Partida Rol por web

Las manos y las plegarias del clérigo le hicieron sentirse reconfortada en un primer momento y agradeció sentir la magia curativa alcanzarle aquellos huesos entumecidos por el frío, pero por desgracia aquella sensación no duró todo lo que ella hubiese deseado, ya que enseguida percibió que algo continuaba yendo mal. La flojera y el malestar parecían no estar dispuestos a abandonarla tan fácilmente. Aún así sonrió, mientras observaba y escuchaba a todos sus compañeros de cueva en su entorno, y lo hacía por segunda vez aquella “mañana”, sólo que ahora en su labios se dibujaba otro mensaje bien distinto al anterior, no era una simple sonrisa de cortesía para no alarmar a nadie la que decoraba su rostro, sino que lo iluminó un brillante destello de sincero agradecimiento, era una lástima que con este obsequio no consiguiera devolver color a sus mejillas, ni tampoco expresividad a sus ojos, ni recuperar el empaque del que había hecho gala el día anterior, pero ahí se quedó. Aquel grupo de casi desconocidos se estaba preocupando por su estado de verdad, lo cual era mucho más de lo que había recibido en muchos momentos de su vida, como por ejemplo en su infancia o durante el último año a lo largo del cual había sobrevivido a trancas y barrancas en soledad. Ella, sobre todo ella, sabía valorar las reacciones que estaba observando en aquellos instantes en su justa medida. Aquellos gestos que para otros podían ser un mero condimento de la cotidianeidad, para ella eran un regalo.

Ahora que lo decís… la sonrisa se le borró de golpe al recordarlo, no me encuentro bien desde entonces… todos le echaban la culpa a los muertos del día anterior, a los que habían otorgado justo descanso, ¿por qué no? Francamente era una posibilidad bastante coherente. Incluso durante un segundo pareció que su timbre de voz se animaba, pero simplemente se trató de un espejismo, ya que enseguida volvió a decaer, desde que esos difuntos indecorosos me hincaron el diente, no he dejado de sentir escalofríos… cabeceaba asintiendo con la mirada perdida en el pasado. Claro que bien podría haber sido sencillamente por asco, pero seguramente llevéis razón y esas heridas se me hayan infectado… se apoyó contra la pared de la cueva, como quien buscase resguardarse de algo, aunque supiera que no le iba a devolver la consistencia que antes tenía, ¡diantres de fauna autóctona!... Se lamentó en un murmullo. Espero que no pueda conmigo… siempre había sido fuerte, pero estos últimos días habían sido un tanto desesperantes.

No le gustaba el hecho de que los difuntos fueran la posible causa de todos sus males actuales, puesto que le daban un mal presentimiento, ¿y si no se curaba? ¿Qué le podría suceder? Se entristeció, lo cual ciertamente no mejoró su aspecto demacrado y ojeroso, sino que más bien lo empeoró, pero de pronto alzó el rostro y, tratando de borrar de un plumazo aquellos pensamientos, añadió, ¿no será contagioso?... Lo que menos deseaba era que aquellas buenas gentes acabaran todos igual por su culpa. Hizo un gesto inútil, apartándose del resto por si acaso, para toparse con la desigual pared rocosa que tenía pegada a su espalda.

Entonces el bárbaro insistía en que se echara sobre una mantas, pero no sé si hará falta… le miró de frente, no sé… ¡cualquiera le decía que no a aquel individuo! A lo mejor si simplemente… durante los dos últimos años de su vida, había cuidado de un enfermo y por último de sí misma, y debía reconocer que se le había dado infinitamente mejor lo primero que lo segundo. Recordó su infancia y, de repente, asintió a todos los allí presentes, dejando resbalar su espalda sobre la pared rugosa y aposentando su trasero sobre el lecho de mantas. Cuando uno necesitaba ayuda, era de zopencos no dejarse ayudar. Gliadel la curaría, todos estaban convencidos, pues ella también, lo único que lamentaba era estarles retrasando.

Vaya hombre, de repente se han vuelto todos unos expertos sanadores… ¡Pero si ya la he curado! – Tranquilos… el enrojecimiento y el hinchazón en las heridas es algo normal cuando ha habido infección, no hay razón de alarmarse. – Aquí lo que parece es que hay es mucho espabilado que quiere ganarse a la señorita con tanta atención Jaja. - Veréis como ahora – después de los conjuros - enseguida coge el color normal. – Dejo pasar unos segundos y vuelvo a preguntar: aunque me temo que su cara lo dice todo - ¿Que tal te encuentras Arianne? – Definitivamente no ha mejorado demasiado. - ¿Sueles reaccionar así a las heridas? - La verdad es que me empiezo a preocupar. Los sudores y la fiebre continúan, y él hinchazón y el enrojecimiento no rebajan aún después de los conjuros. Puede que haya más detrás de todo esto de lo que había sospechado. – A ver… si. – Me tomo unos instantes para reflexionar. - Será mejor que te tumbes, como ha dicho Rakas, así podré hacer una mejor exploración: ¿Puedes andar hasta la cama? – Apoyo uno de sus brazos sobre mi hombro y hago una señal bárbaro para que haga lo mismo del otro lado. Una vez llegados a la cama, saco mi material de curandero y lo dejo abierto en una esquina de la cama -   Vamos a ver que te pasa… abre la boca y di aaaaaaaah… - saco una paleta de tamaño medio del botiquín y aprieto ligeramente su lengua con él para examinar su garganta…- Hay poca luz… Dramir; - limpio la paleta con una gasa limpia y un pequeño ungüento desinfectante y la vuelvo a introducir en el botiquín. Saco un palito, fino y delgado y se lo tiendo al hechicero. – Mira a ver si puedes hacer que brille la punta de esto… Lo necesito para examinar sus pupilas… Y Gliriel, acércate, hoy vas a ser mi ayudante… Aprende como se hace esto y así tendré yo a alguien que me cuide si me pasara algo parecido en el futuro. - Le guiño un ojo al pequeño gnomo y en seguida vuelvo a mi exploración médica.  - A ver que oímos ahí dentro - plancho mi oreja sobre su pecho y la pido que respire fuerte. -

Menzo había permanecido obserbando las curaciones de Arianne entre las piernas de sus compañeros. Se sentía un tanto impontente pues fuera, la Naturaleza ofrecía remedios curativos más allá de lo milagroso, plantas, raíces, hongos, jugos de frutos, insectos, líquenes e infinidad de variedades que seguro hubieran ayudado a que la espadachina recuperara todas sus facultades. Pero al parecer, nuevamente el poder de Pelor actuó con fuerza a través de las manos de Gliadel y una luz brilló en el interior de aquella muchacha haciendola recuperar algo del tono de piel que tan blanquecino había amanecido.

El mediano se acercó al lugar donde el bárbaro había acumulado parte del tesoro que no se había repartido. Cogió los viales antiveneno y los guardó en las alforjas de la Sra.Restos. Luego después se acercó por detrás a Rákas que se había adelantado un poco a los demás y se había dirigido a la encrucijada. Se colocó a su lado en aquella oscuridad y en susurros le dijo: -Necesitaría algo de luz para poder inspeccionar el terreno por el que nos vamos a aventurar. ¿Quiéres que saque la siempre ardiente?

El hechicero se acerco al clérigo, y tras unos ligeros gestos y un par de palabras, la punta del palito comenzó a brillar.

¿Así te vale? Seguro que ahora empiezas a mejorar, Arianne, nuestro clérigo bien podría acabar con todas las enfermedades habidas y por haber, sol oque es demasiado vago para ponerse a ello.

Acompañando a sus palabras dio unos golpecitos en la espalda a Gliadel y acto seguido comenzó a reír, tratando de animar un poco el ambiente que parecía cada vez mas lúgubre.

Gracias Dramir. – Recogo el palito y empiezo a inspeccionar con él.* - Ahm, no. Vaya… No tiene buena pinta, no… - En lo que dura mi examen médico no puedo evitar soltar chascarrillos de este tipo, y cuando me quedo sin palabras: chasquidos con la lengua, que confirman que un nuevo síntoma ha sido descubierto. ¿Y ahora que digo?  No quiero sonar demasiado serio, y menos preocupar demasiado al personal, esto sin falta, pero realmente me preocupa lo que he descubierto. Mi dura expresión facial y las arrugas en mi frente no dejan mucho lugar a las dudas. - Mucho me temo que nuestras sospechas se han confirmado: Estás enferma. – Antes de seguir pienso muy bien lo que voy a decir: Creo que tampoco hace falta que lo cuente todo. El peligro no es inminente si se toman los cuidados y las precauciones necesarias... no quiero ni pensar en que hubiera pasado si mis compañeros no se hubieran dado cuenta de que algo iba mal más allá de lo normal - Las heridas provocadas por esos pedazos de mierda animada han sido más dañinas de lo que había imaginado en un principio… – Los síntomas encajaban perfectamente, el peligro de que esto pasara era obvio ¿Cómo podía haberlo pasado por alto tan negligentemente? - Es normal que te sientas más débil. Obviamente las circunstancias no ayudan pero tienes que intentar no abusar del ejercicio físico – lo mejor sería quedarse en cama - y beber mucha agua para no deshidratarte - ¿te he hablado de algo que se llama diarrea? - Ahora si, no trato de disimular el tono severo de mi voz – Arianne, aunque en estos momentos tu vida no corre peligro tienes que saber que ésta es una enfermedad peligrosa si se arraiga en tu organismo. Si se sigue desarrollando te sentirás más y más débil hasta que… bueno, hasta que tu cuerpo no aguante más. Sobretodo tienes que luchar contra la enfermedad desde tu interior. Yo te puedo ayudar, te aseguro que puedo ahcerlo, pero si no pones tu voluntad no hay nada que hacer. Tienes que tener fuerza, sobretodo, mucha fuerza. Menzo, Gliriel – Habiendo dejada clara la situación me giro hacia los más pequeños del grupo con el gesto algo más relajado, pero no menos serio. – A vosotros también os hirieron esas cosas ¿Vosotros no habéis notado nada?

Arza viendo que nadie protesta por si cambia de estoque coge el nuevo y deja el suyo en el montón. Tampoco puedo cargarme sin más como si fuese una mula.
Se acercó a Gliadel: Si es como el veneno de aquellas arañas es posible que lo que hayas hecho sea como el contraveneno; es decir, que no empeora y necesita descanso para mejorar. ¿es posible?
Dejando la pregunta en el aire le alcanza una mano a Arianne por si necesita ayuda para levantarse: No conviene que nos retrasemos, el que haya hecho esas marcas que estamos viendo en los monstruos de estas cuevas podría encontrarnos en cualquier momento y necesitaremos a todos los que puedan combatir. Si hace falta te puedes quedar alejada y atacar con un arco o una ballesta.

Fue contestando a las preguntas de Gliadel, según y conforme éste las iba realizando, pronunció: “ahhhhhhhhhhhhhhh”, cuando se lo propuso, e incluso trató de poner buena cara cuando le introdujo aquel palito en la boca, apretándole la lengua contra la base de la mandíbula inferior. Estaba claro que estaba poniendo todo su empeño y que era concienzudo. Por último, escuchó todas y cada una de sus palabras con suma atención, incluidas aquellas que versaban sobre deshidratarse, diarreas y enfermedades peligrosas que se arraigaban hasta que el cuerpo no aguantaba más, que en resumidas cuentas le hicieron percatarse de que con suavidad lo que le estaba anunciando Gliadel era que, de no mejorar, aquello incluso podía llevarla al final de sus días. Agradeció su sinceridad, si la enfermedad podía llegar a ser grave, al menos enterarse de antemano para poder afrontarlo en su justa medida. Aunque por otra parte prefirió atesorar las positivas, voluntad, lucha, fuerza y ayuda, que mencionó que la llevarían seguro a sobrellevar todo aquello. Podéis estar tranquilo en ese aspecto, confiaré en vos y no me dejaré vencer… ahora sonrió con contundencia.

El resultado de todo aquel tejemaneje que se había traído el clérigo entre brebajes malolientes, botecitos, plegarias y demás fue que en su interior la muchacha se sintió reforzada y el frío que la había atenazado durante toda la noche sin darle el más mínimo respiro, simuló darle una ínfima tregua en el derrumbe, un destello tenue que le permitió una apreciación diferente de la realidad que la envolvía. Seguía ahí, pero ahora ella poseía todo un ejército de convicción interior preparado para enfrentarlo y a un sanador competente que se lo garantizaba. Puede que fuera eso o no, pero sus mejillas parecieron recobrar levemente algo de color y allá al fondo de aquellos ojos aún oscurecidos por la fiebre se pudo apreciar un dato, que, si de lo que se trataba era de ser cabezota, a aquella moza no le ganaba nadie. Gracias… justo entonces añadió dos palabras más, a todos… no en vano el dicho popular ya intuía que era de bien nacidos ser agradecidos.

Observó la mano que Arza-El le tendía, invitándola a alzarse, a continuar, hablando con ese lenguaje exacto que sólo los actos son capaces de albergar, la asió, asintiendo a sus palabras, agradeciendo el consejo, y se levantó del lecho. Tantearé mis fuerzas, seré comedida y, según como mi cuerpo vaya respondiendo, obraré en consecuencia… asintió una vez más. Vamos, tenemos una solicitud de audiencia pendiente… se humedeció los labios, resecos por la fiebre, y aunque su flojera era obvia y en cada uno de sus movimientos se la notaba más débil que el día anterior, la convicción parecía guiar sus pasos, dotándolos de determinación, y quizás una espada cuyos ocultos encantos resten por ser hallados… tomó a Cenicienta en su mano torpe y durante un instante hasta pareció que sus ojos brillaban. Si había probado un arma, podía probar la otra antes de echarlas a ambas de nuevo al morral que portaba el bárbaro. Ese tal Thazar Rho nos espera… y avanzó junto al resto hacia el pasillo.

Girándose ligeramente Rakas pudo observar como Menzo se acercó hasta donde se encontraba, parecía que el mediano también se sentía impaciente y con ganas de proseguir, después de su momentánea flaqueza del día anterior podía entender que el explorador como él mismo deseara terminar con aquellas cavernas y sus ocupantes. - Prepara la antorcha, no he escuchado nada extraño y quizás podamos avanzar unos pasos.- Esperaba que sus compañeros no tardaran en regresar y pudieran ponerse en marcha, pero mientras ellos dos podrían ir investigando el túnel que se abría frente a ellos. Claramente decidido Rakas dio un par de pasos, sin embargo cayó en la cuenta que había dejado todo su equipo salvo la guja, tras él. - Espera aquí Menzo mientras recojo mis cosas y nos ponemos en marcha.

Con rapidez, casi corriendo el bárbaro se dio la vuelta y regresó a la caverna donde aun permanecían sus amigos, parecía que Gliadel había realizado su trabajo pues todos se afanaban en recoger sus pertenencias y prepararse para continuar. - Será mejor que os deis prisa Menzo no creo que esté dispuesto a esperar demasiado. - Dicho esto y tras echar un rápido vistazo a Arianne comprobando que parecía haber mejorado su tono y aspecto, Rakas cogió el morral con la cota de mallas, espada y demás utensilios que seguían allí. Echándoselo a la espalda giró y volvió a perderse tras la cortina.

Ante las palabras del bárbaro apuró en la recogida de sus cosas y se fue tras los dos amigos. Se colocó tras el bárbaro ya que se le antojaba una buena defensa ante un posible ataque, cualquier enemigo que se encontraran de frente ni lo vería en un primer momento tras aquellas espaldas, con la siempreardiente en una mano y el arco en la otra, guiño un ojo a su rata y cuchicheó -si hay problemas ponte a cubierto- echó una rodilla al suelo y esperó el movimiento de los demás.

yo también fui lastimado por uno de esos muertos... Pero fui afortunado, pues pese a que estuve algo descompuesto por un rato, la enfermedad no llegó a propagarse por mi cuerpo...-le contestó al clérigo con una sonrisa que le agradecía la preocupación.

La idea de Rakas de avanzar le parecía genial, por lo que se montó en el perro y sacó lanza y escudo. Lentamente se fue acercando al bárbaro y al mago que ya estaban adelantándose.

Por cierto... ¿alguien está interesado en la capa?
si nadie la quiere... creo que voy a tomarla...-dijo con cierta timidez.

El hechicero se acerca a la espadachina.

Si hay problemas quédate cerca nuestro así podremos protegerte mejor

Algunos comenzaron a avanzar. Estaba claro que pretender pasar desapercibidos con una antorcha siempreardiente en las manos no era lo más lógico, pero quizás no sería la antorcha mágica la única fuente de luz.

Repentinamente, al final del pasillo les pareció observar un extraño resplandor azulado. No era posible entender de donde provenía sin acercarse más, pero de alguna manera, esa extraña luminosidad les indicaba que había algo delante. Algo "luminoso". Algo que habría que investigar... o de lo que habría que huir!

Una vez equipada y ya en marcha, le echó un último trago al odre de agua, mientras pensamientos de variada catadura invadían su mente sin permiso consciente. Éstos fueron interrumpidos por las palabras que le dedicó el hechicero, que a su vez la trajeron de nuevo a la realidad circundante, de manera que asintió, se centró y avanzó, alcanzando la encrucijada de la cortina y atravesándola.

Con el morral a la espalda y ambas manos adornadas por espadas de diverso carisma, una refulgente y la otra opaca, dos armas que bien pudieran ser el alba y el ocaso de una misma armería, la muchacha apareció en el pasillo siguiendo al resto hasta situarse detrás del mediano, junto al bárbaro. Se sumó al silencio reinante y se quedó a la expectativa de lo que pudieran hallar en ciernes, tras aquella luz de tono azulado y brillo sutil.