Partida Rol por web

Cantina de Nadie

Worlport, Capital de Ord Mantell, año 2 ABY

Una música tranquila resuena a vuestro alrededor. La única y tenue iluminación proviene de unos paneles de neón distribuidos entre la barra circular de Nadie, el grosero y poco elocuente barman, y unas pocas lamparillas ancladas en las paredes cavernosas del local, configurando un ambiente acogedor a pesar de que la cantina parece reunir, en sus mesas bajas y redondas, a la peor escoria de la galaxia. Humanos, twileks, biths, rodianos, sullustanos, bothans e incluso un par de enormes trandoshanos aparecen repartidos por el lugar en diferentes grupos mientras charlan, beben o simplemente disfrutan de la música en solitario.

A pesar de haber resultado un trabajo sencillo, durante el viaje a Ord Mantell habíais temido lo peor debido al deplorable estado, ya no solo aparente si no también funcional, del carguero ligero corelliano de Alana. Aunque hay que admitir que, entre el buen pilotaje de la chiss y los constantes arreglos y chapucillas llevadas a cabo por Gallo, el técnico especialista de la expedición, todo ha ido, finalmente, según lo previsto para el beneplácito de todo el grupo y de vuestro contratista, Industrias Pharmaspace.

Hace apenas un par de horas que habéis finiquitado vuestro encargo en común y abandonado los almacenes sin emblema de la zona industrial de la ciudad cuando, como esperabais, quinientos créditos por cabeza irrumpieron en vuestros chips bancarios con un leve parpadeo de los diminutos leds integrados en su hardware, notificando el fin del contrato. Ahora, por fin, gozáis relajadamente de un refrescante loom o de un intenso licor gralish de importación que no resulta ser, como cabía esperar de semejante antro, de una muy buena calidad...

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No sé, pero hay algo que no me cuadra... Gluz se dirigió con paso lento entre la multitud que se encontraba repartida entre las sombras hacia la barra circular de la cantina. Ignoró a la mayoría de los seres que se encontró, aunque saludó al grupo de rodianos con un leve toque de sus dedos en el ala de su sombrero y un breve saludo en su idioma, sin llegar a entablar conversación. Junto a la barra, le habló al barman:

- Cuatro chupitoz de ezte agua cenagoza que llamaz gralizh- dijo Gluz, arrastrando mucho las eses, penosamente pronunciadas. Luego sostuvo la mirada del barman como desafiándole. Como hagas una gracieta, fregaré esta pocilga con tu cara, dicen los ojos del rodiano. Ante la impasible cara de Nadie, recoge las bebidas de color verdiazulado y paga su importe.

Cuando se gira para ir donde le aguardan sus actuales socios, Gluz vuelve a notar la sensación de que algo esquivo está intentando escapar de su vista. Algo mosqueado vuelve andando con las bebidas pero tratando de concentrarse en todo cuanto le rodea; la música, los ruidos, el humo, las sombras, las siluetas, hasta el olor. Haciendo gala de una gran soltura de movimientos, empujando a algún patoso que estorba, llega hasta la mesa de sus socios y deja, sin decir nada, un chupito delante de cada uno: la chiss que Gluz llama Alana, una dura mercenaria cuyos ojos rojos hielan la sangre pero con un rostro y un cuerpo que parecen esculpidos por un maestro artista; Ashara, una togruta bastante sinverguenza cuyos pensamientos al rodiano le cuesta mucho adivinar y Sarek, un humano especialista en tecnología, que se ha revelado como alguien muy eficaz y de confianza.

Gluz observa durante unos instantes a su alrededor, antes de tomar asiento. Como si hubiera algo, o alguien, que intentara eludirle y se hallara en el límite de sus sentidos.

Eres muy precavido y observador, no se te escapa ni el más mínimo detalle y eres capaz de percibir hasta la rareza más habitual en un ambiente como el que existe en la cantina. Tienes claro que todos son delincuentes comunes, ladrones y asesinos despiadados que no dudarían ni un milisegundo en sacar el blaster o un vibrocuchillo por el más insignificante de los gestos.

Pero no es eso lo que capta tu atención. Hace apenas unos minutos ha entrado por la puerta arqueada de la cantina, decorada con letras escritas en básico que forman el nombre de su dueño y destellan un leve resplandor brillante, una mujer humana, de unos treinta y pocos, en solitario y algo nerviosa, observando con gran interés el interior del local como si buscara a alguien, o procurara no encontrarlos... su ropa está sucia y arrugada al igual que su rostro, sudoroso y rugoso como si no hubiera descansado en días.

Tras echar un primer vistazo, se desplaza cuidadosamente hacia el interior y la pierdes de vista cuando se mezcla entre la muchedumbre.

En fin, puede que haya bebido demasiado gralish o simplemente vaya hasta arriba de brillestim.

Alana miraba la tarjeta de créditos con cara fría, negando levemente con la cabeza mientras apretaba los labios. El trabajo les había dado quinientos créditos a cada uno, pero para ella eso era una nimiedad pues el coste que le suponía la Centella Roja o la Fénix Escarlata, nombre de su nave, era bastante más que eso. Hacía poco que había adquirido adquirido aquella nave y estaba segura de que era una maravilla... o por lo menos lo sería, cuando terminara de reparar y adquirir tooooodo lo que faltaba para que lo fuera. 

"Te llevas una ganga, preciosa, esta nave la ideo un tipo que tenía una visión de los negocios más allá de lo normal. Vale para todo, transporte de mercancía normal, transporte de mercancía delicada, transporte de personas exclusivas, transporte de grupos de persona, transporte de prisioneros e incluso de enfermos... vamos que lo tiene todo. Además, ideo un sistema para poner armamento que pudiera abatir a un puto destructor"

Lo malo es que estaba solo el armazón y los cables, había que dotarla de todo lo necesario para que se hiciera realidad... y además mantenerla, que eso no se lo había dicho Anzak,- Maldito bastardo -pensó la chiss en alto mientras veía como Gluzz se acercaba a la mesa con un chupito de algo verde en la mano.

Miró a su compañero con su típica cara de asesina, pero por suerte para Gluz, éste sabía que era su cara estandart y que no era un enemigo.

-Tenemos que hablar de la Fénix -comenzó a decir a sus compañeros-. Tengo innumerables gastos, entre reparaciones, alquileres de dársenas, carburarntes y.... ¡Dios! un sin fin de reparaciones -dijo Fire, cogiendo el vaso y dándole un pequeño sorbo que le hizo poner una mueca entre asco y placer.

-Si queréis seguir conmigo, tenemos que ver la manera de que esto me salga rentable -dijo sin tapujos la chiss mirando a cada uno de los allí reunidos-. Yo tengo una idea de cómo hacerlo. Es de la siguiente forma, lo que ganamos se reparte en 3. Una primera parte va para la Fénix... ya sabéis, arreglos y futuras mejoras, toda esa mierda que se necesitará para que sea una nave decente algún día. Una segunda parte para gastos comunes, como la comida, bebida, combustible de la Fénix, tasas de muelles, hoteles, sobornos y un largo etcétera. Y una tercera parte a sueldos o gastos de cada uno de nosotros. Y sí, a partes iguales. Yo pienso que es tan importante el que pilota, como el que hace un trato, como el que arregla. Todos somos un mismo miembro de una simbiosis que hace que todo funcione sinérgicamente -expuso la chiss a sus compañeros. 

-Sé que no os deja mucho, pero puedo escuchar otras ideas, que no quiere decir que me gusten -dijo con su habitual tono frío la mercenaria.

Sarek Gallo observaba atentamente la escena que se desenvolvía en la Cantina de Nadie. Su mente inquieta, siempre ocupada con los engranajes de la tecnología, encontraba un momento de pausa para procesar las palabras de Gluz y Alana. Mientras escuchaba las propuestas sobre la distribución de los créditos y el enfoque de negocio para mantener la Fénix Escarlata en pleno funcionamiento, su rostro serio reflejaba su concentración.

En su interior, Sarek sabía que las palabras de Alana tenían un profundo sentido de realidad y pragmatismo. La nave era su refugio, su medio de transporte, y también su sustento. Su destreza técnica se había puesto a prueba en innumerables ocasiones para mantenerla en funcionamiento, y su pasión por la tecnología lo impulsaba a buscar siempre nuevas mejoras y soluciones eficientes.

El especialista técnico dejó escapar un suspiro mientras apoyaba sus manos sobre la mesa. Levantó la mirada hacia Alana y los demás, encontrando en ellos la confianza y la camaradería que habían construido a lo largo de su tiempo juntos. La propuesta de Alana era justa, equitativa y pragmática. Sabía que era la mejor manera de asegurar la supervivencia y el éxito de su equipo.

Con una voz calmada pero firme, Sarek rompió el silencio en la mesa. -Alana, Gluz, Ashara, estoy de acuerdo con vuestra propuesta. Comparto la visión de que cada uno de nosotros desempeña un papel vital en nuestra empresa. Nuestra unión como equipo es lo que nos ha llevado hasta aquí, y mantener esa sinergia es crucial para nuestro éxito continuado.

-La Fénix Escarlata es más que una simple nave, es un símbolo de nuestra tenacidad y de nuestra voluntad de enfrentar los desafíos de esta galaxia implacable. Estoy dispuesto a invertir mi parte de los créditos en mejorar nuestros sistemas y asegurar su máximo rendimiento. Creo en la visión de Alana y en nuestro potencial como equipo.

Sarek se levantó de su asiento, sintiendo una determinación renovada en su interior. -Con ingenio y habilidad, superaremos cualquier obstáculo que se cruce en nuestro camino. Juntos, construiremos un legado duradero en esta galaxia convulsa. Que la Fuerza nos guíe y que nuestra unión sea nuestra mayor fortaleza.

Con esas palabras, Sarek Gallo se unió a sus compañeros en un brindis, sabiendo que su viaje apenas comenzaba y que, juntos, estaban destinados a dejar una huella en la historia de la galaxia.

Gluz escuchó la exposición de Alana y el discurso de Sarek en silencio, lo cual era lo que hacía casi todo el tiempo, estar callado. Cuando llegaba el momento de los brindis, se unió a ello, porque mientras más pensaba en ello, mejor le parecía la idea. Total, tampoco es que quinientos créditos fuera una fortuna, pero uniendo fuerzas podrían encontrar más trabajos. El concepto de equipo o sociedad le parecía algo típico de los humanos, y se ve que también de los chiss. Poner nuestras habilidades y ganancias en busca de un objetivo común, meditaba mientras observaba el gentío que se movía por la cantina. Es un clan de cuatro. Es muy pequeño, pero sigue siendo un clan, pensaba traduciendo las palabras de sus compañeros a un esquema mental rodiano que pudiera comprender más fácilmente.

- Bien dicho, Zarek- respondió cuando el técnico humano terminó de hablar, bebiendo otro sorbo de gralish. Está bastante asqueroso. Pero es gralish... y el rodiano arrugó su larga boca en un rictus curioso al tragar. Gluz suponía que el liderazgo del clan lo ostentaría Alana por varios motivos. Desde su punto de vista era lógico porque era la propietaria de la nave, sus habilidades militares eran superiores y si hacíamos caso a su reputación, los chiss eran unos estrategas insuperables. Que Alana fuera mujer le parecía irrelevante. La chiss me recuerda a la hermana de mi madre, Grina. Mi tía se quedó en Nar Shaddaa, la luna de los contrabandistas, para organizar un gremio de cazarrecompensas. Y no me aceptó porque decía que me falta experiencia. Gluz bebió otro sorbo de gralish. Vieja desgraciada, qué dura es. Pero tiene razón, aún estoy verde para esas cosas. Echó otro vistazo al movimiento caótico de personas en el interior del local, como intentando recordar algo. Las mujeres siempre acaban sorprendiéndote...

Mujeres. Ouch. Había perdido de vista a su objetivo. Bueno, no era realmente su objetivo, pero se había propuesto no perder de vista a esa humana que estaba tan fuera de lugar, más como un ejercicio que otra cosa. Y por estar saboreando, puagh, este licor y pensando en mis cosas, la he perdido de vista.

- Zi me dizculpaiz un momento...- dijo Gluz, apurando su chupito y levantándose de su asiento se dirigió al lugar que había estado observando antes para desde allí echar otro vistazo y recobrar el rastro perdido de aquella humana. Siempre acabo haciendo el mismo juego de cazar. Aunque ahora mismo no sé ni porqué.

Ashara estaba cuchicheando con una Bothan, que le sonreía. La Togruta se había apoyado en la pared con el codo y la mano en la mejilla, mirándola con ojillos picaros. 

-Así que eso hacíais…. -Se pudo escuchar de fondo. - A lo mejor tendría que probarlo alguna noche…-Su sonrisa podría eclipsar cualquier estrella. - ...te puedo cantar una de esas serenatas.-Le susurró al oido. 

Cuando Gluz llegó con los chupitos le guiño un ojo a la Bothan y se dio media vuelta tomando su chupito al vuelo de las manos del Rodiano. 

-Luego seguimos hablando preciosa. - Le dijo para luego dar toda su atención a su equipo, sus raritos favoritos. - ¡Porque vuestra Togruta favorita os siga consiguiendo trabajos tan buenos, y que nademos en abundancia! Sois un gran equipo. -Estaba algo sonrojada, parecía que no era su primera copa, lo que podría llegar a sorprender porque no se había acercado a la barra en ningún momento y solo había estado saludando a los parroquianos de la taberna. 

Se sentó delante de la Chiss, mirándola con su sonrisa de granuja, contrapartida perfecta a la perfección y seriedad de la Piloto. 

-Mi querida Alanaaaaaaaaa .-Dijo alargando la ultimas letras de su nombre mientras le pestañeó tres veces con sus enormes ojos de color hielo. - ¡Todo lo que me dices me parece perfecto, perfectísimo! Hay que cuidar a la nave, y tenemos que cuidarnos, por eso divirtámonos un poco hoy. - Levantó la copa pasando el brazo por el hombro del Guz en gesto de camarería y luego guiñando un ojo a Sarek.- ¡Por el mejor equipo que pude encontrar!  

Luego Guz se levantó dejando su brazo en el aire, solitario, pero Ashara no tenía tiempo para lamentarse. 

-Di que sí Sarek .- Le dijo al técnico. - ¡Tenacidad! ¡Ingenio! De eso os sobra, yo pongo el carisma. - Dijo guiñándoles un ojo. - Y nos va a hacer falta una poca para asegurarnos el próximo trabajo 

Tomo otro sorbo, sonriendo y dejando el vaso en la mesa con un estruendo mientras emitía un gruñidito al sentir el alcohol bajar por su esófago, calentándola. 

-Pero primero celebremos, divirtámonos. - Y les guiño un ojo. - ¡Una ronda a mi cuenta! 

La mesa de fino duroplástico vibra con cada chupito de cristal de Mygeeto depositado con entusiasmo sobre ella. El ingenioso técnico es el último en tomar un trago mientras la picarona togruta alienta al grupo a tomar una segunda ronda de ese enérgico gralish. Gluz se levanta de su asiento con un rictus en su rostro. Hasta la chiss parece más animada que él uniendo al grupo en una causa común. La idea de afrontar juntos los gastos de la Fénix Escarlata suscita una perspectiva de futuro beneficiosa para todos.

¡Una ronda a mi cuenta! - justo en ese momento algo ocurre.

El rodiano la ve por el rabillo de sus enormes y profundos ojos negros. Sus gráciles dedos verdes se mueven a su cinto en un movimiento reflejo y a punto está de desenfundar su blaster, pero no detecta malas intenciones en ella.

Una mujer de mediana edad interrumpe vuestra celebración deslizándose hacia el único asiento libre de la mesa, dejando la última frase de Ashara en el aire siendo sustituida por un ambiente de cierta confusión. Todos la miráis sorprendidos. Viste ropa de buena calidad aunque está manchada de barro y rasgada a jirones en diferentes partes. También veis algunos moratones y arañazos recientes en su delicada piel humana. No parece tener tiempo para presentaciones y antes de que podáis decir nada pone un dedo en sus labios y se dirige a vosotros con apremio, pero aún así susurrante, agachando la cabeza para tratar de evitar que nadie más allá de la mesa se fije en ella.  

- Necesito vuestra ayuda. Por favor, sois mi última esperanza. - se percibe cierta desesperación en su tono de voz.

¡Una ronda a mi cuenta!

Gluz todavía podía oír el animado golpeteo de vasos sobre la mesa. La verdad es que la velada estaba pasando bien. Puesto de pie vio como la humana aparecía cerca del grupo acercándose casi con audacia. En un gesto reflejo tocó la empuñadura de la pistola blaster, pero enseguida se dio cuenta de que la humana no implicaba ninguna amenaza, y el rodiano relajó el brazo y dirigió una mirada para tranquilizar a Alana haciendo una leve negación con la cabeza. Si Alana malinterpretara este acercamiento, la achicharraría. Con todo, la humana había hecho algo inesperado dejando a Gluz un poco sorprendido.

El rodiano la observó de cerca. Parece que está huyendo de algo. O alguien. Cuando la humana se sienta y se agacha para ser discreta, Gluz echa un rápido vistazo sobre la cabeza de todos hacia el interior de cantina y enseguida toma asiento, mirando a la humana con atención cuando les pide ayuda. Mejor que sean otros los que tomen la palabra. Hablar no se me da demasiado bien. 

Sarek Gallo observa con detenimiento la escena frente a él mientras levanta su chupito de gralish en respuesta al brindis de Ashara. La camaradería del equipo se ve interrumpida por la llegada repentina de una mujer en apuros, cuya desesperación es palpable en su voz. Sarek, siempre dispuesto a ayudar a los necesitados, se acerca a ella con una expresión serena, pero determinada, instándola a revelar más detalles sobre su situación. Con su mente analítica en marcha, se prepara para enfrentar cualquier desafío que se les presente.

-Mi querida dama en apuros-, dice Sarek con voz firme, pero compasiva, posiblemente envalentonado por el alcohol, -estamos aquí para escucharte y ofrecerte nuestra ayuda. Antes de actuar, necesitamos conocer tu identidad y comprender cuál es el problema que te aqueja. Habla sin temor, estamos dispuestos a escuchar y a brindarte nuestra asistencia en la medida de lo posible-. Mientras espera la respuesta de la misteriosa mujer, Sarek se recuesta en su asiento, mostrando una actitud abierta y receptiva. Su habilidad para resolver problemas y su experiencia técnica le otorgan confianza para enfrentar cualquier desafío que pueda surgir.

Un atisbo de esperanza parece envolver a la extraña mujer tras las primeras palabras del joven de mirada penetrante y educación exquisita. La humana no cesa de lanzar continuas y nerviosas miradas furtivas hacia la entrada de piedra arqueada, el resto del local y a vosotros mismos.

- De acuerdo, de acuerdo. No tengo mucho tiempo. Mi nombre es Renci... Renci Tosh. Soy una extranjera en este mundo, como vosotros. Tuve unos problemas mecánicos en mi nave y... bueno, acabé estrellándome en medio de la nada... a un par de días de aquí.

Renci es un manojo de nervios.

- El caso es que solicité ayuda para recuperarla, pero la delincuencia local me ha estado incitando para que les revele la ubicación de mi nave y así... ocuparse de ella, ya me entendéis. Ahora me están buscando, y no tardarán en encontrarme.

Su tono de voz, apremiante.

- Por favor... ayudadme a recuperarla. Os recompensaré.

Imperante incluso.

La mirada amable de Ashara se afiló con la explicación, pero su sonrisa no desapareció. Apremió con sus brazos a que la chica se sentara en la mesa para cubrirla entre todos... y tenerla controlada. 

Uno de sus brazos se extendió tomándola del hombro, envolviéndola con su calidez. 

Asha pretendía poner nerviosa a la recién llegada, leer sus movimientos, sus expresiones, no podía fiarse de la primera persona que le decía que "eran su única esperanza" 

-Veo que es apremiante la situación Renshi .-degustó el nombre, dispuesta a buscar luego sobre ella, acercó su cara a la de ella, para susurrarle. - ¿Te han seguido hasta aquí? ¿Qué grupo de delincuentes la ha tomado contigo...? 

Posó su mano azul en la mejilla de ella, limpiando un poco su rostro, mirándola los ojos y escrutándola hasta el alma. 

- ¿Y cómo has sabido que nosotros podríamos ayudarte? 

Alana levantó una ceja cuando la mujer se sentó en la mesa. Detrás de ella Gluz le hacía una señal para que no le abriera un agujero en el pecho con su bláster, de hecho ya tenía la mano sobre la culata de su pistola. Pero lo que vino luego le terminó de hacer saltar todas las alarmas.

Para colmo, Sarek, como era habitual en él, se posicionaba de su lado haciendo de príncipe salvador. Alalna le miró seriamente y levantó su mano  para que parara. Pero Asha estaba más atenta que el técnico y, como ella misma, tampoco se fio de loq ue pudiera contarles o decirles.

-Mira monada, si piensas que te vamos a creer porque parezcas una persona desvalida es que no sabes la cantidad de mierda que hemos comido -comenzó diciendo la chiss-. No quiere decir que no te crea, pero no somos hermanitas de la caridad. Tenemos nuestros problemas y nuestras circunstancias.

Alana negó con la cabeza y luego resopló.

-Nos vigilabas y has visto que de todo este antro somo los únicos fiables. Eso me da más credibilidad a lo que has dicho. Pero que sepas que si te ayudamos será como si nos contrataras. Te llevamos a la nave, te la arreglamos, nos pagas y cada uno por su lado -terminó diciendo la mercenaria. La chiss era clara y sincera-. Veamos. Por el interés generado y lo que nos has contado o la mercancía que llevas es valiosa o la nave es valiosa. Eso quiere decir que los problemas serán mayores y el precio también. A parte queda lo de que te "has estrellado" ¿te seguía alguien que quería dar contigo?... mmmm eso es más peligro. Y si vienes sola es o que no quieres que nadie sepa de ti, lo cual hace más plausible lo de que llevas una mercancía valiosa, o que alguien se ha quedado cuidándola, que me lleva al mismo camino.

-Lo bueno que tiene que lo trate como un negocio es que me lo tomo así, no te engañaré ni te timaré, cerramos el trato y punto. Que te parece a quinientos créditos por cada uno de nosotros. O sea, dos mil créditos ¿Aceptas? -propuso Alana a la humana-. Pero antes, te advierto, si nos engañas te mato; si no nos cuentas todo y acaba pasándole algo a cualquiera de nosotros te mato; y si la finalidad era otra... pues eso. Creo que he sido bastante clara. ¿Algo que decir al respecto?

Gluz, en absoluto silencio, escucha a todos los sentados en su mesa mientras su mente procesa los datos. Del caballeroso y educado Sarek no esperaba otra cosa más que ofrecer su ayuda con rapidez. Ashara, más desconfiada, desplegó su táctica habitual para obtener más información. Lo cierto es que además de su nombre, no nos ha dicho nada aún. Y Alana, en su faceta de líder, puso claras las condiciones que había mientras Gluz sopesaba las últimas palabras de Renci ("Os recompensaré"). El rodiano estaba de acuerdo en que la humana aún tenía que dar más explicaciones, y la chiss ya lo había dejado caer. Prácticamente nadie viaja sola por la galaxia. Y esta humana denota calidad, o alta cuna. Sólo hay que oírla hablar. ¿Ropa buena? Seguro que su astronave no parece un peñasco, como la Fenix Escarlata. 

La humana está visiblemente nerviosa y se muestra excesivamente cautelosa. De sus palabras y tono de voz percibes que está contando la verdad. No parece que tenga tiempo para pamplinas. Cierto es que no habéis hablado mucho, hace apenas unos minutos que os conocéis, pero entre lo que has visto y ella ha contado, todo parece encajar sin fisuras. No tiene pinta de estar mintiendo si no más bien está desesperada por recibir la ayuda.

Tal vez incluso se le pueda sacar algo más que los quinientos créditos solicitados por la chiss.

Renci observa a Ashara por el rabillo de sus oscuros ojos marrones en tanto ésta se toma la licencia de pasear el brazo por su hombro y acariciarle el rostro mientras le susurra. Detectas piel tensa y aparición de arrugas, junto a unos rasguños recientes y algún moratón. Contesta a todas las cuestiones con urgencia no disimulada.

- No, no me han seguido hasta aquí. Si lo hubieran hecho ya me habrían secuestrado. - delicada pero firmemente, se desenrosca de la togruta y gesticula con las manos tratando de explicarse. - Llevo aquí ya unos días. Lo suficiente para haber visto cómo descargabais la mercancía de vuestra nave, al igual que el resto de la ciudad. No sois como el resto. Habéis venido a hacer un encargo y obtener un beneficio por vuestro servicio. Es respetable.

Se la ve cansada, y asiente ante la disertación de la sentenciosa chiss, que parece dirigir las cuestiones honorarias de todo el grupo.

- Soy una exploradora. Viajaba en mi Z-95 Headhunter hasta que una avería en el hiperimpulsor me hizo salir apresuradamente del hiperespacio y una roca espacial hizo añicos el motor de propulsión de una de las alas. Traté de controlarla pero me resultó imposible y acabé intentando aterrizar sin éxito en este planeta. Estoy viva de milagro. Pero no hay tiempo para esto. - sentencia.

Las miradas nerviosas se acentúan. No se siente tranquila y parece que en cualquier momento pudieran aparecer para atraparla.

- Por supuesto. No esperaba caridad en un lugar como este. - aunque una disimulada mirada a Sarek parece hacerla dudar. Sólo un instante - Y entiendo y acepto que os toméis esto como un encargo. Os abonaré quinientos créditos por cabeza. Eso sí, tendremos que saldar las cuentas cuando recuperemos mi nave. Podéis fiaros de mi. ¿Trato hecho?

En ese momento sus ojos se desvían hacia la entrada y se abren como platos. Dos hombres robustos, armados y uniformados, penetran en el local. Uno de ellos se dirige a la barra donde está Nadie, el barman, mientras el otro observa con sutileza a la muchedumbre, buscando a alguien en concreto.

- ¡¡Mierda, ya están aquí!! - se oculta tras vuestras figuras con una maldición susurrante.