Partida Rol por web

¿Asentamientos pequeños? ¿aldeas? serían como... ¿mini-islas? me pregunto a mi misma curiosa de descubrir todos aquellos mundos.

Miro al Cabo y capto su "sutil" ironía. Agarro mi petate y me coloco junto a mis compañeros. Que mal genio tiene este cabo...

Espera, ¿nativos? ¿ha dicho nativos? eso si que suena interesante.

Pero rápidamente mis pensamientos se centran en la respuesta de la sargento. Enarco una ceja ¿tal vez ella esté al mando?

Bueno... aquí se masca algo interesante.

Observo con atención el devenir de los acontecimientos, sin intervenir, de momento.

El cabo mira con desprecio a Jenn. Durante un segundo parece que va a añadir algo. Pero la disciplina militar se impone. Da unos pasos y se acerca a por el petate. Está tan tenso que parece que se vaya a resquebrajar de un momento a otro. Pero su gesto se ha convertido en una máscara sin emoción.

Escucho divertido la discusión entre la sargento y el Cabo. Intento contener una sonrisa. No se qué está pensando hacer Jen pero seguro no será del agrado del cabo.

Al hacerme cargo de que no podré contener la sonrisa me doy la vuelta y me agacho para recoger mi equipaje. Basicamente mis armas y equipo militar. 

No cambié ni mi expresión ni mi postura hasta que el hombre no se agachó para coger mis cosas, momento en el que le detuve, pero después de que dejara claro que lo iba a hacer.

- ¿ A que no te gusta que venga ninguna lista a tocarte las pelotas y menos, cuando a la lista en cuestión no la has visto en tu vida?

Sabía lo que jodía que tus superiores fueran de listos, pero vamos, a esos tenías que aguantarlos y al resto los podían mandar a tomar por el culo fácilmente.

- Pues a mí tampoco me gusta. Ya llevo yo mis cosas, pero es por ser justa, no porque me lo ordenes tú...

No esperaba que dijera nada al respecto, pero al menos, que se diera cuenta de que yo le dejaría a lo suyo siempre que no se le ocurriera cruzarse tan poco hábilmente en mi camino, pues no sabía lo que podía vacilar a sus superiores, pero ya le dejaba claro que conmigo las tonterías serían las justas.

- Cuando guste, cabo... - Le señalé el camino hacia donde había empezado a caminar antes de que tuviera que ponerle en su sitio.

Esperaba que fuera suficiente para hacerle entender. Siempre no me armaba tanto de paciencia.

El cabo aprieta los labios cuando Jenn lanza su reprimenda. Mira de reojo a Daniel y comenta.

- Sí señora, a nadie le gustan los que vienen de listos a tocar las pelotas. Es un buen consejo si quieren sobrevivir en Poseidón.

Dicho eso, se aparta del macuto de la sargento para que ella lo coja y echa a andar.

Cuando salís del hangar, veis que el espaciopuerto es todo lo que prometía desde el aire. Los espacios son enormes, pero parecen quedarse pequeños con el gentío que lo puebla. Contenedores apilados hasta donde alcanza la vista, decenas de personas con prisa de un lado a otro. Y el barullo de todo eso que se vuelve un murmullo estruendoso. El cabo os lleva hasta un transporte terrestre* en cuya parte trasera os montáis. Por desgracia, esta vez no hay ventanillas por las que mirar. Mayers conduce, y aunque podéis observar algo a través de la pequeña ventana que conecta la zona de pasajeros con la cabina del conductor, no os hacéis una idea de por dónde vais.

Veis trazos de edificios enormes. De nuevo os llama la atención la cantidad de vehículos con los que os cruzáis. Esperabais un planeta primitivo, y hasta ahora no echáis de menos nada con respecto a la Tierra. El viaje no es muy largo. Os paráis un par de veces para pasar controles de seguridad. Y cuando llegáis a vuestro destino, Mayers se baja y os abre la puerta. Cuando bajáis, veis a una mujer con galones de cabo también, que os saluda debidamente. Mayers devuelve el saludo y se dirige a ella.

- Cabo Johan, por favor, lleve a la soldado Wilds y a la sargento Thornton a sus habitaciones. - Luego se gira hacia vosotros. - Soldado Wade, Kraken, síganme.

La cabo Johan sonríe a Jenn e Irina y hace un gesto con el brazo, indicándoles la dirección a seguir. Mayers se queda parando mirando a los dos hombres del grupo, a la espera de ver qué hacen.

Todo el camino desde que he subido al furgón he tenido los ojos cerrados concentrado en las vueltas, paradas, idas y venidas del vehículo, aunque no creo a ver sacado nada en claro. Cuando se abren las puertas y veo a la mujer que se presenta como Cabo Johan sonrío tras la máscara. Luego entorno los ojos al comprender que me toca con el estúpido del cabo Mayers. Qué se le va a hacer Kraken, no has venido al culo del Universo a conocer mujeres bonitas ¿no?

Recojo mis dos macutos, los pongo al hombro y bajo de un salto.

Hago una ligera reverencia a la Cabo Joan acompañado de un Señora he oido que en la vieja tierra era costumbre hacer ese tipo de cosas ante una dama bonita -para luego girarme y asentir con la cabeza a Mayers. Señor -y me cuadro preparado para seguirlo.

Daniel no se siente en ningún momento molesto por la mirada de reojo que le hace el sargento. Simplemente sube al vehículo y observa por la ventana del mismo el recorrido hasta su destino. Sentía especial curiosidad por aquella ciudad que, a pesar de mantener una estructura muy similar a las ciudades de la tierra, le agradaba bastante. Suponía que era por el hecho de encontrarse en un nuevo mundo inexplorado. Solo le faltaría acostumbrarse a la misma para empezar a ver sus defectos. Pero hasta entonces disfrutaría.

Tras parar, baja como el resto de sus compañeros con sus maletas y simplemente se dispone a seguir tanto al cabo como a Kraken. 

No tenía del todo claro si el cabo me estaba vacilando de nuevo o no, pero vamos, que al final, en el momento que se me hincharan las pelotas tendría la fiesta que estaba buscando y punto. Por suerte, a mí aún no había venido a joderme nadie y a aquellas horas del día aún tenía la suficiente paciencia como para aguantar a aquel tonto del culo un rato más.

La ciudad se llevó el resto de mi atención, pues a pesar de que estaba segura de que podría perderme por allí en medio con facilidad, tampoco me disgustaba la idea de ir a buscar un bar y beber algo que me desinfectase de toda la mierda que me habían dado últimamente.

- Cuánto necesito un buen trago y una bañera con agua caliente hasta arriba!

Por un momento fruncí el ceño, pero estaba claro que nosotras íbamos a un pabellón de mujeres y ellos, al de hombres. Asentí a la cabo con una sonrisa y luego simplemente caminé en la dirección que me indicaba.

- Perfecto... y me toca con la de las distancias cortas que no responde a las preguntas...

Al menos, el moverme y caminar, el darme cuenta de que aquello era el comienzo de nuevo me estaba sentando bien e incluso tenía mejor humor.

La cabo Johan os guía hasta un edificio de barracones. Como pensabais,  en la puerta indica que son los dormitorios femeninos. Pasáis por varias puertas hasta que se para frente a una y os señala su interior.

- Este será vuestro dormitorio mientras estéis en Refugio. - Mira a Jenn. - Lamento no poder darle una habitación individual, señora, pero me han comunicado que su estancia aquí será corta. - Se lleva la mano al bolsillo y saca un papel. Se lo tiende a la sargento. - Sus órdenes son presentarse mañana por la mañana a primera hora ante el Teniente Alden. Esta es la dirección de su despacho.

En el papel, efectivamente, vienen los datos para poder localizarlo dentro del complejo militar de la GEO.

Dentro, la habitación tiene una litera con dos camas y una pequeña mesa de escritorio. Un fluorescente cuelga del techo, aportando la única luz de la habitación. No hay ventanas. El mobiliario del dormitorio lo completan un par de taquillas altas. Austero, sencillo y funcional. La marca del ejército.

- Si no necesita nada más de mi...

La mujer se cuadra, esperando el permiso para retirarse.

Mayers os guía hacia un edificio bajo, en cuya puerta hay un cartel que lo identifica como el dormitorio masculino. En silencio, con su habitual mal humor, os lleva hasta una puerta abierta. Señala dentro.

- Vuestros aposentos, mis señores. - Su voz denota bastante sorna. - Mañana a primera hora, preséntense en el despacho del Teniente Alden. - Saca un papel del bolsillo y lo tiende con desprecio. - Le encontraréis aquí.

La nota tiene los datos para localizar el lugar dentro del complejo de la GEO. El cabo se cuadra y hace el saludo militar.

- Buena suerte. Hay una porra sobre cuántos volveréis de vuestra primera misión.

Dentro, la habitación tiene una litera con dos camas y una pequeña mesa de escritorio. Un fluorescente cuelga del techo, aportando la única luz de la habitación. No hay ventanas. El mobiliario del dormitorio lo completan un par de taquillas altas. Austero, sencillo y funcional. La marca del ejército.

Tras llegar a su habitación, Daniel deja en el suelo sus maletas

¿Arriba o abajo?- le pregunta. A él tanto le daba dormir en una u otra parte de la litera. Lo que mas le interesaba en estos momentos era dejar preparada sus cosas e ir a dar una vuelta por la ciudad. Tenían un poco de tiempo libre y quería aprovecharlo. Al fin y al cabo, cuando empezasen con su misión la posibilidad de tener horas libres brillaría por su ausencia. 

Tengo intención de dar una vuelta por la ciudad haber que se cuece, puedes acompañarme si quieres- a decir verdad, tendría que conocer algo mas a sus compañeros. Claro que con el tipo que compartía la habitación tenía pinta de no ser muy hablador que digamos. Aunque quizás las apariencias engañaban. Mientras no fuera como el cabo, todo iría bien

Todo lo sucedido anteriormente me resulta muy curioso. Sobretodo ese tira y afloja entre la Sargento y el Cabo. No termino de comprenderlo así que me limito a encogerme de hombros, recoger mi petate y seguir las instrucciones que me indican.

Cuando nos separan miro a la Sargento. Si, pabellones de mujeres al parecer.

Miro el cuarto... encima compañeras de habitación medito para mi y me limito a asentir a lo que nos dice la Cabo Johan. No tengo rango militar y creo que ni autoridad para decir nada y menos después de ver como se las gasta la Sargento. El viaje ha sido duro y estoy cansada, lo que menos necesito es discutir.

Ha dicho estancia corta... ¿me han dicho a mi cuanto tiempo estaré? las dudas me asaltan. Sobretodo la curiosidad por no saber nada de lo que nos espera.

Me coloco al lado de la litera y espero que la Sargento elija la suya para quedarme después con la que reste.

Me quedo con la de abajo. Digo mientras tiro mis cosas sobre el colchón. Luego echo un vistazo por la puerta abierta intentando averiguar el lugar al que se dirigía el Cabo Mayers.

¿Tienes mucha prisa por ir a la ciudad? Lo cierto es que ahora mismo no me interesa mucho. Quiero saber como va esa porra y ubicar el sitio exacto donde ese cabrón duerme. Se ha metido con el soldado equivocado...

No sabía si bromeaba o lo decía en serio respecto a lo del cabo. El humor de los soldados era algo que no llegaba a entender del todo Daniel- prisa no tengo, pero cuando empecemos ya con nuestra misión se nos acabará la posibilidad de ir a la ciudad, al menos no estando de servicio. Quizás hasta las chicas quieran acompañarnos- añade, no muy convencido. Claro que tampoco es que tuvieran mejores cosas que hacer.

- Gracias, creo que nos apañaremos... - Dije a la cabo por eso de tener que dormir las dos en la misma habitación, pues a mí realmente, no me importaba tener compañía, aunque en este caso, no parecía que fuéramos a llevarnos demasiado bien, aunque tampoco pusiera en ninguna parte que tuviéramos que hacerlo.

- Sólo una pregunta más. ¿ Dónde se sirve la cena y a qué hora? - Para mí esa era una pregunta bastante importante pues yo ya tenía hambre desde aquel momento y después de todo lo que habíamos tenido que pasar para llegar a ese planeta de mierda, mi cuerpo estaba diciendo que tenía que recuperar muchas calorías para poder ser el de siempre.

En cuanto obtuve la información me despedí de la mujer y leí antes de nada la información de dónde ir a buscar al teniente, pues las órdenes eran las órdenes y debía de estar a primera hora tal cual me indicaban. Era una de esas militares bien mandadas.

Al darme cuenta de que la otra mujer no parecía elegir cama decidí hablar.

- Puedes escoger la que más te guste... no soy racista, me da igual una cama que otra... - Intenté ser agradable, aunque me parecía que con miss simpatía iba a dar igual.

- En el comedor, está justo a la izquierda, saliendo del dormitorio. Es el edificio gris con ventanas grandes que hemos pasado de camino a aquí. No tiene pérdida. A las veinte-cero-cero, señora.

Johan termina con una ligera sonrisa y un saludo, y cuando es despedida, se marcha, dejándoos solas. Las instrucciones en el papel son claras. Edificio Cooper, planta 2, despacho 57. Hay incluso un pequeño mapita indicando cuál es el edificio dentro del complejo.

Mayers os deja charlando y se marcha por el pasillo por el que habéis venido. El edificio no parece tener mucha gente ahora mismo. Seguramente la mayoría estén en sus puestos ahora mismo.

- Me quedo con la de arriba entonces le digo a la Sargento y tiro mi petate encima de la cama.

Sin duda sería bueno ir a dar una vuelta antes de la cena. Miro a la Sargento y no sé si es buena idea preguntarle si me acompañ, para no ir solas más que nada. Además así podría hacerme a una idea de el sitio en el que estábamos. ¿Una biblioteca tal vez? ¿Un bar? ¿Una cafetería? No sé porque me daba que esas cosas no ibamos a tenerlas por aquí..

Finalmente decido que si, que hasta donde me alcanza la mente, es mejor no ir solas.

- Voy a ir a da runa vuelta, si es que tenemos tiempo antes de la cena, para ver algo mejor lo que será nuestro hogar.. y conocerlo, todavía no sabemos ni que hay ni que no hay.. digo mirándola Vamos, si hay un bar, una biblioteca... esas cosas ¿vienes? pregunto con amabilidad y espero su respuesta.

Yo sigo al Cabo Mayers. Con disimulo. Por tanto... me quito la máscara. Puede que hacer dinero en este planeta no sea tan difícil a fin de cuentas...

¿Vienes... Daniel?