Partida Rol por web

Noto como los colmillos de la bestia atraviesan mi armadura y aprieto con fuerza la mandíbula conteniendo un gemido de dolor. La adrenalina ya me recorre al completo y me incita a seguir luchando, a volver a atacar, y lo hago. Alzo mi espada y la dejo caer sobre uno de los lobos notando como el metal se abre camino entre la carne y el hueso.

Tenemos que matarlos a todos cuanto antes o su número mermará nuestra fuerza, cuando todavía ni siquiera hemos comenzado a enfrentarnos a nuestro verdadero adversario.

Necesitaba hacer algo más que asustar a los lobos, viendo cómo iba evolucionando la pelea no había mucho tiempo.

Con la antorcha intenté golpear al lobo que tenía más próximo y que seguro olía mi miedo.

El lobo que mantiene clavados sus colmillos en el brazo de Fardhinn lo suelta al ser atravesado su cráneo por la espada corta de cazador. El otro lobo aprovecha para morderle, tratando igualmente de apresarle, aunque no lo consigue.

Skadi destroza de un sólo golpe a uno de los lobos que la acosan, demostrando un salvaje talento con su mandoble. El otro cánido de las nieves, al que ya ha herido antes, retrocede asustado y sin atacarla hacia su amo. Junto a la bandida, Militsa propina un fuerte antorchazo al lobo restante, que envuelto en llamas huye del lugar.

Horst ve frustrado cómo su jauría disminuye a cada golpe que dais. Sobre la blanca nieve ya hay tres lobos teñidos de rojo, y sólo uno de los que quedan parece seguir luchando. Sobrepasado, da un paso atrás al ver la reluciente plata que adorna la espada de Skadi y las llamas de la antorcha de Militsa. Fardhinn está un poco lejos de ellas, y nota como el licántropo fija sobre él su furtiva mirada.

- ¡GRRR! ¡Malgrritos matalobos! ¡GRR! ¡Tú vengrrás grronmigrro!

En un rápido gesto y demostrando una enorme fuerza, el monstruo licántropo salta hacia Fardhinn, con sus fauces abiertas y sus brazos y garras extendidos. El cazador es ahora la presa de esta terrible criatura.

Distraído al tratar de esquivar las dentelladas del lobo, soy presa fácil para el veloz Horst. Cuando me doy cuenta de sus intenciones ya lo tengo encima y nada puedo hacer.

Cuando parecía que el combate estaba aparentemente controlado, la gran bestia tiene la intención de llevarse a Fardhinn, algo que hace preguntarme varias cuestiones:

"¿Por qué a él?, si hay alguien más desprotegido de los tres debería ser yo, en cambio Horst lo elije a él, ¿tendrán algo en común ellos dos y por eso la bestia quiere quitarlo de su camino?, ¿sabría nuestro guía que nos llevaba a una encerrona siguiendo por este camino para ir a ese templo del que yo no tenía conocimiento?"

Los lobos van cayendo uno por uno, pero esta vez es el licántropo el que se abalanza sobre nosotros. Intento defender a Fardhinn pero mi rapidez no es la suficiente como para alcanzarle y librarle de su presa. Pero al menos sigue vivo y parece que pretende llevárselo con él, lo que todavía nos da margen para poder combatir a la criatura antes de que sea demasiado tarde.

Skadi no logra por poco alcanzar al licántropo con su espada, ni tampoco Fardhinn consigue esquivarlo. Militsa no puede más que contemplar atónita la escena.

La enorme bestia cae sobre el cazador, rugiendo ferozmente, hundiéndolo en la nieve, y clavando sus oscuras garras y afilados colmillos una y otra vez en su torso. El lobo continúa mordiéndole, y entre ambos destrozan el joven cuerpo del muchacho. El peto de cuero no soporta más que el primer zarpazo del monstruo, que continúa dando violentas dentelladas, arrancando trozos de carne y rasgando la piel de Fardhinn.

Ahora sabes que Horst no pretendía llevárselo en el sentido más literal de la palabra, más bien se disponía a llevárselo de este mundo. La ferocidad con la que muerde su pecho, rasgándole la piel y salpicándose el hocico con la sangre de tu compañero te hace temblar. Comparte su presa con su lobo, entregándose por completo al acto brutal e instintivo de la caza. Devora a su presa como el animal que es, a pesar de su inútil intento por parecer civilizado.

Fardhinn era el más débil de los tres. Skadi ha demostrado ser una excelente asesina, tú estás armada con la antorcha y el hocino, fuego y plata, dos de las cosas que más debe temer el licántropo. Ambas habéis sido sinceras con la bestia, pero el cazador ha mentido, se ha burlado varias veces, y eso debe haber acrecentado la soberbia y la agresividad, debe haber decantado la balanza.

Ahora, el joven cazador, con su cuerpo desfigurado, bañado en su propia sangre sobre la nieve, está cruzando el umbral. Recuerdas las palabras de Zeläj en la pira: "Eso es... el último honor. A mis leales soldados. Deberías saberlo. Cuando te muerde un lobo, y mueres, es mejor que te quemen. Haz lo mismo... cuando le ocurra a uno de esos dos."

Todo ocurre muy rápido. Notas el golpe, ves al monstruo en los ojos de Horst. Notas el frío de las garras desgarrando tu piel y tus ropas, tumbado sobre la suave nieve. Ves a Militsa y a Skadi, sus caras de pavor. Notas el aliento del lobo. Sientes el calor de tu sangre bañando tu cuerpo, te notas cansado, perdiendo la fuerza. Ves el rostro de la bestia devorando tu carne, apoyando todo su peso sobre ti. Te ves cazado. Te sientes ligero, en calma. Miras hacia arriba, y ves el cielo, las estrellas y la Luna, roja.

Veo con horror como las bestias se lanza contra Fardhinn mientras que sus colmillos y garras se clavan en su cuerpo desgarrándolo hasta matarlo. Ya si que no hay oportunidad para salvarnos, no al menos las dos. Me giro hacia Militsa y alzo la mano señalando la montaña a sus espaldas.

—¡Vete, corre! No podré darte mucho tiempo —grito antes de volver a girarme, agarrando la espada con fuerza entre mis manos.

Sabiendo que no voy a poder escapar de esas bestias por la nieve, no tengo más opciones que seguir peleando, o mejor dicho... morir haciéndolo. Así que por lo menos intentaré herir al monstruo para ralentizarle y darle a Militsa una pequeña oportunidad de huir.

Aún tenía la esperanza de que aquello no podía ser cierto cuando la bestia se abalanzó sobre él, que tal vez quedaría gravemente herido, pero que saldría con vida. Pero al ver cómo era devorado Fardhinn, me quedé perpleja, inmóvil y con una rara sensación de vacío "ya nunca más estaría con nosotras"

Ignoro la tregua que me da Skadi, no quería perder a nadie más, por lo menos iba a intentarlo.

Observo a Horst, y sin decir nada, para que crean que sigo las indicaciones de mi compañera, rodeo la escena, agarro con fuerza la antorcha, dejo caer mi bastón de la mano contraria y en su lugar tomo el hocino. Me sitúo a la espalda de la bestia y con toda la ira que puedo acumular en ese momento, trato de cortar a la altura de su pierna.

- ¡¡¡¡¡AAAAAARRRGGGGRRRR!!!!!

Horst no se espera estos ataques, ninguno de los dos. No espera que sean tan poderosos. Skadi clava su espada atravesando el pecho del licántropo y retorciendo la hoja, produciendo un sonido de huesos rotos en el interior del animal. La bestia se estremece y se retuerce, atravesado en más de un órgano vital. Se levanta preparado para contraatacar, mostrando sus colmillos empapados de la sangre de Fardhinn a la bandida. Pero en ese instante Militsa le hace un pequeño corte en la pierna, un corte que podría ser insignificante de no ser porque ha sido hecho con una hoja de plata. La pequeña herida se enciende como si de un papel en llamas se tratara, y va abriéndose paso devorando velozmente el pelo y la piel del hombre-lobo.

Gravemente herido, aullando encolerizado, cojeando de una pata, se arrastra sobre la nieve tratando de alejarse de vosotras.

Los lobos que quedaba a su lado huyen presas del miedo.

No tengo intención de derrotarle, solo dejarle tan herido como pueda antes de morir. Pero cuando Militsa se une a mí en vez de huir como le había dicho, entre las dos somos capaces de herirlo de tal gravedad que sus pasos empiezan a retroceder. Por instante me pregunto que habría pasado si tan solo unos segundos antes nosotras... pero ya era demasiado tarde. Mi corazón retumba con fuerza contra mi pecho, tanto que creo que me va a partir las costillas, mientras la adrenalina se apodera de mi ser como casi siempre consigue hacerlo.

Aprieto la mandíbula y sigo lo pasos cojeantes de la bestia con la espada en la mano. No voy a dejar huir, no puedo hacerlo después de lo que le había hecho a Fardhinn.

— ¡Vuelve! —grito iracunda, sintiendo todo el odio hacia la criatura.

Trato entonces de alcanzarle y atacarle aunque sea en su huida, aunque la nieve y el terreno no lo ponen fácil.

Observo como mi compañera trata de alcanzar a la bestia para darle muerte, entiendo que necesita venganza pero yo, en cambio, con haber salido con vida del combate me doy por satisfecha.

Me acerco al cuerpo casi irreconocible de Fardhinn y recuerdo las palabras del barón Zeläj en la pira: "Eso es... el último honor a mis leales soldados. Cuando te muerde un lobo, y mueres, es mejor que te quemen. Haz lo mismo... cuando le ocurra a uno de esos dos."

Esta será mi manera de darle el último honor, rebusco entre sus cosas y cojo las que pudieran servirme. Miro a mi alrededor y elijo un sitio donde poder hacer una pequeña pira un poco apartada del camino, no creo que pueda arrastrar mucha distancia el cuerpo. Creo ver un claro, no demasiado grande ni lejos, me servirá.