Partida Rol por web

Sin estar muy seguros de vuestro estado, ya que tenéis algo de sudor y una especie de dolor de cabeza, apretais el paso  y seguís al voluntarioso leñador con el que habéis negociado un trato durante una hora hasta la entrada a un gran claro en el bosque.

En el claro hileras de plantas floridas pintan esta gran apertura de colores rojo, naranja y amarillo. Una cálida brisa sopla y un olor agradable sale de las incontables flores y capulos, llenando el bosque de una fragancia maravillosa.

Pero entre las flores parece que hay jardineros cuidándolas, y están atentos...

Cuando llegaron al clro el elfo miró en su derredor por si veía algo que se le escapaba a simple vista. Buscaba a los que cultivaban esas flores o a los que las vigilaban.... o algo anormal o extraño.

Por si su intuición era correcta, al antrar se  metió ligeramente en el bosque para pasar desapercivido y que no le vieran. Si estaba en lo cierto, pronto verían quien se "encargaba" del cuidado de las flores.

Siguiendo los pasos dwel elfo se adentró en el claro, observando en los arboles y arbustos mas cercanos por si hubiera otro bicho asqueroso.-Este aroma me es conocido aunque no caigo donde lo he olido antes- Dice mientras mira a ver donde están el viejo gruñon y el druida

 Tantas flores ponen al buen Stilgur nervioso, que se esfuerza por no estornudar mientras pensaba con gesto ceñudo:

( ¡¡Madición!! Seguro que es cosa de los elfos ... mira que les gustan estas tonterías ... )

Valändil siguiendo al grupo contempla las flores intentando averiguar de que tipo se trata.

Los jardineros que están cuidando las extrañas flores entre los matorrales, os avistan nada más llegar.

-Intrusos ¡Matadles!-

Y se preparan para echar mano a sus hondas... algo muy sucio está pasando aquí, estos no son verdaderos druidas, y esas flores...

Aaronvir logra ver que los jardineros están enfermos con la misma enfermedad que los leñadores, pero no aparetan tener los dolores y malestar de estos últimos, sino que llevan sus cicatrices con orgullo.

El combate es inevitable, vuestro amigo leñador que os ha traido aquí se retira unos pasos ya que no está en condiciones de luchar.

Aaronvir mira al jardinero que acababa de sentenciarles con cara de incredulidad. No deseaba una confrontación contra los jardineros y menos al  ver que ellos no sufrían como los leñadores. Algo tienen o han encontrado. Se dijo elexplorador.

Alzando una mano, el elfo levantó la voz.- ¡No, por favor!.- Gritó en un intento de que todos les escucharan.- ¡No hemos venido a guerrear ni a luchar con nadie!.- Continua a viva voz.- ¡Solo queremos hablar!.- Dijo y acto seguido levantó la mano restante con elarcoenvilopara que vieran que no quería utilizarlo.

Stilgur ruge al ver que pretenden atacarles, intuyendo algo extraño en los jardineros enfermos. El enano se encontraba cansando de ser amenazado una y otra vez. Si bien su intención no era letal, ya tendrían tiempo de estabilizarles si quedan inconscentes.

- ¡¡Malditos bastardos!!

Con ese grito y algunos juramentos en su idioma natal corre y descarga un poderoso golpe contra el primer jardinero.

Stilgur se lanza como si fuera lo más natural para él a por el primero de los jardineros, que lo contempla con odio al recibir un martillazo.

-¡Esparciré tus entrañas para que estas flores crezcan más alto! ¡En el nombre de Urgathoa, diosa de la muerte en vida, la putrefacción y enfermedad!-

Välandil utiliza su honda para intentar derribar al Jardinero que ataca al enano.

El disparo del verdadero Druida se ve influenciado por la presencia de Stilgur, y para no golpear a su compañero, tiene que apuntar más a la derecha, fallando el tiro.