Partida Rol por web

Amigo del Juez Castro???? Y yo soy Teresa del Calcuta con uniforme no?

Aquello me molesto, pero no dije nada aunque cuando me gire a Aina comenzo el jaleo despues de lo que parecia haber sido un choque de un camion. Aun estaba asimilando lo que acaba de escuchar cuando Aina salio corriendo.

Sin pensarlo sali tras ella.

Podia sentir mi pecho como se aceleraba por la adrenalina pero mi instinto de conservacion me decia que teniamos que tener mucho mas cuidado si no queriamos ser arrollados por una multitud de....

- zombies!!!! le grite a Aina para que tuviera cuidado con la gente que parecia huir del lugar.

Ni siquiera sabia porque habia dicho eso, tal vez fue mi forma de drenar los nervios que sentia.

Álvaro presenciaba la escena de Sebastian con una pequeña sonrisa. Ese no sabía con quién se estaba enfrentando ni la que le iba a caer como se pasara mucho. En esos pensamientos estaba cuando de pronto...

¡¿Un camión?! ¡¿Entrando?! Pero que cojones...

Álvaro cogió rápidamente la radio, pero Aina se adelantó a preguntar.

Escucho la respuesta y sin pensarlo mucho miró a Fernando.

-Vamos a la entrada principal, habrá una estampida de gente y es la única salida del camión. Ellas van al concierto, así lo cubriremos todo.-

Álvaro pensó cuál sería el camino más rápido, evitando al máximo las aglomeraciones y, tras una fugaz mirada a Fernando, se dirigió rápidamente, montando el arma y dejándola preparada por si tuviera que usarla.

Fernando se incorporó, soltando su presa.

 - Te has librado: vete - ordenó, mientras intentaba aclarar sus ideas.

 - ¿Un camión? ¿Un accidente...?

Al ver a Álvaro echar a correr, Fernando le siguió: pero, en vez de preparar el arma, cogió el walkie:

 - ¡Despejad las salidas! - dijo, como respueta al vigilante - Que todo el mundo pueda salir, repito, ¡abrid las salidas!

Todavía era pronto para saber qué había pasado con el camión. El camionero se había dormido, o estaba borracho/drogado, o el camión lo había cogido en un descuido algún idiota borracho/drogado... o un atentado, claro. Pero de lo que no cabía duda era de que iba a cundir el pánico, y, para evitar una tragedia de gente aplastada intentando escapar, lo mejor era abrir las salidas: que alguien se pudiera colar era lo de menos (y, además, seguramente suspendieran el festival).

- ¡Sierra cero para seguridad! - Se escuchó de forma inmediata a través del walkie. - ¡Abran todas las salidas! ¡Repito, abran todas las salidas!

La instrucción que había dado Fernando quedaba totalmente reforzada gracias a la orden del jefe y el encargado de la seguridad en el recinto. Era sin duda alguna lo más lógico y prudente y por suerte, tan solo tendrían que retirar varias vallas para ensanchar al máximo los accesos. Por suerte, al fin y al cabo estaban en la calle y se trataba de un espacio bastante amplio.

Fue así como los agentes empezaron a correr en todas direcciones. Aina y María se dirigían hacia la entrada trasera del polígono, mientras que Álavaro, seguido por Javier emprendieron la marcha hacia la entrada principal. Por su parte Fernando, se mantuvo en el sitio, avanzando únicamente hacia la calle principal mientras se comunicaba a través del walkie. La gente empezó a correr en masa hacia la entrada principal, en la dirección de la comisaría, donde acaban de salir los cuatro agentes que permanecían descansando en el interior y liderados por el subinspector en jefe.

María y Aina corrían juntas y con las armas en la mano tratando de llegar al centro de la acción. Le gente corría en la dirección opuesta. En los rostros de los jóvenes se leía miedo y desesperación. Algunas chicas lloraban y chillaban asustadas. En su carrera hacia el camión Aina y María vieron como algunos jóvenes tiraban de sus presumiblemente novias y como algunos de los que huían en desbandada acababan rodando por el suelo, ya fuera por un tropiezo casual o por la embestida de otros asistentes.

Pudieron escuchar de boca de alguno de los asistentes las palabras clave: "atentado", "suicida", "loco", así como las terribles aseveraciones como: "ha atropellado a alguien", "hay muertos" o "vamos a morir". De lo que no parecía que hubiera duda era de que algo gordo estaba pasando y que tendrían que escribir era otro hecho. Fue en ese momento cuando un joven se detuvo delante de ellas, pero tan solo por un par de segundos y se dirigió a las agentes.

- ¡Ha entrado como un loco y ha embestido con todo! - Dijo muy alterado. - ¡Ha atropellado a algunos! ¡Son tres! - Y entonces se marchó de nuevo a la carrera.

Justo después se escucharon varios disparos. Aina y María continuaron corriendo de forma instintiva hacia el lugar y entonces lo vieron. El camión se acercaba hacia el escenario. Allí se encontraban el oficial Más, el agente Tur y Campaner los tres con las armas desenfundadas y disparando contra el camión. El camión hizo un quiebro hacia la izquierda por tal de evitar el fuego enemigo y arrolló entonces a una joven que corría tratando de evitar todo mal. Una chica que iba a su lado se salvó también de ser arrollada por centímetros.

Le gente corría en la dirección a la entrada principal. En los rostros de los jóvenes se leía miedo y desesperación. Algunas chicas lloraban y chillaban asustadas. Se fijó como algunos jóvenes tiraban de sus presumiblemente novias y como algunos de los que huían en desbandada acababan rodando por el suelo, ya fuera por un tropiezo casual o por la embestida de otros asistentes. Fernando vio como Aina y María salían corriendo en dirección a la zona caliente dejándole a él atrás. 

Fernando pudo escuchar de boca de alguno de los asistentes las palabras clave: "atentado", "suicida", "loco", así como las terribles aseveraciones como: "ha atropellado a alguien", "hay muertos" o "vamos a morir". De lo que no parecía que hubiera duda era de que algo gordo estaba pasando y que tendrían que escribir era otro hecho. 

Fernando escuchó entonces las palabras del subinspector desde el walkie y justo después se escucharon varios disparos. Fernando pudo ver desde su posición, como a casi cien metros de donde se encontraba, el camión se acercaba hacia el escenario. Aina y María todavía corrían hacia allí y algo más alejados, como a ciento cincuenta metros se hallaban otros compañeros ¿El oficial Más, el agente Tur y Campaner? Posiblemente habían sido ellos quienes habían abierto fuego. El camión hizo un quiebro hacia la izquierda por tal de evitar el fuego enemigo y arrolló entonces a una joven que corría tratando de evitar todo mal. Una chica que iba a su lado se salvó también de ser arrollada por centímetros.

Álvaro y Javier corrieron en dirección  a la entrada principal. Era una iniciativa bastante lógica, pues si el camión había entrado por la parte trasera del polígono tan solo podía salir por la parte delantera. Fue allí donde se encontraron con el grupo del subinspector. Allí estaban Luis Mate junto a Rubén, Rosa y Antonio. Los cuatro corrían en dirección al lugar del incidente, yendo a la cabeza el jefe seguido por Rubén y algo más atrasados se encontraban los otros dos agentes.

Rubén había sacado su arma reglamentaria al igual que Luis, mientras que Rosa y Antonio iban con las manos libres de armamento y simplemente caminaban más rápido de lo habitual. Era evidente que en el momento de entrar al trapo, de ellos dos se podían fiar más bien poco. Pero en todo gremio había mejores y peores profesionales. Lo que si estaba claro era que el jefe y Rubén estaban preparados para afrontar cualquier cosa. Que luego los acontecimientos les superasen, era otro tema.

Le gente corría en la dirección a la entrada principal. En los rostros de los jóvenes se leía miedo y desesperación. Algunas chicas lloraban y chillaban asustadas. Se fijó como algunos jóvenes tiraban de sus presumiblemente novias y como algunos de los que huían en desbandada acababan rodando por el suelo, ya fuera por un tropiezo casual o por la embestida de otros asistentes. Desde su posición todavía podían ver a Fernando, el cual se hallaba solo y con el walkie en la mano. 

Álvaro pudo escuchar de boca de alguno de los asistentes las palabras clave: "atentado", "suicida", "loco", así como las terribles aseveraciones como: "ha atropellado a alguien", "hay muertos" o "vamos a morir". De lo que no parecía que hubiera duda era de que algo gordo estaba pasando y que tendrían que escribir era otro hecho. 

Justo en el momento en que Álvaro y Javier si unieron al grupo del subinspector se escucharon varios disparos. Desde allí vieron como el camión aceleraba hacia su posición encontrándose a unos quinientos metros del lugar. Posiblemente habían sido sus compañeros los que habían abierto fuego, pero... ¿Y si no? Vieron entonces como el camión hacía un quiebro a la izquierda y se escucharon gritos. ¿Habían atropellado a alguien?

Una vez dada la orden, Fernando se quedó horrorizado al ver las escenas de pánico de los asistentes que huían. De pronto, escuchó varios disparos... esperaba que hubiesen sido sus compañeros, pues, de lo contrario, la situación era todavía más grave de lo que había parecido en un primer momento.

Al ver el camión, que parecía maniobrar adrede para evitar ser alcanzado por los disparos, no tuvo ya ninguna duda de que aquello ni era un accidente ni un descuido: estaban sufriendo un atentado terrorista.

 - Hay que pararle como sea...

Imitando lo que Álvaro había hecho momentos antes, sacó su arma y la montó, y, apartando a las personas que huían en sentido contrario, comenzó a correr hacia el camión, mientras pensaba en qué opciones tenía... ¿Disparar a la cabina? ¿Intentar subirse?

Aunque la imagen era dantesca, con todos aquellos jovenes heridos, corriendo, gritando y llorando no me detuve a ayudarles, teniamos que detener el camion en primera medida y despues encargarnos de lo demas.

Avanzando lo mas rapido que podia mientras esquivaba a todo y a todos me prepare para dispara contra el chofer. No esperaba matarle, pero al menos que detuviera su accion.

Aquello era horrible. Si Aina ya se había preparado para una mala noche, aunque solo fuese por escuchar el "chumba chumba" hasta que saliese el Sol, no se había ni imaginado que algo así pudiese suceder. ¿Allí en Llanura? ¡Llevaban años de calma! Y tal vez precisamente por eso ni se lo habían esperado ni habían caído en que tal vez eran un blanco perfecto. 

Agradeció la información que les dio el joven con un asentimiento de cabeza. La cara de la agente Vallespir era un poema de preocupación y una seriedad que dejaba claro que no estaba mucho por tonterías, pero aquel chico les había dado realmente una información muy valiosa. Para empezar sabían que deberían buscar a tres personas, que presumíblemente iban dentro del camión. También parecía bastante claro que no era un accidente, menos aun cuando vieron como trataba de embestir el escenario, y como arrollaba a una chica.

-¡Malditos cabrones de mierda!- maldijo mientras salía a escasa distancia de María y disparaba apuntando a las ruedas del vehículo. Debían detener aquella masacre, aquella locura, y después... ocuparse de aquellos tres. 

Los mataría a hostias

Cuando escuche el accionar del arma de mi compañera no pude mas que hacer lo mismo que ella.

Aunque por un momento me parecia que practicamente se iba a disparar ella misma.

Aun asi yo tambien dispare.

Cuando Aina fue a disparar, simplemente el arma no detonó. Algo pasaba con la pistola, pues la joven agente trató de solucionar el problema, pero no logró hacerlo. Volvió a intentar disparar pero nada. Aina quedó completamente desconcertada. Nunca le había pasado algo igual en las prácticas de tiro. Si se le había encasquillado el arma, pero había resuelto con bastante facilidad. ¿Serían los nervios u otra cosa?

De lo que si fue testigo fue de como el camión acababa deteniéndose contra el muro de una de las empresas del polígono. En el interior de la cabina iban dos personas de aspecto árabe. Piel oscura y largas barbas, sin duda alguna eran moros. El accidente no les detuvo, pues inmediatamente salieron del camión. Ambos iban armados con cuchillos militares de gran tamaño. Justo en ese momento, María disparó contra uno de ellos, pero el disparo acabó perdiéndose en la lejanía, había fallado.

Los dos hombres comenzaron a correr en dirección a las chicas con sus armas en alto. De aquello también fue testigo Fernando, que llegaba desde la parte del concierto, tenía a ambos a tiro, aunque entre medias todavía quedaban jóvenes que ahora si, corrían presas del más puro pánico alejándose del lugar. Desde el otro lado, pero todavía al más alejados que Fernando, llegaban el oficial Más junto con Tur y Campaner, todos ellos con las armas desenfundadas y apuntando hacia los terroristas.

Álvaro corría junto con el subinspector y junto a Rubén en dirección a donde el camión había atropellado a alguien. Justo en ese momento acabó empotrado contra la pared de una de las empresas del polígono. En el interior de la cabina iban dos personas de aspecto árabe. Piel oscura y largas barbas, sin duda alguna eran moros. El accidente no les detuvo, pues inmediatamente salieron del camión. Ambos iban armados con cuchillos militares de gran tamaño. Justo en ese momento, María disparó contra uno de ellos, pero el disparo acabó perdiéndose en la lejanía, había fallado.

Fernando también estaba cerca de la acción y desde el otro lado llegaban el oficial Más, Tur y Campaner, todos ellos con las armas desenfundadas. En ese momento, fueron testigos de como los dos terroristas cargaban contra Aina y María, debían disparar o ser presa de aquellos afilados cuchillos. Ellos llegarían a posición de disparo en breve, pero todavía estaban demasiado lejos como para intentarlo y había demasiada gente todavía por en medio. Además, disparar desde allí sólo podía significar poner en peligro a mucha gente. Debían correr para ayudar a sus compañeros.

Arabes y terroristas!!! Si para algo habia entrenado era para enfrentar a esa escoria de la sociedad. No en mi pais, no en mi guardia. Sabia que algo habia pasado con Aina y su arma pero no podia detenerme a ayudarle, cuando venian en contra de nosotros.

- Detenganse!!!! Grite apuntandoles aunque no espere que lo hicieran.

Mi arma disparo dos disparos a cada uno como me habían enseñado. Si hacia falta repetiria la serie de disparos, al parecer habia fallado al segundo hombre.

Fernando siguió corriendo hacia el camión, que se había estampado, y pudo ver al conductor y su acompañante bajarse con armas blancas: iban a cometer una masacre.

Se fijó bien: ¿llevaban ropas abultadas?  Podían llevar chaleco antibalas, o incluso... mejor no pensarlo.

Siguió corriendo, con el arma apuntando al suelo en un ángulo de 45º y el dedo índice fuera del disparador, esquivando en su carrera a los jóvenes que huían, se acercó lo bastante como para minimizar la cantidad de gente que pudiera interponerse en la trayectoria de tiro, formando un ángulo con sus compañeras, de forma que no existiera la posibilidad de alcances por fuego cruzado.

Levantando el arma hasta encarar a uno de los dos terroristas, efectuó tres disparos, y, sin bajar el arma, encaró al segundo y efectuó otros tres. El primero recibió los tres impactos limpiamente, pero Fernando no fue capaz de acertar al segundo de ellos, que seguía blandiendo el cuchillo.

¡Mierda!
Pensó Aina mientras se peleaba con la pistola. ¿Qué le pasaba ahora al arma?
¡Tenía que joderse justo en este momento!

No había más tiempo para solucionar lo de la pistola, aquellos dos no iban a esperarse educadamente a que ella estuviese lista. Al contrario, una vez encastraron el camión bajaron con un par de cuchillos grandes, dispuestos a apuñalar y rajar.

Putos moros de mierda

Le surgió el pensamiento del alma, pese a que era consciente de que ni todos los árabes eran terroristas ni malas personas. Si hubiesen sido gordos hubiese despreciado su estado físico.

Sacó su spray en una mano, en la otra el arma extensible lista. No corrió a su encuentro, su arma no funcionaba pero sí la de sus compañeros, y si ella se metía en medio podía o bien recibir un disparo o bien impedir que sus compañeros disparasen por no darle a ella.

Aguardó, no con calma, eso era imposible, pero sujetó sus ansias e instintos. Si se ponían al alcance del spray les dispararía a la cara con la esperanza de que aquello les dejase perjudicados.

Venga hijos de puta, que quiero moleros las costillas a palos

Habían matado, a sangre fría además, no iban a irse simplemente con los ojos irritados y esposados. La justicia se encargaría de ellos después, pero no les recriminarían unos golpes.

María disparó contra uno de los dos musulmanes que corrían hacia ellas. Al menos dos balas impactaron contra él y éste cayó al suelo inerte. El cuchillo salió despedido resbalando por el suelo y acabó quedándose parado junto al bordillo de la acera. Una de las dos amenazas había sido neutralizada muy convenientemente por la agente Miranda.

Sin embargo, el segundo terrorista no sufrió daño alguno cuando Aina disparó, pues las balas no salieron de su arma y por mucho que trató de solventar el problema, finalmente la guardó haciéndose con spray y bastón extensible para tratar de defenderse de aquel hombre en el caso de que llegara a su altura. Lo tenía ya muy cerca para cuando apretó los dientes esperando lo inevitable. Por primera vez en su vida sintió miedo real a perderla. Su corazón iba a mil por hora y todo a su alrededor había desparecido, sólo estaba ella y aquel hombre.

Aina no veía nada más que a su agresor. No era consciente de la gente que corría en todas direcciones alejándose del lugar, tampoco de sus gritos ni de los de las palabras de sus compañeros. En realidad, ni había escuchado las detonaciones del arma de María. Se encontraba inmersa en el llamado "efecto tunel". En aquella situación de alto riesgo, su atención se centró únicamente en su agresor. Todos sus sentidos estaban sobre el enemigo y el resto del entorno quedaba inconscientemente descuidado.

Cuando ya lo tenía encima, fue a golpearle con la defensa en el brazo del arma, rezando en forma figurada para que el impacto le hiciera soltar el cuchillo justo antes de que pudiera clavárselo. Sólo esperaba que si fallaba, el chaleco antibalas pudiera aminorar los daños. Y entonces... aquel hombre cayó también al suelo y lo hizo a pocos centímetros de ella. Fernando acababa de abatirlo con tres disparos.