Partida Rol por web

Ahí te encontrabas, nervioso o no, puntual o no, pero estabas finalmente ahí. Ya os habían explicado el método de funcionamiento. Llegaríais y habría una sala con mesas y sillas, una vez todos sentados en las sillas con vuestros nombres, sonaría una campana que daría el comienzo de los 10 minutos con esa persona. Podíais hablar de lo que quisierais, tomar lo que quisierais pues los camareros pasaban continuamente por allí y cuando la campana volviese a sonar, los chicos se moverían una silla al lado. Fácil y sencillo. Cuando llegáis es tal y como os lo han descrito.

Una vez todos sentados, da el comienzo de la cita un sonido que oiríais bastante. ¡Cling!

- Hola, me llamo Aila, encantada de conocerte - dije con una sonrisa.

Me sentaron en el primer turno con un hombre con barba y el pelo oscuro, tocaba presentarse, aunque se podía ver en las tarjetas que había en las mesas. Quizá lo de presentarse había sido demasiado obvio, pero por algo había que comenzar.

-¡Hola! -saludé a mi primera cita, animado.

Se trataba de una chica joven, bajita, pelirroja, pecosa y de ojos azules. A simple vista, parecía una muchacha bastante agradable y simpática.

-Soy Eric, encantado. ¿Qué tal? -me presenté, con una sonrisa. Tras esto, me acerqué a darle dos besos en las mejillas a modo de saludo. Me dirigí entonces a uno de los camareros y añadí-: Para mí, una pinta de cerveza, por favor. -Después, dirigí una mirada a Aila, esperando a que ella indicara si quería tomar algo.

- Pues, algo nerviosa, la verdad - contesté -. A mí, otra pinta, por favor - pedí.

Mi primera cita de la noche parecía, de primeras, un hombre bastante amable. Le gustaba la cerveza y eso era un punto a favor, porque a mi también me gustaba, pero no era plan de quedarse en ese único detalle.

- Nunca he estado en una de estos programas de citas, espero estar a la altura de las expectativas - dije soltando un leve bufido que hizo que se agitase uno de mis rizos rojos -. En fin, ¿de dónde eres? - pregunté casi sin pensar

-No te preocupes, no tienes que estar nerviosa -le dije a Aila, con una sonrisa cordial que trataba de relajar la situación-. Si te notas muy incómoda en una cita, siempre puedes hacer como que te llaman al móvil y dejar que pasen los minutos. Nadie notará nada -Reí, dejando entrever que sólo se trataba de una broma para romper el hielo, y di un leve trago de la cerveza-. También es la primera que entro en uno de estos programas de citas, me dio curiosidad.

-Pues soy de Derry, un pequeño pueblecito en Maine -respondí a la pregunta de la pelirroja-. Aunque ahora vivo en Kansas City. ¿De dónde eres tú, Aila?

- Uy, yo no podría hacer eso - dije riendo -. Que va me da mucho apuro. Espero que no me lo hagas a mí - añadí -. Va ahora en serio, soy de un pueblecito de Inglaterra, pero actualmente resido en Londres - dije haciendo una pausa y asintiendo con la cabeza -. Pero viajo bastante por mi profesión, soy fotógrafa y de momento voy viviendo con lo que consigo vendiendo el material a revistas y periódicos.

Hice mi pausa para beber un poco de cerveza y dejar a Eric que hablase.

-¿Eres fotógrafa? Uauh -comenté, ligeramente sorprendido. Aquello era una agradable casualidad-. Pues no te lo vas a creer. pero tú y yo estamos en el mismo mundillo entonces. Soy periodista. Trabajo como reportero para un periódico de tirada local de mi ciudad. Ahora mismo, trabajo en la sección de Sucesos, informando de toda la actualidad de Kansas City. Suelen designarnos a mi compañero fotógrafo y a mí para cubrir noticias de crímenes, eventos en las localidades de los alrededores, fiestas, celebraciones, etc. De todo un poco.

-Y dime, ¿has viajado alguna vez a los Estados Unidos? -Sentía cierta curiosidad de si el trabajo de Aila le habría llevado a viajar a mi país. Siendo fotógrafa, puede que incluso tuviéramos conocidos en común.

- ¡¿EN SERIO?! - dije alzando la voz, me tapé la boca al instante - ¿En serio? Yo trabajo de forma independiente, y me gusta más el trabajo artístico de la fotografía, pero por ahí hay algunos artículos en varios periódicos londinenses o en alguna revista de viajes que tiene mi firma - continué diciendo ya con la voz más baja.

La verdad es que, aunque su trabajo se asemejaba en algo al mío el parecía tener una situación diferente de la mía, laboralmente hablando.

- Pues sí, he ido unas cuantas veces a visitar diferentes sitios - le contesté -. Estuve fotografiando las cataratas del Niágara para un artículo en la revista de una agencia de viajes local, y también me hice un tour por la costa oeste en otra ocasión para la misma publicación, pero sobretodo acabo vendiendo fotografías de eventos a publicaciones periodísticas, como hacéis vosotros. Pero a parte trabajo mi fotografía de forma artística, tengo varios proyectos que intento vender a diferentes galerías, a ver si expongo algo - apunté - Y tú, ¿viajas mucho, a parte de las zonas que visitas para hacer los artículos?

-No suelo viajar mucho por mi cuenta -reconocí, encogiéndome de hombros-. Por lo general, mi trabajo no me da para permitirme muchos descansos. Tengo que estar siempre al pie de la noticia, aunque al poder ir a cubrir toda clase de eventos y noticias, es habitual que suela viajar a lugares cercanos. Cuando era más joven, sí que viajaba más, sobre todo en mi época de la universidad. E incluso he estado en Reino Unido dos veces, y una en Irlanda.

-Y más allá del trabajo, ¿qué me cuentas de ti, Aila? ¿Cómo acaba una chica como tú en un programa de citas? No pareces el tipo de mujer que tenga problemas en encontrar pareja.

- Nah no serás tan mayor, seguro que si te quitas la barba se te queda la cara como el culito de un bebé - le contesté con una sonrisa -. Pues la verdad es que estoy en parte porque no me va el rollo que se tiran los tipos que me entran, generalmente, y luego por curiosidad, digamos que estoy explorando formas en las que no me sienta violentada cuando alguien me pide una copa - le contesté con sinceridad -. De momento me estoy sintiendo más a gusto que de costumbre, así que es un punto para las speed dates - añadí guiñando un ojo -. ¿Y que hay de ti? Dijiste que viniste por curiosidad, está claro que la barba te da un aire interesante que suele volver locas a las chicas ¿cuál es tu punto débil con nosotras?

-Bueno, no dije que fuera tan mayor, solo que cuando era más veinteañero viajaba más -comenté, divertido. Di un nuevo trago a la cerveza. Escuché en silencio las palabras de Aila sobre el motivo por el que se había apuntado a participar en un programa de citas-. En mi caso, me pudo la curiosidad para saber si este tipo de programas resultaba efectivo y... -me pasé una mano por la nuca, rascándome el cabello- digamos que aunque suelo tener cierto éxito con las mujeres, la mayoría de mis últimas relaciones han sido compañeras de trabajo y la cosa no siempre terminó muy bien. Muchas veces, se palpaba la tensión en la redacción. Prefiero no pasar más por eso y por eso pensé en conocer gente ajena a mi entorno laboral. Vi el anuncio de PCD y decidí apuntarme.

-Y tienes razón en lo de la barba. No sé por qué, pero a todas os encanta. -Me reí, divertido mientras me mesaba la barba levemente-. Sobre mi punto débil... hmm... Te vas a reír, pero me llaman mucho la atención las pelirrojas. Siempre me ha gustado el tono de pelo muy encendido en una mujer, creo que le da un aspecto salvaje, distinto. Irónicamente, la mayoría de mis parejas han sido morenas o rubias.

- Oh, así que no has conocido todavía una pelirroja que te ponga los puntos sobre las íes - dije divertida -. Supongo que trabajar con quien tienes una relación, o sabes llevarlo realmente bien, o luego todo son problemas. Yo no tengo demasiada experiencia, pero las pocas relaciones que he tenido han sido con compañeros de clase y se definían como libres en cuerpo y alma, siempre después de liarmela y después, como ya te he dicho, me he dedicado a pasar de los típicos babosos de antros y discotecas - añadí para echar un nuevo trago a la cerveza -. En cuanto a mi tipo de hombre, siento decirte que los morenos con barba sois bastante habituales - dije riendo -, pero ciertamente, la barba es algo que a mí me gusta - añadí con un guiño -. ¿A parte de tu trabajo, tienes alguna afición?

-Bueno, quizá acabe de encontrar ahora mismo a esa pelirroja que me ponga los puntos sobre las íes -comenté, con una sonrisa, divertido y dando otro trago más-. No tengo muchas aficiones, aunque me gusta bastante el senderismo. Sobre todo si es en la montaña o cerca de algún bosque. Andar mientras se disfruta del paisaje es algo que me encanta. Ah, y soy también muy seriéfilo. Me encanta hacer maratones de series en Netflix.

Mientras hablaba, observé ligeramente el reloj. No quedaban más de un par de minutos para que terminara mi primera cita. No sabía cuánto más podríamos hablar.

-Y tú, ¿qué aficiones tienes? -pregunté, intrigado.

- Pues yo no soy mucho de senderismo, pero me encanta la naturaleza, las temporadas largas en la que no tengo mucho trabajo en Londres las paso en casa de mis padres, sentada en el porche viendo el campo, o disfrutando de un buen chaparrón - dije -. Ya sabes, en Inglaterra cualquier día es bueno para que nos caiga un buen chaparrón, bruumm - dije imitando el sonido de un trueno hinchando los mofletes y moviendo los dedos imitando la lluvia -. Me encanta leer y, aunque me gustan las series, soy una apasionada del cine, supongo que aún no he encontrado esa serie que me vería del tirón - añadí sonriendo - ¿Te gustan los animales?

-A mí también me gusta mucho leer, aunque últimamemente no tengo tanto tiempo como quisiera para dedicarle a esa actividad -admití. La última pregunta de Aila hizo que se me formara una sonrisa en los labios-. Me gustan mucho, sobre todo los perros. Siempre he querido tener alguno, aunque nunca ha podido ser. De pequeño, mi madre no me dejaba, y como ahora vivo sólo no puedo permitirme tener perro porque no podría dejar a un animal solo en casa tantas horas mientras estoy en el trabajo. Aunque me encantaría tener uno. Hacen mucha compañía.

- Yo vivo en un piso en Londres y paso de encerrar a un pobre animalito en una celda así todo el día - dije -. Lo ideal es que, incluso sin estar uno en casa, el perro pueda corretear libremente por el jardín de casa. Por eso no tengo perro. Pero son adorables. Vivió con nosotros un perro que rescatamos de una perrera que, al principio tenía el pelaje hecho jirones, pero luego recuperó la forma y era todo amor - añadí ensanchando todavía más la sonrisa.

-Vaya, eso es muy bonito -reconocí, ante la anécdota que Aila había contado sobre un perro que había tenido-. Tuvo mucha suerte ese peludito. Pienso como tú, no podría tener a mi perro encerrado todo el día en un piso. -Eché entonces una mirada al reloj, apenas quedaba un minuto para que la cita terminara-. Parece que ya vamos a terminar. No sé a ti, pero a mí se me ha hecho cortísima. La verdad es que lo he pasado muy bien, Aila. No sé cómo funcionará este programa de citas, pero ojalá tengamos oportunidad de poder charlar más adelante.

A modo de despedida, me levanté y le di a la pelirroja un tierno beso en la mejilla.

Observé mi reloj y advertí que lo llevaba unos minutos adelantado con respecto al reloj del móvil. Pensaba que la cita estaba ya por acabar, pero aún quedaban al menos cinco minutos.

-Qué estúpido, tengo el reloj adelantado. Pensé que ya era la hora -comenté, un tanto avergonzado-. Parece que por suerte aún podemos hablar un poco más.

Miré el reloj cuando Eric se estaba despidiendo sin comprender nada, todavía quedaban cinco minutos.

- Pero todavía q... - alcancé a decir cuando Eric me dio un suave beso en la mejilla.

Y entonces el se dio cuenta, tenía el reloj adelantado o no habría mirado bien la hora, supongo que es lo que hacían los nervios. Me eché a reír. Habría quien no se hubiera reído por nada del mundo, pero a mí me pareció gracioso cuando Eric se disculpó por haberse equivocado.

- Jajaja, no pasa nada, ya sabes, los nervios y eso - dije entre risas -. La verdad es que a mí me estaba sabiendo a poco, ya me extrañaba, es un alivio que todavía nos quede algo de tiempo, aunque siempre habrá momento de poder hablar más después de la ronda de citas - añadí con una sonrisa -. Aunque... es posible que lo hayas simulado para darme otro beso - dije haciéndome la sorprendida y llevándome la mano a la boca a modo de sorpresa -. Jajajaja, es broma es broma. Bueno, cuéntame algo sobre ti, a parte de que sueles llevar el reloj adelantado para llegar a todos los sitios pronto - dije con una risilla y guiñándole un ojo.