Partida Rol por web

Llevas varios meses en tu nuevo piso con Mónica, tu amiga. A pesar de las diferencias culturales (al fin y al cabo ella es de Paraguay) siempre os habéis llevado genial y la convivencia no se hace nada difícil. Siempre están esas tonterías típicas de: has dejado esto aquí, o no limpiaste aquello; pero nunca trasciende de eso.

Hoy es un gran día. El curso ha llegado a su fin y tienes dos meses de vacaciones por delante antes de empezar de nuevo la tensa y fatigosa universidad. Pero bueno, por ahora lo único en lo que piensas es en descansar y en disfrutar de tu inigualable amante, el sofá.

Llegas al anochecer a casa y Mónica está donde sospechabas, viendo una película pirateada de las que acaban de salir en el cine. Adora todo lo yankie y hay días que se hace maratones completas de películas de Hollywood. Hoy parece estar viendo una de un ¿tornado con tiburones?. En fin. Tras saludarla y coger algo de picar, te preparas para la ducha. Después de limpiarte y refrescarte podrás disfrutar de tu primera noche libre, así que va a ser todo un gustazo.

Abres el grifo y dejas liberar toda la tensión. Al principio viene a tu mente las veces en las que te duchabas con Enzo. Sus caricias, su cuerpo... Pero sacudes la cabeza y borras esas imágenes de tu cabeza. Ya ha pasado tiempo de aquello y no es plan. Coges algo de champú y te relajas masajeando tu cabeza, cuando notas que el jabón empieza a hacerse una bola algo pastosa... Intentas aclararte pero la sensación pasa a tu cuerpo, y no puedes abrir los ojos porque parece que te ha caído champú por la cara.

Giré la llave con suavidad en la cerradura sintiendo el clic de la puerta, dentro se podía oír el sonido de la televisión, Mónica era ama y señora del salón. Al pasar por el mismo la saludé, pero mi destino era la cocina por esa misma razón tiré de largo. Tomé lo primero que pillé de la nevera y volví a salir, una ducha, eso era lo que de verdad necesitaba en aquel momento. Al llegar a la habitación dejé mis cosas tiradas sobre la cama y tomé una muda limpia junto con la toalla. "Mi viva es puro desorden.. Dichosa habitación"

Salí maldiciendo mi desorden, y es que desde muy pequeña siempre me había costado demasiado mantener un mínimo de orden en cualquier cosa, y no era menos mi habitación. Ahora me alegraba de que pocos tíos entrasen allí, y es que de conocer esa parte mía, estaba segura de que huirían como alma que lleva el diablo. Una vez en el baño solo cerré la puerta, dejando mis cosas. Antes de desvestirme por completo regulé el agua, pero cuando la misma salió sí me quité todo entrando dentro.

El primer contacto del agua sobre mi cuerpo fue cuanto menos placentero, cerré los ojos y me quedé unos segundos apoyada en la pared. Los recuerdos de Enzo me golpearon, obligándome a volver a la realidad casi al instante, como odiaba que aquello pasase, se suponía que lo tenía superado ¿No? Entonces por qué narices seguía apareciéndose en mi memoria. Solté un suspiro a la par que alargaba mi mano hacia el champú, era mejor que llevase mi cabeza a otro lugar antes de enfadarme de verdad. Mi día estaba siendo demasiado maravilloso como para ser manchado por aquel estúpido.

No tenía idea de cuanto tiempo llevaba masajeándome la cabeza cuando "algo" me hizo alterar levemente. Esa sensación era desagradable, incluso aterradora. "Qué coño.." Intenté quitármelo con el agua que caía, pero parecía que eso no servía. Una especie de gritito se me escapó de la garganta ante la angustia que se arremolinaba en mi cuerpo.- ¡Quítate, Quítate, quítate! -Mis manos se apartaron de la cabeza para pasar a mis ojos con la intención de quitar todo ese jabón.

Los nervios aumentan. A cada intento de desprenderte de lo que sea que te cubre la cara y la cabeza, sientes más frustración, más ansiedad e incluso terror. Algún grito más se te escapa y escuchas que llaman suavemente a la puerta. La voz de Mónica suena, algo preocupada, desde el otro lado.

- ¿Ele? ¿Estas bien? He oído un chillido pero no se si era de la peli... ¿Ele?

Apenas prestas atención a su voz, y es que solo te preocupa una cosa. Alejar aquella viscosidad de ti. Tanteando, tanteando, casi temblando, finalmente alcanzas la toalla y con ella te limpias rápidamente la cara. La escena te deja paralizada al instante.

Toda la ducha y lo que la rodea esta cubierta de sangre. El grifo no deja de escupir agua teñida de rojo y algo se desliza por tus hombros... Parece... ¡¿Piel?!

Di un par de pasos hacia atrás, sintiendo el frío de la pared recorrerme toda la espalda cuando me golpeé contra ella. El miedo que hasta el momento se había formado en mi cuerpo, pasó a ser un auténtico estado de pánico, ni mis intentos por chillar o pedir ayuda sirvieron de nada, solo un estúpido gemido lastimero surgió de mi garganta haciéndome sentir realmente indefensa. "Ya basta, para... ¡¡Por favor!!" Sin saber como, finalmente recorrieron toda la pared hasta coger la toalla. Lo primero que hice fue llevarla a mis ojos para limpiarlos, así como también mi cara. 

Bajé lentamente la mirada, pero la misma se quedó clavada en lo que me rodeaba.- C-cómo... N-no pued-puede ser...-Intenté mantener mi respiración calmada, pero me fue imposible, según pasaban los segundos me costaba más respirar de forma pausada. Mis dedos aferraron con fuerza la toalla, quería quitarme la sangre que me vestía del cuerpo. Entre sollozos de pánico, froté con fuerza mi piel...

¿Piel? No lo dudé un instante, salí de la bañera de un salto. Mi corazón se aceleró hasta el punto de sentirlo bombear con fuerza, tenía la sensación de que en algún momento se saldría. "Qué es... Por qué..." Tiré la toalla lejos e incluso di unos cuantos pasos hacia atrás. Mis ojos estaban llenos de pánico y terror ante aquella escena. Era como una escena de película de terror en la cual yo era la protagonista.

- ¡Eleanor, contesta! - Grita finalmente Mónica, que abre la puerta de golpe. Su cara se vuelve blanca como la nieve y sus ojos van de la bañera a tu cuerpo y de tu cuerpo a la bañera.

- ¿Qué... ¡¿Qué ha pasado?! ¿Te has cortado? - Pero no sabes si por el estado de shock en el que debe estar, o por si siempre ha sido una chica de acción, se pone inmediatamente en marcha. Para el grifo de la ducha, te rodea con una toalla limpia y te saca de allí, intentando no mirar todo lo que hay por el suelo.

Tus pies van dejando rojizas huellas allá por donde vas, pero ella, muda de repente, no se detiene en su avance. Te lleva hasta el grifo de la cocina y... temerosa.. lo abre. Agua clara sale por él, pero tu sigues manchada de sangre.

- Vamos, Ele, limpiate... - Dice, con la mirada vacía, sin entender todavía qué pasa.

Giré apenas un poco mi cabeza hacia Mónica cuando abrió la puerta. Pese a estar bañada en sangre mi piel lucía pálida por la situación. De manera lenta volví a mirar hacia el grifo que escupía "sangre", en mi rostro no apareció ni una sola mueca, seguía marcado por el pánico. Sentí la voz de mi compañera de fondo, pero no sabía como contestar o más bien de mis labios no salían las palabras, era como si de repente me hubiera quedado muda. "Sangre..." 

Me sobresalté cuando noté caer sobre mis hombro la toalla, incluso hice un amago de alejarme, pero el agarre de Mónica evitó eso mismo. Mis grandes ojos se clavaron en ella asustados, pero después volvieron hacia la bañera, la cual había dejado de recibir agua. Sin oponer resistencia la seguí con paso lento, aunque mis movimiento parecían robotizados, aún seguía en ese estado de ausencia.

- ¡N-no...! -Gemí asustada cuando abrió el grifo. Mis manos cubrieron el rostro casi al instante, pero al escuchar la voz aparté ambas manos. El agua era cristalina, estaba limpia, no había sangre. Mi labio inferior tembló levemente en un amago de sollozo, pero no llegó a aparecer del todo. Metí ambas manos bajo el grifo frotándome, el agua según caía en mis manos se teñía de carmín y mi piel recuperaba su color. Eso mismo lo repetí con mis brazos lentamente.- S-san...Sangr-gre...-Susurré instantes antes de intentar quitarme toda la sangre de mi cuerpo de manera frenética. Fue como si de repente me hubiera "golpeado" con la realidad y volviese en mi.- Quítate... Quítate...

La joven se sienta, mirando fijamente cómo te lavas, pero sus ojos parecen estar lejos de ahí. Se le ha cortado el aire y, tras el momento de tensión, parece que ha perdido todas sus fuerzas. Mira lentamente hacia el baño y luego vuelve a mirarte a ti, sin moverse un centímetro a pesar de tus esfuerzos por quitarte rápidamente las manchas.

- ¿Qué... qué ha pasado, Eleanor? ¿Por qué hay sangre en el baño? Tenemos que llamar a la policía.

Pero a pesar de sugerir la idea, no parece que ningún músculo suyo vaya a realizar dicha acción. Simplemente mira hacia delante, con la cara pálida.
 

La voz de Mónica retumbó en mi cabeza sacándome de ese estado de ausencia en el que me encontraba. Con un movimiento robótico la miré unos segundos, pero después volví la mirada hacia mi cuerpo, esa parte que aún no había conseguido limpiar.- No lo sé... No sé que pasó...-Mi respiración se agitó al recordar lo ocurrido, incluso me sostuve en la encimera para no caer allí mismo.- N-no podía abrir los ojos... El jabón... Era extraño.-Mi voz se quebró levemente, pero no se rompió.- Busqué la toalla... Y cuando al fin pude abrir los ojos.. Todo estaba manchado de sangre... La bañera, los azulejos... Mi cuerpo.-Me muerdo el labio con fuerza, como intentando salir de aquella maldita pesadilla.

Giré de nuevo hacia Mónica, haciendo un gesto con la cabeza.- No sé... No sé que pasó... Todo fue en pocos minutos... No sé que pasó.-Llevé mi mano hacia el rostro sollozando levemente, aunque me obligué a no desmoronarme, si no a mantenerme.- ¡¡No, no!! No podemos llamar a nadie, no podemos ir a la policía... ¿Quién me creería, Mon? -Mis sollozos se cortaron, estallando en un ataque de pánico y casi histeria.- No debemos llamar a nadie...-Me dejé deslizar hasta quedar en el suelo cubierta por la toalla. Mis manos aferraron la toalla con fuerza, mientras mis ojos se perdían en el pasillo, en la dirección del baño.

- No digas estupideces. ¡No tienen ni que creernos, el cuarto esta lleno de sangre! - Se agacha e intenta alzarte, zarandeándote en el intento. - Venga, Eleanor, tenemos que hablar con alguien. Piensa que... a lo mejor es una broma de mal gusto de alguien, ¿vale? Hoy en día la sangre falsa es muy creíble... - Ella mira las manchas de la toalla, el suelo y el fregadero, poco convencida de sus propias palabras.

En ese momento, escucháis varias pisadas apresuradas que bajan las escaleras del rellano. Mónica alza inmediatamente la cabeza, pero durante unos segundos solo guarda silencio.

- ... Voy a mirar... - Y sin dejar que lo evites, va hacia la puerta, asomándose por la mirilla. Pasa un minuto que se te hace eterno sin decir nada. Luego vuelves a oír las pisadas. - Parece que los vecinos están bajando. Ha pasado algo... Por que la puerta de la cotorra del C esta abierta, así que seguro que ya esta husmeando... Voy a ir, ¿vienes? - Vuelve a acercarse a ti, tendiéndote la mano.

- ¿Y qué demonios les diremos cuando lo vean? ¿Qué apareció sola? ¡Vamos, Mónica, sabes que nos harán preguntas! Preguntas... Que carecen de respuesta..-El zarandeo de ella consiguió sacarme de ese aturdimiento. Obligada me levanté de donde estaba, pero me aparté de ella bastante sobresaltada por sus palabras.- ¿De verdad crees que esto puede ser una broma? ¡No seas ilusa! E-eso no era sangre f-fal-...Falsa...-Noté que mi pecho se encogía de nuevo, con fuerza me mordí el labio intentando no descontrolarme. No podía hacerlo.- D-da igual qu-que fuese... No pode-emos decir nada.

Cuando el sonido de las escaleras llegó a nosotras me giré un poco. Al igual que Mónica, me sentía curiosa, pero aún tenía esa angustia en el cuerpo, lo que me impedía correr hacia la puerta. Con un leve asentimiento de cabeza perdí de vista durante unos minutos a Mónica, en ese tiempo fui hasta el salón para tomar una camiseta del tendero y unas bragas. Antes de poder cambiarme, ella estaba allí.

- ¿Qué pasó algo? ¿Qué.. Podría pasar? -Mi mano derecha sujetaba la ropa que acaba de coger del tendero, la otra sostenía con fuerza mi toalla.- Vamos... Mónica... No tenemos por qué... -Al ver su mano alargada hacia mi suspiré levemente.- Vale...-Dejé la camiseta sobre el sofá, mientras me ponía la ropa íntima, tras eso dejé caer la toalla y me puse esa simple prenda por encima. Mi cabello aún estaba manchado de sangre, lo que hacía que gruesos mechones cayesen sobre mis hombros y espalda.- Seguro... Quieres ir...? -Tomé su brazo con ambas manos, después de todo si ella iba, la acompañaría, no pensaba quedarme otra vez sola. Temía que volviese a pasar lo que había pasado en el baño.

Mónica te estira rápidamente del brazo, sin prestar atención a tus ruegos ni quejas. Tal como te has vestido, salís del piso y bajáis con velocidad los tres pisos que os separan de la entrada del edificio. Todo el mundo, o lo que a vosotras os parece todo el mundo, esta formando un enorme corrillo a la entrada del edificio anexo donde se encuentran los tanques de agua. No entiendes qué puede pasar, porque los tanques solo se usan cuando hay un corte en la distribución habitual, o eso tenías entendido tu...

- El olor llega desde éste, estoy seguro. - Se oye que una voz grita desde el interior. Parece ser el presidente. Su contundente voz de ex-militar se alza por encima de los cuchicheos de la gente. - ¿Habéis traído la escalera? Ah, Randal, gracias.

Un chico joven, de unos 20 años, gira la vista un segundo, percatándose de tu presencia. No puede evitar mirar hacia abajo, y aunque intenta disimular saludándote, ves que está sonrojado. Es el hijo de la del tercero, Bryan.

Bajé apurada las escaleras, el frío del suelo pasó las plantas de mis pies, cosa que me hizo estremecer un poco. Ahora me arrepentía el no haber cogido algo más de ropa e incluso unas zapatillas, era un genio cuando me lo proponía.

Al estar cerca de la gente agarré con fuerza la mano de mi compañera, pegando mi cuerpo al de esta desde atrás. La mano libre la bajé hasta mi camiseta tirando de esta un poco para que no se levantase y dejase ver mis braguitas de dibujitos.- Qué diablos está pasando, Mon... -Apenas había acabado de susurrarle cuando me percaté de la mirada de Bryan. Durante unos segundos sonreí, pero después bajé la vista avergonzada. "También te podías haber puesto unos pantalones, chica lista" Volví a alzar la cabeza, sonriéndole de nuevo a la par que sacudía mi mano libre a modo de saludo.

- ¿Por qué no nos acercamos... Y vemos que pasa? Es extraño ver tanto movimiento aquí.-Le di unos cuantos tirones, como animándola a caminar.

- Esta bien, esta bien, no empujes... - Contesta tu compañera, que se abre paso entre los curiosos y estupefactos vecinos. Pero hay una persona a la que no podéis pasar, pues es la que azuza el oído y la vista en la misma puerta. Quién si no, Victoria, o como la llamáis vosotras, la cotorra del C.

Os mira con suspicacia en cuanto llegáis, pero sus ojos se abren como platos al ver tu vestimenta. Su voz solo muestra sus más de 50 años de vida amargada. - Menudas pintas, muchacha. Luego dicen de la juventud...

Frente a vosotros está la enorme sala que alberga los dos contenedores de agua. Muchas preguntas se agolpan a vuestra mente mientras intentáis saciar vuestra curiosidad. El presidente se encarama a la escalera y empieza a subir hasta lo alto del contenedor, con un paño en la boca. Y es que a vosotras también os empieza a llegar un olor raro... como a basura...

Me mantuve cercana a Mónica en todo momento, no me sentía segura. Al llegar donde la mujer del C nos quedamos quietas, mi compañera no dijo nada, pero en mi caso no pude evitar chistar cuando escuché su voz, esa voz que se puede diferenciar en cualquier lugar, incluso con los ojos vendados.- Mire para usted y deje de criticar lo que ocurre a su alrededor, en ningún momento le pedí opinión alguna sobre mi ropa, cuando lo necesite, descuide lo haré.-Respondí tajante, tensando levemente mis facciones. "Aburrida me tiene esta mujer" Lentamente desvié la mirada de ella, tenía mejores cosas en las que preocuparme, que en la crítica de una cicuentona a la cual le vendría bien una noche de pasión. "No me sorprende que esté sola ¿Quién podría soportarla?" Sacudí levemente la cabeza, intentando apartar ese pensamiento de mi cabeza.

Mis brazos rodearon la cintura de Mónica, a la par que dejaba la barbilla en su hombro descansando.- Apesta..-Susurré a la par que me separaba un poco de mi compañera. Sin poder evitarlo me llevé una de mis manos hacia la nariz y la cubrí. Nunca había tenido demasiado estómago, y lo estaba sufriendo en ese mismo instante. El fuerte olor me provocó una leve arcada, pero supe controlarla respirando de manera lenta y muy pausada. "Respira despacio.." Sentía como mi poca comida daba vueltas en mi estómago, era odiosa aquella sensación, pero aún peor era aquel olor.-¿Q-que... Que e-es ese ol-olor..?-Tragué con dificultad, temía que cualquier acción por mi parte me hiciese echar hasta la cena del dia anterior.

La mujer solo refunfuña, pero rápidamente la ignoras, centrando toda tu atención en evitar llenar de bilis a Mónica. El presidente finalmente alcanza el cenit de la escalera, solo para darse cuenta de que no llega arriba del todo.

- Me cago en todo. - Maldice a través del trapo de tela. Intenta alzar los brazos para encaramarse, pero le faltan todavía unos palmos. Maldiciendo de nuevo, se separa un poco el paño de la boca y se dirige a los vecinos congregados. - Esta bien, ¿algún voluntario para mirar qué coño hay ahí dentro? Necesito alguien ligero, no voy a joderme la puñetera espalda de nuevo.

No tenía pensado ofrecerme, pero la falta de iniciativa de otras personas y mi propia curiosidad me llevaron a ello. Con un leve apretón en el brazo, avisé a Mónica de que iba a subir allí. Yo era consciente de la ropa que llevaba, pero me la sudaba bastante lo que dijesen o hablasen los que me rodeaban.- Jefe -"Vas a morir de ascoooo... Y lo sabes"- Yo misma.-Me hice hueco entre las personas, intentando no molestarlas demasiado, pero a alguna si la empujé al no poder pasar.- ¿Es segura la escalera? Ya que me ofrezco, el menos estar segura de que esta cosa no se romperá cuando esté arriba.-Mascullé entre dientes a la par que la tanteaba con las manos, intentando quitarme miedos y inseguridades. "Cuanto más lo pienses, será peor ¿Lo sabes, verdad? ¡Entonces porque coño te paras a pensar! A veces creo que mi inteligencia es abrumadora" Alcé la mirada una vez más hacia arriba. El olor era horroroso, pero intentaría aguantarlo.- Cuando me diga.

- ¿Eleanor? Hija, por lo menos podrías haberte puesto unos pantalones. - Tras dejarte comprobar la escalera, el presidente te tiende una mano para que subas a su lado y te pasa el paño que ha estado usando él. Allí cerca el olor es horroroso, e incluso él hace un gesto de desagrado. - Vale, no te muevas, ¿eh? A ver si vamos a matarnos los dos...

Te coge cerca de las rodillas y te alza, apoyandote en el bidón. Intentas aguantar lo mejor que puedes con una mano, mientras con la otra te cubres la boca. Pero en cuanto pasas el borde, el paño pierde todo su efecto y casi caes hacia atrás por el simple hedor.

- Oye, chica, estate quieta. Dime, ¿que ves?

Al principio no tienes nada... El agua esta muy oscura, más de lo normal, pero te parece ver trozos de algo flotando por la superficie. Te llama la atención un objeto particularmente grande. Enfocas la vista, intentando acostumbrar tus ojos a la oscuridad, y entonces lo identificas. Flotando en el agua hay... ¡Una cabeza!

Spoiler (marca el texto para leerlo):

- Si tienes algún problema, súbase usted. Si no, silencio...-Protesté cuando él también hizo anotación sobre mi ropa. Subí de manera lenta hasta estar junto a él, tras eso me sujeté un poco mientras tomaba con la mano libre el pañuelo.- Ese hedor es espantoso...-Susurré por lo bajo mientras él me hablaba.- No se preocupe, quiero tanto como usted evitar una caída.-Y era cierto, yo no quería caer desde aquella altura.

Cuando me tomó con aquella firmeza me tambaleé un poco, pero después me sujeté lo mejor posible pasando el brazo para hacerlo servir de "gancho". Pensé que el pañuelo se me caería pues la peste que me golpeó me atontó e incluso provocó alguna arcada "Respira despacio, respira despacio" Ni siquiera las palabras de Meyer me afectaron en nada, aún me sentía aturdida. "Creo que vomitaré..." Hice tripas corazón cerrando unos instantes los ojos, tras eso volví abrirlos chasqueando la lengua.- L-lo siento...-Mascullé poco antes de asomarme casi por completo para ver el interior.

No veía nada más allá de la oscuridad. Cuando mis ojos se acostumbraron hice un repaso por cada rincón del gran bidón en busca de cualquier cosa y la encontré. Un grito mudo salió de mis labios y el pañuelo se me cayó dentro. "¡¡Una cabeza!! No... ¡¡Un hombre muerto!!" Mi cuerpo se tensó completamente e intenté bajarme de donde estaba.- ¡¡B-bájame...!! ¡¡BA-BA...BAJAME!! -Mis manos se aferraron al borde del bidón mientras yo intentaba que Meyer me soltase.- ¡¡Bájame... Por favor, quiero bajarme!! -Mi voz salía  rota en muchas ocasiones y los gritos eran continuos gemidos de terror y miedo.- U-un... Un.. Mu-erto...¡¡Bájame!! -Llevé una de mis manos hacia los labios, intentando frenar una arcada, entre el olor y el miedo cada vez era más complicado controlarme.

- ¡Eleanor, tranquila, nos vas a...! - La escalera se tambalea pero por suerte el ex-militar consigue recuperar el equilibrio antes de que los dos caigáis de mala manera al suelo. - ¿Que es lo que has dicho? - Pregunta, mientras intenta bajarte rápidamente, bajando él a tu lado.

- Un muerto, - contesta Mónica. - Ha dicho que ha visto un muerto. - Tu amiga tiene los ojos como platos y los vecinos empiezan a murmurar entre ellos, sorprendidos. Meyer te mira y solo le hace falta ver tu rostro para saber que no mientes. - Que alguien llame a la policía.... Joder....
 

- U-una... Cabe-...-Me llevé las dos manos a la boca para cubrirla, sentía que en cualquier momento vomitaría por más que intentaba evitarlo. Cerré los ojos unos segundos y respiré hondo pero el hedor seguía metido en mis fosas nasales, una nueva arcada hizo que me retirase de donde estaban tanto el señor meyer, como mi compañera de piso. Hice lo posible por no llenar todo de mi vómito, pero me fue imposible. Me incliné hacia adelante y sujeté mis ropas, de vez en cuando tosía intentando relajarme pero era casi imposible en ese momento "Respira, respira"

Tomé aire lentamente y me levanté de donde estaba, sin mirar la que había armado me giré hacia ellos.- L-lo siento...-Volví junto a ellos a la par que me aseguraba de que mis cabellos y ropa no estaban pringados.- Señor Meyer... ¿Cómo... Cómo es que...-Sentí mi estómago otra vez revuelto.- Puede... Haber un hombre ahí...? Quién haría...-Cubrí mi rostro con las manos, mi corazón latía con rapidez y podía notar una angustia horrorosa en el pecho.