Partida Rol por web

¡Caray!... Se la oyó murmurar. Seguro que esto... Se plantó los brazales en ambos antebrazos con decisión y presteza. ¡Vaya que sí!... Asió el arco y entonces éste se curvó de inmediato, permitiéndole tensarlo y comprobar su apertura y flexibilidad sin problema alguno.¡Ja!... Sentenció por último, dejando de nuevo el arco junto al resto de objetos y estirando sus brazos para observarlos de nuevo.

Estos brazales le dan a uno competencia con el arco y, en caso de tenerla de antemano, apuesto que ayudarán a sacar mayor provecho de él... escasos segundos después se los quitó con la misma rapidez con la que se los había puesto y los colocó sobre el suelo junto a su compinche, aquellos objetos formaban un conjunto excelente. Asintió, sonriendo.

Acto seguido se giró, sus compañeros hablaban sobre guardias y ceremonias de despedida y ambos asuntos reclamaban su atención.

Cita:

Menzo asintió a su compañero -Esta bien, yo haré la primera guardia -dijo quitándole al bárbaro un trozo pequeño de arpía de su muslo que se le había quedado pegado tras el terrible golpe. Lo sujetó entre los dedos y observó como la carne temblaba ante sus ojos. Cuando se dio cuenta de que era el pezón de la arquera lo arrojó hacia atrás perdiéndose entre los matorrales.

Menzo haría la guardia junto a la Sra Restos, acariciándola y controlando su estado de salud y sus constantes vitales durante sus horas de vigilancia. Luego, cuando le sustituyeran, se abrazaría a ella y le hablaría a la oreja en susurros hasta quedarse dormido.

Aprovechando que el resto del grupo estaba ocupado entre la revisión de los objetos y de los daños propios y ajenos, Ecthelion separó un poco a Arza y Rakas -Sabeis, en la sala que hay justo bajo la escaleras hay capullos de varios tamaños como si fuesen capullos de arañas, aunque no puedo asegurarlo, y sin duda con algo a alguien vivo dentro ya que se mueven, en principio no hay ningún enemigo pero claro pueden estar ocultos, pensé que era mejor que Menzo y Ariane no se enterasen por ahora, ya sabeis que lo suyo no son las arañas, auque os repito que no se si se trata de esos bichos-, se quedó mirando a sus dos amigos esperando la reacción de estos, para añadir antes de que estos hablasen -aunque también cabe la posibilidad de que si sean capullos de araña y dentro haya alguien vivo como le pasó a nuestra querida amiga, por lo que a lo mejor el tiempo es vital-

Rakas negó con la cabeza, no estaba en condiciones de enfrentarse a un nuevo combate, así como la mayoría de sus compañeros, sería un estupidez arriesgarse a perder todos la vida por salvar la hipotética vida de otras personas. Por fortuna el clérigo no había escuchado a Ecthelion, aunque aquella información debería ser compartida por todos. - No estamos en condiciones de arriesgarnos a ser atacados de nuevo, si tuviéramos la certeza de que esos huevos contienen víctimas y no un montón de arañas podríamos arriesgarnos, pero a ciegas sin saber realmente si nos esperan nuevos enemigos ahí abajo creo que deberíamos esperar a estar descansados.- Una duda pasó por su cabeza, el poco sabía de seres mágicos y monstruos como las arpías, de manera que la idea le pareció posible. - Podría ser que las arpías guardaran ahí sus crías, que como las aves y ya que tienen alas, salgan de esos huevos. Visitéis si había telarañas, se pueden ver sin necesidad de entrar en la nueva sala.- Rakas hablaba en tono bajo y directo, aunque tanto Menzo como Gliadel se encontraban preparando la biblioteca y no habría problemas de que se enterasen.

La verdad, Rakas Krormar, es que si no corremos peligro adicional velando aquí, reconozco muy propicio este lugar para el duelo de nuestro amigo. –

Antes de dar inicio a los primeros preparativos me tomo un tiempo para respirar tranquila y profundamente, preocupado por mantener a raya  cualquier gesto –por pequeño que sea- de flaqueza, dolor o agotamiento que pudieran surgirme durante la ceremonia. Lo penoso y precario de las circunstancias no justifican la ligereza durante tan solemne ceremonia.

Pelor, bendice esta Agua bienhallada. Declarala reflejo de tu Luz.

Recitada la bendicion, lo primero que hago es limpiarme las manos en el agua de la fuente, frotandolas con meticulosidad y rigor, centrandome sobre todo en no dejar rastro de sangre seca adherida en la piel. Luego saco una pequeña esponja de mi material de curandero, que primero empapo en el agua de la fuente, y luego empiezo a pasar por todo el cuerpo del hechicero mientras recito:

Con agua de Pelor lavo la sangre y la carne, hasta que el cuerpo sea limpio cristal para el alma. Hallaras entonces el camino, y sofocaras tu ultima sed de muerto.

En la ultima estrofa exprimo el agua de la esponja sobre la boca cerrada de Dramir, y sello la plegaria con la coletilla. – Que Pelor asi lo quiera. –

Como ultimo gesto le cubro los ojos con un trozo de venda, y cierro su mano en torno a una moneda de oro, que representa la transición entre el metal y la luz.

Vamos, Rakas, ayudame a dejar el cuerpo sobre el lecho de matorrales… - Hecho esto, procedo a encender una antorcha y, con ella, a encender la pira… - Descansa en paz, amigo.

El problema Gliadel es que no sabemos si con el humo se darán cuenta nuevos enemigos. Sigo pensando que lo mejor es recuperarse primero, guardando el cuerpo de Dramir. Y después una vez repuestos despedirnos de Dramir como se merece y continuar de seguido el camino.
Arza no sabía si le haría caso, pero tenía que intentarlo. Las posibilidades de lo que parecía haber abajo hacia necesario que no se arriesgaran más. Ya había caido uno, casi lo sigue Arianne y los demás no habían salido muy bien parados.

Rakas esperaba la contestación de Ecthelion cuando Gliadel dispuso todo para el funeral de su amigo Dramir, parecía que no se pondrían de acuerdo y decidió dejar al mago un poco de tiempo mientras terminaban de preparar la pira y con cuidado portaban el cuerpo inerte del hechicero sobre el lecho de madera que habían dispuesto.

Arza volvió a objetar sobre la idea de prender el cuerpo antes de descansar, pero el bárbaro estaba convencido y difícilmente le harían cambiar de opinión.- Insisto en que hasta ahora no vi humo descender por escaleras si tenía espacio hacia los techos. desde la torre no se apreciará el resplandor de las llamas y dará lo mismo que vean una pira que los cuerpos de las arpías o nada, está claro que ha tenido lugar un combate y que sus defensores han sido vencidos.

En silencio y erguido el guerrero observó como las llamas se iban alzando, al comienzo lentamente, para según ganaban en fuerza devorar con ansiedad la madera hasta alcanzar el cuerpo que yacía sobre ellas. Así aquel cuerpo inerte liberaba el espíritu de su compañero, permitiéndole alcanzar las estancias de los héroes. Ahora ellos también podrían descansar.

Acercándose al clérigo se dirigió a este.- Gliadel hay dentro de la torre unas escaleras que descienden, de manera que será mejor hacer caso del resto y descansar en la biblioteca, no sabemos que podemos encontrar ahí abajo o que puede salir de las profundidades.

Gliriel, junto con sus compañeros, le dedicó el último momento del día (o la noche) al hechicero, pensativo mientra veía las llamas elevarse, y los cuerpos de las arpías, que desprendían un aroma bastante peculiar.
Estaba cansado de las luces azules. También estaba cansado de combatir. Tenía hambre y sed. Sueño.
¿Será de día? -se preguntó- Aah.. como extraño la luz del sol... y el viento...
suspiró.
Cuando el ritual hubo terminado, se dirigió hacia la biblioteca, y antes de hacer cualquier cosa, se quitó la mochila y la armadura. También le quitó el equipo al perro.
Bien, un último esfuerzo... mover una estantería...
Luego de ayudar a sus compañeros a mover la estantería, comería algo e intentaría, de una vez por todas, desconectarse de este mundo para reponerse un poco.

Se acercó a Rakas mientras esperaban a que el fuego consumiera el cuerpo de su amigo, por un momento se paró a pensar en su muerte y de como le gustaría ser enterrado o quemado.

- en cuanto a tu pregunta de antes, no puedo decirte si hay telarañas, lo que está claro es que no son huevos, son capullos-

El calor del fuego enrojeció el rostro de Menzo de mirada perdida. La muerte había entrado en el grupo sin avisar y se fue llevándose con ella, la vida de Dramir. Su cuerpo sería purificado y su alma pasaría al firmamento eterno en forma de estrella. Recordó una vieja canción que cantaban algunos medianos de su aldea natal; creyó apropiado recitar mientras la cremación alcanzaba su momento más intenso.

Hoy a la Luna le digo que necesito caminar bajo su sombra,
hoy le digo que quiero que la lluvia me cubra para abrazarla en la noche de mi vida,
hoy, a la luna le agradezco por la lluvia que aclara mis pensamientos y limpia mi ser,
hoy agradezco la oscuridad de la vida y de la muerte,
en la matriz de la madre y las lágrimas de la muerte,
hoy acaricio los atalayas levantados,
hoy agradezco por respirar este aire.

Tras oir al mago algo sobre "capullos", el mediano se ensombreció por dentro y una inquietud mezcla de odio enfermizo y terror supremo le invadió el espíritu. No podrían enfrentarse a lo que fuera que hubiera ahí abajo sin estar al cien por cien de sus capacidades. Regresar a la aldea era, según su punto de vista, la mejor opción. Tenían nueva información y quizás el superior de Gliadel sabría encajar mejor las piezas de esta misión si le contábamos las nuevas nuevas. Quizás el nombre de Thazar Rho le dijera algo y quizás él supiera cómo enfrentarnos a este ser maligno.

Cuando las llamas expiraron consumiendo todo el combustible y únicamente los rescoldos de tonos anaranjados y humeantes descansaban sobre la arena del camino, en ese mismo instante final el bárbaro sintió el peso de todo el tiempo que llevaban allí dentro, de todos los combates, de las heridas, de la tensión, los problemas, las preocupaciones. Sus hombros se hundieron y arrastró los pies hacia la biblioteca. Revolvió los pelos del mediano, aquel gesto era una especia de ritual tranquilizador, que le liberaba de parte de la tensión. - No te preocupes, descansaremos y luego volveremos al pueblo, creo que hemos hecho mucho más de lo que se esperaba de nosotros en este lugar.- Continuando su camino posó la mano en el hombre de Gliadel, era su soporte moral y quizás el que mejor entendía el paso que había dado Dramir. - Descansa amigo, es posible que cuando despertemos necesitemos aun de tus plegarias.

Sus pasos le llevaron a cada uno de los compañeros, todos ellos pilares indispensables para mantener el grupo. - Descansemos y salgamos de este maldito lugar, nos merecemos unas pequeñas vacaciones.

Tras la pequeña, pero no por ello menos sentida ceremonia, e grupo, cabizbajo, se dirigió hacia la biblioteca para intentar pasar la noche. Fue complicado. Todos, cada uno a su manera, extrañan al pequeño que se había unido al grupo para ayudarles a vender un huevo de águila... y que había fallecido ante los embates de las arpías.

Casi sin darse cuenta empujaron una de las estanterías hacia la puerta y buscaron un sitio donde recostarse. Algunos hicieron guardia, otros solo se recostaron e intentaron descansar. Finalmente, horas más tarde, aliviados al no haber sentido a nadie intentando entrar a la biblioteca, se sentaron a comer algunas de sus raciones

Era el momento de decidir que hacer. ES cierto que muchos se sentían cada vez más preparados, como si el dolor les hubiese enseñado algo. Pero eso no era suficiente. Las heridas ya no sangraban, pero estaban allí, en su cuerpos y, hasta donde podían ver, una noche de sueño no alcanzaba para recuperarse totalmente.

Quizás volver al pueblo y pesentar un informe de lo que habían visto sería una buena alternativa... y una buena oportunidad de visitar al gnomo que tantas "chiches" les había comprado y vendido.

A pesar de que la biblioteca era relativamente segura y el descanso bien merecido,  apenas si he podido pegar ojo en toda la noche. Las heridas han empezado a hacer costra y a tirar de mi piel por todo el cuerpo hasta el punto que no he podido aguantar la tentacion, y me he rascado las heridas hasta que estas me han vuelto a sangrar. Solo la vergüenza ante mis amigos mas heridos –que debian estar pasandolo incluso peor que yo- ha impedido que empezara a gimotear y a lamentarme durante el descanso, mientras me revolvia en el sitio sin encontrar la posición que no me doliera para conciliar el sueño.

   Pero lo peor de todo es que no he sido capaz de poner fin a las imágenes de la batalla que me han torturado y amenazado toda la noche. He reconstruido en mi mente cada segundo de la batalla que acabo con la vida del pobre Dramir - y que casi acaba con la de todos nosotros – y he meditando largo y tendido sobre como unicamente los designios divinos han podido salvarnos de tan extrema situación… ¡Por Pelor!… Si hasta me han invadido los recuerdos del dia en que presencia la muerte de mi madre. Pero lo peor de todo es que aun no he encontrado ni conclusión ni descanso en ninguna de mis cavilaciones.

   Apenas si habre dormido un par de horas cuando observo que mis compañeros empiezan lentamente a abrir los ojos y a despertarse. En mi deplorable estado de animo no me atrevo a decir nada. Se que mi obligación es tirar del carro para ir a  acabar con el Thazar de una maldita vez pero… tengo miedo, y estoy cansado. Solo cuando mis ojos se cruzan con los del barbaro, que siempre consigue mantener la sangre fria, recuerdo aquello que dijo el dia anterior acerca de las vacaciones. Entonces estaba herido, desorientado y demasiado afectado por el funeral de Dramir para ser consciente de mi mismo. Un poco como ahora. Mis labios solo consiguen reunir la fuerza suficiente para formar una unica y sincera frase al hombre del norte: ¿Nos podemos ir ya?

El despertar fue silencioso y taciturno, aunque el descanso había curado algunas heridas y liberado parte de la tensión, la perdida de su compañero y la certeza de que habían estado muy cerca de perecer muchos más les pesaba sobre las espaldas. El lugar parecía más frío, más húmedo y más oscuro si era posible, ni si quiera la resolución de acabar con Thazar o de conseguir grandes tesoros podía impulsarles de nuevo a adentrarse en nuevas estancias.

Rakas se levanto dolorido, por el aspecto del saco alguna de las heridas había vuelto a sangrar, aunque ahora parecían todas cerradas. Lo peor era el dolor de cabeza, cerca de la nuca le había crecido un gran huevo que parecía palpitar con vida propia presionando, parecía como si se hubiera pasado la noche entera bebiendo y ahora tuviese una resaca de mil demonios.

Cuando la mirada de Gliadel se cruzó con la del bárbaro éste reconoció lo duro que resultaba aquella decisión para su amigo, igual que para él pues sentía en cierto modo que habían perdido mucho más de lo que habían conseguido, pero aquella retirada era necesaria.- Recojamos y volvamos al pueblo, tenemos que informar a tu maestro y volver con fuerzas renovadas a terminar con este nefasto lugar. Debemos alegrarnos de seguir con vida y de poder volver a regresar para encontrar venganza.- Sin mucho más que decir comenzó a organizar su mochila, limpio como bien pudo sus armas y armadura antes de ponerse en pie dispuesto para regresar. - Esperemos que las barcas nos estén esperando donde las dejamos.- Si no era así se verían obligados a buscar una salida alternativa, lo que implicaba continuar en aquel maldito lugar durante unas horas más.

Mientras los demás se ivan despertando, el mago que ya hacía un rato que estaba despierto, repasaba sus libros y pergaminos, mientras anotaba indicaciones que los demás no podían entender, la sensación de haber adquirido nuevos conocimientos mágicos era especial, le hubiese gustado comentarlos con Dramir, el si le hubiese entendido. Miró la varita que tan bien había usado el hechicero y que había cogido entre sus pertenencias, en la punta la madera se retorcía haciendo un leve zig zag, que hacia que el que acababa de descubrir su poder se llamase tonto a si mismo por no haberse dado cuenta antes de que sin duda representaba el movimiento de un rayo.

En cuanto la pregunta de Gliadel fué contestada por Rakas, Ecthelión recogió todo rápidamente satisfecho consigo mismo por sus nuevos poderes. -¿al pueblo?, así que Tazar Rho nos ha vencido, espero que Galezas no se sienta decepcionado.-, esperando ya la reacción de bárbaro agregó, -me refiero a que ha ganado esta batalla, no la guerra-, le dijo al grandullón poniendo las manos al frente con las palmas hacia el, como protegiendose de un posible ataque verbal.

Volvió a echar un vistazo a los objetos que habían conseguido, pero no consiguió saber que poder guardaban, -tal vez mas adelante- dijo con un gesto de decepción.