Partida Rol por web

Una vez que el bueno de Pacu trasladó al enfermo a otro lugar, me acerqué a ver esos símbolos paganos y blasfemos para intentar averiguar algo más sobre ese ataque a la capilla.

Con cuidado, tomé la estatuilla de Santa Bárbara y, sacando unos anteojos, comienzo a inspeccionarla deberíamos de limpiar un poco esto si queremos descansar aquí. digo quitando importancia al hecho, a pesar de que las manos me temblaran ante la idea de enfrentarme a la magia negra, sin ducha hechos especialmente nefandos y fruto de la particular inspiración diabólica.

   Pascu estiende la manta de viaje sobre uno de los toscos bancos de madera, y allí coloca el cuerpo del sacerdote agonizante, sangra de cortes en el cuerpo y de una fea herida en la cabeza, pues nadie decide atender sus heridas.

   Con los trozos de madera rotos del suelo, una madera más fina que los toscos bancos, los recoge un prepara una hoguera.

   La estatuilla de terracota de la joven tiene grabados varios símbolos obsecenos, le han pintado una polla en la zona de la boca, y cuernos en los ojos y otras burradas similares. Y por el olor, parece que se han meado en ella. Con algo de vino y agua y algún trapo, se podría limpiar, más o menos.

   En el altar, parece que ha cagado alguien encima y está manchado de sangre y marcas de manos ensangrentadas lo decoran. Unos trozos de cerámica rota están al lado, quizás alguna jarra o copa de barro.

Al ver que no había sido nada estraordinario, salvo un atajo de herejes sacrílegos niego con la cabeza dejándolo en uno de los bancos, con cuidado

Me temo que esto no ha sido más que el acto de unos malnacidos, herejes y pecadores. Más allá de eso, no veo nada que pueda dar a entender que haya podido ser algún tipo de magia negra. Dicho esto, y viendo que nadie podía atender al capellán, vuelvo a acercarme a él.

Si nadie puede hacer nada, morirá. Yo no se casi nada, pero si nadie es capaz de intentarlo, lo haré yo. En este estado no podré ni expiar sus pecados. dicho esto, me agacho y comienzo a mirar por todo su cuerpo, sin saber bien por donde empezar. 

Buscando en mi mochila, saco un trapo que humedezco con un poco de agua de la cantimplora, y empiezo a limpiarle las heridas, eliminando los restos de sangre para ver las heridas.

Miro al párroco hacer, no soy bueno curando heridas....lo soy haciéndolas pero no curándolas. Sigo comiendo y espero mirando siempre a la puerta y con el hacha y el escudo dispuestos por lo que pueda pasar.

Después de mirar un rato y ver que quizás mis manos eran más hábiles que las del cura y que mil remiendos he visto hacer en el campo de batalla pruebo suerte limpiándole las heridas y echándole un poco de agua por la cara a ver si espabila y vuelve en sí. -Déjeme probar padre, como siga asín lo va a matar. Que alguien vigile la entrada.-me remango y empiezo a intentar curarle.

Con el fuego ardiendo, y el escenario desplegado ante él procedió a esperar la indicaciones del noble y del cura. Preparo el arco y dispuso las flechas a mano - Aritz, Honetako guztiko uste duzula?* - Dijo al muchacho sin desviar su mirada de la puerta - Apaiza bizi dadila uste duzu? Onena serioa azken errituak hari ematea** - Guardo silencio, y miro por un segundo al sacerdote y al artista, luego volvió su mirada a la puerta - Min ematen du ez dezagun izan gurekiko petrikilo bat. Deabrua askea dabil, eta serioa ona bi apaiz izatea.***

¿Herejes?pensó Gaizka, ¿Que mierda importa si son herejes o el diablo en persona? Han hecho trizas este lugar, esto lo hizo formularse una pregunta en voz alta -¿Que coño pasó con el resto de los mineros?¿Serian los herejes o los herejes se los llevaron?

Brais que no se ha atrevido a cruzar la puerta y entrar la sostiene abierta con el palo y dice desde el umbral:
Lo que deberíamos hacer es interrogarlo antes que la rosque.

   El párroco Beltran, aunque intenta con más cariño que éxito taponar las heridas y confortar al moribundo nada consigue. Entonces Goyo se acerca e intenta aliviar el sufrimiento del capellán, siendo auxiliado por el solícito Beltrán que echa una mano y atiende sus indicaciones.

   El mucho esfuerzo con el que Goyo y Beltrán atienden al capellán de la mina, unido a una pizca de suerte, consiguen que al menos, dejen de sangrar las numerosas heridas. El capellán, gime y tose y entreabre un ojo, pues el otro lo tiene cegado de sangre seca y pus. -Cuidado, arfg... ellos... coffdgs.- escupe sangre por la boca y parece recuperar algo la consciencia. Goyo ve claro, que es tarde ya y que vosotros no tenéis los medios para poder curarle.

   Haciendo un esfuerzo se agarra a la pechera del gambeson de Goyo y empieza a hablar con hilo de voz.

   -Ayúdanos amigo... ¡sálvalos, te lo ruego!... cofffasddc,- escupe más sangre, de un color ya más negruzco que rojo, - hombres malvados... llegaron en la madrugada portando muerte en sus manos... acuchillaron... los mineros... abajo..., coffdsfcofoffff, nada saben, debes .. avisarles... salvarlos de los... cofdfsddfdfs... -

  - ¡Salva los mineros, te lo ruego!- abre la boca para seguir hablando, pero nada sale ya de ella salvo su último aliento... si vida se apaga y su cuerpo se relaja y derrumba.

Negando con la cabeza, le cierro los ojos con delicadeza mientras hago una cruz imaginaria y murmullo una pequeño oración.

Al menos ha muerto sabiendo que quizás, su último aliento sirva para salvar al resto. Me levanto apoyándome las manos sobre una rodilla, con esfuerzo, para luego, con la cabeza agachada negar de nuevo debemos de intentar salvar a esos mineros. No podemos dejarles ahí a merced de esos malditos asesinos comento cerrando los puños

Separo las manos del cuerpo muerto del cura, escupo al suelo y me levanto limpiandome las manos ensangrentadas en los pantalones. Miro mis armas y las cojo. Escucho al otro cura y por un lado pienso en lo que dice, pero no estoy aquí para eso.

Miro a la señora y le pregunto.-¿Usté que dice? . Que una cosa es jugarme el pellejo y otra muy distinta poner en peligro a la doña. Sobre todo porque es ella la que paga.

Teodoro siguió la oración del párroco, a la vez que un torrente de emociones pasaban por su mente. Horrorizado e indignado  a partes iguales por lo escuchado del moribundo dijo ,tras terminar la oración, muy solemnemente:

-Ningún buen Cristiano puede permitir el que torturese a un servidor de Dios et humillese la imagen de la Virgen. Válame Dios*, porque aunque sea lo último que haga, vengaré al capellán et intentaré salvar a los mineros. Vengan conmigo los que así piensen. A los que el valor no alcançe, que al menos acorran** al Párroco a adeçentar la capilla para terminar con la blasfemia que aquí han dejado esos servidores de Satán.

Gaizka veía la escena, y cuando escucho las palabras del cura herido pensó en su familia ¿Que tenia esto que ver con él?Entonces recordó al padre de Eguski cuando cazaba para alimentar familias empobrecidas, aún a costa del castigo de los nobles que arriesgaba y bajo el cual perdió la vida. Aquel hombre repetía que no era muy inteligente pero que para él romper su palabra o abandonar a un hermano necesitado era lo mismo que dejar de ser humano. El cura falleció suplicando ayuda con sus ultimas fuerzas - Jainkoak gorde dezan.* - Dijo Gaizka solemne.

Rápidamente sus compañeros comenzaron a meditar que hacer con la petición del cura muerto - Konta conmigo caballero. Traeremos justizia a este Jainkoaren gizona.

Brais vuelve al desvío a vigilar el otro pasadizo.

Tras acicalar y arreglar mi aspecto en el pasillo, alejada de miradas que pudieran comprometer mi decencia y ya con ropa seca, vuelvo a la sala a tiempo de oir a mi guardia.

-Confío en tu fuerte brazo y en tu pura y mala leche, sé que no permitirás que nada malo me pasase.- digo con suficiencia. - Además, Dios no lo quiera, igual peligro corremos aquí que en otro lado y el buen caballero,- suspiro agarrándome a su brazo - no permitiría que nada malo me pasase, ¿verdad?-  sonrío tiernamente.