El sentimiento de verse superada por la situación se adueñó al momento de Alexeva. Cada vello erizado, los diminutos músculos cutáneos en tensión y un frío intenso que helaba hasta la médula. Era imposible de saber qué había de cierto en lo que veía, todo se movía muy rápido a su alrededor y no se sentía capaz de seguir el ritmo de los acontecimientos.
Al haberse girado por completo, había quedado mirando a Dieter cuando el grito de éste les alertó de que algo iba mal. No se había movido. Nadie lo había hecho. Un enorme sentimiento de impotencia le embargaba mientras, un paso tras otro, iba retrocediendo sin separar la vista de donde segundos antes se había encontrado el soldado.
A su paso, sin darse cuenta de lo que hacía, machacó una buena cantidad de gusanos que en ese instante se separaban entre la madera carcomida. Progresivamente se iba internando en la sala de baile. Estamos condenados.
Habían iniciado una guerra. Habían invadido países y matado a miles de personas. Saqueaban, violaban y prácticamente exclavizaban sin piedad. Y Alemania, el Reich, lo estaba pagando. Pues había profanado con sus bombas y sus ejércitos un lugar maligno, superior a todo lo conocido, capaz de conjurar la peor de las venganzas.
Esos infelices, estaba seguro, iban a morir uno a uno para pagar los pecados de su soberbia. La cuestión era si la casa, en su locura y fatalidad, iba a reparar en la presencia de dos aldeanos rusos que nada tenían que ver con toda aquella barbarie.
Eso al menos, era lo que quería creer Grigori. Le hacía sentir mejor... aunque las piernas no dejaran de temblarle.
Pieter tenía los ojos desorbitados, y la boca desencajada por el terror de las imágenes que acababa de ver, no lo podía creer, las piernas le temblaban de una manera fuera de lo normal, tenía sujeto el fusil rígidamente el caula apuntaba al suelo, en su mente se representaba una y otra vez la atroz muerte de Dieter, y no lograba discernir que estaba pasando, estaba completamente paralizado mirando el cuerpo con el cuello roto...
“Que demonios ha pasado "
Todo pareció acabar en ese instante… todo…
Bien.
Tenéis todo el fin de semana para postear, pensar y decidir que es lo que vais a hacer.
Nos vemos el lunes y que paséis un buen fin de semana...
Un bonito y tenebroso fin de semana...
Grüber observó la grotesca escena con ojos desencajados, acabando por girarse para evitar una ver finalizar una muerte tan macabra como la que había tenido el teniente escasos minutos antes. Al menos eso es lo que a él le había parecido dado que según el reloj habían pasado dos horas, pero dedujo que los años de desuso lo habrían estropeado, eso no sería tan extraño.
Gotas de sudor frío empezaron a recorrer su frente descendiendo por su rostro, acompañadas de pequeños espasmos de miedo mientras sus manos se aferraban con tanta fuerza al diario del que había sido su superior que los nudillos se tornaban blancos.
Su respiración sonaba agitada y profunda, y así pasó unos tensos segundos intentando controlarse y descubriendo con desánimo que sus compañeros estaban en el mismo estado de shock, incluidos los rusos.
Las pisadas le sacaron de su propio ensimismamiento con un pronunciado respingo, momento en el que se sujetó la ropa a la altura del corazón tragando saliva con dificultad.
-Propondría salir por alguna ventana pero dudo que podamos... Que nos dejen- levantó la mirada al techo, confuso, después volvió la vista al resto -Si no hacemos lo que quieren no creo que tengamos posibilidades- después de ver las muertes de Dieter y el capitán estaba claro, sencillamente no tenían elección.
Alexeva tenía ganas de correr. Unas ganas inmensas de salir huyendo de la horrenda mansión y alejarse de allí durante horas sin volver la vista atrás. Pero eso era imposible. Las verjas de la casa eran más que suficientes como para que tuviesen que dedicarle horas para salir de allí, y no sabían si tendrían tanto tiempo.
Lentamente su mirada se fijó en la palabra escrita en el suelo.
-¿Ayuda?- murmuró en voz baja, sin entender qué es lo que pasaba en la mansión. Unos segundos antes había visto a un tétrico niño andar por el hall hacia la sala de música, ahora leía mensajes en la sangre de los soldados caídos y se oían ruidos de pisadas en el piso superior.
Desorientada, esperó a sus compañeros desde la puerta de la sala del piano, a la que había estado retrocediendo paso a paso desde que Dieter fue capturado por el invisible engendro.
Esto... ¿en qué idioma está escrito?
Cada uno lo lee en su propio idioma. Tú lo lees en ruso, y también Grigori. Pero tus compañeros alemanes, en alemán. Aunque, en cierto modo, todos os dais cuenta de que es así, de que no importa la lengua en realidad, sino el hecho.
He respondido en tu nombre, Black, sé que estás fuera hasta mañana. Espero que no te importe, y que te haya parecido bien.
(Dama)
Grigori salió corriendo. Atropelladamente, entró en lo que parecía ser la biblioteca y cruzó la pequeña puerta de la derecha. Buscaba la forma de llegar al piso superior, dónde se habían oído las pisadas. Era una reacción insensata, alejarse del grupo y adentrarse en la mansión. Pero era la única manera de alejarse del horror que germinaba en el vestíbulo.
Ese hombre debía estar muerto. Lo había visto con sus propios ojos... y le había rogado auxilio. ¿Había vuelto para vengarse de Grigori por ignorar su petición agonizante? No. No quería saberlo. Solo alejarse... alejarse mucho.
la horrible muerte de dieter sembro un panico inimaginable entre los presentes, y luego aquellas pisadas corriendo en la planta superior...
octavius levanto su fusil al cielo raso y descargo una rafaga de plomo hacia donde creyo oir las pisadas
tiro algo?
Paralizado desde su posición Pieter miraba como el sargento se acercaba y le cerraba los ojos a su hombre, para acto seguido quedarse quieto con los ojos bien abiertos y una expresión desencajada por el terror, con la mano señalaba al suelo donde se encontraba la sangre derramada, Pieter salió de su estupor unos instantes, debía reaccionar, entonces se acercó a paso suave para mirar aquello que señalaba su sargento, otra sorpresa mas para pensar que estaba en una pesadilla, escrito con la sangre derramada se encontraba la palabra ayuda, estaba apunto de reaccionar de algún modo, pero entonces sonidos de varias pisadas corriendo sonaron el piso de arriba, echo que hizo que Pieter apuntara con el fusil hacia ese punto sin llegar a disparar.
De repente el acelerado Octavius empezó a disparar sin son ni don, a diestro y siniestro hacia arriba, cosa que era una locura pues una bala podría rebotar en alguna parte y volverse contra ellos, sin pensarlo dos veces corrió hacia Octavius y le hizo un blocaje de los de rugby para evitar que disparase mas, además quizá necesitaran las balas mas adelante...
-Alto el fuego!!!!!
Ya encima de él intento calmarle...
- No ves que no sirve de nada disparar a algo que no ves!!!!! Reacciona por el amor de dios!!!!
Pieter había reaccionado y quizá gracias a la insensatez de Octavius, pues si no hubiera pasado eso, quizá Pieter estaría inmovilizado por el terror, lo sucedido hizo que Pieter tuviera que reaccionar, pero quizá ni tan siquiera el se daba cuanta...
Un ruido te sobresaltó... Pisadas. En la planta superior. Pisadas moviéndose rápido, como descalzas... Y algo más ¿una risita? ¿una risita infantil?
¿Otra vez?
la rafaga de miedo que octavius disparo al cielo razo, perforo el mismo como lo hiciera un cuchillo caliente a la mantequilla
antes de poder seguir, fue derribado por pieter, quedando boca arriba para poder contemplar con gusto como caia sangre por los nuevos hoyos del techo
- les di!! les di!!! ya no hay que temer!!!
pero su alegria duro poco... la sangre comezo a subir manchando sus ropas, manchando sus cuerpos, sus mentes, sus almas....
octavius aparto a pieter de ensima suyo y se puso en pie con repugnancia y terror
La sangre caía sobre los soldados como la nieve sobre la casa, impasible e incesantemente. ¿En qué estaría pensando ese estúpido soldado? ¿Acaso, en su insensatez, había herido a alguien o a algo en el piso de arriba? Solo había una forma de averiguarlo. La respuesta a esa pregunta estaba en la escalera que había tras la puerta. No quería subir, pero hacía rato que no era dueño de sus movimientos y sus pies se encaminaron hacia la escalera. Paso a paso, lentamente, comenzó a subirla.
Iba desarmado y no tenía ni idea de qué clase de horrores encontraría allí. Pero es mejor afrontar los miedos que dejar que ellos te alcancen.
- Voy a subir... - dijo en voz alta, haciendo acopio de valor y esperando que alguien lo entendiera y decidiera acompañarlo en su locura. Quizás la campesina o, con suerte, alguno de los soldados armados.
-¡Insensato...!- fue lo único que consiguió exclamar el doctor antes de contener el aliento y encogerse sobre sí mismo de forma instintiva cuando Octavius perdió al razón y empezó a disparar sin sentido. Por suerte Pieter reaccionó deprisa y le detuvo, pero Grüber ya no estaba seguro de poder decidir si le ponía más nervioso esa casa o la paranoia que se extendía entre los presentes cómo si de mortífero gas mostaza se tratara.
Miró entonces las puertas de salida con aprensión y anhelo a sabiendas de que estas no cederían hasta que algo empezó a mojar su ropa, por lo que elevó la vista hasta distinguir la terrorífica sangre inundando... el techo.
-¡Dios Santo! N-no... no es posible...- lo estaba viendo pero aún así no podía creerlo. Sus pasos empezaron a retroceder hasta toparse con una de las paredes y cuando la caída del líquido carmesí se invirtió no se lo pensó demasiado y siguió al campesino ruso hasta las escaleras sencillamente para evitar la pesadilla que caía sobre sus propias cabezas.
-Usted... usted no debe...- se encontraba tan alterado y nervioso que incluso le costaba respirar o hablar con normalidad, así que sujetó la manga de la mugrienta camisa de Grigori para que éste se detuviera -No debe ir solo... - le miró con aprensión, pero dudando que comprendiera algo, así que no soltó su ropa y esperó a que el resto les siguieran.
Todo parecía surrealista, todo parecía fuera de lo normal, no cabía en si del estupor que tenía, volvió a escuchar las pisadas de las escaleras, además de una risita, eso no podía estar sucediendo que estaba pasando? La risita se metía en la cabeza como si no se la pudiera quitar de ella, estaba apunto de enloquecer, debía averiguar que estaba sucediendo, el techo se tornaba carmesí a causa de la sangre que diluía de lo agujeros hechos por el loco de Octavius, sin mas Pieter decidió que debía intentar averiguar que pasaba, así que con su fusil por delante intento alcanzar al prisionero Grigori para adelantarse y subir las escaleras lo antes posible, si había alguien allí acabaría con el.
Algo dentro de la mente de Pieter le decía que no era a quien encontraría sino el que....
Alexeva no se lo pensó dos veces, o al menos trató de evitarlo por temor a decidir retractarse. En cuanto el médico se acercó a Octavius con intención de subir al piso superior se acercó a ellos:
- Yo también voy- afirmó con voz temblorosa y poco decidida.
Lo mejor sería saber cuanto antes qué quería la casa o aquellos que la moraban ahora de ellos para que ésta les dejase en paz, ya que no parecía haber ninguna salida y la puerta principal por la que entraron estaba bloqueada; y lo mejor para ello sería seguir las indicaciones que les iban llegando. Aunque estaba bastante insegura de qué resultados daría la expedición el que empezase a empaparse de sangre era algo que impulsaba a moverse a cualquiera. Y en ese lugar tanto daba un sitio que otro.
¡Soldados! ¡Salgamos de aquí cagando leches! No sé si esto es una jugarreta de nuestras mentes, pero no quiero estar un segundo más en esta sala para averiguarlo. Dijo el sargento mientras metió prisa a los soldados para que avanzaran.
Tu. Dijo después señalando a Grigori. ¿Qué has visto? De aquí no te mueves antes de contarnos qué has visto en esa sala.
Los demás, vigilad a los prisioneros y veamos que hacer. Tenemos que seguir juntos en esto... todos juntos. Concluyó el suboficial mientras negó con la cabeza.