Partida Rol por web

El plan estaba en marcha, no había sido facil poner de acuerdo a tantos gallos en un mismo gallinero pero allí estaban en aquel hotel con una tapadera aparentemente simple.

Tim intento cumplir su papel, le había tocado hacer de guardaespaldas, no era algo muy diferente a lo que acostumbraban a hacer salvo que para variar estaba obligado a trabajar en equipo y eso podía hacer que fuera más predecible de lo habitual al menos era un salvoconducto para poder estar armado sin llamar especialmente la atención.

Al entrar al hotel, Tim permaneció detrás de de Pierce mientras observaba la recepción del local.

Daniel disfrutaba como hacía tiempo de sus momentos de intimidad con Eva, la cual sorprendentemente era casi tan diestra como él con los esquíes en los pies, eso les permitió adentrarse por las pistas negras, más apartadas y menos transitadas que las más sencillas pistas. Desde esas pistas la vista del valle y las montañas era mucho mejor que desde la estación y podía vislumbrar sin demasiados problemas las construcciones en las que con toda probabilidad estaba retenido Roger.

Parecía que estaba en el paraíso, por lo menos de manera conformista (dadas las circunstancias). No solo había encontrado casi por arte de magia un restaurante de lujo como los que a mi me gustan, sino que también tenía atendidas todas mis necesidades ¿que quería bebida? ¡Pues tenía a una bella dama a mi servicio!

- Será todo un honor que me atienda señorita - me senté tras hacer una leve reverencia y me coloqué la servilleta de manera estratégica para no mancharme.

- ¿Qué hay en el menú exactamente? aunque me dejo llevar bastante bien por las recomendaciones - finalmente esbocé una sonrisa.

- Por lo menos para beber me gustaría un buen vino ¿tenéis fino de Xerez? - poco a poco empezaba a tener leves sospechas de lo que estaba sucediendo, y no me gustaba en absoluto. Iba siendo hora de comenzar el plan.

Entrelacé mis manos mientras esperaba a escuchar todo lo que tuviera que decirme la maître.

La camarera sonrió amablemente a Roger.

- Por supuesto señor, nuestra bodega cuenta con una extensa carta de vinos- le contestó servicial dejando una bandeja de plata con un plato de caldo caliente- en seguida se lo traigo- añadió dejándo al tercer Bond sólo para ir a por el vino.

Mientras Roger aguardaba a que la muchacha volviera, este pudo ver diversos objetos útiles para arreglar el reloj, entre ellos un pequeño cuchillo sin filo para servir paté y un mondatientes, con ambos objetos podría abrir y manipular la maquinaria sin problema, si se hacía con ellos con disimulo quizás no se darían cuenta.

Ceja elevada para un lado... ceja elevada para le otro...

Procedemos a poner la servilleta cual babero para no mancharnos el traje y... "Voala" cuchillito y mondadientes van directos para el bolsillo... así como un pequeño pincho de la founde suiza de acero de regalo, por lo bien que lo había hecho.

Nada más poner a buen recaudo su botín utilizando servilleta y mantél para ocultar el juego de manos que había realizado, ¡Esto de jugar al magia borrás con los nietos tenía sus ventajas!. Apareció la camarera con su vino de Xerex.

- ¿Desea alguna otra cosa más?- le preguntó mientras le servía la bebida sujetando la botella desde la base con una mano, como toda una profesional.

Los cuatro Bond más el villano rubio, se vieron las caras nuevamente... cosas de estar obligados a trabajar en equipo. A pesar de que por todos era sabido que cada uno había sido capaz de emprender con éxito, misiones complicadas por su propia cuenta, también lo era que cuatro ojos veían más que dos... en este caso ocho.

Sean, el primer y más mejor Bond, según él por supuesto, gustaba de prestar atención a los detalles por eso sus ojos se fueron a posar en el libro de cuentas del hotel, una maniobra difícil de ejecutar puesto que entre la libreta había cosas por medio, entre ellas la pantalla del ordenador, un teléfono y otra serie de folletos informativos para turistas... quizás por eso, le resultó tan curioso que en aquel hotel todavía utilizasen aquel método.

Por su lado George que para continuar con su tapadera se puso a hablar con su "hermanos" sobre los compromisos familiares que ambos tendrían que asumir a la vuelta, dirigió su mirada hacia un grupo de turistas que se encontraban en el salón contiguo. No tardó demasiado en reconocer a un hombre mayor de regio porte que parecía ir de incógnito rodeado por varios armarios empotrados andantes y algún agente del CNI encubierto.

Tim, el más serio de todos ellos centró su mirada en un hombre fornido y trajeado como si fuera un guardaespaldas, podría pasar perfectamente por alguien de aquel gremio, pero algo le decía que debía fijarse más. El hombre en cuestión se dirigía hacia la planta baja del hotel.

Daniel esquiaba con rápidez y agilidad junto a Eva, quien no parecía tener ningún problema para seguirlo e incluso superarlo en determinados momentos con su irónica sonrisa, tan sólo por el placer estar por encima de él. Con la intención de recorrer el mayor número de distancia, se alejaron lo suficiente de las pistas hasta llegar a un mirador ubicado en las cimas de unas montañas, sin duda desde allí podrían tener una excelente panomárica para otear el horizonte que era en parte el plan original de Daniel.

Para poder acceder hacia el mirador, tuvieron que cruzar un puente y dejar los esquís en la taquilla de recepción, una vez hubieron cruzado, Eva se quedó pensativa unos segundos.

- Daniel, ¿Quién soy?- le dijo cuando el actual se acercó a ella, a medida que ambos compartían momentos Eva se comportaba más como la mujer que Daniel conoció en unas de sus misiones, pero aún tenía lagunas y no sabía como explicarlo, pero estaba convencida de que Daniel tenía las respuestas.

Silva se disculpó ante la masajista alegando que su trabajo lo tenía muy extresado por eso había acudido a Suiza junto a su mujer.

- Ya veo... señor, últimamente nos visitan muchas personas. Permítame- le dijo mientras comenzaba a masajearle las piernas- después volveré a los hombros. Le aseguro que saldrá relajado y con fuerza para continuar con su trabajo, como le decía son muchas las personalidades que vienen expresamente para disfrutar de la nieve y de nuestros servicios.

El nombre que llamó la atención de Sean, fueron las inciales C.Lange, acompañado de un número de habitación la 513

El impresionante Sean era un genio con ojos de águila, cerebro de genio y carisma de .. de algo con mucho carisma. Era Sean, ppor supuesto, y había captado la información más importante de todas. ¿Podía ser de otra forma? Y se le había ocurrido el método PER-FEC-TO de transmitirla. Típico de Sean. Ser el mejor. Sin dudarlo dio un codazo a George y dijo

–¡Mira! Si es el actor favorito de mamá. Seguro que le haría ilusión un autógrafo suyo. ¿Vamos a pedirlelo?– Antes de que respondiese se puso en camino y, cuando estaba a unos metros de él y sus "seguratas" esbozó una sonrisa que pretendía ser tímida pero que, dado que era quien era, salió encantadora. De las que hace que las damas suspiren, vamos. ¡Oh no puedo creerlo! Es usted... Da la casualidad de que nuestra madre es una gran admiradora de su trabajo. Estoy segura de que le encantaría tener un autógrafo suyo. ¿Sería posible?–preguntó moviendo las manos muy rápido.

Entre los movimientos de la mano,Sean se las apapño para abrir la mano mostrando un 5, un 1 y un 3.

La jugada había sido todo un éxito, además sin levantar ningún tipo de sospecha. Ahora quedaba rematar la faena y así comprobar mi teoría.

- ¿Si deseo algo más? Claro que sí - hice un leve gesto señalando la silla que estaba a mi lado.

- Quiero que te sientes a mi lado y me hagas compañía, ¿harás eso por mi, verdad? - sugerí dejando caer la mejor de mis sonrisas. Poco a poco iba consiguiendo cada pequeño propósito.

Alcé mi copa rellenada de vino y miré de nuevo con ojos de cordero degollado a la jovencita. Ahora comprobaremos quién es más fuerte.

Si la chica aceptaba significaba que cada cosa que pedía, que anhelaba se cumplía desde que estoy en estas instalaciones. Pero si la chica repudiaba mi invitación entonces significaría que realmente estaba metido en un lío. Esperaba nervioso la respuesta de la mujer...

Vamos acepta... acepta... 

Me dispongo a no quitarle el ojo de encima al masajista... pues si en verdad fuese yo quien llevase este sitio, tendría muy controlados los lugares de relax y de placer...

Sin embargo, no veo nada raro* de modo que me relajo ligeramente.

No importa.

Me crujo el cuello mientras le dejo trabajar.

Mientras lo hace, intento hacer un recuento: estamos en plena base de los malos, no hay que relajarse... aunque tenemos que fingir que así lo hacemos. Necesito encontrar algún tipo de mapa del sitio, quizá pueda ver alguna estructura de control camuflada o algo similar. También podría aprovechar para ver cómo lo lleva Ariadna, se ha metido en todo esto y quizá vaya a ponerse en algún riesgo innecesario.

Tras mis pensamientos, vuelvo a centrarme.

¿Qué clase de eminencias?

Al fin y al cabo, si no era malo, quizá con la excusa de los cotilleos podría sacar algo de información, incluso aunque en un principio pareciese que no tiene nada que ver. Y si no, iría a ver a Ariadna a la piscina, con bastante más energías para continuar.

Tras el recibimiento de la recepcionista, George paseó un poco su mirada a su alrededor en busca de todo tipo de información que pudieras serles de interés y de utilidad. Al notar que Sean observaba con mayor detenimiento la mesa que se encontraba tras el mostrador de la recepción. ¿Un posible libro de cuentas? Dejó que el escocés se centrara en eso cuando sus ojos se cruzaron con la regia e inteligente mirada del hombre que les había recibido en discreta audiencia antes de salir de Madrid. Sonrió al pensar en la maniobra de Juan Carlos. El mejor escondite es situarse a simple vista.

Iba a girarse para comentar su hallazgo a Sean cuando éste le propino un codazo y había decidido que debían acercarse hasta aquel hombre. Una extraña patraña sobre el actor favorito de su ficticia madre para acercarse hasta el y... ¿pedirle un autógrafo? Estaba llegando a la conclusión de que tal vez que el mayor de los Bond estuviera empezando a acusar en su cabeza los achaques de la edad. De todas formas, decidió seguirle el juego.

-Oh sí, sin duda sería el mejor de los recuerdos que le podríamos traer, mamá no se esperaría para nada tan estupenda coincidencia. ¿Sería tan amable?-George compuso una sonrisa embobada e inocente mientras internamente seguía pensando qué diablos pretendía Sean con el asunto del autógrafo. 

Todo parecía estar dentro de la normalidad, o la normalidad aparente que podía tener una situación con la presencia de tanta tetosterona de 007. De cualquier forma la tapadera parecía estar funcionando. Tim observaba la recepción y un hombre le llamo especialmente la atención.

Parecía un hombre del gremio, el típico malo de película que se esconde tras dos agujeros de un periódico. Tim hizo un gesto a sus compañeros indicando que echaría un vistazo al susodicho, por lo que alejandose disimuladamente de la escena le siguió escaleras abajo.

En aquel momento Daniel miraba a la lejanía desde el mirador y no se esperaba aquella pregunta de Eva.

Eres quien tú quieras ser. Contestó Daniel en un alarde de ocurrencia más propio de un diputado que de un aguerrido agente secreto. Ciertamente no tenía ni pajolera idea de quien era ella, solo sabía lo que había sido y Daniel prefería no traer esos recuerdos al presente, bonitos recuerdos pero también mucho dolor. Para evitar otra posible pregunta metafísica de complicada respuesta, Daniel hizo lo que todo hombre hace en esas ocasiones... le plantó un apasionado beso de tornillo en todos los morros para que así ella no pudiera volver a preguntar.

Pero... Daniel también lo sabía... Eva era una mujer, viva o resucitada, pero era una fémina por tanto esa pregunta no quedaría olvidada, más tarde o más temprano volvería a plantearla en el momento más inoportuno y él tendría que darle la respuesta.

Roger esperó nervioso pero con una impecable sonrisa la contestación de la muchacha, con todas las conquistas que había sido capaz de hacer ¡Y la de dudas que tenía en aquel momento! quizás el principal problema eran los años de diferencia, sabía que aquellos años no eran los suyos, en los sesenta y setenta no había nadie que fuese capaz de resistir sus encantos, pero los gentelmen estaban en peligro de extinción así que tendría que recurrir a lo que le funcionaba de maravilla antes de ser Bond, poner carita de niño bueno con una mezcla de picardía y dejar que su mirada azul hiciera el resto mientras pensaba...

Vamos acepta... acepta...

La muchacha se quedó unos segundos paralizada, no se había esperado aquella reacción por parte de Roger, lo mismo era que no le habían advertido-informado de ¿quién era o había sido él? o que sólo le pagaban para servir a los comensales... o quizás ambas cosas. Sin embargo, la chica tras el estupor inicial terminó por esbozar una encantadora sonrisa, esas que el tercer Bond identificaba a la perfección, las que le indicaba que había caído en sus redes, ¡Seguía en plena forma!

- No debería caballero- parecía que sus órdenes no eran esas- pero puedo acompañarle un poco si lo desea

Pierce enarcó una ceja cuando recibidó el equipaje de Timothy, que sin mediar palabra había decidido irse de allí siguiendo a alquien hacia los sótanos del edificio, entonces fue cuando George y Sean se le echaron encima para pedirles un autógrafo para sus madres, el quinto Bond por respuesta esbozó una de sus sonrisas profident para, con su elegancia innata darle la maleta a Alec, que no le quedó otra que aguantar con cara de pocos amigos pero cuyo rostro se relajó al darse cuenta de los movimientos de la mano de Sean, para asentir con la cabeza, había captado el mensaje. Al igual que Pierce que actuó con celeridad.

- Un autógrafo para vuestra madre... por supuesto. Nada me satisface más que complacer a mis fans, aunque no esparaba ser reconocido aquí- se encogió de hombros con su sonrisa de soy guapo y lo sé- se ve que mi fama me precede ¿donde les firmo caballeros?

Con tanto escándalo el rey, se giró a ver que pasaba, entonces la cara de su majestad cuando reconoció a los dos ingleses lo dijo todo...

¡El hombre estaba encantadísimo de verlos!

- ¡Caballeros!- los saludó efusivo y campechano como sólo él podía serlo- ¡Qué alegría me da de verlos!- el monarca parecía sincero en esto, mientras hablaba los dos Bond se dieron cuenta de que no tenía muletas y había ausencia de dolor de dolor en su rostro a pesar de estar de pie- iba a tomarme ahora un tentempié, sería para un orgullo y una satisfacción que me acompañasen y ya de camino me cuenta que se les ofrece- comentó bien intencionado.

Timothy, sin mediar palabra le soltó el equipaje a Pierce, que estaba él muy suelto y se dirigió con sigilo hacia su objetivo sin dar explicaciones, antes de eso consiguió ver como Sean les hacía un gesto con las manos, abriendo y cerrándolas hasta configurar un número de tres cifras el cinco, uno, tres.

Tras aquello el cuarto Bond se adentró en los bajos del edificio siguiendo al extraño, parecía ser que el individuo conocía perfectamente el lugar pues andaba con mucha rapidez, tanta que el agente inglés estuvo a punto de perderlo en varias ocasiones. Hasta que finalmente desaceleró el paso al llegar a la zona más deshabitada del hotel, lo que parecía tratarse de la rececpión de un salón de actos.

Una vez allí, el hombre miró a su alrededor para comprobar que no había nadie para a continuación quitar una losa de madera que ocultaba un panel e introducir un código. Tras un pitido de confirmación un mecanismo se accionó abriendo una puerta secreta, oculta en la pared.

Sin duda las manos de la mujer eran extraordinarias, la sensación en general le estaba resultando placentera puesto que estaba consiguiendo retenerlo más de lo que había pensado, a pesar de que Silva quería ir con Ariadna hacia la piscina.

- Toda clase de eminencias señor- contestó- y de todo el mundo, aunque lo extraordinario es que dos grandes personalidades hayan coincidido en este día. ¿Sabía usted que el presidente americano y el rey de España están aquí? Ambos vinieron ayer, aún no se si a Obama le apetecerá probar los beneficios de la sauna, porque es la primera vez que nos visita, pero su majestad si lo hará- comentó orgullosa- siempre lo hace.