Partida Rol por web

Lo primero que notas es el cambio en la luz. Tienes la sensación de que se hubiera encendido una luz en la sala, una de esas que se gradúan poco a poco y fueran aumentando. Hasta que te das cuenta de que son los dibujos, las filigranas las que están empezando a iluminarse por sí mismas. Una pintura reflectante o química podría producir este efecto, pero, ¿por qué justo cuando se coloca la tapa en su sitio? ¿Podría ser algún tipo de tecnología que no conoces? ¿Qué diablos..?

Es un fogonazo, un brillo intenso y repentino que te hace ver lucecitas unos segundos antes de poder frotarte un poco los ojos y ver mejor. Y entonces alucinas. Alucinas mucho. ¿Donde..? ¿Dónde cojones estás? estos es.. es.. sencillamente imposible.

La luz, una luz que no es brillante pero que lo ocupa todo, parecida a la de los sueños mal recordados. La sala es tan grande como... casi como un campo de baseball de primera división. Quizá más. Las paredes de color ceniza se elevan hasta una bóveda ahusada en cuya punta más alta se abre una roseta monocolor de la que emana una brillantísima luz. La luz es atrayente, es agradable, es una promesa de refugio seguro, definitivo, final. Y tiene un peso enorme, genera a la vez gravedad y repulsión, porque trae consigo la promesa del no retorno. De ella emana un sonido constante. ¿Cómo es posible? Parece tu partitura favorita.

A pesar de tu fascinación, consigues apartar la vista de la luz lo bastante para mirar a tu alrededor. Las paredes de la sala están llenos de espejos brumosos, desenfocados o quizá mal pulidos. Hasta donde se extiende la vista, que es bastante, en todas las paredes, cada pocos pasos hay un espejo distinto. Todos ellos tienen en común, sin embargo, un sofisticado diseño occidental aunque vintage.

Y no estás solo aquí. Una multitud de personas circula por la sala mirándolo todo con el mismo asombro que tú o charlando entre ellos. Muchos entran o salen de los espejos, simplemente atravesándolos sin más, sin romperlos. Pero son una minoría; la mayor parte se limitan a estar por aquí sin motivo aparente. Y sus cuerpos parecen tener una palidez y una etereidad que tu propio cuerpo no tiene. Entre estas personas, tu cuerpo brilla. Y hay alguno más, unos pocos de estas personas "brillantes" en la sala, aunque dispersas y en apariencia menos desubicadas que las demás.

El extraño viaje, teleportación, transfiguración, o lo que Dios quiera que haya ocurrido deja completamente extasiado a Albert, que se siente, por primera vez en toda la parte de su vida que es capaz de recordar, indefenso, desamparado... aterrorizado. Acurrucado en la misma posición en la que "ha llegado" hasta este "lugar", el pobre permanece en un estado próximo a la catatonia, casi en el borde de la consciencia.

-¿Qué me ocurre...? -Durante mucho tiempo ha fantaseado con encontrarse con lo sobrenatural. Pero hasta ahora, después de la traumática experiencia que supuso su iniciación del estudio de las ciencias ocultas, nunca había tenido ninguna experiencia de contacto directo. Si es que esta lo es, porque lo es...

-¿No? Tiene que serlo. Tiene que ser real, pero entonces... ¿por qué no puedo reaccionar? -Tiene ganas de pedir ayuda, ¿pero a quién? ¿A esa especie de espectros? ¿A los brillantes, como él? ¿Son personas? Le gustaría dirigirse a alguien, pero sabe que no lo hace por desconfianza. Lo hace porque no puede hablar; por más que lo intente, su boca y su lengua no parecen querer hacerle caso.

En ese estado, Albert no tarda en llamar la atención de algunas de las personas que están allí. En concreto, una de las que no brillan se te acerca. Parece una mujer mayor, candorosa, vestida de manera anticuada, muy anticuada, como salida de los años cincuenta. Su andar es el de una dama bien educada, pero un cierto punto de firmeza e independencia que sin duda en su juventud atraería miradas buenas y malas.

-¿Hola? ¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte? Me llamo Jess.-

Con la mirada fija en un punto más allá de las paredes de ese lugar, Pitrelli intenta responder a las preguntas de la mujer, pero le cuesta tanto hablar...

-Yo... había un círculo... una espiral y... no, no... de repente, esa luz... -Viendo que es inútil intentar comunicarse, trata de ponerse en pie, pero sus trémulas piernas apenas le responden.

Jess se arrodilla junto a Albert esbozando una sonrisa maternal, pero sin acercársele más ni tocarle.

-Escucha. Escucha. Sólo estás aquí accidentalmente. No has muerto, ¿me entiendes? Podemos devolverte a casa. ¿Te ves capaz de confiar en mí?-

Un tanto desconfiado, Albert retrocede como por inercia ante la aproximación de la señora, pero en seguida parece calmarse y relajar su cuerpo.

-¿Muerto? No, ¿qué dice? Yo sólo... bueno, coloqué la plancha y... se abrió... era como un portal... se hizo muy luminoso, y luego estaba aquí. ¿Volver? No quiero volver allí otra vez, pero... un momento, ¿dónde estoy? ¿Qué lugar es este? Y el día, ¿qué día es hoy? Esas personas... ¡usted misma! Parece todo tan... irreal. ¿Por qué tienen ese aspecto? ¿Y yo, por qué tengo otro diferente? -Las preguntas se agolpan en la mente de Al, quien necesita formular muchas más preguntas de las que en ese momento es capaz de poner en palabras para poner en orden su confusa mente. Está claro que la incertidumbre de lo que le acaba de ocurrir le abruma; no está acostumbrado a no conocer lo que le rodea.

Jess sonríe aún más benevolentemente y se anima a acercarse un poco aquí. -No sé por dónde has entrado, pero esto ocurre de vez en cuando. Nosotros tenemos un buen motivo para estar aquí, pero tú lo estás por accidente. Esto, joven es la Antesala.-

..donde encontrarás a mucha gente como Jess deseando timar a un pobre novato como tú.- El chico que acaba de hacer su aparición brilla bastante. Su cara sonriente tiene un algo.. extraño, como si sonriera para esconder algo, un sentimiento interior. Despeinado, de ropa mal combinada y desaseada, con pinta de pasar drogas fabricadas en su casa, parece una imitación macarra de cómo habrías acabado tú mismo de no haberte centrado en los estudios.

Cuando Jess escucha su voz, ni siquiera se vuelve. -Colin.- dice y menea la cabeza. Luego te mira. -Este sí que te traerá problemas.-

-¿Antesala? -Responde Al estupefacto, mientras intenta ponerse en pie, ya un poco más calmado. -Un momento, ¿qué están diciendo ahora? -Dice confuso, mirando alternamente a uno y a otro interlocutor. -Pero, ¿quiénes son ustedes? Y este aspecto, tan extraño... ¿por qué? ¿A qué viene todo esto? -Su tono empieza a parecer malhumorado, como si exigiese respuestas más que formular preguntas.

-Nosotros somos muertos. Muertos con mayúscula. Gente muerta, ¿entiendes? Ella y yo. Tú no. Tú eres una anomalía. A Jess le encantan las anomalías. Las coge y se las lleva a su jefe para que las devore. ¿Verdad, Jess?-

-Supongo que no tiene sentido que diga que mientes, ¿verdad, Colin? Deberías saber que Colin está loco. Pero yo también podría estar mintiendo. En una situación así, ¿no deberías fiarte sólo de tu instinto? Pero de verdad, quiero ayudarte. Él sólo quiere que te devoren los Dioses Locos.-

-¡Jajajajaja!- la carcajada de Colin retumba por la Antesala y algunas personas se detienen a mirar en vuestra dirección para luego ignoraros. De repnte, Colin te mira muy fijamente y muy serio. -Sí, es verdad. Estoy loco, muy loco. Pero en todo lo demás, miente como la bellaca que es.-

-¿Qué? Un momento, un momento... -Albert se queda un momento como embobado, mirando a los dos tipos que se acercan a hablar con él. -¿Muertos? Pero, ¿qué significa esto? A ver, tú, -señalando al chico, -¿qué es eso de novato? ¿Qué pasa, que tenéis visitas de "anomalías" a diario? Y si estás muerto, ¿por qué tienes ese brillo, igual que yo, y no esa especie de palidez borrosa como el resto? Y, ¿qué es toda esa estupidez de los Dioses Locos devoradores? -Mientras dice esto, el matemático se sujeta la cabeza, como si así le costase menos pensar, poner en orden en sus esquemas mentales tanta información extraña.

-¿No crees que si te respondo a todo esto sólo tendrás más preguntas que hacerte? Sin embargo, tienes buen ojo para una cosa, ¿verdad Jess? Díselo tú, viejita, ¿por qué ese brillo? Es su brillo el motivo por el que te le acercaste, ¿no?- los ojos de Colin brillan de anticipación, dándose cuenta de que la conversación le lleva a un terreno donde puede ganar la partida.

-¿Sabes qué? Cuando te canses de escuchar las idioteces de Colin y veas que no te llevan a ninguna parte, ven a verme.-

Jess señala un lugar en la Antesala, un banco de mármol donde una joven de rostro difuso y con un intenso brillo se sienta cabizbaja. Con una sacudida indolente de mano que quiere significar, suponéis, una despedida, se vuelve en esa dirección.

Pitrelli sacude la cabeza otra vez, tras lo cual se frota los ojos con las manos, por debajo de las gruesas gafas. ¿Tal vez intenta despertarse? Puede, pero no... no se trata de un sueño; al abrir los ojos, sigue estando en el mismo lugar.

-Bueno, de acuerdo, dejad de presionarme, ¿vale? ¿Vas a explicarme lo del brillo este o no? -Dice mirando hacia Colin, con tono increpante. -Si no, lo mejor para todos será que siga mi camino por mi cuenta... -mientras dice esto y espera una contestación, sus ojos se fijan en la chica del banco. Con pies pesados, se acerca hasta ella, detrás de Jess, para iniciar una frase con tono inseguro:

-Hola, eh... ¿te encuentras bien? ¿Cómo has llegado aquí?

Colin no parece muy interesado en seguirte. Mientras te alejas, te responde con aire cansado o aburrido. -El brillo es para la gente especial. No es probable que lo entiendas aún. Vuelve si quieres charlar con alguien que no quiera entregarte a un asesino..-