Partida Rol por web

Tras formular aquella pregunta, y mientras Michael y Brianna hablaban, Tiberius había estado mirando alrededor, tratando de captar algún detalle más que les hubiera pasado por alto. Cuando Erick y Brianna propusieron moverse, pudieron ver que Tiberius estaba paralizado, con la vista clavada en un punto por encima de sus cabezas. El labio inferior le temblaba, como si quisiera decir algo pero las palabras no pudieran salir de su boca. Alzó un brazo y señaló hacia el cielo.

—A... allí... ¡están allí! —chilló aterrado.

Tras aquél horrible grito, fue el primero en echar a correr hacia la construcción. Si miraban en la dirección que había señalado, los demás no tendrían dificultad para descubrir el motivo de su terror. Los dementores que habían poblado Azkaban para servir de terribles carceleros les acechaban desde las alturas, y Tiberius había sido el primero en verlos. Parecía tenerles un miedo irracional, aunque tratándose de criaturas tan horribles, no se le podía culpar demasiado...

A Michael no le fue difícil descifrar el contenido del libro que tenía entre manos, notando que era bastante más antiguo de lo que cupiera haber esperado. "Sin duda, ha de ser un incunable" razonó el hombre, para sus adentros. Cualquier archivo, colegio o biblioteca pagaría una fortuna por tener en sus estanterías un libro como este. Incluso un particular pagaría lo que fuera para tener un libro como ese en su biblioteca personal.

Cuando comenzó a leerlo, Goldman tuvo por seguro de que no se trataba de un libro normal, especialmente después de que sus palabras hubieran ido brotando a medida que Michael las iba leyendo. Ese libro, fuera lo que fuera, estaba relacionado con el misterio que envolvía a la prisión de Azkaban. Y dudaba mucho que se tratase de una casualidad que fuese él quien hubiera aparecido con aquel libro a mano. Su contenido... era enigmático, misterioso y sobre todo inquietante. Michael no estaba del todo seguro de si debía exponérselo a sus compañeros, no tan pronto.

-Es un libro sobre la leyenda de Ekrizdis. Supongo que sabréis de quién se trata -dijo el bibliotecario, cerrando el libro mientras le dirigía una mirada inquisitiva a sus compañeros, dejando que fueran ellos los que cavilaran y respondieran sobre ello-. Lo escribió alguien llamado El Arlequín Feliz. Si alguien ha oído hablar de él alguna vez, sería interesante que explicara quién era, pues por lo que a mí respecta, en mi trabajo como bibliotecario, nunca he oído sobre un mago con tal pseudónimo -declaró, en un tono riguroso y un tanto arrogante.

Michael notó cómo las tarjetas quedaron unidas, formando una réplica en miniatura de la prisión en la que se encontraban. Justo tal y como estaba intuyendo desde el momento en que había visto que comenzaban a unirse. No, definitivamente no se trataba de una casualidad que fuesen cuatro los nuevos "huéspedes" de Azkaban.

Brianna revelaba que era una rompemaldiciones, lo que encajaba con su teoría de que podía haber estado trabajando con algo relacionado con un libro antiguo que, como a él, la había transportado hasta aquella prisión. De sus tres compañeros, era la que le parecía más capacitada a la hora de investigar cómo habían llegado allí.

-Ya se lo he dicho, señorita Hughes -le dijo a la joven rompemaldiciones, con una sonrisa, que disimulaba su molestia. Odiaba repetir las cosas dos veces, aunque Brianna parecía bastante perspicaz, por lo que prefería mostrarse agradable con ella. Si no colaboraban juntos, puede que nunca escapasen de allí-. Trabajo como bibliotecario. Llevo un par de años trabajando en Hogwarts. -Miró a sus otros compañeros. Uno de ellos planteó que debían ir moviéndose, aunque fueron las palabras del otro hombre lo que llamó su atención.

Al ver cómo el aterrado Tiberius señalaba con su dedo hacia el cielo, el bibliotecario dirigió una mirada, desconcertado para saber qué era lo que había puesto tan alterado a su compañero.

La información que habían compartido tanto Brianna como Michael con el resto del grupo que se encontraba en esos momentos allí, había sido interesante sin embargo y lastimosamente no era la suficiente como para poder entender que es lo que estaba sucediendo en esos momentos y porque habían aparecido en un lugar tan tenebroso como en el que se encontraban. Al menos ahora podían estar seguros que aquellas tarjetas que cada uno de ellos portaba, se trataba de una runa antigua ¿Que mas habría detrás de todo eso? Por supuesto en esos momentos era más importante el saber cómo escapar de ese lugar antes que Investigar qué es lo que estaba sucediendo. Los libros que cargaban tanto el bibliotecario de Hogwarts como la rompemaldiciones parecían ser bastante relevantes con toda la situación de Azkaban... Tal vez en algún momento podrían encontrar más sirviendose de estos.

Sin embargo una vez que el holograma que habían formado las tarjetas desapareció, la decisión más inteligente fue la que tomaron todos por igual; moverse hacia alguna zona que fuera relativamente más segura ante la tempestad y el clima que tenían encima. Sin embargo fue Tiberius quién les alertó de algún peligro que solo él había visto, no tardo mucho para que todos pudieran darse cuenta de qué se trataba al seguir la mirada y hacia dónde estaba apuntando el propio Tiberius, quién había salido corriendo antes que todos los demás; se trataba de una gran cantidad de dementores, quienes parecían haberse acumulado poco a poco sobre de ellos.

Aquellas terribles criaturas eran nativas de ese lugar y habían servido como carceleros durante los tiempos en qué funcionaba activamente aquella prisión, por lo que no era sorpresa que estuvieran rondando por allí, sin embargo ver en persona esa gran cantidad de dementores no era algo sencillo de digerir, mucho más cuando sabían que seguramente se habían acumulado de esa manera debido a su presencia, después de todo quién sabe cuánto tiempo había pasado sin que estas criaturas se hubieran alimentado apropiadamente de un mago o bruja. Su única oportunidad en esos momentos era seguir el liderazgo de Tiberius, quién estaba corriendo hacia lo que parecía ser la entrada que llevaba hacia el interior de aquella fortaleza, sí bien no era lo más atractivo del mundo en esos momentos era la única opción que tenían para poder escapar de los dementores antes de que estos se lanzaran sobre ellos, además que gracias al holograma que había aparecido delante de todos, sabían que tenían que llegar hasta la zona más baja de aquella torre.

Las criaturas que tenían encima de ellos no tardaron mucho en reaccionar tan pronto cómo se dieron cuenta qué Tiberius salía corriendo. Todos por igual pudieron observar como los dementores comenzaron a flotar en círculos, que parecía ser un pequeño remolino debido a la gran cantidad que había y que seguía llegando, esto por supuesto hizo más evidente que en realidad siempre estuvieron rodeados de estas tenebrosas amenazas, y pronto como era de esperar los primeros comenzaron a salir volando a toda velocidad hacia ellos, tenían que escapar de ese lugar lo más pronto posible o sin duda estarían en un riesgo enorme.

Por supuesto las dimensiones de aquella prisión no ayudaban en nada a la labor de escapar corriendo, pues las dimensiones que tenía Azkaban eran brutales y tan solo les dejaba a todos por igual un largo estrecho que recorrer antes de llegar a aquella entrada, tenían que actuar rápido y tener a la mano sus varitas, pues si les daban alcance estas criaturas tendrían que defenderse o de lo contrario experimentarían aquellas horribles leyendas de cómo los prisioneros eran torturados en carne propia...

Apenas Tiberius pasó junto a él Erick volvió a emprender la carrera apoyándole una mano en la espalda, y con el caldero en la otra salpicando el agua que ya se había enfriado.

—¡Michael, Briana, corran!—gritó.— Magia antigua.—Siguió gritando agitado mientras corría.—Estos calderos viejos. Debería llamarlos antiguos. Así se venderían mejor. ¿Pensaste en dedicarte al mercadeo, Briana? Tienes futuro. Cuando salgamos de aquí...—pausa para tomar aire mientras seguía corriendo.— pásate por cualquier local... y te contrato.

—Lo siento, cuando tengo un libro interesante en mis manos, a veces me pierdo detalles de mi entorno, no lo escuché — se disculpó con el bibliotecario, escuchando interesada de que iba el libro que él tenía ¿La leyenda Ekrizdis? —Tú tienes su leyenda y yo la información de su runa, entonces… — no pudo seguir con su idea, por el grito de Tiberius que la hizo alzar la mirada a ver qué sucedía y pudo ver a los dementores amontonarse encima de ellos seguramente dándose cuenta de que estaban allí ¿No que ya no quedaban más de esas criaturas en Gran Bretaña?

No dudó en hacerle caso a Erick y comenzó a correr junto al resto, apresurándose a dónde se dirigía el hombre mayor, escuchando su respuesta que rompió parte de su teoría de que rayos los unía a todos allí, aunque bufó por lo bajo por su oferta, riendo un poco a su pesar —Seguro, si salimos de aquí vivos, cuando esté falta de dinero te buscaré sin falta.

Tiberius nunca había sido un atleta, y mucho menos últimamente. Él fue el primero en dar la alarma y en echar a correr nada más ver a los dementores... pero los demás le fueron dejando atrás a medida que avanzaban y comprobó con horror que no iba a llegar a tiempo de ponerse a salvo en el interior de Azkaban. O al menos, todo lo a salvo que uno pudiera estar en un sitio tan espantoso como ese. Pero no tuvo que correr demasiado para darse cuenta de que esas cosas macabras iban a alcanzarle con toda seguridad.

—¡No, no! ¡Atrás! —se volvió y preparó la varita, ya no había alternativa—. ¡EXPECTO PATRONUM!

Muy a su pesar, no era la primera vez que realizaba ese hechizo, aunque hacía años que no lo había necesitado. Afortunadamente, no había perdido tanta práctica como temía. Quizá lograse salvar el pellejo, al menos de momento...

—Expecto patronus.—Al darse cuenta de que Tiberius se quedaba atrás decidió demorar un poco el paso y colaborar. Ya sea que Tiberius se retrasara para protegerlo o simplemente que perdía estado físico Erick no dejaría a alguien atrás, ni avanzaría con un grupo reducido. Una pequeña ave que emitía una luz tenue salió de su varita y se puso a revolotear alrededor del patronus de Tiberius.

La aparición de los dementores puso fin a cualquier tipo de exposición o explicación acerca de la situación en la que se hallaban. Ahora tocaba correr para escapar de aquellos seres de pesadilla. Aunque Michael era de constitución delgada, nunca había sido ágil ni mucho menos un buen atleta, con sus miembros más bien aletargados por una vida sedentaria como bibliotecario.

Por ello, cuando el grupo echó a correr hacia el interior de la prisión de Azkaban, Michael quedó corriendo prácticamente a la cola del grupo. Era demasiado lento y sabía que pronto tendría encima aquellos seres intentando devorarle el alma. Al ver que no solo era él quien se encontraba atrás, sino que Tiberius quedaba más o menos a su altura y estaba enfrentando a los dementores, el bibliotecario dirigió su varita contra los dementores y se dispuso a arrojar el único hechizo que podría derrotarlos.

-¡¡Expecto Patronum!! -exclamó, a voz en grito.

Tanto Michael como Tiberius pudieron sentir como quedaban poco a poco atrás de sus otros dos compañeros, los cuales pudieron alcanzar la entrada hacia el interior de aquella prisión antes de que los dementores les dieran alcance, causando que los únicos objetivos de aquellas horribles criaturas fueran los ya mencionados hombres. Sin embargo el bibliotecario junto con Tiberius tuvieron tiempo suficiente para poder preparar su varita sabiendo que no les quedaba otra opción más que enfrentarse a sus adversarios, el encantamiento patronus salió hábilmente de las dos varitas de aquellos hombres, creando un escudo frente a ellos para así parar de golpe cada uno al grupo de dementores que tenía detrás, las criaturas oscuras no pudieron hacer mucho contra la magia qué les habían lanzado, la cual iluminó por completo el área en la que se encontraban en esos instantes junto con sus demás compañeros de desventuras.

Por supuesto los patronus no impedirían que los dementores siguieran intentando penetrar la poderosa barrera que habían creado, comenzando a chocar con fuerza contra el escudo que ambos hombres seguían manifestando junto con la ayuda de las formas corporeás de Michael y Tiberius; un gato y un perro respectivamente, así como aquella ave qué provenía de la varita de Erick.

Los dementores por otro lado no tardarían mucho en incrementarse, como si de una horda se tratara, buscando derribar la barrera que tenían por delante, por supuesto era imposible mantener un patronus estable a medida que pasaba el tiempo y los enemigos buscando penetrarlo aumentarán de igual manera, tenían que aprovechar el tiempo que habían ganado para alcanzar ahora sí la entrada y escapar por el momento de aquellas criaturas, no fuera que se desgastaran y terminaran en una situación todavía peor de un momento a otro.

—¡Vamos, vamos! Corran.—gritaba Erick para dar ánimo a los que faltaban llegué, mientras mantenía la puerta abierta para que entraran más rápidamente.

—Briana. Tú, que pareces estudiosa, ¿recuerdas algún conjuro para cerrar la puerta cuando entren? Que no nos sigan los monstruos esos.

A pesar de que había logrado correr junto a Erick, sus otros dos nuevos compañeros no habían sido tan rápidos, pero pudo ver los tres patronus brillar en la oscuridad y alejar a los dementores. Con eso, y sin haber pensado por la adrenalina en lanzar el propio, se movió de nuevo unos pasos atrás para intentar jalar a Michael para que se apresurara mientras el comerciante les daba ánimos. No podían quedarse todos afuera, separarse por los momentos no era lo ideal.

La idea de Erick era buena, pero suponía que las criaturas no podían pasar por las puertas cerradas por el mismo hechizo que las cerraba para, bueno, para todos. Además ellos no tenían varitas para luego tratar de desbloquearlas. Así que cuando todos lograran entrar, le lanzaría a la puerta tras ellos un fermaportus, para estar un poco más seguros.

Los conjuros del grupo parecieron frenar a los dementores, al menos lo suficiente para darles tiempo a buscar refugio en el interior de la estructura de piedra. Tiberius estaba tan aterrado que apenas podía correr, pero afortunadamente Erick le echó una mano y ello le permitió alejarse de aquellas horribles criaturas.

—¡Cerrad! —gritó fuera de sí, nada más cruzar el umbral—. ¡Cerrad la puerta!

Trató de recuperar el aliento, pues el corazón estaba a punto de salírsele del pecho. No tanto por la carrera que acababa de darse, si no por el terror que le provocaban los seres oscuros que vivían de devorar las almas de sus presas.

Su patronus había servido para impedir que los dementores se les echasen encima, aunque el número de la horda de aquellas criaturas no hacía sino incrementarse, por lo que no podía perder un solo segundo. El bibliotecario no era alguien demasiado acostumbrado al ejercicio físico, pero cuando empezó a correr esa vez, lo hizo más rápido de lo que él mismo hubiera pensado, probablemente porque sabía que se jugaba la vida.

El último tramo de carrera hasta las puertas fue jalado por Brianna, quien consiguió colarlo al otro lado, poniéndolo a salvo antes de que fuera demasiado tarde. El hombre respiró hondo, sintiendo que se había salvado por muy poco y, casi jadeando, le dirigió una mirada a la rompemaldiciones.

-Gracias... -le dijo a la joven, pronunciando aquella palabra que no estaba muy acostumbrado a decir.

Después del corto pero intenso encuentro con aquellos dementores, afortunadamente todos los presentes lograron alcanzar la entrada qué rápida y efectivamente fue sellada por un "fermaportus" lanzado por la varita de Brianna, y a muy buen tiempo pues no tardaron en escuchar como aquellas criaturas oscuras azotaron con fuerza aquella puerta cómo indicativo de qué estaban yendo a por todos ellos sin ningún tipo de reparo. Sin embargo ahora venía la siguiente cuestión, ahora si se encontraban dentro de las paredes de Azkaban... aquella prisión que tenía quién sabe cuántos años abandonada y seguramente, muchas horribles historias habían quedado allí dentro de igual manera, encerradas para siempre.

El lugar en el que se encontraban parecía ser una simple extensión del enorme lugar, se trataba de un pequeño pasillo que conectaba directamente a una escalera que iba hacia abajo, el lugar no era precisamente el más ideal, con goteras por todos lados indicando qué esa masiva construcción se estaba deteriorando debido al abandono, y por supuesto el grupo también se encontró con que no había ninguna fuente de luz más que la que podrían sacar cada uno por sus varitas. La puerta que tenían detrás de ellos ahora se encontraba sellada y aunque podía ser abierta fácilmente con un segundo encantamiento, retroceder ahora era casi imposible debido a que el área para esos instantes ya debería de estar infestada con dementores por todos lados.

Adicional a todo esto, las únicas fuentes de información que tenían parecían provenir de los libros que tanto Michael como Brianna tenían en su poder, los cuales misteriosamente contenían al menos una sección relacionada con el lugar en el que se encontraban ¿Porque habián aparecido con esos libros? Las tarjetas que tenían, por otro lado, seguían expulsando aquellas partículas tan doradas cómo el mismísimo sol, las cuales se iban atrayendo las unas con las otras de manera tenue y mucho más sutiles que la primera vez que se unieron ¿Tal vez esto indicaba que podían unirlas siempre que quisieran?

Por el momento solo quedaba avanzar.

Habían conseguido librarse de los dementores, aunque ahora se encontraban en el interior de la prisión y, tal y como lo veía Michael, algo le decía que la pesadilla no había hecho más que comenzar.

No sabían a dónde debían dirigirse ni cuál era el objetivo por el que habían sido atraídos a Azkaban, pero el bibliotecario tenía el pálpito de que los libros que poseían él y Brianna podían poseer información relevante al respecto.

-Esperen -dijo Michael, alzando el dedo índice de su mano izquierda, como si quisiera llamar la atención de sus compañeros-. Tengo algo que comprobar.

Abrió nuevamente el libro para asegurarse de si sus páginas ahora no indicaban nada nuevo.

Mientras sus compañeros se dedicaban a pensar, Erick dejó el caldero en el suelo y caminó alrededor y alumbró dentro de la escalera para verificar que no hubiera nadie ni nada peligroso.

—Tres compañeros letrados. Parece que soy el único que no se le da bien la lectura. Pero creo que el único camino es hacia abajo, aunque si sus libros pueden decirnos qué hallaremos tras las escaleras sería muy útil.

»Sin ánimo de pisar terrenos ajenos, quizá podríamos ver si el holomapa de las tarjetas tienen algo de información adicional que darnos.

Resopló y cerró los ojos un ratito.

—Cuando salgamos de aquí haremos una fiesta, con las comidas favoritas de cada uno y muchos invitados. ¿Qué les parece? Yo pago.

Tiberius se había apoyado en uno de los fríos muros para recuperar el aliento, con una mano en el pecho aferrando sus ropas. Podía sentir las palpitaciones de su corazón, a punto de salírsele por la boca. Pero el peligro había pasado, al menos de momento. Respiró hondo unas cuantas veces y se aclaró la garganta.

—Cuando salgamos de aquí... —repitió las palabras de Erick como si fueran un bálsamo—. Ojalá tengamos tanta suerte...

El comerciante tenía razón, no había muchas más opciones a la vista aparte de tomar la escalera que bajaba. Aunque también era evidente que los libros de Brianna y Michael no podían estar ahí porque sí.

—Quien sea que nos trajo aquí, dejó con nosotros esos libros —dijo, mientras Michael comprobaba el suyo—. Tienen que tener alguna importancia...

Se pasó una mano por la frente. El miedo aún le atenazaba y le impedía pensar con claridad, pero había detalles como aquél, que eran demasiado evidentes incluso para alguien aterrorizado como Tiberius.

Respiró profundo mientras la adrenalina que la había llenado durante el ataque de los dementores comenzaba a bajar. Se habían detenido a decidir que hacer y pudo ver a los otros dos revisar sus libros nuevamente a ver si milagrosamente habían cambiado. Ella lo revisaría luego, le interesaba más intentar ver qué había más adelante.

—Esperemos que la prisión esté tan vacía como lo ha estado desde hace años y que solo tengamos que preocuparnos de los dementores cuando demos con la salida — intentó calmar al resto y a sí misma con esa idea, no quería saber qué más podía estar escondido allí con ellos.

—Apoyo la moción a la fiesta, esa será nuestra meta al salir — asintió —¿Será que ese holomapa se actualizará si nos movemos o algo así? — preguntó en voz alta sacando su tarjeta nuevamente viendo las partículas de luz moverse, su varita mágica con el lumos nuevamente alumbrando el camino, mientras se movía hacia las escaleras para asomarse un poco. —De todas formas, ciertamente, solo podemos movernos a las escaleras y bajar, no hay más camino por ahora. — hizo un movimiento para comenzar a bajar en lo que los otros dos terminaran de ver sus libros.

En cuanto Michael abrió nuevamente el libro que tenía entre sus manos, todos en el grupo pudieron observar como el mismo estaba completamente en blanco, salvo una sola página la cual contenía un extraño símbolo y poco más.

Aquel símbolo no era nada conocido al menos por aquellos que conformaban el pequeño grupo ¿Acaso se trataba de alguna pista? O simplemente el libro contenía ese símbolo por mera casualidad... Por más que el bibliotecario quisiera seguir pasando las páginas para encontrar algo que fuera más relevante, simplemente no había nada.

Sea como fuera en esos momentos no había más opción que seguir adelante, tal como Brianna estaba buscando al ser la primera en adentrarse en aquellas escaleras guiando así a todos los demás en el grupo hacia lo desconocido, por otro lado la pregunta sobre aquel mapa que hayan visto salir de las tarjetas volvió a surgir gracias a la rompemaldiciones, la única forma de comprobar la teoría de que el mapa se podría actualizar conforme iban avanzando sería volviendo a juntar las tarjetas, ahora de forma voluntaria por parte de todos los allí presentes pues no parecía que estás se fueran a mover cómo lo habían hecho cuando despertaron.

¿Que les podría esperar al bajar las escaleras? La esperanza de todos era sin duda qué la prisión se encontraba completamente vacía y abandonada tal como el Ministerio lo había dicho en su tiempo. En cuanto todos en el grupo bajaran las escaleras, se encontrarían con un largo pasillo te conectaba con lo que parecían ser cientos de celdas sin ningún tipo de separación entre estás, casi como si se tratarán de pequeñas y numerosas cuevas para animales salvajes, pues ciertamente no cumplían con ningún estándar de calidad para un ser humano. El pasillo se extendía de forma triangular, dando así a entender que podrían caminar en círculos todo el rato si es que querían.

La zona más allá de estar en estado de abandono como el resto de la estructura que ya habían visto, ahora también mostraba signos de lo que parecían ser cadáveres (O los pocos huesos que quedaban de estos) que seguramente pertenecían a los reclusos que vivieron y murieron en ese lugar... algunos de estos parecían haber muerto en posiciónes horribles, debido a dispositivos tales como cadenas, barras de metal, entre otros. Esto por sí mismo era una escena muy dura deber para los que estaban allí presentes, sin embargo más tenebroso era el hecho de que ahora podían confirmar que eran ciertos los rumores de que el Ministerio de Magia había cerrado esa prisión sin tratar ni siquiera de reubicar a los prisioneros, tan solo dejándoles a su merced y suerte en ese horrible lugar.

Si querían avanzar era obvio que tendrían que encontrar una forma de acceder a otras escaleras o algún medio que les siguiera permitiendo descender ¿Cuál podría ser? Todo lo que alcanzaban a ver en esos momentos que eran celdas y más celdas, tenían que investigar mas a fondo.