Partida Rol por web

Aunque un poco incómodo por el súbito contacto de Tina, Al se muestra absolutamente impasible, mientras se apoya en la barra y observa a la muchacha alejarse. Tras pedir una coca-cola y hacer un amago desganado de sacar la cartera, se sienta cómodamente con los codos apoyados en la barra y observa a la gente a su alrededor.
Criaturas nocturnas, borregos del rebaño juvenil cuya única meta en la vida es abusar de los excesos de la noche, el alcohol, buscar sexo esporádico... ¿Qué narices hago en este sitio?

El comienzo del concierto le pilla absorto en estos soberbios pensamientos. En seguida dirige su mirada hacia el escenario, movido por la curiosidad. Cuando Tina comienza a soltar berridos, tuerce ligeramente la boca en una mueca de disgusto voluntariamente, pero rápidamente vuelve a mostrarse impasible e inexpresivo. Así permanece durante todo el concierto, prácticamente moviéndose sólo para pedirle otra coca-cola al barman.

Al ver acercarse Tina, se incorpora en la silla y, mirándola fijamente, comenta con torpeza:
-Curiosa música la tuya... no me extraña que a tu padre no le guste que toques en un grupo, la verdad.

-Sí, tienes razón.- responde Tina, todavía dudando sobre tus ambigüedades léxicas.

-¿Qué quieres hacer? ¿Te tomas algo? Yo ya no tengo ningún compromiso, pero tampoco puedo volver tarde, la verdad. Y no te conviene que lo haga, si quieres que mi padre tenga una buena impresión de tí para el puesto...- añade guiñándote un ojo.

-Pues vaya, no sé, Abaldon, creo que sería mejor volver para casa, tampoco sé muy bien qué hacer por ahí y... tengo trabajo que hacer, no quisiera despistarme de mis obligaciones, ya sabes... -Desviando un poco la mirada para no cruzarla con la de su interlocutora, termina la frase frunciendo ligeramente el ceño. Su actitud muestra claros signos de incomodidad, el ambiente no parece ser muy del agrado de Al.

-Ya. Sí claro, es verdad. Yo también debería estar estudiando.- responde Tina, casi en broma. Acudiendo a lugares comunes, vuestra conversación se va a acercando cada vez más a una despedida. Quedáis en que Tina le comentará algo a su padre, pero que el esfuerzo principal de venderte lo harás tú, convencido como estás de ser el idóneo para el puesto.

Por fin, te marchas de allí con la ropa apestando a una desagradable mezcla de humo y alcohol. Decides dar un paseo hasta casa.

Tras despedirse formalmente de Tina, Pitrelli toma el camino hacia su casa, caminando despacio por la calle, sumido en sus propios pensamientos. Se siente satisfecho con la posibilidad de participar en ese nuevo proyecto, y sin embargo su exacerbado orgullo le recuerda todo el rato que le debe a la muchacha el favor de conseguirle la entrevista. Con estos pensamientos en la cabeza, al fin llega al portal. Tras un pequeño viaje en el arcaico ascensor, introduce la llave en una oxidada cerradura y, cerrando tras de sí, se desploma en el sofá que ocupa el centro de la estancia. Alargando la mano, enciende el monitor del PC, que estaba encendido, y la cafetera que está a su lado, casi lista para trabajar. Ante sus ojos aparece un complejo diagrama de flujo, con cientos de flechas y bloques. Tras mirarlo durante un rato con desidia, su mirada comienza a desviarse hacia abajo, hasta encontrarse con una bolsa de plástico cerrada.

-¿Dónde estaba el papel...?

Café, lectura, escribir, café, lectura, escribir. Trabajo constante y una baga sensación de culpabilidad por la cena y "juega" del viernes, que va desapareciendo según tu esfuerzo te va acercando al plan de trabajo que tenías antes de encontrarte con la dichosa Tina en el campus.

El domingo, ella te confirma la cita, diciendo que su padre tiene ganas de que le llegue un buen candidato, ya que todos los del viernes abandonaron en medio de la entrevista... le preguntas, curioso, sobre el tema, pero ella apenas puede aclararte otra cosa que no sea que las entrevistas por lo visto son duras y que siguen algún método poco clásico de interrogatorio.

-Tengo que dejarte. Me vigilan.- susurra con aire cómico antes de colgar. Antes de todo esto, le has sacado la dirección de la entrevista. Está cerca del puerto de Mahattan, en Groove Street.

Lunes por la mañana.

Albert se pone en marcha la máquina de café, mientras se pasa la maquinilla de afeitar por la cara. Se pasa la mano por la cabeza, notando el incipiente pelo. El viernes era día uno, tocaba afeitarse la cabeza.
Suerte que se me pasó, sería poco formal llevar la cabeza como una pelota de ping-pong.
La cafetera pita. Mientras moja unas galletas en el café, solo, sin azúcar, busca en el minúsuclo armario unos pantalones de pinza y la que posiblemente sea la única camisa planchada que hay dentro de él. Saca unos zapatos, que posiblemente necesitan un cepillado. Antes de cepillárselos y ponérselos se sirve otro café. Mientras deja volar sus pensamientos, las palabras del día anterior de Tina vienen a su memoria.

¿Qué demonios pasará en esa entrevista? Piensa intrigado, y mientras deja que el gusanillo se agarre un poco a su estómago, más por puro placer que por verdaderos nervios.

Tras tomarse lo que le queda de café de un trago, se acerca al lavabo y se lava los dientes. Antes de salir echa una ojeada al simulador astronómico.

Bien... Seguro que todo va a salir bien hoy. -Va a ser un buen día, ya lo verás. -Piensa en voz alta.

Tras cerrar con llave la puerta de su pequeña buhardilla, y comprobar dos veces que está bien cerrada, pone sus pies en dirección a Groove Street.

El sitio donde tienes la entrevista es un edificio un tanto aséptico, adornado con flores en el parterre delantero. "Clínica Privada Erón" "Grupo Albaldon".

La recepcionista, vestida de lila claro, te indica que subas a la segunda planta y busques una puerta con un cartel que rece "selección". Efectivamente, al otro lado de esa puerta te encuentras con una salita de espera en la que eres el único candidato. Al otro lado de la habitación hay una puerta más.

Al entrar te encuentras una sala escrupulosamente limpia, suavemente iluminada, con una mesa con tres sillas; la tuya y las de los entrevistadores, que te sonríen. Él es un hombre joven, pecoso, delagado, con gafas que pasaría por uno de esos rígidos mormones del cartelito en el pecho. Ella es una chica de aspecto hispano, morena, de pelo corto y pechos sin duda no tan grandes como parecen, pero exagerados por el sujetador.

-Por favor, siéntate, ¿Albert? Aquí, por favor.- dice él, indicando una obviedad. Se miran el uno al otro y ella comienza la entrevista. -Bueno, ¿podrías destacar las partes de tu curriculum que más indicada te hacen para trabajar en investigación?-

Tranquilo y sin apartar la mirada de sus interlocutores, toma asiento en la silla vacía. Su mirada se fija al frente, inexpresiva y altiva. Con las manos cruzadas sobre el regazo, se dispone a responder a la "extraña entrevista":

-Ehm, pues... -Resulta obvio imbécil, ¿es que ni has mirado mi currículum? ...llevo bastante tiempo trabajando en investigación. Estoy acostumbrado al trabajo de laboratorio, la instrumentación, el trato con animales y voluntarios humanos... Como pueden ver, estoy realizando el doctorado. Ahora mismo estoy casi en la última fase de la investigación, digamos. -Satisfecho con su respuesta, observa fríamente la expresión de la mujer hispana, escrutando en busca de algún indicio de reacción positiva o negativa.

Ahora es el chico el que toma la iniciativa. -Ya veo. Así que has tratado con personas. ¿En la universidad? ¿Compañeros y compañeras? Con posibilidad de manosearles un poco, ¿eh? Seguro que le has podido echar un vistazo bien cercano a alguna universitaria de buenas tetas.-

El tipo suelta esto mirándote con aire de complicidad rijosa, mientras ella ni parpadea.

Sin el más mínimo atisbo de sonrisa, la mirada de Albert se posa en el tipo de las pecas, ocultando con dificultad un cierto desprecio ante sus últimos comentarios:

-El trabajo de laboratorio es algo serio. Resulta muy laborioso, y requiere concentración. Los voluntarios suelen ser alumnos, pero eso no quita que a veces venga gente de fuera de la universidad. Estos están menos familiarizados con el entorno, así que hay que tratarles con más respeto y delicadeza, si cabe. -Cruzando los dedos sobre la mesa, continúa mirando al chico seriamente, sin que su semblante cambie ni muestre ningún atisbo de emoción en ningún instante.

No me extraña que los otros candidatos se largasen. Menuda panda de payasos...

El pecoso suelta un bufido con media sonrisa al escuchar tu respuesta y anota algo en su cuaderno.

-Vaya, bueno. Me habías parecido el típico fracasado pajillero. En fin, siguiente pregunta: ¿tienes alguna enfermedad venérea? Ya sabes, el tipo de cosas que os pegáis los maricas al frotaros el culo.-

Ambos permanecen inmutables a la espera de tu respuesta. Pero tú, mientras, crees haberles calado. Su intención no es ofenderte, sino ver cómo reaccionas a las ofensas. Sí, estás seguro. Tu respuesta no será lo que digas, sino cómo lo digas. Tu actitud. Seguro.

Ya veo de qué palo vas, capullo...

Al deja aflorar sus pensamientos en una ligera curvatura de la comisura de los labios, en forma de sonrisa, al escuchar las provocaciones del tipo pecoso.

-No, ninguna en absoluto. -Responde serenamente sin apartar la mirada ni un instante. -¿Importa mucho mi orientación sexual para este trabajo? -Contraataca, cambiando su anterior expresión por otra completamente seria y fría como un témpano de hielo.

Ahora el pecoso parece un poco más nervioso e incluso empieza a balancear una pierna bajo la mesa. Está a punto de abrir la boca para contestarte cuando la chica levanta la mano, deteniéndole.

-Más que suficiente.- dice. -Señor Pitrelli, reconozco que es usted el primer candidato que responde como debería a estas preguntas. Incluso mejor de lo esperado. ¿Quiere un café, agua?-

Tras escuchar tu respuesta, pasa a explicarse un poco más. Ambos se relajan en esta segunda parte de la conversación, pasando a ser personas normales que tamborilean con el bolígrafo y se rascan en la nuca.

-Verá, el motivo de que hagamos una entrevista tan peculiar es que los voluntarios de nuestros experimentos... bien, digamos que no son personas que hayan tenido acceso a una buena educación. Le explico: el trabajo sobre mapas auto-organizados forma parte de una investigación más amplia de caracter médico, concretamente neurológico. Dado que el tratamiento se ha mostrado ya beneficioso, hemos obtenido permiso para tratar a personas que no se lo podrían pagar de otra manera. El caso es que hemos tenido algunos problemas con individuos poco educados y queremos asegurarnos de que los candidatos no serán personas pusilánimes que se asustan con facilidad. Incluso si, como en su caso el trato directo con ellos será escaso.-

-Ya veo... -responde pasivamente Albert, tras pegar un sorbo al café solo que le ha traído la mujer hace un momento. Su cabeza asiente con interés, al escucharla hablar sobre el alcance del experimento. Por un momento viene a su cabeza la tesis, y ese maldito atasco en el que circunstancialmente se ve envuelto.

Probablemente sólo lo resuelva una casualidad...

-¿Dice que se trata de un tratamiento? ¿En qué consiste exactamente? ¿Y cuál es el papel que juegan los mapas auto-organizados en él? -Sin miedo de parecer demasiado entrometido, o de querer tomar las riendas de la entrevista, Pitrelli pregunta con voz segura e intrigada, a la par que se ajusta las gruesas gafas sobre la nariz.

-Verá... hasta no estar seguros de cogerle no podemos adelantarle mucho. Bastará de momento con que sepa que trabajamos en regeneración del sistema nervioso dañado. El objetivo final son tratamientos contra enfermedades que afecten principalmente al SNP*. Estamos aplicando nanotecnología, para que se haga una idea del presupuesto que tenemos y lo revolucionario del proyecto. Los mapas auto-organizados tiene el papel de guiarnos, de servir para replicar lo mejro posible las estructuras dañadas a las que queremos ayudar.-

-Vaaaya... -Responde Albert, completamente absorto en la conversación, mientras enjambres de nanorrobots desfilan por su imaginación. Tras acercarse el café a los labios y pegar un pequeño sorbo, vuelve a poner un pie en la realidad comentando:

-Eeeh bien bien, lo entiendo. ¿Cuándo se va a conocer el resultado del proceso de selección?

-Supongo que mañana le podríamos dar una respuesta. Hoy es el último día que hacemos las entrevistas. ¿Alguna pregunta más?- dice ella, cambiando su postura hacia una que indicaba claramente que por ella la reunión había terminado.

-No, por mi parte no. Entre esto y el anuncio me ha quedado todo claro. -Tras levantarse, estrecha formalmente las manos de sus interlocutores, comentando finalmente: -Bien, entonces espero una respuesta por su parte mañana. Gracias, y hasta luego. -Saliendo del despacho con aire satisfecho, Pitrelli abandona el edificio y entra en el metro, en dirección al campus universitario.

Sus pensamientos se entretienen mientras en saltar de su tesis a las palabras de los dos hombres. ¿Habrá alguna relación entre su trabajo actual y esta oferta? Seguramente, algo de conocimiento será transferible, lo cual no deja de ser curioso, justo ahora que se veía atascado... Sonriendo para sus adentros, Al se felicita por hacer caso a los astros, dando por supuesto que el nuevo trabajo es suyo. Así continúa flotando su pensamiento hasta que por fin entra en el vagón y dirige su atención al libro de geometría fractal que lleva bajo el brazo.

La llamada llega al día siguiente, casi por sorpresa. Tan seguro estabas de ello que no la esperabas. Por supuesto, la chica te comunica que el puesto es tuyo y que puedes incorporarte el próximo viernes ocho. Ahora mismo no es posible que te incorpores, parece que hay algún problema de logística en las instalaciones, pero tampoco quieren esperar al lunes próximo. Creen que es buena idea que el viernes veas todo con calma y el lunes empieces ya a pleno rendimiento.

Establecéis los horarios más cómodos para tí por teléfono y quedáis en que te pasarás por allí a el viernes.