Partida Rol por web

Resoplando sonóramente, Shawny se paró frente a sus colegas, tratando de recuperar el aliento tras la carrera hasta el instituto.

-¡No me jodas, negro! ¿Habéis visto a Delailah pasar por aquí?- Se apoyó sobre sus rodillas para ganar fuelle.

-Estábamos mi blanquita y yo en casa y llegó la zumbada de mi madre y hubo hostias por doquier, macho!- se frotó la mejilla, aún enrojecida.

-Joooder, casi me ha matado de un guantazo, la muy loca... Y para colmo ha asustado a mi chorba...- se lamentó

No se cuanto tiempo permanecí en el baño, acurrucado y asustado. Solo. Pero en algún momento me volví a la cama, donde no pude dormir. Los recuerdos de aquella pesadilla y despertar con aquellas marcas en mi cuerpo, me atormetaban demasiado como para poder conciliar el sueño de nuevo.

El despertador sonó, pero permanecí en la cama, tembloroso e impasible. Seguía inmerso en aquel horrible sueño, buscando la explicación para aquellas heridas en mi cuerpo. El corte me lo podía haber hecho yo mismo. Nunca había dado síntomas de ser sonámbulo pero... tampoco era algo que pudiese descartar a la ligera. Pero, ¿y el mordisco del cuello? Sentí un leve escozor en el brazo* y me rasqué y sentí la quemazón de una herida. Era como si... No podía ser... En mi sueño, allí se generaba un bulto y era como si hubiese explotado al final... en mi despertar.

Me quedé helado, de pie en medio de mi cuarto. Nuevamente el miedo se acurró en mi interior y la angustia se hizo latente. Ni me di cuenta de que mi madre había entrado en mi cuarto hasta que la tuve delante.

- No... no lo sé, madre. - Respondí a su pregunta, mirándola con miedo a los ojos. - ¿Estoy dormido o despierto? Porque... esto es tan real... - La dije aturdido y conmocionado con todo aquello, mostrándola la fea herida de mi brazo. El corte en mi rostro y el mordisco en el cuello los vería ella con faciliad. - Tuve una pesadilla y... algo me mordió en el cuello... - La dije ladeando la cabeza asustado con todo aquello, mostrándola la marca de aquellos dientes.

- Luego... un tipo me cortó la cara con una cuchilla y cientos de insectos salieron de mi cuerpo y... y... - Comenzaba a ponerme cada vez más nervioso y a hiperventilar. - y... se removían por mi cuerpo, entrando en él y... - Caminé hacia atrás, asustado por completo recordando todo aquello. - Creo que volvieron a salir por aquí. - Dije señalando la fea herida, dejándome caer de culo en la cama al tiempo que mis piernas me fallaban.

- Madre. Dime que aún estoy dormido... que esto sigue siendo parte de ese sueño... porque ahora mismo solo quiero despertar y volver a la normalidad. - Miré a mi madre con lágrimas en los ojos. Estaba realmente asustado por todo aquello y si era real como parecía, no le encontraba explicación alguna a lo que me había pasado y eso me hacía sentirme peor, puesto que podrían pensar que me lo había hecho yo mismo. Algo que no era cierto y que solo haría que desconfiasen de mí.

Tu madre se acercó y te dio un fuerte abrazo.

-Solo ha sido una pesadilla, cariño, no te preocupes. Ahora estás perfectamente a salvo, a no ser que te pierdas la primera clase, en cuyo caso, tu padre se inventará un buen castigo para que lo recuerdes.

Lisa te dio un beso en la mejilla y después se giró para salir de tu cuarto.

-Será mejor que te vistas rápido -te dijo, dejándote a solas con tus... heridas de guerra, que no te explicabas que tuvieras, a no ser que inconscientemente, te las hubieses hecho por puro terror.

Podía ser, desde luego.

Snoopie te miró exhalando una buena dosis de humo del porro, sin inmutarse, y te lo ofreció con gesto tranquilo.

-Sí, eso suele pasar. Por eso yo nunca voy a casa. Procuro que me inviten a mí -te dijo, guiñándote un ojo -. De todas formas, me parece que tu chica se ha ido al instituto. Iba corriendo hacia allí, así que si quieres alcanzarla, tendrás que darte prisa. Yo voy a ver a los hermanos. Necesitamos... un poco de marcha. Si quieres... puedes venir con nosotros. Nos vendrá bien un conductor.

Me abracé a mi madre, tembloroso y asustado por todo aquello y me sentí protegido entre sus brazos. Poco a poco me fui calmando y escuché sus palabras, poco tranquilizadoras, puesto que pocas veces me había castigado padre, pero siempre había sido duro con esos castigos.

Iba con la hora pegada, pero necesitaba una ducha, espabilarme y terminar de tranquilizarme, así como limpiarme aquellas heridas, las cuales ahora, más tranquilo, veía con mejores ojos que hacía unos minutos. Así que, en cuanto me quedé solo, corría al baño y abrí el grifo del agua fría.

La marca del cuello, era la que menos me importaba. Podía pasar por un chupetón del día anterior. Al menos daría de que hablar y no parecería lo que era: un pringao más. El corte del rostro, por un arañazo si no lo miraban detenidamente y la fea herida del brazo, la desinfecté con yodo y me puse una gasa con esparadrapo, metiendo una venda y esparadrapo en mi chupa para terminar de cubrir aquella herida en clase.

No tardé en vestirme, cogerme una manzana para desayunar y salir corriendo por la puerta hacia el instituto. Me aseguré de tenerlo todo antes de cerrar la puerta de casa y correr a clase. El instituto no estaba lejos de casa, aún así tendría que correr sin detenerme para llegar a tiempo a las clases y no pasear por los pasillos vacíos y encontrarme con "el vigilante" de los mismos.

Agradecí las primeras luces del día, con ansia, en realidad.

Tras ese sueño tuve que tirar las sábanas de mi cama a un lado. Inconscientemente me había meado! Pero la sensación de angustia no menguó en absoluto hasta que no me levanté, una vez el sol hizo su presencia en mi habitación. Y sin embargo, mientras me cambiaba para ir a clase, lo descubrí.

Las marcas!

Tenia marcas de las cuerdas en los brazos. Marcas producidas por apretar hasta casi matarme. Unas marcas que poco a poco irían desapareciendo a lo largo del día, pero que seguirían allí de por vida, en mi mente, bajo la piel. ¿Cómo era posible? Si había sido solo una maldita pesadilla.

Un poco mas allá de los brazo, busto encima del ombligo estaba aquello. Las marcas de las garras de ese hombre, las 4 garras de su mano. Apenas eran unos rasguños, como unas rozaduras levemente sanguinolentas, pero lo suficientemente alarmantes para que fuera al baño a curármelas, mientras sollozaba asustada sin entender lo que pasaba.

Una vez vestida y maquillada, salí de casa para ir al instituto. Ese día Dave tenía el coche en el taller, así que me tocaba ir a pata.

Humedeciéndose los labios con la lengua, empezó a frotarse las palmas mientras miraba a un lado y a otro.

Hacer campana para salir con sus colegas para meterse en líos siempre era tentador, pero por otro lado, realmente sentía haber hecho pasar a Delilah por aquel desagradable trago y querría al menos hablar con ella. Además fijo que si llamaban del Instituto a su madre y le decían que no había ido, la paliza que iba a seguir a su fuga iba a hacer que realmente no valiese la pena.

Tras vacilar unos instantes acabó por declinar la invitación-¡Nahh, tío...! Me da a mí que hoy voy a tirar para el instituto-dijo chasquenado la lengua con disgusto ante sus propias palabras.

-Después de clase puede que os busque con mi piva y ya hacemos algo, ¿Vale, negro?-la cara aún le escocía y sabía por experiencia que lo mejor era dejar pasar un par de días antes de volver a darle motivos a su madre.

-Nos vemos, tío!-dijo antes de abrazarle de su manera distintiva para luego salir a la carrera en dirección al centro educativo.

De camino al instituto, al mismo tiempo que salía Ed de su casa lo hacía también su vecina, Samantha. Era algo difícil de evitar ver para el más joven de los Revok, que no pasaba ni un solo día en que no pensara en ella.

Las puertas se cerraron y ambos bajaron el último tramo de escaleras para llegar a la calle, dirigiéndose juntos hacia el instituto, algo más aprisa de lo habitual. Los dos ibais con retraso, así que ni siquiera os detuvisteis a charlar como a veces hacíais, sino que os unisteis en vuestro camino.

Había algo de niebla aquella mañana, pero nada a lo que no estuvierais acostumbrados.

Gaspar le matuvo la mirada a John por unos instantes.

—A tu madre —respondió una seriedad total que mantuvo por unos segundos para luego súbitament disolverla en una risa. El humor que rozaba las burlas o quizás las burlas que rozaban el humor eran algo que nunca le habían caido del todo bien por no saber justamente si verlo como humor o como tomadas de pelo, pero había aprendido que en momentos así debía de responder fuego con fuego; si lo que le habían dicho era humor se reirían ante su respuesta y si no lo era entonces se lo tomarían a mal, y eso también estaba bien. Pegó una fugaz ojeada a algunas chicas de la clase, incluida Delilah—. Tengo novia, así que a ninguna —dijo finalmente, algo despreocupado, mientras volvía a abrir el libro que estaba leyendo, esperando poder terminar el párrafo en el que había quedado.

Desde aquel fatídico día en aquel verano, la relación que mantenía con Sam se había enfriado tanto que hasta se diría que se había helado... aunque en el fondo siguiese suspirando por ella y espiándola cuando se cambiaba en su cuarto, dando rienda suelta a mi imaginación y a mi mano en aquellos momentos tan íntimos, procuraba evitarla siempre que podía. Sobretodo tras enterarme de que salía con un tipo "mayor" y más aún cuando aquel capullo me pilló un día espiando a Sam, con mi "pequeño Eddie" en la mano.

A pesar del cambio de indumentaria seguía siendo el mismo friki que no se comía una rosca y que ninguna chica tocaba salvo con un palo. Dios! Si Steve ligaba más que yo! Y para colmo, también se había dormido. Al menos caminaba del otro lado del corte en mi cara, aunque no del mordisco del cuello... pero casi prefería que se metiese conmigo por aquello que por la herida de mi rostro, la cual, a pesar de pasar por un arañazo, yo estaba seguro de que no lo era.

Traté de apretar más el paso con disimulo, buscando dejarla atrás tras saludarla con la cabeza. Y es que hasta decirla un simple hola me daba apuro ya. Mientras caminaba con ella tan cerca mío, no pude evitar cuando comenzamos a ir a clase juntos. Tendríamos unos diez años y yo había sido recien adoptado por los Revok. Por aquel entonces, no había conocido a Steve y ella se convirtió en mi mejor amiga... hasta que la pubertad dio paso a otras sensaciones y comencé a verla con otros ojos...

Entonces nos separamos y apareció Steve en mi vida, el mejor amigo que jamás tendré, pero a la vez la persona que más me avergonzaba de todo el planeta. Por eso procuraba que nunca nos viesen juntos. Bastante tenía con mis propios problemas y mis gustos, como para que mis compañías me perjudicasen más.

Seguí avanzando, con la cabeza gacha y aún con temor en mi cuerpo tras aquella pesadilla y los efectos que esta dejaron en mi cuerpo, al tiempo que sentía como mi corazón latía con fuerza al tener a Sam tan cerca... y tan lejos a la vez.

Joder, iba a llegar tarde!

Salí de casa tan rápida como pude antes de que se diera siquiera cuenta, hasta que oi la voz de mi madre. Mi padre hacia rato se había ido a la comisaría a empezar el día, pero mi madre, hasta las 10 no abriría la farmacia. Ella siempre decía que los viejecitos que iban con sus recetas a por sus pastillas, no solían madrugar tanto, y los borrachas solo "trabajaban" los fines de semana, cuando acudían a por algo par ala resaca.

- No mamá, no tengo hambre!- Grité cerrando la puerta del porche con las palabras aún en mi boca.- Joder que pesados!- Mascullé por lo bajo.

Si, era una tia dura, pero una con sus padre no puede serlo tanto. Rebelde quizá. Maleducada con ellos... imposible. Y por mucha confianza que tuviera con mi madre, ni se me había pasado por la cabeza el contarle mi sueño o.. la extraña razón de mis marcas en los brazos. Diría que me los habría hecho yo mientras dormía con las uñas, o incluso con mis miles de pulseras y colgantes.

Un día te vas a ahogar con tus colgantes mientras duermes. ¿En serio? Eso es una leyenda urbana. A ver, en que periódico de mierda había salido " Persona ahogada mientras dormí por sus colgantes". Sin duda sonaba a advertencia de abuela, como el "nada de baños hasta dos horas después de comer".

- Joder, Eddie!- Dije sorprendida cuando Revok paso por mi lado apenas levantando la cabeza. Me había asustado al pasar de esa manera, no me lo esperaba. Pero es que ademas hoy estaba mas con la mosca detrás de la oreja de lo normal. - Pareces un puto fantasma saliendo así de golpe. Ponte un cascabel!- Dije por inercia, mas que por que pensara en ello, realmente.

Como fuera, vi que aceleraba el paso y yo lo hice igual. No iba a ir a su lado, pero... mire hacia a tras, a mi casa y me entró un escalofrío. Mierda! Aceleré el paso, lo justo para ir tras el chaval, pero no para que me confundieran de ir con él.

Lo último que esperaba John era la respuesta de "Casper" ¿Su madre? Ahora se iba a enterar.

No pasaron ni dos segundos antes de que le agarrara de las solapas, lo levantara de la silla y lo lanzara al suelo. A su alrededor, todos hicieron un corrillo y empezaron a gritar "pelea", "pelea", mientras John se acercaba amenazadoramente hacia Gaspar.

-Veremos si ahora tienes huevos de volver a decirme eso... "Casper" -le amenazó, mientras continuaba aproximándose a él. Más allá, a su espalda, estaban Delilah, sentada en su silla.

En ese momento, llegó corriendo Shawn. El joven se encontró con la clase llena y revolucionada, a Delilah sentada al fondo, hablando con otra compañera, Sandy, y a "Casper" (Gaspar) en el suelo, a punto de ser pateado por John Benson. Vamos, toda una fiesta a la que por poco llegaba tarde.

Sin duda, lo último que quería era fastidiar una buena fiesta, pero sin duda, el profesor no tardaría en venir. Se preguntaba por qué no estaría ya allí, sobre todo con los gritos que estaban dando todos, animando a John para que le diese su merecido a Gaspar.

Llego al aula un poco perturbada, mis ojos están algo rojos por haber llorado bastante mientras estoy más o menos arreglada, dando la impresión de haber tenido algún imprevisto que me ha robado aquel preciado tiempo que le dedico a la imagen personal. Una vez camino por aquel pasillo entre las mesas, tomo asiento en mi lugar mientras desvío la mirada hacia la chica que me habla. 

- Me quedé dormida, tuve una maldita pesadilla y estoy con mucho dolor de cabeza. - le explico en un tono serio, no el carismático de siempre, todo lo contrario. - ¿Cómo estás? Te ves genial hoy. - digo para que se sienta bien, sonriendo apenas mientras los chicos comienzan con su momento "viril" del día. Pongo los ojos en blanco, y al escuchar como Gaspar alude que tiene novia, lo felicito con un gesto de mi mano (pulgar arriba). Solo que la paz dura demasiado poco. 

En medio aparece Shawn y lejos de tener ganas de mirarlo, me centro en la pelea. Claramente evitando siquiera hablar con él, no sé cómo reaccionar tras lo sucedido y las palabras de su Madre me han roto el corazón. Pese a ser rubia, popular, tengo sentimientos y hoy fueron destrozados. 

Al llegar a la clase no pudo evitar chasquear con la lengua al ver que Delilah ya se había sentado. Había tratado de llegar antes de que entrase a clase para poder hablar con ella pero al parecer no lo había logrado, por lo que debería esperar al descanso.

Disgustado se dejó caer en su asiento, desplomandose con desgana sobre el pupitre, si bien no pudo mantenerse demasiado tiempo callado.

-No me jodas, Benson... tengo suficiente dolor de cabeza para tener que aguantar tus juergas-recriminó malhumoradamente al matón de turno.

Realmente no tenía trato ni con John ni con Gaspar por lo que lo cierto era que en un día normal ni siquiera se habría metido, pero estaba frustrado y de mal humor y alguien tenía que pagar los platos rotos.

Lo había empujado. En verdad lo había empujado y tirado al suelo. Gaspar miró a su alrededor. Ya media clase los rodeaba, reclamando sangre. Aunque era alguien callado y se suponía que no le gustaban los problemas, no se dejaría pisar sin oponer resistencia alguna. Se levantó rápidamente y se hizo un poco hacia atrás, dejando su brazo derecho también hacia atrás, listo para golpear si John se acercaba más de la cuenta. Aunque no estaba en absoluto acostumbrado a la adrenalina y esto había causado que por poco comenzase a temblar, la situación en la que se encontraba no le provocaba ningún tipo de inconveniente «al fin algo de emoción» pensó para sí, plenamente consciente de los peores desenlaces posibles, que incluían ambulancias y quizás una nariz partida. Claro estaba que ese "al fin" a lo mejor sobraba un poco, porque la mañana había comenzado ya con bastante emoción, quizás incluso más de la que hubiese pedido... o quizás no. «Hazlo bien o no lo hagas» se dijo a sí mismo, frase que solía repetir su padre a menudo, mientras una temblorosa sonrisa se dibujaba poco a poco en su rostro.

—Sabes... ¿sabes cuántas lagartijas hice ayer, John? —preguntó inclinando un poco la cabeza hacia delante.

El amigo de Benson se encaró con Shawn, acercándose a la distancia suficiente como para que pudiera verle los empastes de las muelas.

-¡Tú te callas, porreta! Esto es cosa nuestra, así que no te metas -te dijo, sacando una navaja automática, y mirándole con ganas de utilizarla.

En verdad no era habitual en él hacer ese tipo de cosas, pero en presencia de Benson, solía desmadrarse y aquel era un momento difícil. Una pelea en ciernes y poco tiempo, porque sin duda el profesor estaría al llegar.

John sonrió. Así que el niño era más chulo de lo que pensaba. No estaba mal. Quizás eso le diese suficiente entretenimiento.

-¿Sabes cuántos chulos como tú han vuelto una vez han peleado conmigo? Ninguno. Pero es evidente que lo estás deseando, así que adelante, demuestra que vales algo, aparte de para fregar el suelo, "Casper".

El joven Benson estaba acostumbrado a ese tipo de cosas, así que no tenía problemas. ¿Y si era expulsado? Casi mejor. Tendría más tiempo libre. 

Así que sin dejar de mirar a John, adoptó una posición agresiva-defensiva, preparado para lanzarle un buen puñetazo o detener el que pudiera llegar... si es que al final se atrevía.

Cuando Ed y Sam llegaron al instituto, el timbre hacía unos minutos que había sonado, pero misteriosamente, su clase estaba todavía abierta. Es más, podía oírse bastante follón.

No obstante, cuando llegaron, primero Ed y a unos pasos más atrás, Sam, ambos se giraron al oír otros pasos que se aproximaban, de zapatos, lo cual solo podía significar que aunque habían llegado a tiempo, el profesor estaba al caer.

Cuando llegaron a la clase, se encontraron no obstante un escenario que no esperaban. Aquel idiota de Benson estaba en mitad de una pelea con Gaspar, mientras que su lugarteniente, Tom, parecía estar teniéndola con DeShawn, a quien amenazaba con una navaja automática.

Al final de la clase estaba Delilah, tranquilamente sentada hablando con Sandy, y el resto de la clase, parecía jalear a los machos para que hubiera derramamiento de sangre.