Partida Rol por web

Operación "Cat Bell" (Chat)

Prólogo

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26/01/2013, 17:52
Director

La Rochelle (Francia), Junio de 1943

Tras limpiarse las manos de carbón y hollín con un trapo, René sacó de uno de sus bolsillos su vieja pipa, y dándole la vuelta vació la cazoleta dándole un par de golpecillos contra el metal del borde de la ventanilla de la cabina de la locomotora. Estaba agotado. Tener que conducir un convoy para los cabezas cuadradas ya era de por sí lo suficientemente malo, pero que te saquen de tu cama en medio de la noche a punta de pistola para hacerlo no mejoraba la experiencia en absoluto... Al parecer La Resistencia había atacado el convoy, dañando la locomotora e hiriendo a su conductor. Fuera lo que fuese que llevaban en aquel tren debía ser importante, y su entrega muy urgente, porque ni siquiera esperaron por el equipo de reparación. En lugar de ello buscaron una nueva locomotora y un nuevo conductor... y le tocó a él... Por si eso no fuera poco, estaba hambriento, cansado y hambriento, y estando como estaba ahora dentro de una base alemana no le dejaban ni siquiera abandonar el tren.

No era la primera vez que estaba en La Rochelle, para nada, pero sí la primera vez que entraba en aquella base. Había oído hablar de ella a alguno de sus colegas, y tal como habían dicho era impresionante.

En aquel momento un submarino se estaba haciendo a la mar, saliendo de aquellas inmensas naves de hormigón. Mientras, un destacamento de soldados descargaban los vagones y los llevaban a aquellas gigantescas naves: cajas, cajas y más cajas, de todos los tamaños, además de bobinas de gruesos cables, tuberías. Sin embargo algo llamó su atención, un extraño escudo pintado en la esquina de las cajas...

--- Hmmmm... ---pensó René---, curioso. Algo de lo que hablar con De la Clergerie de vuelta en la taberna...

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27/01/2013, 16:30
Director

Submarino U-725 (50 millas al oeste de Oporto), unos días después
 

El capitán Steinberg vigilaba atentamente el horizonte con sus prismáticos en busca de posibles amenazas, aunque el humo que se arremolinaba en torno a la torreta del submarino dificultaba poder ver algo. Su situación era extremadamente precaria, fruto de la incompetencia de su jefe de máquinas. Aquello no hubiese pasado con el viejo Gross, pero el viejo lobo de mar estaba todavía recuperándose en el hospital de las heridas sufridas durante el bombardeo de su casa mientras estaba de permiso. En su lugar le habían asignado momentáneamente para esta misión a aquel imbécil de Ackermann, cuyo único mérito consistía en ser yerno de un gerifalte del partido en Frankfurt.

Gross había alertado más de una vez durante su última misión de patrulla que la bomba de aceite no estaba bien, pero a su regreso los equipos de mantenimiento en tierra no le habían hecho caso en absoluto.

--- Yo mismo la repararé cuando vuelva, capitán, y si es preciso robaré los repuestos --- le había dicho Gross mientras se despedía de Steinberg para tomar el tren de vuelta a casa para gozar de un merecido descanso.

Sin embargo pocos días después Steinberg y su tripulación habían sido llamados de improviso de vuelta a La Rochelle a reincorporarse al servicio para llevar a cabo una misión de alto secreto. Por si aquello no fuese suficiente, a la vuelta se encontró a un jefe de máquinas sustituto que no sabía hacer la O con un canuto. ¿Pero cómo era posible que le hubiesen asignado semejante elemento para esa misión? Bueno, en realidad no era difícil de imaginar, los de su calaña eran fácilmente predecibles, sin duda se había enterado de algún modo de que aquélla se trataba de una misión importante a la par que supuestamente sencilla, lo que constituía una forma cómoda de medrar...

Naturalmente aquel individuo, al igual que los equipos de tierra, no había prestado en absoluto atención a las advertencias que Gross había hecho en su momento, y el resultado fue un incendio en la sala de máquinas... Afortunadamente el incendio no había sido grave, pero hasta que estuviese totalmente controlado y hubiesen renovado el aire no podían volver a sumergirse, y en aquel día despejado la gran humareda de humo blanco que salía por todas las escotillas delataba su presencia a millas de distancia. Debido al humo la mayoría de la tripulación había tenido que salir a cubierta, ya que el ambiente del submarino era, literalmente, irrespirable.      

--- Herr capitán, creo que podremos volver a sumergirnos en quince o veinte minutos ---graznó Gross por el comunicador.

--- Gross ---le contestó Steinberg---, nuestra máxima prioridad es poder sumergirnos, aún faltan un par de horas para que anochezca, y con semejante humareda todos los patrulleros aliados en treinta millas a la redonda pueden vernos. Retrase si es preciso las reparaciones hasta entonces, la seguridad del submarino y la misión es lo primero, antes que los plazos.

--- A la orden, herr capitán.

Steinberg volvió a recorrer el horizonte con los prismáticos, esperando no encontrar nada. De pronto, le llegó la voz nerviosa del vigía que se encontraba por entonces a su espalda.

--- Herr capitán, un avión se acerca a unos 20 grados por estribor...

Steinberg y su segundo dirigieron rápidamente la vista hacia ese punto. Tras unos segundos que les parecieron una eternidad localizaron la silueta del aparato, que sin duda se dirigía hacia ellos. En unos minutos estaría sobre el submarino, pero ahora mismo todavía estaba demasiado lejos como para tener una identificación positiva, aunque parecía tratarse de un cuatrimotor. Steinberg sopesó la posibilidad de que se tratase de un Condor alemán, pero estaban bastante al sur de su campo de caza habitual... No, aquello no pintaba nada bien.

--- Artilleros, preparen los antiaéreos. Tripulación, prepárense para abandonar la cubierta del submarino a mi señal.

Steinberg sabía que no le quedaba otra que forzar los plazos. No podían sumergirse todavía, ni siquiera entrar en la nave, ya que corrían peligro de asfixiarse.

--- Capitán, no hay duda, no es de los nuestros ---dijo su segundo unos segundos después.

Un escalofrío subió por la columna del capitán alemán. Estaba atado de manos, el avión se acercaba a toda velocidad, abriría fuego en breve, y él no podía hacer nada sino intentar resistir hasta que fuesen capaces de sumergirse de nuevo.

--- ¡Tripulación, abandonen la cubierta! ---rugió cuando el avión estuvo a apenas un par de minutos de ellos. Artilleros, ¡preparados para abrir fuego!

Fue entonces cuando el Liberator británico del Coastal Command puso los motores a toda potencia y descendió hacia su objetivo.

--- Oh, Dios todopoderoso... --- suspiró Steinberg.