Partida Rol por web

-Es el Glamour -suspiró Teo-. Necesitamos más, mucho más. Tenemos que encontrar otra fuente.

Había oído suficiente. Tenía que largarse antes de que lo exprimieran a él también. Necesitaba hablar con Tristán. Esos sátiros estaban adictos al Glamour, y persistían en una adivinación. Si ya habían visto el icono, ¿Para que se esforzaban tanto en alcanzarlo dentro de la visión? Era estúpido, excepto para sentir el glamour fluyendo a través. 

Aun con Fina en brazos, se deslizó de nuevo hacia los campos de girasoles. Necesitaba salir de allí y Fina debería ir con él. 

Tan pronto como se alejaron Fina saltó de sus brazos y le ladró antes de salir corriendo de vuelta al cenador donde la había encontrado.

¿Por qué querría Fina quedarse, si Teo la trataba así? Aun podía obtener algunas respuestas, así que la siguió hasta el mirador. Le dió algo de ventaja para que tomase forma humana sin problemas

Cuando llegó al cenador Fina estaba sentada en las escaleras poniéndose la camiseta. Pasó la cabeza por el cuello rápidamente y estiró de la tela hasta su cintura antes de mirar a Segismundo con ojos enormes y expectantes. El llanto había quedado atrás y, aunque aún parecía triste y vulnerable, era obvio que estaba más animada.

- Eso ha sido muy raro ¿Qué es el pez? ¿Para que lo necesitaís?  y ¿Porqué te incluyen en esto?... No entiendo nada, pero sé que te han hecho daño, y que no deberías quedarte aquí. Por favor, Fina, ven conmigo.Te mereces estar con gente que no te pegue.

Fina se encogió de hombros y se pasó los dedos por el pelo. Le hizo sitio en los escalones de madera para que se sentara si quería.

-No lo entiendes. Necesitan Glamour porque... bueno, porque lo necesitan. Yo les ayudo.

-No, no lo entiendo. Ellos quieren Glamour para hacer Cantrips poderosos y soñar despiertos con las visiones. Eso no tiene nada que ver contigo. Si lo quieren que se lo busquen ellos. Además, una cosa es que los ayudes y te devuelvan el favor, si te pegan y te Saquean está mal. 

Miró a Fina, atónito y desarmado.

- Lo siento, Fina, voy a tener que chivarme.

-¡No! -se puso de pie de un salto, recordándole a Segismundo que aunque fuera una niña seguía siendo más mayor, más alta y más fuerte que él-. No puedes. Ni se te ocurra, ¿me oyes?

Aunque una parte de él, aquella más bien inconsciente y cotilla, le solía hacer ignorante del peligro al que se enfrentaba. En esta ocasión se hallaba ante una Rebelde, con pocas ganas de hacer lo que Segismundo consideraba correcto. Como ocurre con todos los niños, y en muchas ocasiones los adultos, el Sluagh estaba convencido de que estaba haciendo lo que se debía. Teniendo que elegir, entre mentir o correr, fue consciente que se le daba mucho mejor la segunda opción. Aunque tampoco era su fuerte.

Sin tan siquiera responder a Fina puso pies en polvorosa, hacia el bar de Cortapanes. Necesitaba hablar con Tristan, y cuanto antes mejor.

Hubo una explosión de Glamour y en cuestión de segundos Segismundo perdió de vista el sendero y se vio totalmente rodeado de girasoles, sin ningún punto de referencia que le indicara dónde estaba.

Fina salió de entre los altos tallos y le saltó encima. Tenía aspecto de animal enfermo, con los ojos llenos de lágrimas y los dientes desnudos.

-¡No! ¡No! ¡Cállate, Júramelo, cállate! -lloraba desesperada.

-Fina, esto está mal. No sé en que embrollo te has metido, pero necesitas decírselo a un adulto. A alguien que pueda protegerte. Antes de que salgas herida. Antes de que Teo te haga daño de verdad.

Respondió el Infantil, mientras acudía a los sentidos de su Linaje, para ver a través de las falsas apariencias y buscar la salida. 

No le costó demasiado darse cuenta de que seguía en el sendero. Los girasoles que tenía delante y detrás eran falsos; las imágenes se marchitaban tan pronto se acercaba a ellas, y pronto dejó atrás a la poooka.

Fina no hizo ningún esfuerzo por perseguirle. La perdió de vista en cuestión de segundos, pero cuando encontró el arco de piedra que marcaba la salida del feudo aún podía oír sus gritos desesperados.

Al otro lado le recibieron el callejón y el muro de piedra familiares. Había vuelto al mundo gris.

Caminó por las calles en busca del bar de Cortapanes, esperaría allí a Tristan. En cierta medida era como un hermano, pero también era su señor. Como Sluagh, una parte de él le empujaba a actuar como su espía, ya que de todas formas metía las narices en todas partes.

Cualquier miedo que pudiera tener de que le persiguieran resultó ser infundado. Llegar a la baronía del Orujo resultó más complicado que salir del Campo de Girasoles. Tuvo que esperar a que llegara un autobús que le llevara a Seseña y recorrerse el pueblo hasta llegar al bar. No fue necesario entrar, ya que Tristán estaba fuera fumando.

El sidhe estaba sentado en el bordillo de la acera ojeando el periódico. Desde dentro del bar llegaba el barullo habitual. Un parroquiano soltó un grito alegre y la voz de Cesi respondió con una carcajada.

-Hola, Segis -dijo a través del cigarro que le colgaba de los labios-. ¿Qué haces aquí?

- He descubierto algo horrible, Tris.- Si no estaba equivocado, Lord Tristán era vasallo directo de la señora de Fina y Teo. Tal vez pudiera hacer algo por esa situación.- Pero no sé si debo contártelo. Si le hacen algo malo a alguien a quién quieres, pero esa persona no quiere que lo cuentes...¿Debería decírtelo?

En los ojos del barón apareció un brillo avaricioso nada común en él y se inclinó hacia Segismundo. Le dio una palmada a la acera para invitarle a sentarse y sacudió la ceniza de la punta del cigarro.

-¿Qué ha pasado? -preguntó soltando una bocanada de humo-. ¿Tú estás bien? Cuéntame, a ver si puedo ayudarte.

-Yo sí... pero Fina...- Se cogió una mano con la otra.- Teo está con sus amigos del Trago, haciendo Cantrips de Adivinación, y para sentir más el Glamour, consumen grandes cantidades de golpe. Están obligando a Fina a que lo consiga para ellos, y cuando no lo hace, la Saquean. He visto como la pegaba, Tristan. Lo peor es que la han convencido de que ella también necesita lo que quiera que están haciendo ellos. No sé que hacer. 

-¿La pega? Segis, no digo que no te crea pero, ¿tú estás del todo seguro de esto? Es una acusación muy seria. Piénsalo muy bien, ¿eh?