Partida Rol por web

Con la presencia de la chica todo se había complicado, debían asumir su rol pero no podían dejarla morir. El paladín pensó en lo que haría su dios. A la mierda... si esto se pone mal iremos a ayudarla. Lybious, tú has competido en la arena, en cuanto la chica se vea de verdad en dificultades te sigo.

Estaba hablando de saltar desde una altura considerable, ponerse en evidencia y tratar de frenar al resto de enemigos... pero qué carajo, ya pensarían cómo justificarlo.

Aunque algo le decía que no iba a hacer falta su presencia.

El samsaran se acarició la nuca, se notaba incómodo. Miró el horrible espectáculo en la arena, la lucha a muerte, la ejecución. Los demás no lo veían con buenos ojos.

- Tendría sentido que te lanzaras contra los orcos, puede estar justificado que los odies debido a tu herencia.

Le decía al semiorco con claras referencias a su sangre mestiza. También creía que Halem podía aportar de sentido a una acción así, ¿pero el resto? ahora se percató de que podía ser que acabaran dando una zancada en tierras movedizas con la esperanza de lograr salir airosos del traicionero terreno.

- Puedo lanzar maldiciones para apoyaros, pero mejor será que nadie use magia divina.

Mientras habláis entre vosotros, podéis ver cómo el combate y transcurre, los orcos se lanzan sobre Haleen, atacando despiadadamente con sus mazos. Uno de ellos cae sobre la mujer, que con un calculado paso lo esquiva y de un salto se sube a la maza del orco, y corta a través de su torso con la afilada cimitarra que blande en un movimiento magistral.

Los otros tres orcos rugen de furia ante la herida de su compañero y vociferan en su idioma gritos de batalla. De un salto Haleen pasa por encima de las cabezas de otros dos, que terminan atacando al aire hasta que, finalmente el tercero, a quien ella no ve, desata un ataque que la lanza al suelo y la desarma de su cimitarra, que se desliza hasta el borde de la arena, ante lo que el público contiene la respiración.

Los otros dos orcos se posicionan encima de la aguerrida derviche, listos para desatar sendos ataques sobre Haleen.

"¡Apuestas, apuestas! ¡Siete a uno en favor de la mujer! ¡Siete a uno!" — anuncia un hombre de mediana edad que recoge las participaciones del público.

Lybious, lo que los orcos gritan, en orco, es:

"¡Sangre y honor! ¡Por el Gran Jefe Libyon!"

En orco grito[b]"El gran jefe Lybion cayo en la arena... Y AQUI ESTA, MIRANDOOS, EL HEREDERO DE SU RABIA"

"YO SOY LYBIOUS, EL GLADIADOR DE KELMANARAE"

Dicho esto, levanto la Rudis, desafiante, y piso con gran fuerza el suelo, tratando de distraer -y quiza intimidar-

Mirando a los dos que quedan, les espeto algo en mi idioma natal, el orco. Si es que hay algun idioma que pueda llamarlo "idioma natal", claro!

Parece que repito algunas palabras que ellos han dicho, y hago movimientos desafiantes, aplastando el suelo y agitando mi rudis. Una espada de madera que me marca como un esclavo que ha ganado su libertad.

A todas luces, encuentro el "espectáculo" como algo que no es sino un insulto a la arena, un insulto a la brava desviche y un insulto a los orcos que combaten.

Apenas presto atencion a las palabras de Silene, pero tengo claro que saltar a la arena puede ser peor para esta mujer. Podrian declarar el combate nulo y hacerla luchar de nuevo.

- La chica sabe arreglárselas sola, no cabe duda.- El paladín estaba admirado ante la destreza de la mujer.- Si dices que la conoces haremos algo por ella... cuando mate también a esos dos y vuelva a su calabozo, pues la tendrán presa para este impío ocio.

- Si hay que jugársela yo lo haré, no parece merecer eso.

Obviamente los ánimos estaban altos porque contaba con la ayuda del resto, sin ellos sería un suicidio.

- Yo no apostaré a este sucio juego, no me gusta que se fomente la tortura y la muerte como un nivel de diversión.

Ya más relajado se cruzó de brazos sabiendo que no se necesitaba ya su ayuda.

"Apostad" gruño

"Si conseguimos una buena suma, podremos comprarla. Sera mejor eso que batirnos a espadazos contra toda la ciudad"

Demasiado conmocionada como para poder pensar mucho en lo que hacía, Silene siguió las instrucciones de Lybiux sin prestar atención real, pues no perdía ojo a la arena, solo sabía una cosa, si Haleem caía, ella saltaría inmediatamente al cuadrilátero, a rescatarla... Le daban igual los Gnoll, le daba igual el dinero, le daba igual todo. No podía permitir que a Haleem le pasara algo. 

Casi sin mirar al apostador, tendió la bolsa con todo su dinero en ella. Apuesto por la chica. Dijo intentando sin lograrlo demasiado, aparentar tranquilidad. Con suerte, los demás confundirían su ansiedad con excitación por las apuestas y el combate

Estaba mirando el combate, desconcertado ante el despliegue de horribles emociones que se reflejaban en los presentes. Se mostraba allí la peor cara de los seres humanos, apartados de la contemplación y el conocimiento. No podía criticar demasiado, las vías samsaran no eran muy fuertes en él, la esclavitud le apartó de los suyos quedando solo vagas nociones de qué significaba ser uno de los suyos. Tenía ciertos recuerdos de otra vida dedicada a la magia, era mejor estudioso entonces que ahora. Luego había algo más, una vida dedicada a servir a una deidad cuyo nombre no conocía, vagas imágenes de un hombre rezando en un exótico templo así lo atestiguaba.

Se sacudió aquellos pensamientos para mirar la arena y a Halem, era un espectáculo monstruoso pero cierto era que se la podían jugar si les permitía conseguir fondos para comprar a la mujer. Estaba en desventaja, con la pelea casi perdida, ¿lograría salir de aquella? tenían que matar al líder gnoll y rescatar a sus antiguos compañeros. Ojala cuando los gnolls fueran derrotados los demás vieran que no había peligro en liberar a Xulthos, que era otro prisionero más.

- Apostaré por la mujer, aquí van doscientas monedas.

No le movía la codicia sino el doble objetivo de aparentar ante los presentes y tener fondos si era cierto que podían sacarla de allí para que les acompañara.

Haleen gira rápidamente en el suelo, usando una sola mano para levantarse en un acrobático movimiento a la vez que recoge su espada. Una voz en orco grita desde las gradas, y los tres orcos se giran para observar a un imponente Lybious que les impresiona tanto que responden en su propio idioma, y apenas tienen tiempo para reaccionar al siguiente movimiento de la mujer.

Haleen no tarda en aprovechar esta oportunidad para lanzar un devastador tajo a la espalda de uno de los orcos, mientras se ríe:

"¡En los combates tienes que mirar a tu oponente, no al público!" — en un sólo golpe cae derrotado ante el acero de la derviche. El público se ríe del cruel comentario y la táctica de la derviche, que parece estar aprovechando un inusitado golpe de suerte, pero todos los ojos estan en el recién llegado que se ha puesto de pie en la barandilla.

Los otros dos orcos rugen de furia con un nuevo grito hacia Lybious, ambos se abalanzan sobre Haleen y desatan un ataque combinado desde ambos flancos, uno de ellos consiguiendo impactar a través de la finta de Haleen, impactando directamente en su caja torácica con un crujido de costillas, para regocijo de los gnolls del público que se ríen como hienas ante la vision de la crueldad.

El hombre de las apuestas os entrega a cada uno dos fichas de madera, talladas en forma de triángulo, donde escribe la cantidad de monedas que habéis apostado.

"Podréis reclamar vuestro premio en la taberna." — dice señalando al otro lado de la arena — "Si es que sobrevive para contarlo JAJAJA Esos orcos están muy cabreados."

Lybious, lo que los orcos gritan es lo siguiente:

"¿¡Tú!? ¡Mocoso endeble, no eres el heredero de Lybion! El Gran Jef...!" — se cortan cuando Haleen derriba a su compañero y vuelven a gritar:

"¡Si realmente eres su heredero, ayúdanos! ¡Antes de que esta mujer nos mate uno a uno!" 

"¿Acaso el gran Lybion necesitaría a CUATRO para vencer a una mujer humana? Eran cuatro humanos los que caian ante su furia."

"¡TU! ¡El del colmillo roto y el rostro feroz! ¡Demuestrale ahora a Lybious tu valia, luchando mano a mano! ¡Demuestrame que sabes luchar combate sólo, o no vuelvas a ensuciar el nombre de Lybion!"

Mis gruñidos en mi idoma van acompañados de los movimientos que aprendí en el Ludus, imitando al viejo Lybion. Una presentación en la que rompia unas cadenas (Preparadas para tal evento, por supuesto) y alzaba la Gladius rugiendo el nombre de la arena.

"Los ha separado" musito a Silene "Si el truco funciona, ahora lucharán de uno en uno"

"Haleem ha ganado. Si resiste este golpe de ahora, habrá ganado" Sin embargo, dado que los ojos de la multitud se han posado en mi, aprovecho: Hago una presentación guerrera. Un movimiento de gladiador mostrandose a los enemigos.

Y es uno realmente famoso. Los que admiran los juegos de gladiadores pueden reconocerlos. Exactamente como vosotros tambien, si visteis algunos de los carteles de la arena que os mostré la noche anterior.

- Eh, Chaval ! grito Mondo al ver como se tornaba el combate, 100 monedas para la mujer dijo sacando una bolsita de su zamarra.

Total si la mision sale mal no lo necesitaré y si sale bien, pues son 700 piezas de oro que dan para un buen festin, penso mentalmente mientras esperaba a que el corredor aceptase la apuesta

Mirar el espectáculo le causaba gran pena a la par que le hacía pensar sobre su propia mortalidad. Sabía que vivió otras veces en el pasado mas no podía tener la seguridad de que la reencarnación siguiera ocurriendo pues no recibió la educación que debía, era culto mas a la manera de los humanos. Apostar incluso era un ejercicio de avaricia, se preguntó si podía calificarlo así, le convenía para mostrar holgura económica pero también calculó las opciones de que la mujer ganara y eran asumibles. Un samsaran auténtico habría demostrado sobriedad, así lo habrían hecho los antecesores que podía recordar, el mago y el clérigo, muy dispares entre sí pero más dispares todavía con Bakji.

- Esta situación no es justa. Que no intervengamos me hace pensar en la fuerte fé que guardamos en que las cosas saldrán bien.

Bakji tenía fé, podían llegar hasta el líder gnoll, derrotarlo junto a sus secuaces, al menos los justos para desestabilizar el campamento. Incluso podrían enfrentarlos, se preguntó si habrían más disputas internas además de las del caudillo con su esposa arpía.

Súbitamente, los orcos se miran el uno al otro y uno de ellos, cuyo colmillo está roto y muestra una cicatriz cruzando su cara de una antigua batalla, da un paso al frente mientras el otro se aleja ante los abucheos de los gnolls.

Ruge de furia mientras grita en su idioma y se abalanza sobre Haleen con viciosidad. La espadachina meramente da un paso al lado y ensarta la cabeza del orco a través de su cimitarra como si de una sandía se tratase, extrayendo el arma de su calavera y limpiando la sangre en un grácil movimiento.

El otro orco queda paralizado de miedo y tira su arma al suelo, y Haleen hace una ostentosa reverencia hacia el público que, tras unos segundos de silencio, estalla en una ovación, mientras muchos aplauden a la increíble espadachina que ha derrotado a cuatro orcos a la vez, otros abuchean por haber perdido sus apuestas.

Pero es en ese momento, que los ojos de Haleen se clavan en Silene y podéis ver terror genuino en su rostro.

"¡Bah! ¡Inutiles! ¡Traed al campeón!" — exclama con una orden  autoritaria una imponente figura desde la grada del segundo piso. Su voz es profunda y con cada palabra hace temblar la tierra.

Una mole de hombre de más de dos metros de alto porta una gigantesca hacha que le iguala en altura y se porta con el orgullo de un jefe. Varios gnolls saltan a la arena a su orden, y empiezan a retirar los cadáveres de los orcos, aunque no las desagradables manchas de sangre y vísceras, así como llevarse al orco superviviente bajo grilletes.

El imponente hombre se retira hacia el interior del segundo piso, más allá de la vista de la plebe mientras el ambiente se calma en el interior del mercado de batalla.

Bakji, puedes leer claramente en el rostro de este hombre: Él sirve al mismo propósito que tú, liberar a Xulthos de su prisión. Seguramente, pudiera ser tu aliado si fuera convencido.