Partida Rol por web

Arnold se dirigió al tocón para sacar el hacha en ese momento tuvo una especie de revelación porque se quedó en éxtasis, cuando volvió en sí un rostro de pavor representó lo que había vivido escasos momentos, con el hacha en la mano miró su hombro... - Tengo algo en el hombro, una mancha rojiza, ¡oh dios!, ¡quitármelo!, gritó mientras se tocaba con su otra mano los bolsillos... Para ver si llevaba algún pañuelo con el fin de quitarse aquella mancha demoníaca que se había manifestado tras coger la maldita hacha.

Aguantas bien esa visión, apenas te distrae o perturba, pero es algo verdaderamente inquietante, lo que puede hacer una mente sugestionada.

Uno tras otro os pertrecháis con objetos que agarráis del maletero del coche, incluso el padre arranca el hacha de la estatua del centro de la plaza, aunque parece que se ha manchado la ropa con el óxido y trata, con poco éxito, de limpiarse con un pañuelo.

Finalmente ponéis rumbo a la sacristía, dispuestos a explorar el sótano de la misma, el sol se oculta tras las montañas, y se escucha un trueno en la lejanía justo cuando atravesáis el umbral de la puerta, parece que se acerca una tormenta.

En silencio atravesáis la amplia sala principal, gobernada por esa retrato de Henry Willard, que parece burlarse con una sonrisa de vosotros, incluso parece que los ojos os miran mientras camináis hacia la cocina.

Parece que nadie ha entrado en mucho tiempo en esta cocina, las puertas de los muebles están abiertas, algunas de ellas han caído por el paso del tiempo, una ventana tapiada con tablones y varias estanterías, todas vacías. Hay una vieja cocina de carbón, alguna cacerola de cobre, restos de vajilla y tarros rotos esparcidos por el suelo de tablones de madera. Al fondo hay una trampilla en el suelo, cerrada y cubierta por el polvo, sin lugar a dudas es el acceso al sótano que andáis buscando.

—¡¿Es usted idiota?! —grita la arquitecta al padre Flaherty. En ocasiones normales, sería más educada, pero ya pierde los nervios—. Usted también ha visto la cabeza decapitada de Henry Willard, ¿verdad? —suspira—. Aquí ocurrió algo grave, padre: este hombre es el mismo del cuadro de la sacristía. ¡Este lugar está maldito! ¡Satanás! ¿No le suena a usted de nada de sus estudios eclesiásticos, tal vez?

Mientras anda charlando con Arnold, el cansancio y la poca comida comienzan a hacer mella en Gloria. Hace ya más de una, tal vez dos horas que el cielo ha oscurecido y las fuerzas le comienzan a faltar. No puede dejar de bostezar en el camino hacia el sótano, así que quizás no le resulte difícil dormir después de todo.

Al ver que la trampilla del sótano está cerrada a cal y canto, Gloria se detiene a examinarla, acuclillándose a su lado.

—Parece que está bien cerrada y nadie ha pasado por aquí en mucho tiempo —se levanta de nuevo, soltando un quejido. Comienza a hacerse mayor, los cuarenta están a la vuelta de la esquina—. Creo que estaremos a salvo aquí, podemos hacer noche y mañana ir a la sacristía —hace una pausa—. O bajar por la trampilla. Quería comprobarlo para ver que estábamos a salvo durante la noche, pero viendo el estado de la trampilla...

Gloria sabe que está mareando a sus compañeros, pero en este momento le da igual. Únicamente quiere terminar con esto, dejar su trabajo e irse finalmente a Nueva York.

Le respondió a Gloria: - Este sitio está relacionado con los juicios por brujería celebrados en la cercana Salem. Por ahora no había relacionado al tipo del cuadro con la ejecución hecha en el árbol con esta hacha. Verá señora satanás es el mal en estado puro, toda maldad decimos que proviene de satanás, en este caso estamos viendo que ha habido una ejecución de esta persona por brujería, deberemos de seguir indagando, por ahora no puedo decirle nada más. 

El sacerdote caminó con el grupo hasta la entrada de la casa pasando por donde estaba el cuadro hasta la cocina... Vio antes si podía coger el cuadro... porque aquel cuadro le inquietaba de una forma sobrenatural.

-Señorita Méndez - replico al ver el brote psicótico que ha tenido y es cuando deseo tener un buen montón de Valium para metérselo por la garganta. No sé si la tranquilizaría, pero a mí me daría un segundo en sus altibajos emocionales. No tengo bastante con la tormenta que está fuera, alguien que se molesta con una mancha de óxido y tengo que tener a alguien con un brote psicótico. - Padre Flaherty le agradecería que no le dirá alas, la han atacado unos cuervos al entrar en su lugar de nidada y seguro que también piensa que ha sido Satanás.

Estamos aquí para un trabajo, no para averiguar de la existencia del maligno y sobre esos juicios - me callo un segundo tomando aire antes de continuar - muy posiblemente todas las mujeres y hombres acusados de ser brujos, no eran tales. Simplemente, la gente tuvo una intoxicación porque el centeno del pan estaba fermentado o por las bromas de unas niñas a las que pillaron y no sabían como explicarlo para escapar de su castigo.

-Buena idea Shar. -Se sorprendió al no caer en la palanca que reposaba bajo el asiento del copiloto, una herramienta usada solo para casos "extremos" y de la cual ni siquiera su jefe sabia. Así se hizo con ella tan pronto se alearan del coche, no sin antes asegurarse de cerrarlo adecuadamente ha pesar de que a estas alturas bien sabía que no servia para absolutamente nada, era una costumbre difícil de olvidar.
-Parece que a nuestro cura no le gusta mancharse. -La exagerada actitud de Arno ante una simple mancha de oxido le hizo notar que no solo era él, todos estamos con los nervios alterados o al menos la gran mayoría.

-Perfecto y ademas toca mojarse. Parece que Dios se esta riendo de nosotros padre. -Dijo en todo sarcástico o al menos esa fue la intencion a pesar de sonar mas a enfado que a cualquier otra cosa, poco antes de entrar de nuevo a esa horrible casa y ver como al menos uno de los "libres pensadores" si se estaba riendo de ellos con esa mirada pintada de superioridad.

-Si han terminado de divagar, me gustaría terminar con esto cuanto antes. -Intento zanjar el tema filosófico de los cerebritos, mientras dejaba en el suelo su mochila y sujetaba la palanca con ambas manos mirando la entrada al sótano. -Creo que aquí abajo no encontraremos nada mas que polvo y bichos amantes de la humedad, si me alumbran procedo a operar. -Declaro antes de golpear con fuerza el marco de la trampilla para encajar la palanca en el umbral y poder hacer palanca.

- Sí estará en lo cierto... respondió a Sharpay para zanjar aquel asunto y poder ver dónde iban a dormir...

Después descolgó el cuadro y se lo puso en la axila, viendo si había algo detrás del cuadro...

Por mucho que la funcionaría intentara tranquilizar y dar una respuesta lógica a lo acontecido, después de la visión el cura se mostró más perceptivo a lo místico y paranormal. - Sabía que allí había pasado algo y que los fantasmas del pasado acampaban a sus anchas en aquel lugar. Algo malvado, como un espíritu habitaba, quizás el espíritu del brujo que no habían podido destruir su alma tras su muerte. Por tanto, pudo maldecir aquella casa, el santuario y todo lo demás al quedar su alma anclada, y haberlo convertido en un páramo maldito... incluyendo a los niños que pudieron habitar la casa.

Aunque Gloria sabe que hay algo raro en todo el tema del cuadro y del tal Henry Willard, no puede más que entornar los ojos al ver al padre Flaherty descolgar el cuadro. Parece que quiera cavarse su propia tumba; conseguir su propio ticket gratuito al sanatorio. Pues allá él.

«A la zorra pérfida de Sharpay Wong, ni caso, por supuesto», se sorprende a sí misma pensando. ¿Quién es ella para difamarla? «Que se vaya a la mierda».

—Veo que no me han hecho ni caso —observa con cierta acidez. Ya se había hecho un hueco entre los muebles de la cocina, o donde quiera que estén. Sin embargo, se levanta rezongando y echó mano de su llave inglesa—. Pues nada, a morir. Venga, va, señor Gambetta, no se corte. Por lo menos ajústese la luz del casco, que parece un minero borracho.

Puede que Gloria haya echado una cabezada de unos pocos minutos, pero está claro que su chip ha cambiado totalmente. Muestra una actitud totalmente bipolar y ahora está en modo tóxico negativo.

—Y padre Flaherty —añade—, no sea ridículo. Deje el cuadro en su sitio, que no cabe por la trampilla —entorna los ojos con condescendencia—. Además, está maldito, ya se lo he dicho.

Habiendo ya repartido para todo el mundo, su cuerpo se pone en tensión y adopta una postura defensiva con respecto al misterioso sótano, esperando que pueda salir cualquier cosa: desde más cuervos hasta cucarachas del tamaño de mapaches.

- Por eso señora Gloria si está maldito debemos de ver la forma de romper la maldición, descuide que lo dejaré aquí en el suelo para después recogerlo, soy cura y sé cómo romper ciertas maldiciones... Le comentó a la neurótica de Gloria, que por el camino que iban necesitarían casi todos un psicólogo para las vivencias que estaban teniendo. Menos mal que el señor Frank se mantenía cuerdo ante tanta habladuría y mal de ojo. Entonces Arnold iluminó con su linterna a Frank para que pudiera abrir aquella trampilla... - Sí señor Frank, dios se ríe de aquellos cuyas almas no encuentran reposo en el cielo, por haber quedado anclada su alma en este lugar debido a un acontecimiento atroz como la ejecución con el hacha. Dejando patente que creía en esta maldición dicha por Gloria debido a que una vida atormentada no encontraría reposo más allá de la muerte, si no había sido debidamente enterrada y se había orado para que encontrara el camino hacia su destino.

Los nervios están a flor de piel, parece que la idea de pasar la noche en aquel lugar maldito esta poniendo a prueba a mas de uno, la tormenta en ciernes no hace mas que empeorar el enrarecido ambiente.

Frank escucha como sus compañeros discuten y casi agradece la tarea de forzar la entrada, descargando su frustración golpea el marco de la trampilla y hace palanca, con un crujido la antigua y combada madera cede con un ruido de tablones astillandose, en ese mismo instante un trueno en la lejanía, en el momento adecuado hace retumbar los cimientos del edificio, una vaharada a tierra húmeda y aire estancado invade vuestras fosas nasales. Unas escaleras de piedra bajan hacia la oscuridad del sótano, que se abre silencioso y lóbrego. Vuestras linternas apenas llegan a iluminar unos metros esos escalones.

Las primeras gotas de lluvia comienzan a caer en el exterior, un suave repiqueteo que poco a poco va sonando mas continuo, hasta que de pronto la suave llovizna se convierte en un aguacero.

-¡Ya-es-tA! -Termino el trabajo pesado, recibiendo el hedor de la humedad y aliento de muerto de primera mano.

-¡Joder! -A punto estuvo de caer, al dar un par de pasos hacia atrás por culpa de aquella peste que venia del mismo sitio que pretendían visitar la misma noche que los truenos sonaban con mas fuerza, era como si la propia tierra hubiera temblado al abrir aquella puerta sellada.

-No veo un m... -Recordó entonces las ultimas palabras que Gloria le dedicara. -¿El casco tenia linterna? -Busco con la mano libre y encendió la pequeña luz que reposaba por encima de su frente, apuntando a las escaleras que avisaban de su precariedad.

-Bueno no veo barandilla alguna y parece que las han construido sobre la propia piedra... -Miro al resto alumbrando con su casco las caras de cada uno de los presentes. -¿Alguien quiere hacer los honores? -Señalo con la palma las escaleras invitando a bajar.

Creo que si tuviera algo fuerte que inyectar a nuestra compañera, lo haria para que descansara y dejara de decir tonterias. Maldiciones, lo proximo que seria que estamos poseidos por un fantasma de un antiguo nativo americano que desea que le devuelvan las tierras de sus ancestros. 

La última vez que acepto un trabajo asi, me quedo en la ciudad y que esto lo haga Mahoney. Lo peor no se si es eso o que el padre la siga al corriente, seguro que han respirado polvo de algun pan contaminado que se ha podrido en este lugar y les ha llegado al cerebro para provocarles alucinaciones. Lo peor es que esta lloviendo y si donde vamos no esta impermeabilizado, pues nos podriamos ahogar, todo perfecto.

Gloria sigue esperando en silencio y comienza a perder los nervios.

—Bueno, ¿qué? —pregunta, visiblemente irritada—. ¿No iba a bajar usted, señor Gambetta? En fin, todo lo tiene que hacer una. A ver, apártense, que ya me estoy hartando —exige, cogiendo un candelabro u otro objeto contundente que se encuentre por ahí cerca y lanzándolo por el agujero para comprobar cuán fondo es y si hay agua debajo—. Si es que de verdad, cómo se puede tardar tanto en bajar por una trampilla... —sigue rezongando.

Sea como fuere, comienza a bajar las escaleras la primera con mucho cuidado, esperando no tropezarse y que no termine de pronto la escalera.
 

Frank dejo pasar a Gloria mientras alumbraba a su espalda, para evitar que pisara en mal sitio por equivocación, al tiempo que repasaba mentalmente lo dicho por ella. -Sí, claro. He visto suficiente películas para saber que es mejor no ir primero, pero tampoco esperaba que fuera ella la verdad. -Miro de soslayo al cura, con un gesto de desaprobación, mientras seguía vigilando el descenso.

-No tenga prisa y si ve filtraciones igual seria mejor esperar a que escampe. -Aunque no tenia pinta de dejar de llover pronto, mas que nada, porque acababa de empezar aquella espesa y fría lluvia.

Gloria comienza a descender las escaleras, con cuidado para no perder pie y tener una mala caída. Afortunadamente los escalones de piedra parecen haberse conservado perfectamente, y solo tienen un poco de humedad que se va incrementando a medida que la mujer desciende. El resto veis como la luz de la linterna de Gloria se va alejando poco a poco.

Gloria, no puedes evitar observar la estructura de las paredes de este subterraneo, no te soprende, es la habitual construcción de la época. Han excavado al hacer los cimientos del edificio y las paredes son de tierra apelmazada y el techo esta afianzado con gruesas vigas de madera, se puede observar que del techo surgen algunas raíces y algunos hongos oscuros, que desprenden un aroma nauseabundo y cenagoso que se hace mas insistente a medida que desciendes. 

Finalmente llegas al final de la escalera, apiladas en las paredes hay cajas y estanterias de madera carcomidas, almacenadas en ellas hay tarros de cristal, vajilla de porcelana antigua y demás útiles de cocina. También hay algo de comida en mal estado y botes de confituras varias que no te atreverías a probar. El suelo del sótano esta húmedo, pastoso, incluso hay pequeños charcos en donde las filtraciones del techo son mas copiosas.

No ves nada de interés al pie de la escalera, aunque la habitación se extiende algunos metros hacia delante, tu pequeña linterna no llega a iluminar toda la estancia, deberías avanzar un poco mas para ello.

Gloria llega hasta abajo antes de lo previsto y no puede sino sorprenderse por el "buen" estado en que se encuentra el sótano visto cómo está el resto del pueblo. El fétido olor a moho y Dios sabe a qué la acerca de nuevo a la realidad y finalmente se centra, poniéndose seria y olvidando —aunque solo un poco— el cabreo que tenía hasta hace un momento.

—Joder, qué peste —maldice, tosiendo un par de veces—. Está un poco empantanado pero se puede andar, pueden bajar sin miedo, no veo el final desde aquí. Será mejor no separarnos, así que apresúrense —urge a sus compañeros.

Mientras espera a que sus compañeros bajen, trata de tomar una posición en la que vea algo más del fondo pero tenga la escalera cerca para huir si es necesario. No quiere adentrarse sola.