Partida Rol por web

Dejáis los caballos en el establo, pues serían más un estorbo que una ayuda para abriros paso por el bosque; y además puede que a Trueno le entrara el miedo y huyera si empieza a haber jaleo, y a ver cómo te las apañabas para encontrarlo; tendrías que ir a pie hasta Santiago.

Rodrigo y Ginés intercambian de vez en cuando alguna palabra entre ellos por el camino, y Bernal hace lo propio contigo. Aunque debiera estar preocupado por la empresa que estáis a punto de acometer, se le ve contento.

Pronto salís de los límites de la aldea y llegáis a un arroyo, tras el cual se encuentra el bosque en el que se va a llevar a cabo la ceremonia pagana de la que te ha hablado Bernal. Mientras lo cruzáis, Bernal te explica algo más sobre el ritual.

"Antaño la ceremonia solía realizarse en este bosque, ante un roble centenario. Es una especie de bautismo diabólico en el que en lugar de agua se usa fuego. Espero que lleguemos a tiempo, antes de que la madre ejecute el ritual."

Escucho atento las palabras de mi amigo, y le digo:

-Bernal, compañero, parece que no hayas aprendido nada sobre mi en tantos años.

Dándole una pata a un guijarro, le contesto:

-Mi solución desde hace tiempo, ya habría sido cortar ese árbol, y con su madera hacer una gran cruz para la iglesia del pueblo, y muerto el perro, se acabó la rabia.

Como siempre, me mostré tajante ante una religión que nunca entendería.

Rodrigo y Ginés te han oído y muestran su aquiescencia a tus palabras.

Por su parte, Bernal parece aún más animado si cabe al oirte.

"Buen dicho es ese, y lo solemos practicar por aquí, sin duda. Pero aunque cortáramos ese árbol, esas mujeres del demonio encontrarían otros lugares para practicar sus brujerías. La única solución pasa por combatirlas a ellas, borrarlas de la faz de la tierra."

Notas un tono rabioso en el discurso de Bernal. Desde que hicieron acto de presencia los otros se ha vuelto más fanático; y eso aun cuando sabes que de los dos era el más conciliador; lo mismo le daba acostarse con noble que con plebeya, y trataba a todo el mundo por igual, cosa que tú nunca llegaste a entender. Pensabas que seguía igual que antes, pero al parecer han cambiado las cosas...

Superáis el arroyo sin dificultad y os adentráis en la foresta. Se está haciendo de noche, y para colmo la vegetación es tan tupida que apenas deja pasar los últimos rayos del sol que ya está presto a desaparecer tras las montañas. Tus tres compañeros de cacería llevan antorchas, pero no las usan.

"Es mejor acostumbrar los ojos a la penumbra para pillar por sorpresa a los herejes, que gustan de reunirse en la oscuridad", te explica Bernal. "Si encendemos las antorchas, nos verán llegar."

Llegado a un punto, antes de seguir avanzando, Bernal traza un plan para batir mejor el bosque.

"Xoan y yo iremos en esta dirección", dice, señalando a la izquierda, "y vosotros iréis por esa otra", les indica a Rodrigo y a Gines. "¿Estáis de acuerdo?"

Rodrigo asiente y le entrega su cuerno a Bernal.

"Con él podremos comunicarnos. Un toque es una petición de auxilio, dos toques significa que la madre y el niño han sido encontrados", explica Rodrigo.

Rodrigo y Ginés están a punto de irse, pero Bernal levanta la mano indicando que esperen, por si quieres añadir tú algo más.

Parados en el camino, con bastante frío, les comento:

-Por mi no hay problema, pero estad al tanto, por si hemos de hacer alguna acción rápida. No me gustraria que un niño inocente sufriese por las locuras de su madre. Yo no conozco la zona, pero supongo que las mujeres se verán y oirán desde lejos.

Con una gran sonrisa, les muestro mi espada como si fuese una cruz.

-Dios nos ayudará, y si no...

Le doy la vuelta a la espada empuñandola de forma amenazante:

-Ya puede salir el demonio corriendo esté dónde esté.

Dicho esto, sigo el camino junto con Bernal, y al cabo de un rato, cuando ya están lejos, le pregunto:

-¿Ya son de fiar esos dos?, no me gustaria tener que enfrentarme a ellos, y menos contra el joven, no me ha gustado mucho su actitud. Debería tener mas respeto, y no sólo a las canas.

Y sin más, los dos hombres se marchan a paso ligero en dirección contraria a la vuestra.

Bernal se encoge de hombros ante tu pregunta.

"Forman parte de una cofradía de cazadores... de Caza Mayor, por así decirlo. Ya te lo explicaré. Y claro que son de fiar, de lo contrario no vendrían con nosotros. Pero ahora concentrémonos en nuestra tarea."

Te das cuenta de que Bernal trata de dar por zanjado el tema, evitando dar más explicaciones.

"Estate atento, y busca un rastro: alguna huella, hierba hendida... el tiempo juega en nuestra contra."

Te resulta extraño ver a Benal tan agitado, pero por otro lado es normal por la situación.

En silencio, sigo caminando junto a Bernal imbuido en mis pensamientos:

Bueno, si el cree que son de fiar, es que lo serán, lo que caza mayor por esta zona, no tengo claro a que se refiere, osos no creo que cacen por aquí.

De repente, caminando y mirando hacia abajo, veo huellas en el suelo. Paro en seco, y le hago una señal con el dedo para que el también las vea.

Mientras me agacho para verlas mejor, me concentro el las huellas, pero escucho ruidos, y le hago otra señal tocándome una oreja, y luego le señalo la dirección de donde parece que vengan los sonidos.

No hay duda: son huellas de seres humanos, y por el tamaño parecen de dos mujeres. Guías a Bernal siguiendo el rastro, hasta que este se adentra en un sendero entre malezas, y es allí donde oyes una voz. Está entonando un cántico, y por el timbre dirías que pertenece a una vieja, pero además oyes otra voz; parece como el llanto de un bebé, pero es más grave de lo normal, suena muy ronco. Por un momento se te ponen los pelos de punta al oírlo. Haciendo una seña, le indicas a Bernal de dónde vienen las voces que escuchas. Este te sigue siempre a corta distancia, hasta que llegáis a un claro en el que se encuentra un roble centenario y gigantesco. Sin duda, habéis encontrado el roble del que te habló Bernal.

Ante el roble se encuentra una vieja mujer, la cual baila enloquecida ante una gran hoguera, con el pelo adornado con hojas de muérdago. Era ella la que estaba cantando. Sus cánticos los pronuncia en una lengua desconocida para ti.

Otra mujer más joven se mantiene a distancia, llorosa, y sujeta entre sus brazos a un niño recién nacido que no para de llorar con ese sonido ronco que escuchaste antes.

Estás pensando en el plan a seguir para discutirlo con Bernal, cuando este salta de repente desde vuestro escondite, desenvaina su espada y, lanzando un aullido, se abalanza contra la anciana. Esta, absorta como está en el ritual, ni siquiera ve llegar a Bernal, y cae fácilmente derribada. Una vez en el suelo, Bernal la masacra a espadazos frenéticamente, mientras la otra mujer chilla aterrorizada.

Todo ha ocurrido tan rápidamente que no ha dado tiempo a reaccionar. Además, te ha dejado estupefacto la actuación de Bernal: no reconoces a tu amigo en esa fiera enloquecida e inmisericorde.

Una vez que ha terminado con la anciana, que ahora no es más que una masa sanguinolenta en el suelo, se gira hacia la madre y el niño, que ha dejado de llorar repentinamente, y sonriendo con crueldad, empieza a avanzar lentamente hacia ellos, con claras intenciones de matarlos a ambos.

La mujer aprieta al niño contra su pecho. Ves cómo el miedo se ha instalado en sus ojos ante el demonio que en cuestión de segundos ha segado la vida de la anciana; está paralizada de terror, pero aún así está dispuesta a defender a su hijo hasta el final.

Observo la atrocidad que ha hecho mi amigo, y me pongo a gritarle:

-¡¡¡Bernal!!!, ¡¡¡Bernal!!!, ¿qué haces?, te has vuelto loco, debemos apresar a las mujeres, y llevarlas para realizar un juicio justo, la iglesia es quien ha de decidir sobre ellas, y nosotros no debemos ser la mano del verdugo!!! ¿No ves que no muestran resistencia?

Sobresaltado, le sigo chillando:

-¡No mates a la chica y a la criatura!, las podemos reducir y llevarlas al pueblo y esperaremos a los inquisidores. ¡El niño no es el culpable de los pecados de su madre! ¡Detente por dios!

¿dónde estarán los otros dos?

Bernal se gira hacia ti y te mira con los ojos inyectados en sangre. Tiene la cara y las ropas salpicadas de la sangre de la anciana, y esta también gotea de su espada. Ese no es el Bernal que conoces.

"¡Calla, estúpido!", te grita, fuera de sí. "¡Todo el que sea manchado por la brujería debe morir por la espada! ¡Esa es nuestra ley!"

Al mismo tiempo, la muchacha también te mira, y aunque no ha desaparecido de su rostro la expresión de terror, empieza a caminar hacia atrás sin dejar de mirar a Bernal, con el niño acurrucado en su brazo izquierdo, mientras lleva su mano derecha hacia atrás, buscando tocar cualquier cosa que esté a su espalda para no caerse.

Escucho lo que me dice Bernal, y no me lo puedo creer.

-¿Cómo que nuestra ley?, sabes perfectamente lo que dice la ley, y no es matar a espadazos a quien es acusada de brujería, aunque tengamos todas las pruebas necesarias. Nosotros no somos la justicia. No te reconozco amigo, no eres el que eras antes, el tiempo te ha hecho mucho daño.

Veo que la chica está reculando, y le digo:

-Tú, concubina de satán, no te muevas del sitio si no quieres acabar como la vieja, entrégate y tendrás un juicio justo, pero si sales huyendo o muestras resistencia, nosotros tendremos que usar la fuerza.

Empezaba a sospechas por como habla Bernal estaba metido en algo raro, ya que dice "nuestra ley" sabiendo perfectamente que no es ley alguna ajusticiar a mujeres a espadazos, y "la cofradía de cazadores" de la que nunca he oído hablar.

La mujer se detiene en seco, y Bernal suelta una risotada.

"No, no soy el de antes, Xoan", te dice, aún todo lleno de sangre. "Antes era débil, vivía engañado. Pensaba igual que tú, pero todo eso de la justicia son tonterías. Y además, la justicia es para los seres humanos, y aquel que practica la brujería deja de ser humano, e intenta destruir a los hombres con sus artes mágicas. ¡Hay que exterminarlos a todos, y a todos los que crean en ella! ¡Sólo así nos veremos libres del Diablo!"

Bernal hace una breve pausa para ver tu reacción, y al verte reticente, insiste:

"¿Te acuerdas de María? ¿Mi María? ¡Las brujas de este pueblo la mataron, y no descansaré hasta sacarles el corazón, a ellas y a todos los que hagan tratos con ellas! ¡Esa es la ley de la Fraternitas Vera Lucis! Es lo que intentaba decirte, Xoan, para eso te llamé. Únete a nosotros, contigo ganaremos un gran aliado. ¡Y ahora mátalos a los dos, a la madre y al niño! ¡Es necesario! ¡Vamos!", añade, señalando a la mujer con su espada ensangrentada.

Mientras habla Bernal, la mujer te mira completamente inmóvil. En su mirada adivinas una súplica, más que por ella, por la vida de su bebé. ¿Hasta qué punto será esta mujer culpable de brujería? A simple vista no parece una bruja. De lo que estás seguro es de que, si tú no lo haces, Bernal la matará a ella y a su criatura sin ninguna contemplación.