Partida Rol por web

[P.L.1] Policía Local de Llanura del Buenpaso.

Epílogos.

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15/05/2019, 11:59
Narrador

Epílogo 1.

Esa misma mañana el subinspector en persona acompañado por el alcalde del municipio les había dado la enhorabuena, pues habían superado las prácticas y ya habían firmado su plaza de funcionarios de carrera delante de la Constitución. Aquel día se culminaba su sueño de ser por fin policías locales con todas las letras, pues ya habían adquirido la condición de funcionarios de carrera.

El camino no había sido fácil. Horas de estudios durante muchos meses y en algún caso años les habían llevado en primer lugar a aprobar la oposición. Muchos de los chicos y chicas que se habían estado preparando con ellos habían quedado en el camino, pues no solo tenían que estudiar, sino que también habían tenido que pasar unas duras pruebas físicas y médicas y previamente completar todos los requisitos que les pedían. Título de bachillerato, carné de conducir tipo B y tipo A, psicotécnicos... y no acababa allí, pues luego pasaron a la academia. Más estudio, más exámenes, más entrenamiento físico y sobre todo mucha más presión. 

Sólo ellos sabían todo lo que habían hecho para llegar a ese día, a esa firma que era la guinda de unas prácticas en las que vivieron muchas cosas que no esperaban y otras que si. Pero ya estaba, habían acabado y era momento para disfrutar. No había sido fácil, pero lo habían conseguido y con la suerte de estar en una plantilla, que aunque tenía sus cosas malas, también tenía muchas buenas y debían quedarse con ellas.

Muchas eran las vivencias que los cuatro policías recién salidos de la academias habían acumulado durante los primeros seis meses como agentes de la autoridad. Habían probado lo mejor y lo peor del trabajo que habían escogido y por fin habían sido declarados aptos. Habían sufrido el desprecio de la gente tras haberles puesto una simple denuncia de tráfico, habían tenido que actuar con gente violenta, con borrachos y delincuentes. Habían visto la muerte muy de cerca y habían tenido que empuñar un arma y disparar a matar...

También había cosas buenas. El compañerismo que se generaba entre miembros de la plantilla, la satisfacción de ayudar a alguien necesitado, salvar la vida de alguien al borde de la muerte, detener a los malos y un sinfín de cosas más. No podían quejarse del horario, las vacaciones o el sueldo y al fin y al cabo, el oficio de policía era normalmente un trabajo entretenido que les sorprendía con intervenciones nuevas todos los días. Era el trabajo que habían escogido. Un trabajo vocacional, para el que no todos valían. Pero ellos valían y lo más importante, les encantaba ese trabajo...

Muchas eran las vivencias que nunca olvidarían y las personas con las que trataban en muchos casos tampoco les olvidarían a ellos. Los policías solían vivir los peores momentos de la vida de otros. Pero acabar el servicio y regresar a casa con la satisfacción del deber cumplido no tenía precio...

Eso era lo importante.

Notas de juego

Para acabar cada uno puede poner su propio epílogo. Si queréis claro!

Lo suyo es que me pongáis en vuestros epílogos lo que siente vuestro pj respecto a lo que ha vivido en los últimos seis meses. Como ha cambiado su vida... 

O cualquier otra cosa! Podéis narrar una intervención futura, una escena cotidiana de su vida... cualquier cosa que se os ocurra estará bien.

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17/05/2019, 14:59
Aina Vallespir

Se secó la nuca con la toalla. Había entrenado duro y tras la última serie de arrastres tocaba divertirse. Cogió los arneses, lo prometido era deuda así que practicaría un poco de escalada en el garaje con quién se animase. Había invitado a Fernando y a Álvaro para entrenar, escalar y después relajarse un poco. Había invitado incluso a Sara y la novia de Álvaro. A María no hacía falta, ella era ya parte de su familia, ¿Quien le iba a decir que una decisión tan impulsiva en su primer momento iba a traerle tantas cosas buenas?

En el techo del garaje había colgado unos pañuelos de colores, y cada uno tenía un color asignado y un punto de partida de ruta.

-El último que consiga su pañuelo es un burro-

Sentenció con seriedad al tiempo que emprendía su ascenso asiéndose con destreza a las presas, como haciendo trampas al no haberse dado señal de salida.

Era una tontería, pero Aina no había tenido muchos amigos en su infancia y ahora era cuando disfrutaba de tener un grupo de ellos, con diferencias, pero muchas más cosas en común, pues las experiencias vividas habían formado unos lazos importantes, al menos para Aina.

Ya en el salón, relajándose todos con una película y unos boles grandes de palomitas, Aina no pudo evitar pensar en el futuro. Al fin había logrado aquello por lo que tanto había luchado. Al fin estaba donde quería estar, pero era ahora cuando empezaría su verdadera lucha.

Sonrió a María con afecto y complicidad. En la casa de Aina jamás habían habido fotografías familiares, pero ahora habían algunas con su compañera de piso.

He tenido suerte pensó mientras observaba al resto. Había dado tan por sentado que estaría siempre sola ante el mundo que ahora se abrían miles de opciones, miles de variantes. ¿Le abría ayudado a curtirse todo lo vivido? Esperaba que sí, y que llegado el momento su arma no fallase, ahora la comprobaba cada día, incluso varias veces.

Se llenó la boca de nuevo con palomitas. Aquellos momentos eran agradables, pero antes de poderse permitir ser feliz de verdad tenía trabajo que hacer.

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17/05/2019, 18:29
Maria Mabel Miranda

El primer dia del fin de nuestros dias.

Porque habia un antes y un despues en la vida de Maria Miranda. Ser reconocida como Policia de pleno derecho no solo era el final de un duro camino de sacrificios y luchas, desde que se habia revelado ante la educacion de su familia o incluso antes con la muerte de su madre, pero como ella habia dicho alguna vez, has vivido si has dejado una huella positiva en las personas y ahora estaba seguro de ello.

No importaba el trasnocho, no importaban las horas de frio o incluso el peligro, porque sabia que al final aquella persona que acudia a la policia se sentiria protegida sin importar nada mas, y eso me hacia feliz, y hacia honor a mi madre.

Aun luchaba contra la almohada por mis miedos e inseguridades, incluso sin que Aina lo notara, porque durante muchas noches desperté con la vivida imagen de aquel arabe moreno que corria hacia mi con un cuchillo en la mano. Le habia disparado y no dudaria en volverlo a hacer pero haber quitado una vida te marcaba. Simplemente no habia vuelta atras, como cuando se rompe un vaso, podias pegarlo, incluso comprar uno nuevo, pero nunca seria lo mismo.

A solas con mi nueva hermana, porque Aina ya no era una compañera, su relacion era incluso otra cosa, en donde para detrimento de las feminista ni siquiera habia sexo, porque no hacia falta, con Aina habia bromeado acerca de la falla con su arma en aquel momento tan crucial pero agradecia mil vez veces que ella no hubiese tenido la necesidad de disparar asi como esperaba yo no tener que hacerlo nunca mas. Aun asi pasabamos alguna noches pensando como asegurarnos que nunca un arma se trabara, preferia morir a que Aina o alguno de mis compañeros pudiera ser herido porque mi arma no funcionaba a tiempo.

Y sin embargo alli estaba yo, con mi uniforme, fiel ejemplo de constancia y rectitud para proteger y servir al mejor estilo americano aunque no hubiese pelicula de Hollywood o serie de Netflix que realmente pudiese mostrar lo que sentia por mi trabajo y mis compañeros. Claro que si Aina y yo hubiesemos sido negras tal vez podriamos hacer nuestra version de "Bad Boys" aunque no podia imaginar a Aina en un Porsche..... pero a mi si.

Era el comienzo de lo que seria el resto de nuestras vidas.

Tenia mis reservas acerca del futuro y tal vez terminariamos solteronas dedicadas al trabajo pintandonos las uñas juntas mientras nos quejabamos del Alcalde, pero aun faltaba mucho tiempo para ello, tiempo que no queria perder, ibamos a vivir y al final contarian nuestra historia.

- Quien quiere un mojito? Dije con los vasos en la mano antes de lanzarme por la cola de mi animal colgada en la pared.

Notas de juego

Era mas largo pero se me borro.  =(

Voy a extrañarlos. 

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18/05/2019, 11:50
Álvaro Isern

El momento había llegado. Ese momento.

Las vivencias de Álvaro marcaban su carácter, no siempre fácil. Ahora tenía una plaza fija, unos compañeros de trabajo a largo plazo, algo nada habitual en la vida de Álvaro.

Tenía unas tareas y unas formas de actuar que perdurarían en su vida. Pocas cosas solían perdurar en la vida de Álvaro.

Los trabajos siempre habían sido algo temporal hasta encontrar EL TRABAJO. Los compañeros iban y venían. Ahora eso había cambiado.

Unos compañeros en los que apoyarse, alguien con quien poder compartir las dificultades de su trabajo y que le entenderían.

Un lugar donde sentar cabeza, tener un perro y quizás una pareja.

Un lugar donde poder tener una casa, su casa. No una de alquiler durante un tiempo. Sino SU casa.

Todos estos pensamientos golpeaban la mente de Álvaro que no se estaba enterando de nada de la película. Ni recordaba el titulo. Su cabeza volaba.

Maria le sacó de sus pensamientos de golpe...

-¿Un mojito? Mejor que sean varios.-

Álvaro se levantó y empezó a preparar las bebidas...repartiéndolas con sus compañeros.

-Chicos, me gustaría que brindáramos...- Carraspeó...

-Empezamos una vida nueva y con un equipo formado por amigos. Me gustaría que en todas las vivencias que nos esperan, nos mantengamos unidos, pues nos vamos a necesitar. Brindo por los novatos que fuimos, los policías que somos y los veteranos que seremos JUNTOS-

Álvaro levantó la copa...

-¡Por nosotros!-

Notas de juego

¿Cúando empezamos la siguiente dices? xD

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22/05/2019, 22:43
Fernando Tur

 - Bueno, pero aunque te hayan calentado la cabeza, has jurado - le dijo su tío - Que eso es lo importante. Siempre hay alguno que no jura, normalmente son unos cafres, pero con lo que os ha pasado a vosotros...  Pero vamos, que tus amigos y tú habéis jurado. Ya eres todo un pitufo, chaval - añadió, riéndose hasta que le interrumpió un ataque de tos.

 - Oye, tío...

 - Es broma, hombre. Estoy orgulloso de ti. Además, vas a estar mejor de local que aquí: que luego terminas harto de las mudanzas. Yo, si volviera a tener tu edad, no me lo pensaba.

La conversación siguió por esos mismos derroteros: su tío, en una frase bromeaba sobre cómo habría preferido que Fernando se metiera a la Policía Nacional, en la que él se había jubilado, y en la siguiente le recordaba lo orgulloso que estaba de él. Y no era para menos: en un año de prácticas, Fernando y sus compañeros habían visto situaciones mucho más complicadas que las que otros agentes nunca verían en toda su carrera.

Además, las habían solventado bien: y, cuando habían faltado medios, o conocimientos, los habían sabido suplir con profesionalidad y con ganas.

Sara no llevaba tan bien todo aquello. Durante la oposición, o durante la academia, no se había planteado realmente lo que significaba que su novio se pusiera el uniforme y llevara una pistola para trabajar. Fernando tuvo que dedicarle un extra de tiempo a su relación para compensar a la joven de alguna manera, aunque sabía que esas reticencias eran algo que iba a volver a salir a flote a lo largo de la relación.

En cuanto a Fernando, estaba bien, aunque se había vuelto más serio y más desconfiado, sobre todo cuando iba por la calle o conduciendo. Había tenido que ver cosas muy duras (un compañero muriéndose a sus pies, otro volándose la cabeza, el atentado...), y había tenido alguna situación desagradable en el trato con el ciudadano, que podía ser la parte más gratificante o más ingrata de su trabajo. No obstante, había descubierto que, pasado el impulso de la novedad, seguía poniéndose el uniforme en cada turno con más entusiasmo, si era posible, que antes.

Cuando veía las ventanillas del coche de Bernat teñirse de rojo, o a Gonzalo tirado en el suelo y musitando incoherencias, o a la chica arrollada por el camión...  Fernando se forzaba a pensar en otra cosa. No hablaba con nadie del tema, pero confiaba en poder pasar página por sí solo.

 

Al final, la charla con su tío se alargó, y Sara y Fernando llegaron un poco tarde a la casa de sus compañeras; lo cual intentó compensar siendo un poco menos soso que de costumbre, y luchando duramente por ser el primero en coger su pañuelo (y fallando estrepitosamente en el intento).

Cuando Álvaro propuso el brindis, Fernando chocó su copa con entusiasmo: - ¡Por nosotros!

 

Estaba a gusto allí, sentía que estaba con su gente, y el plan inicial de permutar aquella plaza por una en algún municipio de la península se había ido desdibujando con el paso de los meses. Fernando se iba a quedar en aquella plantilla.