Partida Rol por web

Nade sugiere que el plan de Oka es muy bueno, pero que no tiene el chakra suficiente como para poder hacer clones, aunque quedará en la última guardia, antes de que el sol saliera, así que esperaba que no pasara nada. Se despidió de sus compañeros, y luego de ayudar a  dormir a los niños, intentando calmarlos, se fue a su habitación a dormir, hasta su guardia. 

Antes de irse a descansar Okazaki recogió unas tablas de los escombros en los que se había convertido la aldea y preparó unas sencillas trampas para colocar en puntos estratégicos, utilizando algunas de las agujas con las que tan diestra era.

- No es gran cosa.- Dijo a los demás con cierta decepción. Tras ocultarlas en el terreno  y esparcir unos abrojos en la entrada principal del campamento, dejó a Sunauto a primera guardia y se fue a descansar.

La noche va ganando sobre las ruinas. Todo fuera de la casa se torna manchones de oscuridad. La luna, entorpecida por las nubes remanentes, no puede cumplir bien su tarea.

Hamachi, a pesar de todo, tenía razón. Puede sentirse la presencia, haciéndose más fuerte. Pero ¿Dónde de toda la aldea se oculta?

Es una sensación ominosa que te acompaña todo el rato. Son la última luz. Más allá solo existe la desolación, la muerte, el bosque negro. No hay ruidos, puesto que los animales no han vuelto. Solo los suaves sonidos de los durmientes acompañan, una vez que Okazaki termina de instalar sus trampas y se retira a descansar…

La medianoche llega sin novedad y así también el cambio de guardia… hora de despertar a Hiroto.

Sin novedad en mi Turno de Guardia me acerco hasta donde se encuentra Hiroto.

- Hora del relevo. - digo dándole con el pié para no apartar la vista de los alrededores. Hay algo por aquí pero no consigo identificar donde.

Hiroto se despertó de un sueño que no estaba resultando nada reparador para recibir el breve informe de Sunauto a la vez que hacían el cambio de guardia. El breve descanso consiguió quitar parte del cansancio del día anterior, pero su mente seguía tratando de ensamblar el conjunto de información que se habían encontrado allí. Hamachi les había revelado por fin el mal que azotaba a la aldea, pero aun así había algo en todo esto que no terminaba de convencerle. Pero realmente no tenía una base sólida sobre la que sustentar sus temores.

-Eso mismo me ocurría a mi mientras fuiste a buscar a las chicas.- Respondió por fin tras un breve silencio. -O esa bestia es muy escurridiza, o hay alguien más acechando entre las ruinas.- Concluyó rápidamente. -Bien, tú descansa, Sunauto. Nos va a hacer falta a todos.- Le dijo con una sonrisa acompañada de una palmada amistosa en el hombro. Acto seguido fue a ocupar su puesto de guardia.

- Cualquier cosa que notes avísanos de inmediato. - le digo en un susurro al oido. No intentes hacerte el valiente.

Dicho esto me acuesto y trato de descansar.

La guardia de medianoche comienza. No es mejor que la anterior a decir verdad… Fuera de las pocas luces que escapan por los postigos de las casas, el entorno es pura oscuridad. La luna apenas puede hacer su trabajo entre las nubes que van y vienen. Y no hay casas vecinas donde otras almas vivas iluminen el poblado en ruinas. Más allá, en todas direcciones, solo el bosque o el campo se extienden. Tanta noche solo puede hacer a uno más consciente de su pequeñez y debilidad... en especial, frente a lo que acecha.

La vaga y oscura presencia se extiende durante la noche, un manto negro que ahoga todo. No obstante, aproximadamente una media hora desde que Sunauto se retirara, sientes algo... más. El crujido inequívoco de una madera rota, hacia el Oeste, entre las dos casas enfrente al refugio. Una de las trampas de Okazaki se ha activado!

Tu mirada otea la noche y fácilmente tropieza con lo que buscaba... sin desear nunca encontrarlo. No después que alza los ojos hacia ti, claramente descubriéndote tanto como tú a él... ella... eso...

Ojos ardientes, tan brillantes que iluminan parcialmente la piel escamosa que los rodea. Estan llenos de ira como nunca vieras, que en parte es contra sí mismo más que contra esos estúpidos humanos, por haber caído en la pequeña trampa. Ahora ya no podrá matarlos por sorpresa.

Lo cual no significa en lo más mínimo que no vaya a devorarlos de todas formas, hasta la última gota de sus almas. Solo que habrá que luchar por ellos otra vez... y no son nada digno de ese esfuerzo… Pero que así sea. 

El comienzo de su turno de guardia no auguraba nada bueno. La oscuridad casi absoluta de la noche y el inquietante silencio tan solo acentuaban la amenaza latente de la que Sunauto hablaba y le que el mismo Hiroto había sentido antes de que sus compañeros regresasen... Y finalmente se dejó ver.

Una de las trampas de Oka lo alertó y le hizo girar hacia el origen del ruido. El tiempo parecía haberse detenido en ese instante, en el mismo momento en el que la mirada de ambos se cruzaron. Hiroto miró en el interior de esos refulgentes ojos que brillaban en medio de la noche y un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de que le estaban devolviendo la mirada. Sin duda era la criatura que había asolado la aldea y venía a por ellos antes de lo previsto. -¡Nos atacan! ¡Es la criatura!- Avisó desde su puesto de guardia a la vez que desenvainaba sus espadas.

Era inútil tratar de posponer el combate y todo lo que podían hacer era ganar tiempo para que Valea comenzase a dirigir a los supervivientes aun siendo en medio de la noche. Pero solo estaba él hasta que sus compañeros apareciesen, aunque eso no lo iba a amedrentar. Su chakra ya había empezado a moverse desde el mismo instante en el que vio aquellos ojos y ahora se concentraba en las hojas de sus espadas. Tenía que tomar la iniciativa. Adoptó una pose de combate y afiló el chakra que corría ahora por sus armas. Rápidamente, Hiroto trazó dos arcos en el aire liberando la energía acumulada dejándola volar hacia la terrible bestia que se acercaba.

-¡Nos atacan! ¡Es la criatura!-

El grito de Hiroto resuena dentro de la casa, atravesando la madera y los muros para sacudir a los durmientes un poco...

Sunauto, quien acababa de acostarse, abre los parpados y se encuentra alerta de improviso, apenas con la ligera jaqueca del que interrumpen cuando entraba en un buen sueño. A su lado encuentra a Hamachi ya incorporándose. 

Por el contrario, en la habitación de las kunoichis resuena menos. Nadeshiko y Okazaki solo creen haber oído un grito, que las saca a medias de su merecido descanso… ¿Ya será hora de sus guardias?

Los dos golpes impactan sobre el Oni, pero en la oscuridad es difícil calcular el daño que le han hecho. No obstante… o le han sorprendido o ni se ha molestado en esquivarlos.

Sumado a esta arrogante actitud, arremete fieramente, cargando en dirección a la casa ya sin disimulo. Un violento impacto resuena cuando la puerta del frente es destrozada ante la embestida…

No solo te ignora, aunque de hecho así escapa de tus ataques… sino que está yendo por los de adentro antes que nada!