Partida Rol por web

Os unís al otro grupo que forma un conjunto impresionante, con los 3 nobles altivos, elegantes e imponentes. El tema ha cambiado ya y ahora hablan de algo que suscita bastante interés entre los hombres.

- Yo también oí lo de la embajada a Ungoloz, no sé lo que la Reina espera conseguir allí... - Dice Malaespina, serio. - Deberíamos encargarnos de reforzar nuestro comercio con Visirtán, que últimamente se encuentra muy abierto a la negociación. Son una nación prospera y con futuro y nuestro pasaje más directo al Este, hasta que consigamos una ruta comercial clara.... - Se rasca la barba, con suspicacia. - Es más, antes de probar suerte en Ungoloz yo incluso probaría con el Bosque Viejo, a ver si esos altivos elfos se bajan un poco de la parra...

Me gusta el aire que se dan Balazar, Galeon y Tormado, ese aire de poder y de saber que sus decisiones importan. Si mi Dios me ayuda, tal vez algún día yo despida ese mismo carisma. Asisto más que interesada a la conversación sobre la corte.

— Me gusta y mucho, la perspectiva de reforzar negocio con Visirtán, es una nación prometedora. Pero al menos en mi caso, tendría que hacer un pequeño estudio de mercado antes de ampliar. Saber qué es lo que más consumen habitualmente es imprescindible. Y tampoco me cierro a crear producto expreso para ellos —digo dejando de lado el tema de los elfos. Algunos de mis informes reflejan que son reacios a el tipo de producto que yo proceso.

Durante esta conversación, me siento genial. Comercio, dinero, tratos... todo lo que más me gusta. Y bien acompañada. Por primera vez en semanas, me siento yo misma. 

Esta vez es Galeon quien toma la palabra.

- Si me permitís el consejo, y por la cuenta que me trae, creo que en vuestro caso no sería rentable. El mayor interés de Visirstán es el hierro, y sus fuertes son la tela y las especias. Además, no creo que las conservas terminaran bien en un ambiente tan cálido. Quizás deberíais mantener la vista en Marvalar y en el norte. - Adelanta la mano en dirección a Carla. - Estoy seguro que la señorita Piedrazul podría ayudaros a extenderos en la capital.

Escucho atentamente a Remesul. Lo que dice tiene sentido pero todo parece ir, con demasiada claridad, hacia la capital.

—Me pregunto cuáles son los intereses en invertir hacia esa zona. Balazar ha dicho que Visirtán estaba muy abierto a los negocios y yo he dicho que modificar los productos no era un problema. Como si no lo hubiese hecho antes... Bien, veamos a donde nos lleva la conversación— pienso evaluando la situación.

— Gracias por los consejos, sabéis que son siempre bienvenidos. Escuchemos entonces a la Lady Piedrazul. 

Piedrazul abre los ojos y tose un poco, casi atragantándose con el vino que estaba tomando en ese momento.

- ¿Yo? - Pregunta señalándose con la copa - Lo siento mucho, caballeros, pero solo soy una clienta. En nuestra casa disfrutamos mucho de las comidas y buscamos que sean de lo más exquisitas, por eso le compramos a Lor Corp, pero de negocios... - Sacude la cabeza lentamente y pestañea una vez más de forma coqueta. - Aunque la capital siempre es un buen lugar, no solo por la gente que vive allí, si no también por la que pasa de visita o los mercaderes...

Sonrío ante el piropo a mis productos. Al no tener hijos, no hay nada que quiera como tal más que a mi empresa. Cualquier cumplido a ella es sobradamente bienvenido.

— Conociendo a estos dos, ya tendrán un contacto base en la capital. Y no me extraña la expansión hacia ella, pero me pregunto por qué ahora. Cierto, el mercado fluye mejor que nunca pero parece ligeramente precipitado y demasiado marcado en una dirección. Ya veremos. Es que me voy seis meses y pierdo parte del control. Y no me gusta nada. 

— Desde luego sería una visita interesante. Pena que acabo de llegar a Villorrio. Lo siento, Ana. Habrá que esperar. 

La velada va a llegando a su fin. Ana y Antón se retiran, y los Uñaslargas empiezan a recoger las mesas y la comida. Los demás muestran también su intención de retirarse, Balazar a su cabaña y los nobles a las camas de la posada. Lady Piedrazul espera contigo para que la acompañes a tu cabaña.

Las conversaciones sobre negocios van terminando y solo quedan los elogios y las promesas de futuros nuevos encuentros. Parece que todo el mundo ha terminado satisfecho.

Me despido de los invitados dándoles las gracias por acudir. Ha sido una cena realmente agradable. Antes de irnos, me despido de los Uñaslargas y los felicito por su buen trabajo.

— Podemos irnos, supongo que estaréis agotada tras el viaje— digo a Lady Piedrazul.

El corto camino hasta la cabaña lo pasamos hablando de nimiedades: el tiempo, los negocios, lo jugosa que estaba la carne... 

Abro la puerta de la cabaña para dejar pasar a la noble. Me acerco al fuego para preparar una infusión digestiva que nos vendrá bien tras los excesos de la cena.

—Tomaos una infusión conmigo. Hará que la cena se os haga menos pesada— digo ofreciéndole una silla.

—A ver si me entero de qué hace aquí...

Carla Piedrazul se sienta y de reojo, mientras haces la infusión, ves como sonríe con gran seguridad y confianza.

- Aceptaré la infusión, gracias. - Mira hacia un lado, hacia las habitaciones, y vuelve a sonreírte, quitándose la capa sentada, algo extraño en alguien noble. - Imagino que no es necesario que llamemos a Antón para que explique por que estoy aquí, ¿no?

Enarca una ceja, esperando tu reacción.

Sirvo las infusiones y me siento frente a ella, mirándola directamente a los ojos, encantada de poder empezar esta conversación de una vez.

—No, no es necesario. ¿Tenéis alguna información para mi? Disculpad que sea tan directa, pero me urge saber qué sucede— contesto.

Espero su respuesta soplando a la infusión para que se enfríe un poco. 

La mujer acepta la infusión con un gesto de la cabeza, la coge entre las manos, usando las mangas para no quemarse y empieza a soplar, disfrutando de tu impaciencia. Después de lo que te parecen horas finalmente habla.

- Bien, he estado investigando a su marido. Visto que ahora está con usted he preferido empezar directamente por su pasado. - Saca unos papeles de un bolso de tela y los extiende en la mesa. Algunos te suenan por ser certificados y recomendaciones que ya investigaste tu en su día. Señalando las hojas te explica. - Aquí todo parecía en orden. Un chico humilde que se trabaja su empresa, blao blao blao... - Lo último lo remarca moviendo la mano como si le quitara importancia. - Pero aquí tenemos algo extraño. - Señala un papel determinado, una especie de copia de contabilidad. - Aquí se puede ver, que en apenas una semana y sin motivo alguno, vuestro hombre recibió una empresa de distribución de leña, justo en el momento en que no conseguía deshacerse de un exceso de madera, cosa que hubiera provocado su bancarrota. ¿Veis aquí? Las siglas, ¿os suenan?

Señala un renglón con las siglas A-P-M.

A.P.M son las siglas de una organización conocida como la Asociación de Prestamistas de la Marca. De cara al público son un grupo de prestamistas que se distribuye entre distintas ciudades, dejando dinero a campesinos, nobles y reyes. Sus requisitos suelen ser muy exigentes, por lo que es difícil que concedan un préstamo a cualquiera. Hasta ahora todo el que ha acudido a ellos ha terminado gozando de bonanza en sus negocios, aunque hay malas lenguas que dicen que algunas empresas han terminado peor por la misma razón. Entre la gente y los comerciantes que no los utilizan, como es tu caso, son conocidos como los Usureros.

Suspiro al ver las siglas. 

— Oh, sí, si las conozco. Es una asociación... de prestamistas. Pero tienen fama de que su trasfondo es un tanto turbio. No es el mejor lugar para pedir un préstamo— contesto. 

Siempre he intentado no mezclarme con ese tipo de gente y que puedan llegar a mi a través de Daniel no me hace ninguna gracia. Por no hablar de que esto debería haber salido en las conversaciones prematrimoniales.  

—¿Hay algo más?— pregunto temerosa de la respuesta. 

Carla espera unos segundos, dándose toques en la barbilla con el dedo, de forma coqueta. Cuando habla, lo hace seria y concentrada.

- Bien, pues por lo que yo sé, esta gente no presta dinero realmente, sino favores. Tu necesitas esta empresa, este intercambio o realizar bien un negocio, pues ellos lo consiguen. A cambio, quedas en deuda y deberás devolverles el favor de la manera que te pidan, generalmente para "prestar ayudar" a otra entidad.

La mujer espera a que asimiles la información, antes de continuar.

- En tu caso, la familia que ha pedido un favor a los Usureros es... la familia Basa. No conozco los detalles del pedido, pero tu misma te puedes hacer una idea...

Me quedo en silencio, sopesando la información recibida. Tener a los Basa de vuelta y como enemigos, es un desastre. Estarán mermados pero no muertos. Asiento a Carla.

— Entiendo. ¿Algo más que deba saber?— pregunto.

Mientras espero su respuesta, no puedo evitar que mi mente vaya a mil

— Por suerte, no informarme de esta parte de los negocios es motivo de divorcio... pero podría argumentar que estaba en los papeles desde el principio y efectivamente vería mi nombre manchado. O podría acabar con él antes de que él acabe conmigo. O plantar cara a los Basa...

- Simplemente añadir que mi trabajo termina aquí. Los Basa ya han tenido muchos espías y sería fácil que me reconocieran, mientras que la A.P.M debe estar al tanto de cualquier movimiento. Si quiere indagar algo más, deberá hacerlo por su cuenta.

La espía te acerca los papeles.

- Y lamento lo del señor Arenzana, es una situación que se ha buscado él solito, pero le ha pillado en medio.

Da un último sorbo al te, deja la taza en la mesa y se levanta.

- Si no requerís nada más, señora.

Me sorprenden un poco las palabras de Carla, que parece haber dado por sentado que iba a quitarme a mi marido de encima.

—¿Acaso no sería lo más lógico?— pienso muy enfadada conmigo misma.

— No, nada más. Muchas gracias, habéis sido muy útil. Podéis dormir en ese cuarto, espero que estéis cómoda— digo señalando mi cuarto. 

Una vez con nuestra invitada ubicada, me dirijo a dormir al cuarto de los trastos. Cojo un poco de agua y le echo unas gotas del líquido que me ha dado Tiran. Mañana va a ser un día largo, con muchas decisiones por delante y necesito dormir bien. 

La medicina del herborista hacen milagros. Te despiertas como nueva, no sabes qué hora es pero a tu mente no parece importarle siquiera.

La potente luz del sol atraviesa la rendija de la puerta del pequeño trastero, que no tiene ventanas. Tu cuerpo rebosa energía, y parece que hoy podrías enfrentarte a cualquier cosa.

Me despierto descansada por primera vez. Con la emoción, me levanto de cama demasiado rápido y tengo que volver a sentarme en ella porque me he mareado. 

— Voy a desayunar bien... después, negocios.

Sólo de pensar en tener que hacer que maten a Daniel me dan ganas de llorar. Toda la situación es tan horrible que no se muy bien como voy a hacer para sobrellevarla. 

Salgo del cuarto buscando a Ana y a Antón.