Partida Rol por web

Seguisteis ese camino abierto por aquel enorme ser, al que al final del camino pudisteis ver tirado en el suelo... ¿muerto? Sin ninguna duda ese animal estaba muerto, con casi dos doces de flechas atravesando su cuerpo. No eso tenía buena pinta.

No había rastros de vuestros compañeros, ¿habrían sido apresados o habrían obtenido ayuda? Mirasteis al suelo, donde encontrasteis algo curioso... un montón de huellas como pequeñas brasas que se dirigían hacia el lado contrario de donde vinisteis. Quizá era alguna pista de vuestros dos compañeros para que le siguieseis. 

Dejándose apresar sin la menor resistencia, Wendy comienza caminar en dirección a los soldados que los guian hacia el Castillo de la Reina de Corazones. Solo pensar en ello le provoca un calosfrío enorme y comienza a pensar cómo salir de esa situación junto con el Sombrerero. No sabe si hay rebeldes que se preparan para un enfrentamiento, sobrevivientes que aún piensen en contra de la autoridad o alguien que proclame "Abajo la Sangre Roja". Al menos sabe que ellos son fieles a la Reina.

Mira al Sombrerero y una pizca de temor se refleja en sus ojos en menos de un segundo. Obviamente no quiere morir y hará lo que esté en sus manos para salir de ésta, por lo que sólo debe meditar qué hacer.

Wendy comenzó a desear que alguien fuese a ayudarlos. Rebeldes, aliados de sorpresa, uno o algunos que tuviesen el poder o la capacidad de enfrentarse a esos soldados y salir del embrollo. Desconocía la situación actual de los que buscaban salvar el País de las Maravillas, pero anhelaba que hubiese alguien dispuesto a salvar a unos forasteros como ellos.

Su mente comenzó a maquinar y a desear posibilidades de escapar, ya sea en ese momento o más adelante. Cualquier oportunidad sería bienvenida.

Siguió de buena gana a los soldados, con paso relajado y sorprendentemente tranquilo y casual. Al menos, lo más que las ataduras podían permitirle.
Al escuchar al AS hablar, sonrió y soltó una risilla.
-Oh, créeme, yo también me alegraré de ver a Su Majestad. Podrías desatarme, no quieres que te corte la cabeza por apresarme, siendo yo un buen amigo de la Reina...¿no?-no era nervioso, lo decía con una total naturalidad.
Rio con tranquilidad, sonriendo sutilmente a Wendy cuando vio su mirada. Decía "No te preocupes, esto se arreglará."

Pase con desconfianza al lado de animal a pesar de que estaba ya muerto con esa flechas metida en su propio cuerpo. Mire que mas adelante del animal había un monto de huella y algunas brasa en el sentido contrario...

Hay que da la vuelta le dije a Dominique mira el suelo parece ser que han cogido por aquí y nosotros no los hemos encontrado con ellos, me parece extraño tu que dices seguimos hacia adelante y volvemos hacia atrás.

El AS chasqueó la lengua y dibujó una mueca de desprecio hacia el Sombrerero - nadie será desatado hasta que esté encerrado en una oscura y húmeda mazmorra.

Así que el resto del trayecto fue prácticamente en silencio, como una marcha que marcaba vuestra muerte. El bosque seguía anormalmente tranquilo, dando ese aspecto tétrico que venía muy bien para haceros temer lo peor.

Poco a poco la sombra del gran castillo rojo os cubría. Era enorme, con torres retorcidas y ventanas con forma de corazón, con la punta más alargada.

Os condujeron hasta las mazmorras, donde os arrojaron con fuerza, como si fueseis perros -. En unas horas os recibirá la Reina para juzgaros...- fue lo último que dijo el AS antes de dar la orden de desataros y marcharse. 

Cerraron la puerta de vuestra celda y el soldado se que encargaba de vigilar las mazmorras se colocó en su posición, al final del pasillo. Entonces comenzaron a escucharse murmullos...

-Eh, ¿ese no es el Sombrerero?- dijo una voz gritona.

-No, que lo va a ser, ¿estás tonto?- contestó otra voz parecida a la primera.

-¡No me insultes! seguro que es él...- replicó la primera voz.

El Sombrerero, si se asomaba por los barrotes de la celda, podría ver a dos hombrecillos idénticos, bajitos y redondos que empezaban a darse codazos a ver quien tenía razón. Se trataban de Tweedledum y Tweedledee.

Dominique miró aquellas huellas hechas de brasas. Frunció los labios, algo confusa - igual los atraparon y nos están dando una pista - maldijo entre dientes. No sabía muy bien que hacer - no podemos seguir hasta el Castillo Blanco, la maldita Liebre se ha ido y no sabemos como llegar...

Resopló frustrada por la situación, se agarró la falda de aquel vestido largo y comenzó a seguir las brasas -. A veces la solución está donde está el problema...- se intentó consolar a si misma.

Efectivamente, a los dejos estaban un grupo de soldados cartas como los que se encontró Mariam en su llegada. Iban camino al palacio Rojo que pudo ver al llegar, parecía que sus compañeros iban a acabar en una mazmorra.

Dominique se relamió un poco y miró a todos lado - tenemos que ayudarles... podríamos hacernos pasar por sirvientas ¿tendrán puerta de servicio? 

Ante la respuesta y conducta del asqueroso AS soltó maldiciones extrañas en su mente. Pero no podía hacer mucho más, sólo... Resignarse a seguirlos , callado, apresado, humillado...
Pero no podía dejar ver aquello, portando con orgullo una sonrisa maestra y alegre, mientras tarareaba en bajo una cancioncilla.
Bajo la sombra del castillo rojo estuvo tentado de escupir al suelo, pero se contuvo, temeroso por la posible respuesta de los soldados. Los aborrecía, quería matarlos a todos, pero no disponía de método alguno para llevarlo a cabo. Sólo podía aguantar, rezar a que se solucionara aquello, y esperar. Esperar, esperar, esperar...
Cayó por el suelo de la celda, tratando de ocultar un jadeo de dolor. Cuando cortaron los lazos, se acercó corriendo a Wendy y la tomó en sus brazos, en un ademán de protegerla.
-¿Estás bien? Menudos brutos, quisiera embestirles con esas lanzas suyas...-dijo serio, sin rastro alguno de locura en su voz.
No sabía cómo reconfortar a Wendy, pero iba a hacer todo lo posible para ayudar. Hasta que dos voces atrajeron su atención...
-¡Vosotros!¡Sí, soy yo, el Sombrerero! ¡Dejaros de tonterís y contadme rápido qué ha pasado aquí, en el castillo. ¿Por qué estáis apresados?

Wendy se mantiene en silencio durante todo el trayecto pensando en qué hacer. Ningún plan se le ocurre para que lograsen escapar y suspira profundo ante la situación que los acongoja. Tiempo después, cuando divisa el castillo, la joven se turba un poco y un leve temblor corporal la rodea: se acercan a su posible fin si no hacen algo.

Al ser arrojada a la mazmorra intenta no hacer sonido alguno para no dar placer a los guardias, pero trata de sonreírle al Sombrerero cuando intenta ayudarla.

-Estoy bien, gracias. Pero no es momento de dejarse dominar por la ira, Sombrerero, hay que calmarnos y pensar bien las cosas.

Ella misma luchaba por no ser dominada por el miedo o la frustración. Escucha aquellas vocecillas y se gira para buscar de quiénes se trataban. Identifica a los gemelos y no sabe si alegrarse o desear que alguien más estuviese allí. Entonces, se levanta de bruces y se acerca a los barrotes tratando de identificar a otro prisionero.

-¿Jack?-pregunta en voz baja, mas con la modulación suficiente para que el sonido recorriese las celdas. Un deje de emoción se deja revelar en su pregunta.

Supongo que se tendrá que ir al castillo Rojo! y no huir mas del problema seguro que ellos están allí retenidos, esperando a que nosotras le ayudemos. Le dije a Dominuque Así que pongámonos en marcha!! Nos fuimos al castillo Rojo....Sin llamar muchas sospecha y empezamos a busca la puerta del servicio o por una ventana que se pudiera entrar...

Los gemelos empezaron a darse codazos entre ellos para responder al hombre.

-Señor Sombrerero, verá... - empezó hablar uno.

-Shhh no sabemos si es él de verdad- contestó el otro dando un codazo al primero.

-¿Cómo lo lo va a ser? ¡Lleva un SOMBRERO! - volvió hablar el primero alzando mucho los brazos.

-Recuerda lo que dijo Absolom, no nos fiemos de nadie- regañó el gemelo más receloso.

Como respuesta a la pregunta de Wendy, la puerta vuelve abrirse. De ella salen dos guardias acompañado del muchacho conocido como Jack. El muchacho porta una coraza y protecciones en brazos y piernas, todo de color escarlata. Lleva ropas de color negro debajo que hace contraste con la capa de color blanco que cae sobre su espalda.

Se acerca hasta vuestra celda y os mira a ambos, con los ojos apagados, como si no tuviese ningún tipo de sentimientos. No era la primera vez que Wendy veía esa expresión en él -. La Reina os verá ahora - se apartó de la puerta y ambos guardas abrieron dispuestos a colocaros de nuevo unas esposas. 

<<¿Absolom? ... Eso significa que está vivo... esperemos que la señorita Mariam, la señorita Dominique y la Liebre lo encuentren...>>

Al escuchar la puerta y verla abrir, una pequeña sonrisa comienza a dibujarse en el rostro de Wendy, pero rápidamente se esfuma para dar paso a una expresión de pesadez, tristeza y frustración. <<No... no es cierto... no otra vez>>. Aprieta con fuerza los barrotes de su celda y mira directamente los ojos del chico y siente cómo su corazón da un vuelvo al percatarse de lo que cree que está pasándole. <<Sus sentimientos... la maldición de nuevo...>>

-Jack...

Su frase se interrumpe cuando él comenta que la Reina los verá. ¿Tan pronto? ¿Acaso la Reina los esperaba desde hace tiempo o tendrá curiosidad? Sea lo que sea, no era algo bueno. Y así, la pelirroja baja la cabeza cuando siente una leve picazón en su nariz y deja que le pongan las esposas. No tiene caso armar un escándalo en esa situación y más si comprende aquella maldición a según lo que recuerda haber leído. Al serenarse, alza la vista para volver a ver al chico con sus ojos húmedos sin derramar lágrima alguna.

-Lo siento... Pero te sacaré de esta, lo prometo.

Una sensación de déjà vu aparece y niega con su cabeza rápidamente. ¿Había dicho anteriormente esas palabras? Mientras en su mente había casi gritos que intentan negar lo que está pasando, su lado sereno le dicta que debe estar tranquila para lo que viene. Le dedica una sonrisa triste al chico antes de irse de ahí.

Sin añadir palabra, te cogió de una de tus muñecas y tiró de ti hacia un lado. Iba curvada, intentando esconderse entre los rosales que adornaban el jardín. Por suerte no fuisteis vista por algún soldado y llegasteis a la parte trasera del castillo. ¡Bingo! Parecía que había una puerta de servicio... unas muchachas vestidas como sirvientas salían del castillo por una pequeña puerta de madera. 

Cuando se alejaron los suficiente, os asomasteis por la puerta, parecía que daba a la cocina. El servicio estaba terminando de cenar y recogiendo todo para tenerlo limpio para el día siguiente.

Dominique se colocó uno de sus dedos índices sobre sus labios, en señal de que no hicieras ruido. Se coló en la cocina y comenzó a caminar con naturalidad, como si trabajase allí -.Coge algo de comida, diremos que es para los presos...

-Sí, sí, ¡soy yo, maldita sea!-rechistó el Sombrerero ante las tonterías de los hermanos. Sus ojos se abrieron de par en par al oír sobre Absolem. ¡Así que seguía vivo el viejo bribón! Más le valía a la vieja oruga tener montada una rebelión y sacarles de ahí, o lo lamentaría...
Se calló de pronto cuando oyó pasos y cuando la puerta se abrió se alejó de los barrotes. Supuso al principio que los guardias iban a ver qué hacían, que patrullaban...Pero al ver al tercer miembro...
Estuvo a punto de desmayarse. Sus rodillas fallaron y tuvo que apoyarse en la pared. Ahora, su trabajo era mucho más complicado y parecía que ya no tenían salvación. No con el Príncipe Rojo en ese estado. Pero al menos estaba con la cabeza sobre los hombros -aunque no se le podía llamar a ese estado "vivir"...
-Te creía más fuerte que esto, chiquillo...Me has decepcionado...-logró decir en un susurro furioso y frío, mientras los guardias lo cogían.
Miró con un recelo indescriptibles a los guardias. De haber estado solo, los hubiera atacado sin pararse a pensar en su propia vida. A mano limpia, si era necesario...Pero no quería ocasionar a Wendy más dolor del que ya sentía... Se resignó con andar y odiarles con todo su ser.

La poca expresión del chico lo confirmaba, vuestras palabras habían caído en saco roto, no le habían calado ni lo más mínimo. Así que salisteis de aquella lúgubre mazmorra, hasta un lugar que tampoco es que fuese muy animado. Un largo pasillo pobremente decorado, iluminado con las tenues antorchas separas unos 5 o 6 metros entre ellas. 

Nadie más, ni un ruido, salvo vuestro pasos y el sonido metálico de la armadura del muchacho que os escoltaba desde atrás. Las cartas no eran suaves con vosotros, os dolía el brazo del cual os tenían sujetado para guiaros hasta una enorme puerta en forma de corazón rojo intenso.

Las puertas se abrieron, dejando a la vista una enrome sala, con un trono al fondo. El trono rojo y negro con motivos de la realza de corazones estaba ocupado por una mujer que ya conocéis... algunos muy bien y otros no tanto, pero el efecto es el mismo cuando su mirada y la vuestra se cruzan con la de ella: miedo. 

Los 5 os acercáis hasta estar a escasos 3 metros de esa mujer. Los soldados soltaron vuestro dolorido brazo y el muchacho se colocó a la izquierda de la mujer, como si siguiese una orden que nadie pudo escuchar. 

La mujer jugueteaba con algo en sus manos y cuando os vio aparecer, se puso de pie, dibujando una sonrisa de satisfacción. Dejó lo que estaba usando como juguete antes sobre el trono. Ahora que estabais cerca podíais ver un corazón, que podríais suponer a quien pertenecía.

Con un gesto de su mano, con un aire distraído, las puertas del salón del trono se cerraron cuando ya llegasteis a estar cerca de ella. Se acercó a Jack, acariciándole un poco el pelo y le dio un beso fugaz en los labios - buen chico... - El chico no reaccionó de ninguna manera ante el trato de su madre. La mujer os observaba ahora a los dos, con la barbilla alzada, altiva como ella solía mostrarse. 

-Bienvenidos a mi palacio... - os saludó con una reverencia y una sonrisa entre cruel y divertida -. Espero que hayáis tenido un bonito paseo por el País de las Maravillas antes de vuestra ejecución. Ah cierto, será en unas horas... he cambiado la programación.

Se relamió, sin hacer esa desaparecer esa sonrisa suya - será mejor que los pocos rebeldes que quedan vean como muere el Sombrerero, ¡aquellos que clamaban tu regreso, ahora se arrepentirán de ello!

Se volvió a sentar en su trono, no sin coger antes el corazón. Lo miró un momento y después miró a Wendy, posando sus ojos sobre los de ella - .Te suena ¿verdad? como se dice... ¿deja vú? - pasó una de sus largas uñas por aquel corazón palpitante, a lo que el príncipe reaccionó con una pequeña mueca. 

-¿Sabes por qué te lo di, Antye? ¿Sabes por qué te devolví el corazón de mi desagradecido hijo? - apretó un poco el corazón, haciendo que el muchacho cerrase los ojos un momento y soltase un pequeño gruñido -. Así sufríais los dos, tú por no recordar y él por sentir como el corazón se le partía al ver que su amada no le recordaba... un buen castigo. Espero que haya aprendido que los sentimientos no sirven para nada, ¡solo para ser débil!

Apretó de nuevo el corazón, esta vez con tanta fuerza, que Jack cayó de rodillas al suelo con un alarido de dolor. El muchacho se tenía una mano en el pecho y jadeaba. No levantó la vista en ningún momento del suelo, mientras la mujer dejaba de apretar su corazón gradualmente. 

Miró el corazón y le entraron náuseas. Miró al príncipe, y le dieron arcadas. Pero , sorprendentemente, ver a la reina no lo hizo soltar todo lo que llevaba en el estómago sobre los malditos guardias...
Su mirada se endureció a niveles inimaginables. Su locura , su personalidad, la luz de sus ojos ...todo se había apagado, salvo un brillo maligno, muestra de su odio.
-Oh, ¿sabías que estos guardias en realidad me salvaron la vida? Estos, u otros, no lo sé, son todos tan terriblemente iguales, que me dan ganas de escupirles... ¿Lo sabías?De hecho, iba a ser una muerte terrible, en un bosque, con el Bandernatch devorándome, sin nadie que lo supiera...Pero veo que tú tienes otros planes...-ladeó la cabeza, entrecerrando los ojos-Oh, ¿crees que eres muy, muy cruel?-sonrió con malicia-Puedo decirte que la vida misma es mucho más cruel y roja de lo que tú, su mismísima Reina, puedes ser. Antes de que tú nacieras, la vida te hizo surgir. Eso ya es un acto mucho más maligno que cualquiera que tú, jamás, harás.-acentuó las últimas tres palabras, una por una--Se suponía que yo tenía una misión, la de salvar a ese hombrecillo...-señaló con la barbilla a Jack-Tú no sabes nada sobre crueldad, igual que tu hijito no supo nada de amor, en su momento. Y ahora, él es débil...-rodó los ojos, dejando que aquellas palabras llegaran a la reina.
-Pero si hay alguien sabio aquí, ese soy yo...-se enderezó, mirando a su vez con altura a la reina.
-¿Tú crees que sufrirán si me ven morir? Oh si, llorarán y se asustarán, más aún si clavas mi cabeza a una estaca, si ven que me has torturado...Y, en venganza, atacarán...Pero...Pero verme a mi a tu lado, vistiendo tus colores y defendiendo tu causa...Eso es auténtica desesperación...-Se rió suavemente, casi en un susurro.
-Y a la pobre señorita Wendy...-la miró, perdiendo su sonrisa-Lo cruel es que viva cada día viendo a Jack, viéndote a ti, viendo a todo aquello que odia existir y a todo aquello que ama siendo violado y profanado...queriendo matarte, hasta que por fin pierda cada rastro de amor y se vuelva por propia iniciativa aquello que más odia...-sonrió de oreja a oreja, mostrando los colmillos, en un grado de depravación espantoso.
-Dime, mi reina,¿cuándo has flaqueado?Has hecho un paupérrimo trabajo quebrando al muchacho, y veo que sigues yendo por el camino rápido... Cuando hay tantísimo más sufrimiento que traer...Diría que tu misma estás siendo...humana...-escupió al suelo con gesto dramático, haciendo que se le cayera el sombrero.
-Le he enseñado a tu hijo, tan rebosante de febleza, cosas que tú nunca pudieras haberle enseñado y puedo seguir haciendolo...Tú no sabrías enseñarle a ser rey, ni mucho menos un emperador, un conquistador, un señor...Tú sólo quieres que sea tu muñequito...¿No es eso un sentimiento también?-tiró para liberarse del soldado, dando un paso hacia delante
-Si así quieres reinar, estoy avergonzado de perecer a tus manos...Y no te odio, reina mía...Sólo que no eres ni la sombra de lo que pudieras ser...Ni tú ni nadie en estas tierras, a ser sincero. Mira a tu hijito, es sólo , literalmente, una sombra de si mismo...Y luego ver a estupidos hombrecillos reclamarme y esperanzarse en mi, cargándome a mi con sus sueños...Tan inútiles y pequeños, me dan arcadas...O contemplar a tus guardias estúpidos, pequeños peones...¿En serio ya no hay nada digno, magnífico, grandioso en este mundo?-suspiró visiblemente decepcionado. Hasta la llama de odio se apagó en sus ojos. No necesitaba reinas que quitaran su corazón, el mundo ya lo hacía...
-Adelante, devuélveme a mi celda, tendré unas horas de meditación y fieros insultos hacia este mundo antes de morir...-alzó el mentón, sin gesto en su cara.

Wendy casi siente cómo se encoge al estar a la presencia de la Reina de Corazones. Le es terriblemente familiar y más por ese miedo que siente, incluso percibe un leve dolor en el pecho cerca de su corazón; mas logra tranquilizarse con respiraciones profundas y manteniendo el pensamiento "tranquilízate" para no estallar en una crisis nerviosa.

<<Ella... ¿me dio su corazón? ... Acaso... ¿también eliminó mis memorias como "Antye"? Eso debe ser... sí... esta mujer no tiene reparos en nada...>>

La pelirroja escucha con atención la sentencia de la Reina y el discurso del Sombrerero. Se percata de las intenciones de su compañero y no habla en todo ese tiempo, limitándose a verlos a ellos dos y a Jack para ver si se repone de lo que le ocurrió momentos antes. Por un instante quiso ir a ayudarle, pero habría sido contraproducente y posiblemente les habría ido peor. Al término de las palabras del Sombrerero, la joven suspira y mira a los ojos de la Reina.

-Sí lo recordaba...-su voz suena débil; es evidente que tiene miedo, mas intenta no dejarse llevar por ello-. Cuando lo vi sentí que lo conocía de toda la vida. Fue mágico, a decir verdad...-lo ve por unos segundos y sin importar que Jack no siente nada en esos momentos, sabe que la está escuchando-... Le agradezco que me hubieses dado su corazón en ese  instante, pues cuando lo recuperó ambos supimos lo que eran nuestros sentimientos el uno al otro. Gracias a eso supe que uno de mis hermanos estaba vivo y a salvo; gracias a eso pudimos evitar una masacre por parte de una joven que perdió a su amado; gracias a eso tres personas recuperamos nuestra verdadera identidad; y gracias a eso... sé que lo que sentimos su hijo y yo es real aunque pertenezcamos a diferentes mundos. Él es de la realeza, yo soy una simple inglesa que ama a sus hermanos y vela por el bienestar de un chico especial.

Wendy baja la vista unos momentos para después centrarse en los guardias y luego sonreírle al Sombrerero. Mira una vez más a Jack y después posa su atención nuevamente en la Reina.

-Los sentimientos no hacen débiles a las personas, sacan lo mejor de ellas en los buenos y peores momentos. No es malo tener miedo, eso significa que reconoces tu propia mortalidad; cuando uno llora, significa que la felicidad estuvo presente y éste regresará cuando te hayas desahogado; vivir sin sentimientos no es vida, Reina de Corazones. Las emociones son innatas a nosotros mismos y si hemos de morir, al menos nosotros sí hemos sido humanos y seres que sienten y piensan. 

De nuevo suspira y se acomoda para que no la lastimase la posición en la que está.

-Los sentimientos cambian, nosotros cambiamos con ellos. Alguien que no cambia y comete los mismos errores está condenado.... Reina, no la odio... le tengo lástima... Espero que algún día recupere la capacidad de amar, porque usted "prefiere que le temen a que le amen", lo que indica que tiene miedo de amar a pesar que dice no tener sentimientos... 

Mantuvo su rostro sereno por unos segundos y después dejó escapar un poco de aire. Aún intenta tranquilizarse, pues sabe que si no hacen nada en unas horas el Sombrerero y ella dejarían de existir.

La expresión de la Reina cambió en pocos segundos. De estar sonriente y triunfal, a estar molesta. El Sombrerero con su charlatanería, siempre hablando y hablando. Odiaba eso de él -. La vida es cruel, tienes razón mi extravagante súbdito... por eso acabaré con la vida de este mundo. Así que me importa bien poco que tu cabeza esté en una pica o esté bajo mis pies...- dejó de nuevo el corazón sobre el trono y se acercó de nuevo al hombre, con una expresión totalmente relajada - porque todos van a desaparecer... todos vosotros solo seréis historias ¿y adivinas qué? yo sobreviviré mientras vosotros caéis en el olvido.

Entonces Wendy comenzó a hablar, y pudo observar como la Reina ahora estaba realmente enfadada. ¿Cómo osaba esa mocosa a tener tanto descaro? ¿Cómo osaba a darle lecciones a ELLA? Wendy en un momento, le pareció que Jack miraba a un lado de la habitación y hacía un gesto de poner su puño en el pecho. Pero en ese momento, la chica notó como la mano de la Reina le golpeaba con fuerza en la cara -.A ti... a ti te mataré antes, ya sé... haré que lo haga tu amado. ¡Jack!

Pero el muchacho no acudió -¡Jack ven aquí! - la Reina se giró, llena de furia hacia donde estaba el adolescente. El chico dibujó una sonrisa burlona, la mujer no entendía que ocurría... entonces miró hacia su trono. Efectivamente el corazón no estaba, pero en su lugar había un gato de ojos amarillos, algo delgado y con una sonrisa enorme y siniestra.

-¿Me extrañaste, su majestad? - dijo el gato sin borrar aquella enorme sonrisa tan característica de él -. Tú... ¡deberías estar petrificado!- gritó alarmada la Reina. El gato soltó una risotada - exacto... debería. Pero han pasado tantas cosas de que te fuiste... - el gato se volvió vaporoso y desapareció. Entonces reapareció encima del sombrero del Sombrerero - cuanto tiempo viejo amigo...

En ese momento la Reina dio la orden a los dos soldados de que atacasen. Jack, aunque estaba desarmado, se acercó rápido al guardia que tenía al lado Wendy y le golpeó con el puño, haciendo que el soldado diese un traspié. El guardia que se encargaba del otro reo, dio un grito de dolor y soltó su lanza -.Apartate Wendy- advirtió el muchacho a la pelirroja

-¡En guardia canalla! - dijo una voz chillona desde el suelo. Era Lirona, con un alfiler como arma. No sería lo más letal, pero al menos consiguió que el soldado soltase su arma. 

Después de hablar, Wendy no puede evitar encogerse de miedo cuando la Reina le dedica una mirada amenazadora y que  quisieran ejecutarla ahí mismo con las propias manos del chico. La pelirroja ve cómo Jack no hace caso y la aparición de Cheshire le hace sentir como si un dolor pesado se desvaneciese. La ayuda había llegado con el gato y Lirona.

Ante la orden del chico, la joven sólo retrocede unos pasos tratando de mediar algo en lo que había caído en cuenta. 

-Jack... Sombrerero...-dice en voz baja, pero lo suficiente para que ellos escucharan a pesar del alboroto-. El País de las Maravillas parece morir y creo que los otros mundos también. La Reina no parece importarle, pues prefirió ejecutarnos a salvarse a sí misma y creo que ella tiene la manera de escapar, debemos averiguarlo.

Intenta agarrar una de las armas del soldado al menos para defenderse, no le gustaría pelear pero si no hay alternativa debe hacerlo.

-Además... ¿Alguien sabe por qué esto está pasando? A cada mundo les falta algo y debe ser muy importante para que con su ausencia esto ocurra...  No logro deducir de qué podría tratarse.

Se mantiene atenta por si llega a ocurrir algo y observa a la Reina por si hace cualquier cosa. No conviene que en medio de la confusión intentase escapar y mira a todos lados por si aparece otra ayuda, eso sería muy bueno en estos momentos.