Partida Rol por web

En cuanto lo vio supo de quien se trataba, no podía olvidar la funda de aquella espada pero se contuvo de decir nada dado que las demás ya lo habían hecho. -Sí, es esa chiquilla de por la mañana pero ya no podemos hacer nada. Están en un duelo legal y por el honor de los tres lo mejor será solo mirar. Aunque dijo eso sus ojos estaban enfocados en las calles que llegaban a la plaza pues no deseaba que hubiera ningún contratiempo. 

En serio... esas excusas de Kidd me iban a matar del hastío -Kiiidd...- le dije con un tono casi de madre exigiendo la verdad, apretando el puño preparándolo para otro coscorrón a menos que me diera algo que no fuera una excusa surrealista.

Al final admitió haberlo cogido... llamándolo "rescate" a su robo. Seguía enfadada, pero bueno... no le metería otro coscorrón, por lo que relajé la mano; sobretodo porque me había dado el dinero al final -Tendremos que hablar seriamente sobre eso de "rescatar"...- le iba diciendo mientras guardaba el dinero dentro de mi chaqueta -Vamos- terminé diciendo para que me siguiera. No se iba a librar de ayudarme a abastecer el barco.

Todo esta bien, no ha saltado ningún punto- le respondí de forma breve para aliviar su preocupación.

Mientras conversaban, recorriendo la ciudad con la intención de encontrar algo para hacer. La mayoría de locales estaban cerrados, pero encontraron una agradable taberna donde no dudaron en poner pie para pasar el rato.

Habían acabado donde habían comenzado, bebiendo en una barra, o al menos ese era el caso de Ikame: aquella vez Kidd no pudo beber ni un solo sorbo de cerveza hasta que se había formado el desmadre, pero ahora con el dinero podría darse el lujo de beber un rato junto a su compañera.

Entonces, un anciano se acercó por detrás a ustedes.

-Disculpen, jovenes... ¿No tendrán una moneda para este viejo hombre? -les pidió suplicante con una agradable y cálida sonrisa inocente.

Ahora que se fijaban, el lugar estaba un poco más silencioso de lo que uno se esperaría de un bar en la noche. Todos conversaban entre ellos, bebían, jugaban, pero no había ningún grito o emoción en el aire... Era ciertamente extraño; a lo mejor los de la ciudad eran gente tranquila, o eso querían pensar...

Dante tomó la espada de su espalda y la apoyo en su hombro a modo de preparación, observando a su rival que sacaba aquella delgada espada de su funda, mostrando un impecable filo blanco y brillante. El peliblanco pensaba lo mismo que Kaito, no podían dejarse engañar por el número, por lo que el capitán no dudo en lanzarse con su compañero.

Mientras Kaito embestía de frente con un corte en X de sus espadas, Dante se posicionaba detrás del espadachín con la intención de lanzar un pesado corte en su espalda. A través de los agujeros de la mascara se pudo ver la impresión en aquel sujeto que, al haberlos subestimado, terminó con un par de cortes que formaban una X en el pecho y uno más en la espalda: Aún así, cuando su cuerpo tomó airé y parecía que iba a caer, se movió a toda velocidad para salir de entre los hombres que le acababan de atacar.

-Tsk... -con su mano libre se tocó la herida del pecho, observando como entonces se manchó de sangre toda su vestimenta. -. Parece que vamos enserio... -y mientras Kaito y Dante se preparaban para otro ataque, el enmascarado haría otro desplazamiento veloz para quedar junto al carpintero, dejando al capitán detrás de él para que no supusiese una amenaza inmediata: al tenerlo allí de frente, no dudo en lanzar una serie de estocadas a alta velocidad en distintas partes del cuerpo de Kaito.

Tal como pensaba, el poder darle un golpe de sorpresa al campeón les ponía en ventaja, Dante había reaccionado de una gran manera al atacar la espalda del sujeto, el poder usar dos flancos a la vez era mucho más seguro es poder acertar al menos un golpe. Sabía que su corte no era demasiado profundo y al parecer el enemigo aún tenía energias suficiente para contratacar, Kaito se puso a la defensiva al momento de escuchar las palabras ajenas. El peliblanco elevo la ceja mientras sonreía ampliamente, aquella batalla era decisiva para poder conseguir lo necesario para reparar el barco y se alegraba de no haber puesto en peligro a ninguna de las chicas. 

La velocidad del esgrimista le hizo abrir los ojos ante la sorpresa, su cuerpo se tensó mientras retrocedía la espalda sintiendo el peligro frente a él. Que rapido... Pensó a la par que intentaba bloquear las estocadas, la rapidez de cada ataque era demasiado para él, sintió los cortes y punzadas en sus brazos, su rostro y sus piernas. Su cuerpo se intento encojer para recibir el menor daño posible, cruzó sus brazos mientras mantenía las espadas elevadas para bloquear los golpes en su cuerpo, brazos y torso pero no era suficiente, la velocidad y fuerza era demasiado para él causando que su guardia se abriera lentamente y siendo lanzado hacia atrás con varios cortes en el cuerpo. Intentó levantarse lentamente colocando las espadas en el suelo con el cuerpo ensangrentado y varias heridas en él. Se levantó rapidamente lanzó su espada izquierda hacia los pies de su rival para incitarle a esquivarle, procurando que la espada quedara clavada en el suelo a la par que se aproximaba a él lanzando un corte en diagonal ascendente, sintiendo las heridas borbotear sangre.

Ikame era complicada, el propio Kidd se daba cuenta de ello, no le trataba como a un niño, pero aún así no tenía reparos a la hora de decirle las cosas a la cara o de incluso amenazarle y golpearle, pero bueno, esa última palabra no le consiguió otra colleja, pero la chica si que le advirtió que tendrían que hablar sobre el dinero y finalmente siguió caminando seguida por el chico, el cual al menos se alegraba de haber hecho un buen trabajo como doctor, algo es algo.

Ambos estuvieron recorriendo la ciudad, pero no había nada abierto…excepto una tranquila y pintoresca taberna, en la cual entraron y se encontraron un panorama bastante agradable, al gente jugaba, cantaba, bebía…y ellos también estaban bebiendo una pequeña cervecita, hasta que un anciano se les acercó pidiendo limosna.

Kidd arrugó la nariz, no era muy dado a regalar dinero a desconocidos, pero no quería ganarse un capón, así que miró de reojo a su acompañante. Le preocupaba el dinero, pero también el hecho de que aquel local era muy, muy, muy silencioso…¿ocurría algo?, bueno, en general la mayoría de sitios de la ciudad estaban cerrados, ¿y si era una isla encantada?

El chaval palideció mientras daba un sorbo a su cerveza y se le quedaba un bigote de espuma.-Ikame…Ikame…-Exclamó tironeando levemente de su manga.-^{_{Este sitio está maldito.-}}Susurró en voz baja como si temiera que decirlo en voz alta consiguiera que aquel pensamiento se volviera realidad.

Bueno... eramos dos extranjeros en una isla desconocida. Si queríamos encontrar donde podemos suministrarnos, el mejor lugar donde sacar la mejor información eran las tabernas y los bares. Encontramos un buen lugar donde poder entrar, así que no dudé y entré... además, seguro que echar un trago no me haría ningún mal después de los días que llevo.

Estaba tomando la cerveza, admito que sin demasiadas ganas de entablar conversación con mi canijo compañero, intentando enterarme de donde poder hacer las compras para el viaje... cuando nos interrumpió aquel anciano pidiendo limosna -¿Eh? Ah... si, creo que algo tengo...- le terminé diciendo distraída, abriendo un poco la chaqueta para sacar una moneda de los bolsillos interiores... obviamente con cuidado de que no se viera cuanto dinero tengo. No me gusta que la gente desconocida sepa cuanto dinero tengo, por ello además nada más sacarla volví a cerrarme la chaqueta -Aquí tiene- dije con seriedad... no seguía estando de humor para sonreír.

Entonces, escuché a mi microcompi, el cual... ahora estaba asustado por la tranquilidad del lugar. Sinceramente, necesitaba tanto relajarme... que hasta ahora que el sitio fuera tan tranquilo y callado era algo bueno... pero era verdad que ahora inquietaba un poco -_{Las maldiciones no existen...}- le dije seria a mi compañero mientras aprovechaba mis gafas opacas para observar a mi alrededor sin que nadie viera mover mis ojos por la estancia -_{Los bribones y malhechores si...}- le terminé diciendo. No creo en fantasmas... siempre da más miedo alguien vivo que alguien muerto. Así que hice un gesto al tabernero para que nos cobrase la cerveza... ya sabríamos donde comprar suministros, mejor no perder el tiempo e irnos.

Nuevamente, Dante aprovecharía el feroz ataque de Kaito para abalanzarse sobre el objetivo, esta vez desde un costado empuñando su espada con el fin de lanzar un corte lateral. Aunque el espadachín pudo actuar a tiempo para evitar el corte al suelo de Kaito, no pudo prevenir el ataque de su otra espada, la cual combinada al ataque sorpresa del capitán albino, pusieron al espadachín nuevamente en una mala situación en la que ambas espadas atravesaron sus extremidades; Dante cortó su brazo derecho, y Kaito la pierna izquierda, obligando al enmascarado a retroceder y apoyarse en su espada, segundos antes de caer arrodillado intentando cubrir la herida de su brazo.

-He... he... De verdad que me he confiado... Nunca esperé encontrar rivales tan fuertes en esta isla... ¿Habéis pensado ir al Nuevo Mundo? Vuestro potencial se podría desarrollar muy bien allí... -aún con aquellas terribles heridas, pudo ponerse en pie, empuñando nuevamente su arma por una última vez antes de regresar al suelo, esta vez cayendo por completo. -. Necesito... descansar... cinco minutos... -las heridas eran notables, pero no letales. Simplemente necesitaba tratamiento y descanso... Pero se vieron interrumpidos antes de poder intentar ayudarle.

En algún momento, una gran silueta musculosa se puso detrás del carpintero, alzando sus brazos con los puños cerrados. La tripulación apenas pudo gritar un aviso a Kaito, quién al darse la vuelta tenía a aquel enorme hombre apunto de aplastarlo contra el suelo con sus poderosos brazos...

Observaba en silencio y a detalle la batalla, teniendo preparada su arma por si alguien emboscaba que era lo que habían previsto que pasaría, por suerte fueron inteligentes y se escondieron en lugar alto para poder proteger a sus compañeros...

"¿Que?..." No le dio tiempo más que a ahogar un grito de sorpresa cuando apareció aquel tipo detrás de Kaito con intenciones de aplastarlo o algo parecido cosa que no permitiría, dispara primero pregunta después, era más fácil que gritarle que se apartara ya que eso podía hacer perder la concentración del compañero y sería muchísimo peor, con el disparo se daría por aludido sobre lo que ocurría ahí y sabía que sus compañeras pensarían de igual manera, las había visto pelear al fin y al cabo. 

Todo el duelo iba bien, y era normal pues eran dos contra uno... No podía esperar menos, y tendriamos el barco reparado aunque tardara un día. Era un alivio... Un alivio que no duró mucho, ya que en un cerrar y abrir de ojos, una figura imponente apareció tras Kaito sorprendiendonos a todos

-¿Que ha pasado? ¿Quien es ese? ¿De donde salió? - Empecé a preguntarme dando un paso hacia delante mientras llevaba sendas manos a mis piernas, una para coger un cuchillo y lanzarlo contra el asaltante, la otra para "desenvainar" mi bo, antes de empezar a correr a por el nuevo enemigo

Confiaba en las habilidades de Kaito y había hecho bien, había resultado vencedor y todo parecía solucionado hasta que... 

- ¡ESO ES TRAMPA! ¡MALDITO SEAS QUIEN QUIERAS QUE SEAS! 

Me levanto más que enfadada y disparo hacia la silueta intentando quitárselo de encima a mi nakama tal y como han hecho mis compañeras.

Por los dioses acierta Denna, acierta...

Aquella situación había sido peligrosa, no entendía como habían logrado dañar a tal espadachin, sin embargo, debían mantener el ritmo de la batalla para poder conseguir los objetivos planteados desde antes del combate. -¿El nuevo mundo? Nunca he escuchado de él, aunque si dices eso quizás tenemos que ir. -Pronuncio mientras llevaba su mano derecha hacia adelante para ayudarle a levantarse y que pudiera descansar.

No pudo hacer mucho cuando volvió a caer, simplemente sonreír al notar que el cansanció también estaba en su cuerpo, había recibido varias heridas pequeñas que ya habían dejado de sangrar pero que dejaron zonas rojizas en su cuerpo. Se iba a girar para indicar a las chicas que la batalla había terminado cuando sintió al enorme sujeto tras de él, apenas si pudo moverse para intentar esquivarlo pero la velocidad del sujeto era demasiada, no tenía tiempo. Su cuerpo no podía moverse y lo único que pudo realizar fue a colocar sus espadas hacia arriba mientras abría las piernas y sostenía con todo su cuerpo el golpe de su rival colocando su cuerpo como apoyo para evitar ser aplastado.

Apenas pudo ver como una daga pasaba por su costado sintiendo que quizás el tipo tenía más aliados, sin saber que había sido el ataque fallido de Hitomi.

Luego de pagar las bebidas, se dispusieron a acabarlas antes de que algo pudiese salir mal y se armase un alboroto no deseado, después de todo en donde más silencio había, más resonaría el problema...

Pero entonces, tomándolos por sorpresa, alguien se puso entre ambos y dejó caer sus manos sobre sus hombros amigablemente, abrazándolos.

-¡Aahh~! Nada como una buena bebida luego de un largo viaje, ¿no creen, chicos? -entonces, aquel hombre de gafas se fijo mejor en ustedes. -. Esperen, ustedes no son los chicos de mi tripulación... ¿Que se habrán hecho? -el hombre se separó y miró a los alrededores totalmente perdido, con el rojo cubriendo su rostro que en todo momento tenía una expresión un tanto tonta. -. Seguramente ya volverán... Oigan-Hip... ¿Que pasa con esas caras? Pareciera que hubieran visto... Hip... a un fantasma -bromeó riendo con bastante fuerza, la típica risa incontenida de un hombre bien tomado. -. Vamos, las cosas no pueden estar tan mal para ustedes como para mi... Hip: Llevó semanas esperando... a un ex-capitán sin brazo-hip... para entregarle un encargo, pero parece que aún no llega... HIP

Entonces, el hombre entrecerró los ojos para mirarlos con más cuidado, abriéndolos entonces con sorpresa.

-¡Esperen! ¡S-Son ustedes! ¡Los piratas que vi en el periódico! Oigan, de verdad que son fantásticos-hip... Derrotar toda una taberna de piratas ustedes solos, ¡HA, HA, HA! ¡HIP! ¡Deben ser muy fuertes! Diganme honestamente: ¿No les importaría dejar a un viejo pirata acompañarlos esta noche? Seguramente todos tenemos grandes historias para contar... Hip.

A diferencia del "poderoso" ataque de Hitomi, los disparos de Denna y Sea si lograron dar en el blanco, el cual a pesar de ello no se inmuto en lo más mínimo, continuando haciendo fuerza sobre Kaito, sin importarle que el filo le estuviese haciendo daño en los puños: a ese paso, lograría aplastar al peliblanco, o quedarse sin manos...

Entonces, cuando Dante se disponía a atravesar al atacante con su espada...

-¡Inzory, alto! -gritó el espadachín, quién se había levantado hace poco. Se acercó tan rápido como las heridas le permitían, quedando al lado de la gran silueta. -. ¡Era un combate amistoso!

Kaito pudo sentir como el hombre empezaba a relajar su cuerpo, hasta que finalmente apartó las manos y las dejo caer, cayendo también arrodillado ante el enmascarado.

-Yuul... -con sus fuertes brazos, abrazó al espadachín sin tener en cuenta las heridas que tanto ella como él tenían, pues parecía que no había recibido daños de los disparos, si no que iba recuperándose de otros daños...

Resistiendo el dolor, el espadachín correspondió el abrazo antes de separarse y sonreír levemente, llevando una mano a su mascara para poder retirársela finalmente y revelar su identidad bajo la luz de la luna, un rostro que resultaría familiar para las chicas.

-Ya estamos juntos de nuevo, Inzory -le dijo aquella chica al musculoso hombre con una dulce sonrisa.

Con algunas lágrimas cayendo por sus mejillas, el tal Inzory se levantó energético para mirar al cielo y gritar con todas sus fuerzas...

-¡Muchos han caído para esta reunión, pero al fin los Mosqueteros Dorados estarán juntos! -soltó a todo pulmón antes de volver a caer arrodillado a causa del esfuerzo en su dañado cuerpo.

Para ese entonces las chicas ya habían bajado, pudiendo observar la escena más de cerca...

-Inzory, ¿donde esta Joshua? -preguntó Yuul mirando a los alrededores, sin encontrar al otro individuo.

-Él... No sobrevivió a los marines... -de sus bolsillos sacó un collar, el cual entregó en las manos de la espadachin antes de dejarse caer tendido al suelo. -. Al fin... Puedo descansar... Cinco minutos...

Aunque uno se imaginaría que moriría allí mismo, Yuul no parecía muy preocupada, incluso haciéndoles un gesto para que no se preocupasen por él; tal vez de verdad estaba cansado y ya...

-A ver, me he perdido: ¿Que rayos pasa aquí? -preguntó entonces Dante, colgando la espada en su espalda.

-Somos miembros de una vieja tripulación: Yo era la capitana. Vinimos al East Blue por una vida más tranquila, pero los marines capturaron a todos mis nakamas... Les prometí que nos reuniríamos aquí, y ellos me prometieron que llegarían, pero... -aún manteniendo esa sonrisa forzada, sus ojos empezaron a cristalizarse a causa de las lágrimas. -. Parece que Inzory cumplió la promesa por todos... -sin poder mantener más esa careta, se dejo caer sentada al suelo, con una mano en la herida de su pecho y otra en el rostro, intentando evitar que las lágrimas cayesen, cosa que era inevitable... -. P-Perdón... Ustedes ganan el duelo. Fue muy... Interesante -entonces, por breves instantes, mostró otra dulce sonrisa sincera, antes de caer al suelo junto a su compañero.

Viéndolos de esa forma, parecía que de verdad morirían, aunque ambos seguían respirando "correctamente", con tontas sonrisas en sus caras...

-¿Y bien? ¿Que hacemos con ellos? -preguntó Dante.

Andando por la ciudad, terminaron llegando a aquella plaza de la que tanto se hablaba. Desde un callejón, observaron la reunión que llevaban a cabo unos sujetos allí: Dos de ellos peliblancos, con capas rojas y espadas. Tres chicas; una rubia con ropas reveladoras, una joven, y una que no parecía encajar del todo por alguna razón en particular. Además, con ellos estaba Inzory, y una chica más de cabello grisaseo.

-Ya estamos juntos de nuevo, Inzory -le dijo aquella chica al musculoso hombre con una dulce sonrisa.

Con algunas lágrimas cayendo por sus mejillas, Inzory se levantó energético para mirar al cielo y gritar con todas sus fuerzas...

-¡Muchos han caído para esta reunión, pero al fin los Mosqueteros Dorados estarán juntos! -soltó a todo pulmón antes de volver a caer arrodillado a causa del esfuerzo en su dañado cuerpo.

-Inzory, ¿donde esta Joshua? -preguntó la mujer con cortes en el cuerpo, mirando a los alrededores, sin encontrar a quién buscaba.

-Él... No sobrevivió a los marines... -de sus bolsillos sacó aquel collar, el cual entregó en las manos de la espadachin antes de dejarse caer tendido al suelo. -. Al fin... Puedo descansar... Cinco minutos...

Aunque uno se imaginaría que moriría allí mismo, la chica no parecía muy preocupada, incluso haciéndoles un gesto a los otros espectadores para que no se preocupasen por él; tal vez de verdad estaba cansado y ya, y es que ya le habían visto resistir todo tipo de ataques...

-A ver, me he perdido: ¿Que rayos pasa aquí? -preguntó entonces uno de los hombres de capa roja, colgando la espada en su espalda.

-Somos miembros de una vieja tripulación: Yo era la capitana. Vinimos al East Blue por una vida más tranquila, pero los marines capturaron a todos mis nakamas... Les prometí que nos reuniríamos aquí, y ellos me prometieron que llegarían, pero... -aún manteniendo esa sonrisa forzada, sus ojos empezaron a cristalizarse a causa de las lágrimas. -. Parece que Inzory cumplió la promesa por todos... -sin poder mantener más esa careta, se dejo caer sentada al suelo, con una mano en la herida de su pecho y otra en el rostro, intentando evitar que las lágrimas cayesen, cosa que era inevitable... -. P-Perdón... Ustedes ganan el duelo. Fue muy... Interesante -entonces, por breves instantes, mostró otra dulce sonrisa sincera, antes de caer al suelo junto a su compañero.

Viéndolos de esa forma, parecía que de verdad morirían, aunque ambos seguían respirando "correctamente", con tontas sonrisas en sus caras...

De momento, no parecía que los que seguían conscientes se hubiesen percatado de vuestra presencia...

Me encantaba el mar y amaba navegar y estar a cargo de un barco, pero agradecía por fin poder caminar un poco en tierra firme. ¿Capitanes? Bleh. ¿Qué harían ellos sin alguien que se encargase de manejar el timón y llevar el barco a buen rumbo? Sin mí el barco no hubiese salido de aquella lluvia de balas de cañón, y mucho menos sin la ayuda de Nanashi que nos salvó de los ataques de los marines. Aquella chica rubia empezaba a molestarme con tanta queja y tanto pedir dinero, ¡Les habíamos salvado la vida!

Al menos ahora estaba sola con Nanashi y podíamos pasear tranquilos. Habían pasado tantas cosas a la vez que aquel momento en el que iniciamos la aventura se me hacía lejano y distante. Tras un par de minutos y desde un callejón llegamos a la plaza principal de aquella ciudad y entre un grupo de gente un tanto extraña logré reconocer a Inzory. Junto a todos ellos, con las pintas que llevaban, casi no destacaba.

- ¡Mira Nanashi! ¿Serán amigos suyos? - La última vez que pensé eso acabó siendo un tanto peligroso, pero también divertido. Valía la pena probar. Tirando de la mano de Nanashi me acerqué a la pequeña multitud.

Llegamos a tiempo para ver la escena trágica de encuentro entre Inzory y quien parecía ser su única conocida en el grupo. El pobre había pasado por tanto y por fin había llegado a encontrarse con su capitana... ¿Pero y el resto de la tripulación? Antes si quiera de poder preguntarle a nuestro amigo de torso desnudo, este cayó al suelo de rodillas y perdió la consciencia. Su capitana le siguió poco después. Algo alarmada fui corriendo a su lado y me agaché junto a ella, sabía que Inzory era duro de roer, a la chica no la conocía.

- ¡¿Estás bien?! ¡Qué le habéis hecho! - Le recriminé al resto de los que allí estaban reunidos. Había visto como guardaban sus armas y había escuchado a la perfección a la capitana. - ¿Un duelo? ¡Le habéis hecho demasiado daño! ¡Hay que llevarlos a un doctor! - Les grité con tono enfadado. Después de tanto esfuerzo, el encuentro no podía acabar así, no iba a dejar que pasara.

Entonces la reunión se vio interrumpida por dos individuos más, quienes llegaron desde un callejón siendo la chica pelirroja quién se arrodillaría junto al cuerpo de Yuul.

- ¡¿Estás bien?! ¡Qué le habéis hecho! - Le recriminó Lux al resto de los que allí estaban reunidos. Había visto como guardaban sus armas y había escuchado a la perfección a la capitana. - ¿Un duelo? ¡Le habéis hecho demasiado daño! ¡Hay que llevarlos a un doctor! - Les gritó con tono enfadado. Después de tanto esfuerzo, el encuentro no podía acabar así, no iba a dejar que pasara.

-¿Que dem...? -Dante ya parecía perdido o atontado por tantas cosas que estaban pasando para lo que debía ser un duelo sencillo. -. ¿Quienes son ustedes?

Pero la verdad es que no había tiempo para presentaciones. Kaito y Dante se habían excedido "un poco" con el duelo, y tal vez esos podrían ser los últimos momentos de Yuul... El cielo se nublaba por las nubes, que anunciaban una pronta lluvia con posible tormenta eléctrica...

Andabamos paseando juntos la pequeña pelirroja y yo, por fin algo de calma después de la insufrible rubia... Aunque bien que habría que agradecerle su apoyo... Y también era mejor compadecerse de ella por sus compañeros. No obstante al fin habiamos huido de ese cruel destino igual que Inzory se había ido por su lado.

No fue hasta que Lux me lo mencionó que no miré al interior de la plaza - ¿Amigos?... Dudo mucho que los amigos se hieran a tal nivel de gravedad - Casi al mismo tiempo que comenzó a tirar de mi mano salí detrás de ella viendo y escuchando lo que pasaba en aquel grupo tan extraño, siendo que me vi sorprendido ante el efecto de lo que decían.

Agradecía en parte que Inzory pudiera unirse con su capitana, pero de la misma manera me sentía mal por aquel tercer miembro de la tripulación que habían perdido. No obstante si no haciamos nada iba a morir aquel trio completo que por lo visto querían abandonar sus días de navegación.

Acorté la distancia aunque manteniendome un poco con la compostura mientras Lux terminaba de recorrer los pocos metros que le quedaban para arrodillarse junto a la pareja. - Si pensais que teneis algún punto de decisión con lo que le pasarán a estos dos, desde luego estais muy equivocados. - Dije sacando mis armas a más no poder, apuntando a sendos espadachines carmesies y peliblancos por igual dejando ondear mi capa al viento - ¿Un duelo? ¿De dos contra uno? - Miré por encima de ellos fijandome en las chicas - ¿O de cinco contra uno? - Y finalmente les miré molesto a los dos - Eso en mi isla no es un duelo, es una injusticia.

-Encima tan de sobrados vais que os enfrentais unos piratas a una damisela como ella... - Y finalmente no pude evitar fijarme en el que llamaba más la atención por si mismo, el mismo que habia preguntado que pasó - Si sabeis valorar la vida de la gente, más vale que guardeis las armas. ¿Lux crees que puedes llevar a la capitana de Inzory? A saber que doctor de aquí podrá verlos, pero no pienso dejar que otra vida de esta tripulación caiga sobre mi conciencia. Si teneis algo de humanidad en vuestro interior aceptaría ayuda de buen grado, de lo contrario os ruego que nos dejeis llevarlos sin que nos ataqueis... - Esperé entonces a ver tanto las reacciones como las respuestas de los presentes, presumiendo que uno de los dos peliblancos era el capitan.

-¡KAITO! - Grité finalmente viendo como nuestro compañero peliblanco estaba practicamente en las últimas de ser aplastado por esa mole de musculos y aunque fallé con mis cuchillos, cargué el bo y empecé a correr como si me fuese la vida en ello para golpearle, hasta que finalmente la voz de la espadachina se alzó: "ALTO" junto al nombre del mastodonte. Nada más ver como se relajaba, mi carrera disminuyó de forma proporcional siendo que mi rostro de ira fue cesando poco a poco...

-¿Que? - pregunté para mi viendo que todo parecía terminar de calmarse con una escena emotiva de reencuentro

Al ir escuchando su pequeña historia, no pude más que sentir rabia a hacia los marines, expresandolo con un apretar de dientes al escuchar que perdieron un miembro de su tripulación por culpa de los marines, lo cual me hacía revivir sentimientos encerrados y enterrados, aunque totalmente opuestos a los aquí retratados. No los consideré piratas, sino un grupo de aventureros, algo que intentaba enmarcar en mi propia tripulación con nefastos resultados que acababan siempre cabreandome, y pese al hecho de saber que esa masa de musculos era un pirata, intenté borrarlo de mi mente - Los piratas no son tan buenos... - Es lo que me repetía a mi misma.

Quise hacer algo por ellos, traer un medico o llevarlos a uno, a fin de cuentas había musculo más que suficiente para transportar a los dos, pero el bocazas de Dante tuvo que hablar - ¡¿COMO QUE QUE HACEMOS CON ELLOS CAPULLO?! - dije sin tapujos acercandome a el para darle con el bo en la pierna - ¡Eres un estupido integral! ¡Solo por eso llevarás los materiales para reparar el barco tu solo hasta el y sin ayuda! - dije claramente a gritos hasta que fui interrumpida por una chica de pelorrojo ligeramente más alta que yo y un peliblanco

Mientras que miré con curiosidad a la chica del pelo rojo viendo como trataba de atender a la espadachina y su compañero, no pude evitar oir al peliplateado incriminarnos... Y al final perdí los estribos cuando otro más y encima que no nos conocía de nada, nos llamó piratas. En ese momento deseé que alguien me agarrara o sino iba a partirle la cara* - ¡HABRASE VISTO!

Cargué mi Bo por encima mia pensando en que hacerle sufrir un castigo aún mayor que el de Dante - ¡PARA EMPEZAR, TUERTO ESTUPIDO, QUE SEPAS QUE EL DUELO LO ACEPTÓ ELLA CONTRA ESTOS DOS ZOQUETES! ¡NOSOTRAS NO HEMOS HECHO NADA! ¡Y NO SOMOS PIRATAS! ¿CUANTAS VECES TENGO QUE REPETIRLO? ¿EN CUANTOS IDIOMAS? - Acabé incluso gritando sin decir nada entendible, simplemente por desquitarme, y una vez lo hube hecho traté de recobrar el aliento.

Guardé el Bo y aún cabreada me di la vuelta - ¿Y bien Kaito? Es tu duelo... Debes ser tu quien diga si ayudar o no... Así que decide - estaba siendo demasiado orgullosa para decirle a un desconocido que nos llamó piratas que ibamos a ayudar a lo que a mi vista eran aventureros - Pero decide bien - sin embargo dejé una pequeña advertencia por el tono cabreado de que no podía elegir que no los ayudara.

Nada más disparó en uno de los brazos del tipo, bajó y fue corriendo hacia el lugar para ayudar a su compañero descubriendo así que no era una trampa si no un enorme y muy terrible mal entendido. Se quedó callada, sin saber qué decir por la historia que contaban y en el mar de dudas una tormenta apareció en forma de pelirroja y... ¿otro albino? ¿pero qué pasaba con las coincidencias que eran tres, no uno ni dos, tres, albinos de diferente familia en un mismo lugar?

Saliendo de su pequeño estado de confusión se arrodilló ante Yuul y le empezó a practicar los primeros auxilios así como podía, obviando la pelea estúpida que se estaba llevando a cabo verbalmente justo a su lado sin que hiciera nadie nada en absoluto así que al final ya bastante molesta mientras seguía tratando las heridas para que por lo menos aguantase hasta llegar a un médico de verdad vociferó.

-¿¡QUERÉIS CALLAROS TODOS DE UNA VEZ!?
Estaban tan metidos en la discusión que no se daban cuenta que dos personas estaban agotadas, si bien uno de ellos tenía dos disparos, estos habían sido a zonas no mortales porque todo el torso lo cubría con el cuerpo de Kaito, la otra se encontraba sangrando profusamente por los cortes propinados por el espadachín y eso sí era peligroso. Por suerte era una hemorragia venosa y externa lo que hacía fácil el pararla para llevarla sin peligro a un doctor. Había hecho un lío con su chaqueta para así hacer presión sobre la herida de la chica con ella y que absorbiera toda la sangre la tela mientras que con la presión evitaba que saliera tanta. -Hay que llevarla a un médico, y a ellos dos también. Hitomi, ayuda a Kaito a ir hacia el doctor más cercano. Dante, Denna y pelirroja, llevad al hombretón hacia el mismo sitio. Mandaba como si fuera totalmente natural en ella mientras seguía presionando la herida de la chica. - Tú, el del pelo blanco, ayúdame a llevarla allí con el resto, tardaremos mucho más porque no podemos hacer movimientos bruscos y debo mantener sus heridas presionadas. 
había calculado a la perfección los motivos por los cuales dividir así el grupo, Kaito no estaba grave así que podía ser acompañado por una sola persona. El gigantón era el que más problemas daba pero no podía prescindir de todos los hombres así que tres personas debían ser suficientes como para poder hacer que se apoyara en ellos y así ir hacia el local y por último un solo hombre para sujetar en brazos a la caída mientras ella misma seguía presionando en las aperturas sangrantes. -¿A qué esperáis? ¡Vamos! 
No perdía el tiempo, estaba claro que la idea de Hitomi de dejarle la decisión a una sola persona y con tanta parsimonia teniendo a heridos en frente no le gustó en absoluto pues se la pasó por el forro que de los bajos aunque no a malas si no por la urgencia más que otra cosa, ya si le hacían caso o no era cosa de ellos. Solo quería salvarles la vida y se podía notar por como actuaba.