Partida Rol por web

   Goyo, seguido de Gaizka avanzan hacia el interior de la mina. A pesar de que Goyo se nota que bravo hombre de armas es, que viste gambesón reforzado con metal y cubre su cabeza con adornado bacinete de metal avanza sin ruido. Con gran habilidad y presteza lleva un hacha de armas y un escudo de metal, y por el bulto bajo su capa cargado va con mochila o zurrón. Y pese a todo, se mueve rápido y en sigilo fundiéndose con las sombras de tal manera, que a poco no sois capaces ni de verle ni de oirle.

   No le va a la saga Gaizka, que asimismo en silencio se funde en las sombras y le sigue los pasos, pesado bracamante lleva al cinto, más él también saca un hacha de armas por si pintaran bastos y deja el arco, poco apropiado en estos túneles, a la espalda.

   Aunque Brais repite un grito a la oscuridad esperando respuesta, ningún ruido oís y vuestros sigilosos compañeros desaparecen en las sombras a examinar el terreno. Sin nada que hacer, esperáis, durante unos minutos sólo oís los zumbidos de moscas que ocasionalmente pasan por el tunel, gordas y feas, y sentís la pegajosa humedad del lugar donde estáis. Líquenes chorrean por la paredes y babosas salen y se ocultan por las grietas. Y un musgo de color enfermizo crece aquí y allá donde pueden horadar la roca y enraizarse.

Hideputa Brais, tiene que ponerse a pegar berridos justo ahora. El camino se bifurca, lo que no me gusta un pelo. con el hacha dibujo una flecha en el suelo con dirección a los berridos. De haber ramitas o útiles de minero los uso para señalizar que vámos por ese camino. -Voy a ver los gemidos-no me hacía gracia separarme....pero tampoco me hacía gracia que se metieran en la cueva con la señora y sin mí. Intento aligerar el paso y ver la causa de los gemidos, siempre cauto, siempre atento.

¡Putakumea*! Pensó Gaizka al oír al tarado de Brais gritando nuevamente ¿Acaso no había visto que él ya lo había hecho a la entrada - Te acompaño Goyo - Miro lo estrecho del pasillo, y pensó en que se escudo molestará, pero Goyo es un armagizona** por lo que confía en él. Gaizka piensa en unos minutos en el resto de los peregrinos, tiene la confianza del que el caballero de Torre Quebrada y Aritz brindaran suficiente protección a sus pasajeros compañeros.

Gaizka cierra los ojos respira calmado, se prepara y cuando ve que el soldado se adentra en sigilo, hace igual. Atento y silencioso el cazador avanza junto al soldado. Un ultimo pensamiento atraviesa su mente "Brais que si la cagas nuevamente te usare de cebo"

   El camino de frente claramente se introduce en la mina y lo desecháis, podríais estar horas y horas, caminando por ahí y se supone que esto es un rápido vistazo de exploración. Con Goyo abriendo la marcha y Gaizka avanzando unos pasos detrás avanzáis por el corredor lateral hacia la puerta que se entreabierta unas cuantas varas al fondo.

   Abre Goyo con gran sigilo la puerta, de vez en cuando ois un gemido lastimero, pero suenan cada vez más débiles y apagados.  Hay una gran estancia dentro y adentro que vais, Goyo y Gaizka, hachas en mano. 

   Esta sala, con un techo mucho más elevado que la galería anterior, es claramente una capilla, donde es de suponer que los mineros, sin duda gentes religiosos, rezan sus oraciones antes de entrar al tajo. Al entrar una nube de moscas abandona la sala, trozos de madera se ven dispersos por el suelo, y un hedor malsano abandona la estancia al airearse la sala al abrir vosotros la puerta.

   Hay pequeño altar de piedra con una figura que representa a una joven con una corona. Y en una de las esquinas, entre trozos de madera, sangre, hedor y pus, el origen de las lamentaciones. El cuerpo maltrecho y ensangrentado de un sacerdote tirado en el suelo y que no parece estar consciente...

   Sobre el pequeño altar de piedra hay una figura en terracota que representa a una joven coronada con una palma de olivo en una mano y una pequeña torre en la otra y que ha sido mancillada con dibujos claramente blasfemos y obscenos. Te das cuenta que los trozos de madera del suelo son la cruz que debía colgar de la pared, hecha ahora pedazos.

   En una de las esquinas de la sala puedes encontrar el motivo de las lamentaciones que pudiste escuchar desde la entrada, que no es más que el cuerpo maltrecho y semiinsconciente del un sacerdote, del que aún salen leves gemidos de dolor. Está ensangrentado y cubierto de heces y sangre, parece que le han golpeado en la cabeza y rajado el cuerpo.

   Aparte de la macabra escena, este parece un buen sitio donde descansar.

   Han pasado varios minutos ya, y tanto Goyo como Gaizka aún no vuelven.

Los lamentos del sacerdote y el estado de este lugar santo hacen que Gaizka se ponga aún más a la defensiva, confiado en que el soldado esta atento, Gaizka se adelanta cuidadoso en dirección al sacerdote para inspeccionar su estado -Lo mejor seria llamar al cura, este no tiene buena pinta en un primer vistazo - Dice Gaizka para que solo Goyo escuche. A continuación inspecciona al sacerdote.

Llevándome la mano al crucifijo, acaricio la figura de jesucristo murmurando unas palabras ininteligibles mientras miro nervioso el pozo de oscuridad que parece que los ha tragado 

¿No deberíamos de ir a ver si les ha pasado algo? Este silencio no es normal comento mirando a Teodoro, quien parece un hombre de armas y que sabe usar esa espada que cuelga de su cintura.

Sería mejor pasar frío y calentarnos como podamos que seguir en este lúgubres lugar farfulló mirando hacia el frente, sin dirigirme a nadie en particular. 

Quizás deberíamos buscarles... Si simplemente han encontrado un callejón sin salida, los veremos regresar. Pero si la razón de su retraso es un derrumbamiento o algún animal que haya tomado la caverna como hogar, deberíamos estar allí para socorrerles. Se da cuenta del tono de preocupación de su voz, e intenta relajar los músculos de la cara. Después añade: O eso creo. ¿Qué sabré yo de las cavernas, salvo irreales historias sobre muertes prematuras y captivos del destino?

Tranquilo Pascu, no sea que noten tu miedo y te traten como un zagal que añora a su madre. Este temblor no es miedo, ¡ sino júbilo! Hoy es el día en el que participo en una de las historias que más alante contaré. No quiero perder ni un minuto más, he de convencer a mis compañeros de que debemos seguir los pasos de los que se han adelantado.  - Piensa para sí mismo, mientras juguetea con su pequeña daga, esperando a que sus palabras hagan mella en la mollera de los demás.

Teodoro estaba cada vez más nervioso por el no retorno de Goyo y Gaizka. Se habían ido tan rápido mientras él inspeccionaba las lámparas que no le había ni dado tiempo a decirles que no partieran el grupo. Al fin y al cabo aunque no fueran nobles, eran también peregrinos y se sentía obligado a hacer lo que pudiera por que no sufrieran daño alguno durante su peregrinaje.

-Padre, buen Pascu, ambos razón tenéis. Avançemos y busquemos a los peregrinos que se nos han adelantado puesto que aunque son mozos reçios y pareçe que saben lo que se haçen, no es menester que tengan un mal percançe o hayan caido en un buraco* et anden neçesitados de nuestro asistimiento**.

Escupo al suelo y me acomodo las partes nobles mientras niego con la caza-mierda de viaje....joder con las ideítas de la viudita-​pienso cuando veo el cuerpo del cura. Echo un vistazo por si hubiese otra salida mientras Gaizka examina al cura moribundo. Quiero tener claro que no nos sorprenden por ningún lado mas que por donde hemos entrado.-​Alguien le ha hecho esto al cura y ha mancillao a la Virgen, esto no me huele bien. A ver si vienen los demás.-​digo hablando bajito.

Brais esta de acuerdo con Teodoro.
Ide vos delante que sos Home de armas y el cura con vos para protegervos del mal. Yo guardare las espaldas de la dama por vos

Tienes razón en lo de las lámparas. No sé cómo se me pasó. Disculpa el error.

No cojo ninguna mientras haya luz.

De acuerdo con propuesta de Brais. Voy el primero.

   Con Don Teodoro al frente, bravo él espada en mano y escudo presto y Brais cerrando la fila, os introducís por el túnel, pasando entre charcos que despiden un olor asqueroso, formados por las continuas gotas y los líquenes que rezuman por las paredes. Aquí y allá encontráis en ocasiones excrementos, tanto de ratas como de los mineros de cuando sienten la necesidad.

   Las gotas al golpear en los charcos producen un ruido monótomo, roto sólo por el zumbar en ocasiones de algunas moscas que pasan zumbando. Maderos cubiertos de líquenes y musgos que chorrean humedad están dispuestos a intervalos regulares para afianzar el túnel.

   Al cabo de unos minutos llegáis a una bifurcación, arrancando unos líquenes putrefactos, trozos de musgo pestilente y alguna roca suelta, han formado una flecha apuntando a la izquierda, donde se abre un tunel lateral.

   Al frente el túnel minero se pierde en la inmensidad, por el tunel lateral a la izquierda al fondo y a la vista hay una puerta entreabierta por la que se filtra una luz enfermiza.

Al ver la bifurcación Teodoro se quitó el yelmo e intentó escuchar ruidos a ambos lados por si oía ruidos de pasos o aquella voz que habían escuchado anteriormente. Tras ello se volvió a poner el yelmo, que no sabía uno qué podía encontrar en aquellas minas.
 

   Nada oyes, salvo el zumbido de alguna mosca ocasional y el repicar del goteo del agua en los charcos, pero tampoco te extraña, habiendo visto como se escurrieron mina adentro Goyo y Gaizka en completo silencio.

Al avanzar por el túnel, no puedo evitar llevarme la mano a la nariz ¿y los trabajadores tienen que vivir en estas condiciones? pregunto a Teodoro que ha sido el que parecía tener más conocimiento sobre la mina esto es un foco de enfermedades, peores que un resfriado diría yo acabo comentando ante la idea de quedarnos allí a merced de ratas y otros animales infectos. Póngase un pañuelo en la boca, señora Jimena me giro para mirar a Jimena y hacer el mismo gesto que había hecho yo hacía unos instantes.

Al menos han dejado esta marca comento echándole un ojo para ver si el musgo que han levantado es reciente antes de asentir a Teodoro sería lo lógico, ir hacia la luz ¿no?