teil sonríe ante la frustración de Zolah. -Hace ya varios días que no tenemos opciones mejores.

Tras meditarlo un insante mientras se frota la barba, gruñe y asiente con ciertas reticencias. Entonces se dirije al piloto. -Supongo que podrías aterrizar en cualquier lugar donde quisieras y entregarnos a los lobos. Pero sí, tu compañero necesita asistencia y ese, gesto, sería algo ingrato por tu parte.

Se desabrocha la funda de la pistola y deja las granadas restantes en un montoncito. Con paso cansado y abatido se sienta en el helicóptero, donde comienza a frotarse los ojos.

-No tenemos muchas opciones. Podemos huir en esta aeronave o probar suerte en medio de este paraje infestado de unidades enemigas. -Se abrocha el cinturón en las dos clavijas metálicas correspondientes. -Creo que este trasto humano es la mejor opción, aunque quizás Grotestak no sea el mejor destino. ¿Adónde queréis ir si no?

Red dejó caer sus armas al suelo y subió de un salto a la aeronave.

-Yo me fio del piloto. No creo que nos traicione después de ayudarle a salvar a su compañero y explicarle quienes somos. Y en cuanto al destino... Creo que estaremos más seguros con los bauer que en manos de mi gente, no hablemos ya de los het.

De repente una idea apareció en la mente de la pelirroja.

-¡Esperad! ¿Y qué pasa si nos refujiamos en tierras gulzig? ¡Seguro que ellos nos escucharían antes de condenarnos!

Oír hablar de su tierra hace a Zolah suspirar y revivir la añoranza que había sentido los últimos años de su viaje. Un instante después vuelve a la realidad y responde a las palabras de Red.

- Es cierto, en tierras gulzig nos acogerán pacíficamente, pero no ofrecerán resistencia si los humanos, los hets o los bauwer van a buscarnos, y supongo que esta nave les sería fácil de rastrear si detectan que se dirige a cualquier otro lugar que no sea su base.

Ingrid observa con frustración como los demás ceden ante abandonar las armas.

De acuerdo, pero recuerda que no necesito armas para retorceros el pescuezo o partiros la columna al menor signo de traición.

Gruñe susurrando en la oreja del piloto.

Teil mira al piloto fijamente y asiente para sí. -¡Vamos, no podemos quedarnos aquí parados! Es momento de acabar con esto.

Da un par de zancadas rápidas y se abrocha el cinturón en uno de los asientos. Deja la cabeza apoyada sobre ambas manos y cierra los ojos. Al cabo de unos momentos, mete la mano en el bolsillo de su mono y se queda mirando el credi-chip que recogió en la pirámide con aire pensativo.

-Mierda.
Lanzo mi arma con todas mis fuerzas mientras reticente subo a la aeronave.
-Es una mala idea.

Zolah respira aliviado al ver que uno a uno, van entrando en razón y se suben a la nave dejando allí las armas. Zolah los imita y se sube al vehículo.

- Ahora nuestro destino está en manos de Duviel...

Y tras decir esto se sume en un estado profundo de meditación.

Terminais de decidiros y dejais las armas para subir a la aeronave y dejar vuestro destino en manos del piloto humano.
Os sentais en dos filas enfrentadas de tres asientos y en cuanto cerrais la puerta esta muestra una imagen digital del exterior.
El piloto pone el motor en marcha y notais una breve vibracion seguida de la sensacion habitual que se siente al elevarse del suelo. Rota la aeronave hacia el Norte y comienza a avanzar a gran velocidad.
Tras unos minutos de viaje la voz del humano suena a traves de la comunicacion interna:

- Agarraos, algo se nos acerca por detras y no parece que sea amigo.

Inmediatamente todos mirais y veis como un punto negro en mitad del cielo se hace cada vez mas grande hasta que distinguis otra aeronave. Su aspecto os recuerda al del APC, tambien carece de identificaciones y no parece pertenecer a ningun cuerpo militar.
No tardais en descubrir quien lo pilota cuando escuchais la respuesta a la peticion de identificacion del piloto.

- Ha entrado en territorio Bauwer, mantenga el rumbo y aterrice en Grotestak. Conocemos el contenido de su "carga".

Reonoceis la voz de Eric. Intentais avisar al piloto de que la otra aeronave no es una autoridad y que en realidad se trata de un terrorista. Por un momento os cree, o intenta que como represalia no mateis a su compañero, y cambia de direccion para intentar salir de alli. Pero una rafaga de ametralladora y la amenaza con derribaros si es preciso le hace cambiar de idea.

Finalmente llegais a Grotestak. La ciudad es enorme, esta amurallada en la parte baja y cuenta con una cupula de energia cuyos sectores se abren para permitir el acceso. Asi es como entrais y aterrizais en la azote de un edificio gigantesco.
A apenas veinte metros aterriza la otra aeronave. Para vuestra sorpresa descienden de ella Eric y su grupo.
Cuando la puerta de vuestra aeronave se abre ya hay veinte bauwer armados y listos para abrir fuego ante la menor amenaza.
Sin posibilidad de defensa no teneis mas remedio que rendiros para salvar vuestras vidas. Unos medicos evacuan al herido mientras que un par de agentes se llevan al piloto humano.

Tras un par de dias en la prision de Grotestak llega el dia de vuestro juicio. En él descubris que el bauwer que os tendió la trampa fue Eric Stoltz, agente especial del servicio externo de Grotestak. Ni los humanos ni los Het Wad sabian nada al respecto de la mision, aunque si tenian constancia de la existencia de un variopinto grupo terrorista que frustraba los planes de ambas razas.
En seguida queda claro que el objetivo de vuestra mision y posterior captura es mostrar a todo el mundo el grupo terrorista y su fin, de modo que se limpie la imagen de los agentes y puedan seguir operando en la clandestinidad.
El juicio no es mas que una pantomima que, tras ser editado, se envia a las embajadas para demostrar que Grotestak no tiene relacion alguna con los terroristas que atacan objetivos extranjeros.
Sois condenados a muerte y se fija la ejecucion por supresion neuronal para dentro de una semana.

La aventura termina del mismo modo que comenzó, con todos vosotros en una celda esperando a morir. Nuevamente sin ser culpables, pese a que esta raza sea presuntamente mas sensata.

Fue dificil de explicar para los bauwer como cinco terroristas escaparon de su prision mas segura el dia antes de ser ejecutados. Algunos opinan que recibieron ayuda externa, otros dicen que fue suerte y otros hablan de justicia divina. Sea como fuere esos cinco convictos, un Het Wad, una Napeden, una humana, un Bauwer y un Gulzig lograron huir de Grotestak causando un gran revuelo y desvelando secretos que cambiarian el mundo conocido. Pero esa es otra historia...