Partida Rol por web

 La puerta cede hacia dentro y la veis caer ligeramente ralentizada, amortiguada por la densísima capa de arena que vuela, que levita, que lo baña todo. La figura se gira hacia vosotros un instante, un mero instante, está tan cerca de la puerta que lo veis perfectamente a pesar de la arena que se interpone entre vosotros: unos ojos negros como la pez con puntos blancos como si fuesen una plaga de insectos, su rostro muerto y, en su boca de dientes afilados, una lengua afilada y negra que recuerda a las serpientes de las películas antiguas.

—¿Queréis morir todos juntos? —pregunta con voz tétrica y vibrante.

Durante la pausa dramática que deja a su pregunta, escucháis un gruñido animal, fiero al otro lado de la habitación.

—Que vuestro desea se cumpla.

Una misteriosa fuerza parece querer cerraros los párpados, algo os dice que si tal cosa sucede, no habrá nada más que hacer. Nunca.

Me enfrento al monstruo de la oscuridad. Al malvado que odio con todas mis fuerzas.

-Tú si que vas a morir. Devuélveme a mis padres, y quiero mi dedo. Te odio- grito al borde de la histeria.

Me lanzo hacia él con la linterna como única arma. Lo deslumbro con la linterna y lo ataca a base de patadas y mordiscos.

-Por el poder de Greyskull. Muereeeeeee-grito con todas mis fuerzas para darme valor.

Suspiro al ver de que se trata y aferro con fuerza el zapato que me queda en la mano, dispuesto a atizarle con el.

Bueno...al menos no es una araña. Luego veo que Amanda se lanza sobre el y molesto la sigo también, porque de ninguna manera voy a dejar que una chica me deje mal.

¡Sabia que eras mala!.- exclame casi triunfal para un segundo despues darme cuenta del peligro, aperte el puño llenandolo de toda la rabia que esa niña me inspiraba, lo mucho que todos la querian y el vacio enorme de sentir que yo no podia inspirar nada parecido. Aprete con fuerza, dispuesta a extrellarselo en su horrible cara de niña-perro.

 La figura se gira hacia vosotros con ojos frenéticos. Los puntos claros de sus ojos negros brillan como estrellas a punto de reventar bajo la eventual coincidencia con el haz de la linterna. Sus manos se agitan con rapidez, sus uñas parecen garras, su piel parece hueso y por una pierna le corre un líquido negro y espeso, como petróleo, como sangre putrefacta y hedionda. La arena parece amainar y detrás de todo os parecer ver a Raquel bajo algún tipo de animal salvaje, un animal humanoide que la intenta agarrar y, posiblemente, devorar. Gimoteos y quejidos llegan hasta vosotros, así como un pequeño ruido gutural, algo parecido a un ronroneo, pero más fiero, más grave. Más deseoso de sangre.

Es demasiado alto para mi, no puedo pegarle yo sola.

-Dita sea... debería haber ido a clases de kung-fu- pienso muy cansada de todo esto. Si no puedo con él, seguro que Gol si. Busco al perro con la mirada y en cuanto lo encuentro, pido su ayuda.

-¡Gol, atácalo ya!. Necesitamos que nos protejas- pido sin perder de vista al monstruo.

 Los dos veis la lobuna figura de Gol volviéndose a aferrar a la pierna de la figura llena de ira y odio que vuelve a desviarse un instante hacia el perro intentando abrirle las fauces. Un pequeño quejido dolorido demuestra que incluso las pesadillas sufren. Sienten. Y si sienten dolor, tal vez os quede una esperanza. Pero entonces, durante ese pequeño instante de júbilo, consigue librarse de Gol, y se gira de nuevo hacia vosotros con la pierna pobremente colgada de unos maltrechos hilos de carne y piel

—Creo que ya está bien de jugar —dice con una voz que empieza a sonar húmeda y putrefacta, como si se estuviese resquebrajando—. Estoy harto de vosotros. Amanda, te arranqué un dedo una vez, hoy te los voy a arrancar todos.

Y de debajo de su ropa empieza a desplegarse, sobre la arena que cubre el suelo, una oscuridad informe aunque aparentemente viva. Extraña y maligna.

—Niño, corre ahora que estás a tiempo.

Cita:

Estoy tan asustada, que se me pasa el miedo. Le hecho la lengua al monstruo de la arena.

-Pues ya ves, me quedarán los de los pies- digo apartándome de él.

Ahora que está distraídom mientras Gol le ataca, cojo a Raquel del brazo para sacarla de allí.

-Vámonos Raquel, ahora podremos salir, seguro que se esfuma cuando salga el sol-

 Todos oís un sonoro golpe perfectamente, un puñetazo. Podéis distinguir el crujir de huesos y el impacto de los nudillos, seguidos de un grito casi animal, una especie de gruñido agudo. La exageradamente dentada Marta se cobija tras la alta figura que está en el centro de la habitación. Amanda se cuela rápidamente hacia la ama y coge de la mano a Raquel:

—Vámonos Raquel, ahora podremos salir, seguro que se esfuma cuando salga el sol.

Cuando volvéis a estar todos juntos, ya cerca de la puerta, veis que delante tenéis a Marta, con el ojo lleno de sangre y morado alrededor. A vuestra espalda, aunque no lo veais, sabéis que está la figura de la arena. Aunque no podáis verlo, tras la arena que se ha vuelto a levantar, escucháis su infecta risa, su desquiciado respirar.

Miro la escena completamente bloqueada. Ahora si que no se qué hacer. Marta nos perseguirá y el monstruo de arena es su amigo. Al menos estamos los tres juntos. Suspiro agarrando fuerte la mano de Raquel, y cogiendo tambien a Gari.

-Estamos cerca de la salida, aún tenemos una oportunidad. Y estamos los tres juntos- digo intentando animarlos.

El puñetazo me a dado fuerzas, pueden sangrar y por lo tanto tambien puedemos acabar con ellos. Aprieto el puño con fueza soltandome de la mano de amanda. - ¡Podemos con ellos! No podemos correr todas las noches, no podemos dejar que nos quiten el derecho de soñar cosas bonitas tranquilos! Tenemos que pararlos.- Grito deseando volver a tocar la cara de Marta.

 La oscuridad empieza a envolveros, a estrecharse en torno a vosotros. Podéis sentir su tibio y pegajoso abrazo en los tobillos, intentando ascender reptante por las pantorrillas. Junto a la puerta, Marta os sonríe con su terrible boca llena de pequeños y afilados dientes. Al otro lado de la habitación, la lúgubre figura hace unos gestos raros con la mano, volviendo a levantar pequeños torrentes de arena del suelo, que atraviesan la oscuridad dejando una estela negra, viscosa.