Partida Rol por web

Correr... sólo podéis correr... Te dice el niño con su voz helada.

Karl se levantó del suelo como pudo, asqueado por la visión. Pero las pisadas del demonio se escuchaban cada vez más cerca, mucho más cerca.

¡Apuntad a la puerta! ¡Destruid a esa criatura en cuanto la veáis! Gritó el sargento mientras quitaba el seguro de su arma.

Tras abatir la puerta con repetidos golpes, tanto el doctor como la mayoría de soldados cayeron sobre la sangre ya fría del ritual efectuado quién sabe cuando, revivido en sus mentes hace escasos minutos.
Grüber contuvo las arcadas pero no una exclamación de espanto antes de esforzarse por incorporarse sin resbalar, ayudando a los más cercanos a su posición para después observar mejor la dantesca estancia, sudando de terror mientras intentaba pensar con la mayor fluidez y tranquilidad que podía permitirse.

-Con todos mis respetos señor, dudo que las balas le dañen...- se limitó a responder al sargento sin ninguna intención de coger su arma, corriendo hasta las poleas que ya habían visto usar para bajar los cuerpos de los niños del techo -¡Borrad eso del suelo...!- exclamó a nadie en concreto. No entendía nada de lo que había en esa habitación pero estaba seguro de que era la clave y quizá deshaciendo alguno de los "conjuros"...

En esos momentos Alexeva estaba sobrecogida que le era imposible razonar por sí misma. El que tras resbalar añadiese aún más sangre a sus ropas no pareció importarle nada, y ver los cuerpos de los niños degollados no llegó a aumentar el shock en el que se hallaba inmersa.

Trataba, sin embargo, se seguir en todo momento a Grüber. Cuando éste ordenó que borrasen las marcas de tiza ni siquiera pensó en la conveniencia de hacerlo o no, ni en la repulsión y mareo que solía sentir al ver tanta sangre junta. No, simplemente lo hizo. Tomó la ropa de la cama y con ella frotó, como un autómata, los extraños símbolos sin prestar atención al cuerpo infantil que empezaba a descender lentamente sobre ella.

la respuesta de los niños fue mas que clara. solo se podia correr

el artillero siguio los pasos del medico y la rusa, para terminar en el rojo charco ya sin vida de aquellos cuerpos infantes

al ver aquellas extrañas marcas de tiza, imito a su compañero de armas para borrarlos

- rapido, deshagamos esto... que debe atraer a ese demonio....

Grigori se afanaba por borrar las marcas del suelo. Dudaba seriamente que fuera de alguna utilidad, pero en situaciones de gran tensión es bueno mantener cuerpo y mente ocupados en alguna tarea. Por desgracia, el efecto camante no duró mucho.

En cuanto la criatura asomó su horrible cabeza por la puerta, el campesino sintió que el corazón se le iba a salir del pecho. Era el momento. Iban a morir, por fin.

la espeluznante cabeza de aquella criatura se asomo al recinto, ya no quedaba mas que hacer...

- no se si esto este dando resultado....

el artillero tomo en brazos a uno de los pequeños cuerpos inertes, y lo lanzo hacia el demonio

El sargento resultó mucho más contundente de lo que cualquiera hubiera esperado, y cuando el sonido de los niños cayendo al suelo se produjo, Grüber sintió una incómoda arcada y se vio obligado a apartar la vista, aprovechando el gesto para arrastrar la cama y comprobar que debajo de la misma no hubiera algún símbolo más, pues el tiempo se les acababa...

Y de hecho lo hizo justo en ese momento, la criatura se adentró en la habitación y ésta vez el doctor no pudo reprimir un grito de auténtico pavor, retrocediendo hasta tropezar con el propio mueble que estaba moviendo para observar sin parpadear, y con ojos desorbitados, cómo Octavius lanzaba a uno de los niños hasta el monstruo, pues parecían ser lo único capaz de aplacar su ira.
Así pues, se aproximó al cuerpo de la pequeña y también lo empujó en dirección al ser, volviéndose a apartar de inmediato mientras rezaba cosas inconexas por lo bajo.

El tener al demonio tan cerca, y cada vez más, era algo que atemorizaba a cualquiera. Ninguno entendía qué podía aplacar la ira del innatural espectro, ni si éste tenía verdaderas intenciones de acabar definitivamente con sus vidas y aliviar así su situación. La campesina no era una excepción.

Con la rápidez propia de una rata de las estepas, la joven brincó hacia atrás cuando el monstruo asomó la cabeza, golpeándose con la espalda en la cama y yendo a caer directamente al suelo. Aún con los pantalones llenos de sangre en la mano los aferró como si de ello dependiese continuar con vida.

El cuello del montruo se encoge un momento y todo parece quedar en silencio durante unos segundos. Después, con un estallido, el demonio golpea con todas sus fuerzas la puerta de entrada de la habitación, y entra a la misma, gritando con toda su voz.

Tenéis que cubriros los oidos mientras el bicho grita, y mientras grita, sus brazos se extienden bajo sus alas y sus manos se abren mostrando sus garras afiladas y amarillentas.

El demonio agacha un poco la cabeza mientras comienza a resoplar, mientras comienza a lanzar zarpazos a diestra y siniestra, intentando golpear a los que allí se encuentran.

Una de sus garras salen disparadas hacia el cuerpo de Hans, impactando en su pecho con toda la fuerza del demonio. La otra, se lanza sobre Alexeva intentando partirla en dos.

La joven había perdido pie al retroceder para alejarse del demonio, por lo que su reacción no fue todo lo rápida que acostumbraba a ser cuando su vida estaba en juego.

A decir verdad no se esperaba ser la primera en resultar atacada. Algo en su mente trataba de convencerla de que los niños habían asegurado que Grüber, el sanador que acompañaba al grupo de soldados, iba a ser el primero. Mas ello no evitó que se sintiera indefensa cuando vio venir la garra hacia ella.

A su alrededor no oía disparos. Solo gritos de terror. Soldados de uno u otro bando siendo víctimas de algo que no lograban comprender habían perdido la capacidad de reaccionar ante el peligro.

Grigori miró a lo soldados sin entenderlos del todo. ¿Por qué teniendo un arma se limitaban a lanzar los ruinosos cuerpos infantiles a la bestia? ¿Hasta ese punto habían perdido todo rastro de cordura? Aprovechando el ataque del demonio, el campesino se lanzó sobre Octavius y trató de arrebatarle el fusil. No moriría sin tratar de defenderse, aunque ello no sirviera de nada.

Grüber volvió a taparse las orejas ante el alarido de la criatura, más confuso y dubitativo que nunca debido a los escasos resultados de sus intentos por deshacer el macabro hechizo... o lo que diablos fuera lo que había sucedido en esa habitación.

El ser no lo dudó más y empezó a atacar a los presentes con la clara intención de despedazarles.
El sanador volvió a retroceder apenas un paso, por su mente se repetía la frase de la pequeña una y otra vez. Ahí estaba su muerte personificada, y debía ser el primero, ¿no? En tal caso sería mejor arriesgar su último aliento en algo de provecho que compensara el final que iba a tener.

Preparó su fusil, inspiró hondamente y apuntó al demonio acercándose unos pasos hacia él, después emitió un silbido agudo para llamar su atención, pretendiendo que tanto el sonido como el disparo posterior lo alejaran del resto de compañeros y de la puerta. Quizá alguno tendría la oportunidad de escabullirse a tiempo...

esperando que el demonio saciara su sed de sangre con los cuerpos de aquellos desgraciados niños, octavius retrocedio unos pasos.
justo a tiempo para evitar el ataque de aquella bestia demoniaca ya rasgaba los cuerpos de los presentes con afiladas garras amarillentas

un grito atronador obligo a taparse los oidos de todos los presentes, y fue en ese momento, o quizas unos segundos despues, que el artillero sintio como aquel campesino sucio y rastrero intentaba arrebatarle el arma

- que haces estupido?

La criatura lanza sus manotazos sobre Hans, el cual logra esquivar por poco el ataque mortal del enemigo, sin embargo, sus afiladas uñas le arañan un brazo haciendo que un hilillo de sangre le recorra el brazo. Alexeva intenta hacer lo mismo, pero tampoco lo logra. El demonio es demasiado rápido para la campesina, la cual recibe también un leve arañazo en el cuello... un poco más de profundidad y su cabeza hubiera salido volando.

Pero en ese momento, Grüber y el Sargento disparan al mismo tiempo sus fusiles. Sus balas impactan contra la criatura haciendo que esta grite como una posesa, abriendo grande sus brazos y sus alas, y retrocediendo unos metros debido al impacto de los proyectiles.

Mientras tanto, Grigori intenta desarmar a Octavius, el cual quita el fusil en el ultimo momento, evitando que el campesino le quite su arma.

El enemigo vuelve a gritar, pero ahora, está sangrando por varios sitios, y todos podéis notar como su cuerpo se inclina un poco hacia abajo, debido al dolor.

¡La podemos matar! ¡Puede ser herida! Gritó contento el sargento mientras recargaba su arma.

¡Disparad! ¡Disparad! ¡Artillero, necesitamos que le hagas un agujero en el medio del pecho con una granada! Continuó gritando el sargento mientras levantaba su arma nuevamente para disparar.

El doctor observó con espanto como varios de los presentes eran heridos, sin embargo también quedó patente que el terrible demonio era mortal, algo que realmente no esperaba pero le brindó esperanza.
Si no fuera porque su preocupación médica le hacia dudar entre los heridos y el seguir disparando, probablemente incluso se sentiría bien descargando más plomo en ése maldito e infecto ser.

-¡Apretad las heridas y apartaos! Esto acabará pronto y entonces os sanaré- afirmó con convencimiento a sabiendas de que intentar curarles ahora sería inútil, pues primero debían abatir al monstruo a toda costa.

Grigori miró desesperado al soldado. Al menos sus compañeros habían reaccionado y disparaban a la bestia con arrojo. Per él seguía ahí, parado, dejándose matar:

- ¡DISPARAR! - gritó haciendo uso de su limitado alemán mientras señalaba al demonio. Acto seguido, se acercó a la campesina y la ayudó a levantarse mientras le taponaba la herida del cuello. Era un corte feo, pero sobreviviría. - Hay que alejarse del monstruo... - dijo mientras trataba de ponerla a salvo y, de paso, ponerse a sí mismo a salvo.