Partida Rol por web

Los arqueros esqueletos mueven infructuosamente la cabeza, buscando al mago pero parecen incapaces de localizarlo.

Deciendiéndose por objetivos más sencillos, apuntan de nuevo al inquisidor y la oráculo. Una de las flechas se clava en el antebrazo de Eredhir.

"Otro impacto...esos bichos tienen mucha puntería" - pensó el elfo, que sangraba profusamente, pero no lo suficiente para impedir que lanzase una nueva descarga. Esperaba que fuese la última...

Sin duda la herida del antebrazo ha afectado a la puntería de Eredhir, pues sólo una de sus flechas impacta esta vez, con el esqueleto acusando el impacto y la posterior explosión de energía sagrada.

El resto fallan debido a la buena cobertura de la que disponen los enemigos. Las sonrisas sardónicas de los cráneos pelados parecen burlarse del grupo y desafiarlo a desalojarlos de las trincheras...
 

Dalía parece no ser consciente de que puede haber agujeros en el camino, y camina abiertamente hacia los dos esqueletos situados más al sur.

El acelerado cojeo de Dalía se ve súbitamente interrumpido cuando la oráculo parece hundirse en la niebla, desapareciendo de la faz de la tierra...

Dalía descubre de la peor manera posible una trinchera secundaria, destinada a proteger la principal, de 10 pies de profundidad con el fondo repleto de estacas afiladas...

Alatar contempla desolado el panorama. Ha perdido de vista a Dalía y ahora Eredhir se encuentra sólo ante los arqueros no muertos...

- En el peor de los casos, puede que consiga atraer alguna de esas flechas... - Pensó pesimista.

Camina y se para en un punto, trazando mentalmente una línea desde donde se encuentra hasta el resto de esqueletos. Recita su conjuro con vehemencia y apunta con su dedo en la misma dirección. El arcano aparece a la vista de todos, un instante antes de desatar un rayo de la punta de su dedo, que se dirige velozmente hacia los esqueletos.

Dalía falla al intentar agarrarse al borde de la fosa y cae, empalándose en cuatro de las estacas del fondo. Varios cadáveres, uno de ellos todavía empalado en las estacas, hablan del destino de las anteriores víctimas de esta trampa.

Alatar consigue ponerse en posición y descargar una poderosa descarga que destroza a los esqueletos en la trinchera cercana. La alegría con la que observa los resultados de su conjuro casi no le dejan observar que se ha situado justo al borde de una trinchera con el fondo tapizado de estacas.
 

Por un momento pensó que perdía la consciencia, pero afortunadamente seguía viva. Maldición, debía haber pensado en uqe habría trampas... 

Su primera reaacción fue avisar a los demás, por lo que gritó para advertirles:

- Cuidado, hay un foso antes del de los arqueros, con estacas.

Y al tiempo que estaba diciendo eso, cogió un pedazo de chatarra de los anteriores caídos y lo lanzó con fuerza al aire, en vertical, para que los otros pudiesen ver exactamente donde se había caído.

Después trató de cerrar sus heridas, pero su conjuro fue insuficiente. Tendría que repetir antes de volver al combate.

Los arqueros esqueletos restantes siguen impasibles en su trinchera y disparan a los objetivos a la vista.

Alatar, ahora visible, resulta impactado. Por suerte es solo un rasguño...

La oráculo había desaparecido en el suelo y el mago alcanzado - "Maldición!". La última andanada había sido inútil... quizá si apuntaba por un segundo más... alcanzó de nuevo tres flechas de su carcaj y disparó...

Uno de los esqueletos cae ante las flechas del arquero, sin embargo otro seguía en pie pese a ser alcanzado en la andanada.

Eredhir y Alatar escucharon de forma nítida un grito de alerta proveniente de las cercanías de la trinchera más al sur:

"Cuidado, hay un foso antes del de los arqueros, con estacas" resonó la potente voz de la oráculo. Al menos seguía viva...

Poco tiempo después, un viejo casco oxidado emergió de la niebla baja, 10 pies por delante de la trinchera donde todavía permanecía, desafiante, el último esqueleto. Dalía intentaba señalizar su ubicación a sus compañeros, lanzando un objeto que sin duda había encontrado en el fondo de la trampa.

Alatar, agitado pero contento de saber que el oráculo seguía con vida, piensa con rapidez. Viendo la zanja a sus pies, intuye que el lugar está plagado de ellas. No puede arriesgarse a lanzar un conjuro devastador poniendo en peligro la vida de Dalía. Y sí...

Quizá pudiera comprar algo de tiempo para Eredhir... Era una idea descabellada, sí...

Se tiró al suelo de forma que la niebla le conciliara. Sujetó con fuerza el colgante de su padre y se encomendó a Nethys. No muy acostumbrado a este tipo de menesteres, gritó:

- ¡Eeeeeeh tú! ¡Estúpido despellejado! ¡Correrás la misma suerte que el resto de tus hermanos huesudos! ¡Prepárate!

Y Alatar se levantó a la carrera en dirección al último esqueleto, pareciendo indicar que había perdido el juicio definitivamente...

El esqueleto se ve atraido por el figmento que conjura Alatar, disparándole una fecha que impacta en la imagen, atravesándola de parte a parte...

Empezaban a entumecérsele los dedos de la mano y la lluvia y el frío no ayudaban al respecto. Eredhir alcanzó una vez más el carcaj - le tocaba ya usar saetas normales; más les valía acabar con aquel último y terco no-muerto.

La última andada de Eredhir impacta dos veces en el último esqueleto, abatiéndolo por fin.

Eredhir y Alatar se acercan al foso donde ha caído Dalía y la encuentran herida (aparentemente se ha clavado varias estacas al caer en la trinchera), pero viva.
 

Registrando la zona del combate, el grupo encuentró:

-4 arcos largos compuestos de gran calidad

-4 corazas herrumbrosas pero servibles

-En el cinto de uno de los cadáveres que todavía permanecen empalados en las estacas de la trinchera donde cayó Dalin: un saquillo con gemas

¿Qué harían ahora nuestros héroes? Todavía quedaba la cabaña por explorar, y detrás de ella se vislumbraban a través de la niebla varios edificios...