Alas negras...

El ligero tintineo de las cadenas del maestre Nicholas se clavó en el silencio del gran salón cuando éste abrió la puerta para entrar. Todas las cabezas se giraron hacía él, pero el maestre caminó silencioso rodeando la estancia y caminando junto a la pared para molestar lo más mínimo. Mientras, el campesino llamado Ruber reanudó su relato de los hechos tras la pequeña interrupción.

-Como le iba diciendo, mi señor, esas tierras pertenecen a mi familia desde que mi tatarabuelo llegó desde Aguasdulces hace más de cien años. Aquí traigo los documentos que lo demuestran. -El campesino se los entregó a Ser Adrik para que el caballero se los pasara a Lord Crogall que examinó lo que allí estaba escrito. Parecían verdaderos.

-El manzano lleva allí años, mi padre lo plantó. Y Ruber nunca se quejó de él hasta ahora. No sé cual es el motivo de que se ponga tan quisquilloso pero aunque esas tierras sean suyas desde hace mil años el árbol es mío ¡y no tenía derecho a talarlo!. -Esa fue la replica del otro campesino que se encontraba allí exponiendo el caso en la sala de audiencias de la fortaleza de Heavybridge.

La sala estaba llena como cualquier miércoles del mes, no estaba a rebosar, pero si había bastante gente. Muchos eran los campesinos, mercaderes, artesanos y habitantes de la ciudad que se acercaban hasta la fortaleza para pedir la mediación de su señor. A menos que se fuera a tratar algún asunto morboso, los curiosos eran escasos, aunque siempre había quien no se quería perder como condenaban a alguien a nadar con los largarto-león, y eso podía pasar cualquier día...

Lord Crogall miró a su alrededor antes de emitir sentencia, el maestre se acaba de incorporar al consejo y le dedicó una mirada que Lord Evan conocía bien después de tantos años tratando con el viejo. Quería hablar con él.

Al entrar el maestre en la sala Whalen lo sigue con la mirada... Mi viejo maestre, que tantas cosas me ha enseñado... Ha sido más un padre para mí que mi propio padre, siempre ocupado en cuestiones de estado. Entonces ese tal Ruber reanuda su exposición y el heredero escucha las palabras de los campesinos, atento, ansioso por buscar la respuesta adecuada...

Se pone a recordar las lecciones de jurisprudencia que tanto le cuesta retener... Mmmm... En esos casos, creo recordar que lo más adecuado sería que el dueño de la tierra indemnizara al dueño del árbol. Si se ha dejado pasar tanto tiempo que el árbol creció y dio sombra y fruto durante tantos años es debido a que el dueño permitió que se plantara ese árbol... Aunque... ¿Cual es la razón por la que el otro campesino plantara un manzano en la tierra de otro? No tiene tierras propias? Mmmmm... Según las antiguas leyes valyrias, el uso durante 25 años de una tierra que no es propia, si no es reclamada por su legítimo propietario pasaría al ocupante de esa tierra...

El joven señor se siente indeciso entre lo que le pueda parecer auténtica justicia y el hecho de perjudicar a un fiel vasallo que lleva muchas generaciones trabajando sus tierras... Por fortuna es su padre quien ha de decidir, aunque un día llegará su momento... Eso si esa nueva mujer de su padre no le engendra un hijo... En ese caso, ¿Se conformará con que sea el segundo, o algo le pasará a Whalen? En las historias de Poniente hay muchos casos como este... Y las soluciones tampoco le gustan. Aunque le gustara ser el señor, no quiere que su padre se muera, cuando lo ve allí sentado, se da cuenta de lo mucho que le queda para poder ser como él.

Entonces su vista se pasea por la sala.

Scarlett... Los Siete han sido demasiado generosos conmigo. Es preciosa. Y lista. Demasiado ambiciosa para mi gusto, pero mi padre me diría que necesito esa patada en el culo para actuar... Mmmm... No hay nada mejor que mi deber de engendrar un nuevo heredero...

Galdrín... El bueno de Galdrín... Siempre tan sincero y tan directo. Me irá bien entrenar con él cuando acabe esta audiencia, mis músculos necesitan algo de ejercicio para despejarme.

Roshar... Algo brusco, y siempre pendiente de mi padre. Un fiel vasallo. ¿Será igual de fiel conmigo? Sí, supongo que sí, aunque seguro que no habrá esa camaradería... Somos tan distintos...

Y Adrik... No me gusta como me mira... Como si tuviera la culpa de algo... O quizás son imaginaciones mias... Sí, debe ser eso... Siempre cumple con su deber de forma impecable. Un fiel hijo de su padre... Willard? Dónde coño está Willard?... A ver si termina pronto esta audiencia.

Scarlett asistía profundamente aburrida a las quejas y a las memeces del plebeyo de turno que se quejaba de tonterias y sinsentidos, como todos ellos. ¿Por que narices creia aquel hombre tener derecho a nada de lo que esta en las tierras de otro? No hay nada que justifique tal aspiracion. En fin, harta de tonterias de muerto de hambre, Scarlett prestó atención a su marido, Whalen, que la observaba desde la vera de su padre. No era guapo, desde luego, ni su cuerpo volvería loca a moza alguna pero tenía un aire de honradez y buena fe raro de encontrar en Poniente. Al menos en alguien que aún no haya sido asesinado. 

No pasa nada. Si él peca de candidez, allí estaré yo para llevarlo de la mano.

Scarlett sabía que a Whalen le preocupaba la cuestión de la nueva esposa de su padre y el tema de la descendencia. Era un asunto peliagudo, ya que Varya era una mujer muy a tener en cuenta, de caracter decidido y aquello podía dar problemas cuando el desconocido decidiera llevarse a Lord Evan con él.

Se la quedo mirando un rato, pensando en si a ella también debía preocuparla. Al final decidio que antes de juzgarla, debia conocerla mejor...

Los casos se sucedían unos a otros y Varya escuchó atenta a las partes, pero sobretodo se fijó en las soluciones que dió Lord Evan, siempre tan elocuente y sabio, pensó y un recuerdo de la noche anterior se abrió paso en su mente y los años no sólo le dan sabiduría para gobernar. Estaban con un caso de dos campesinos y un manzano cuando las puertas del gran salon se abrieron y entró el maestre Nicholas, su andar tintineante siempre hace que Varya no pueda apartar los ojos de él y en esta ocasión no fué diferente, con un gesto mecánico su mano izquierda se elevó hasta su frente y recogió un mechón de pelo que había caído suelto.

Vió el intercambio de miradas entre el maestre y su marido. Algo ha pasado, sintió como el vello del cuello se le erizó y al retirar la vista sus ojos se encontraron con otros de color azul fijos en ella, su ceja izquierda salió disparada hacia arriba en un acto reflejo, las comisuras de su boca se elevaron e hizo una leve inclinación de cabeza saludando.

Meditó un instante y adoptó una posición reflexiva e imparcial, como tantas veces había visto hacer a su padre. Miró fijamente al campesino:

- Por lo que decís ese manzano se plantó cuando las tierras estaban bajo los cuidados de la familia de Ruben. Y por lo expuesto nunca se pidió permiso para ello. - Pudo ver como como una pequeña sonrisa empezaba a dibujarse en la cara de Ruben - Por lo tanto esta en su derecho de talar lo.

El campesino hizo ademán de replicar, pero Lord Evan dirigió su atención hacia Ruben y prosiguió.

- Tal como se ha declarado ese árbol frutal hace tiempo que esta en vuestras tierras y habéis podido beneficiaros de parte de los frutos del mismo durante todos estos años hasta que os ha interesado. - Se acarició la  pierna e hizo una breve pausa. - Por lo tanto decreto que debéis indemnizar a vuestro vecino con la mitad del valor de mercado de dicho manzano.

Miró a los presentes y comentó:

- Haré un breve descanso y luego proseguiré con las audiencias. - Esperó a que la gente empezara a salir. Entonces se dirigió hacia el maestre - Creó que necesitaré de vuestros servicios. - E hizo ademán para levantarse y dirigirse a su despacho.

Apenas miró al maestre cuando hizo aparición. Parecía distraído, como siempre, perdido en sus propios pensamientos mientras su mirada vagaba por la sala. Haciendo, ademas, oídos sordos a las peticiones y discusiones que allí se mantenían. Pero tras esa apariencia despreocupada y ajena a la situación Ser Roshar tenia vigilados a todos los presentes a la vez que escuchaba con atención cada palabra, cada dato, cada nombre... Cualquier información podía resultarle útil en el futuro o quizás podía enlazarla con otros datos que ya conociera. Por eso siempre intentaba estar presente en las audiencias, le interesaban pese a lo tediosas que se podían volver en la mayoría de los casos.

Tampoco mostró interés cuando Lord Evan impuso un descanso para reunirse con el maestre, manteniendo ese deje de indiferencia que caracterizaba su relación con su señor desde hacía ya unos cuantos años. Y se mantuvo en posición, puesto que no se solicitaba su presencia, indicando a los presentes que abandonaran la sala hasta nuevo aviso y dispuesto a esperar la reanudación de las audiencias. 

Había muchas cosas en la vida de Galdrín, el joven bastardo que era maestro de armas del Heavybridge, al que nadie podía negarle ese puesto, pues pocos caballeros eran tan diestros como él.

Pero si había alguna cosa que al hombre no le gustara, era la política interna de las tierras. Los tira y afloja de los campesinos le parecían importantes, y fácilmente se posicionaba de un lado o de otro según sus argumentaciones, pero siempre se quedaba con la misma sensación. Para que asistir, si sencillamente no disponía de sabiduría para juzgarlos de verdad.

Muchas veces asistía, siempre que no encontraba un justificante de importancia para saltarse aquellas sesiones.
Otras tantas, hacia lo posible por no faltar, pues el antiguo maestro de armas, ante su pregunta de por qué asistir, le dijo que fácilmente podía reconocer donde más tarde o temprano habría un problema de sangre, y eso siempre era importante. Pues si bien la justicia de los Crogall era directa, y siempre acertada, no todos los súbditos tenían a bien quedar tranquilos con los resultados de su visita al fortín.

Pero hoy, era un día especialmente aburrido. Los clásicos problemas de lindes, y ahora un manzano, que nunca dio problemas, hasta que la hija de Ruben dejo de salir con el hijo de Mikaa.

El clásico problema de faldas que tantísimas ocasionaba problemas. La solución de Lord Crogall era como muchas otras veces, injusta para todos, lo que bien se podría traducir por justicia ciega para todos. El consideraba que muchísimas veces, les saldría más rentable resolver sus problemas fuera de la cámara, porque siempre salían peor parados.

No obstante la cosa se animo al final. El maestre entro, y por su paso, y su semblante algo pasaba. Cosa que quedo confirmada con la rápida salida del Lord.

Roshar a su lado, hacia lo que mejor se le daba, así que lo dejo de lado, y en ausencia de Lord Ovan, pretendía pedir permiso para excusarse a su…, bueno, a Ser Whalen Crogall, el heredero.

El joven parecía en su salsa, y sin duda lo estaba, pues era uno de los hombres mejor preparados del reino. Nadie lo diría, pero tenía una mente privilegiada. Sin duda, sería un gran hombre.

Tras tocar el hombre de Ser Roshar para pasar a su lado, algo normal tras años de camaradería, se acerco hasta donde descansaba la familia noble.

Mi buenas señoras, buenos días.

Dijo tanto a Lady Varya, la consorte de Lord Ovan, como a Lady Scarlett, la joven mujer de Ser Whalen.

Mi buen señor Whalen. Si no se requiere de mi presencia, agradecería la oportunidad de volver con los hombres, aun tengo que preparar la patrulla del norte para que salga antes de que anochezca.

Sabía perfectamente que Ser Whalen entendía que lo que quería era dejarlos allí, y solo si este estaba de humor le concedería dicho capricho. Pero era un árbol que prefería zarandear, pues la alternativa, y más aquel día, era morir de aburrimiento.

Y por otro lado, también era cierto que había una patrulla que recorrería el norte de las tierras de los Crogall, pero hacía tiempo que estaban listos, Ser Adrik lo sabía bien, porque partiría con ellos.

Pero quizás, ese dato fuera mejor guardárselo para él mismo.

Así, que espero la respuesta del joven noble con la cabeza inclinada en señal de respeto.

Cuando mi pare dicta sentencia no deja de sorprenderme. Mis cavilaciones se desvanecen. Mis porpias conclusiones se rompen en mil pedazos.

Ambos saldrán de esta sala molestos con mi padre... y con los Crogall... A no ser... A no ser que se haya tratado de un castigo. Un castigo por venir a exponer un tema tan nimio como un manzano. Un aviso para no molestar al señor por semajntes cosas... ¿Es eso? Debe serlo... pero entonces... ¿Eso nos gana su respeto? ¿No es el papel del señor ser la justicia? ¿Si no los recibimos no les damos pie a que se tomen la justicia por su mano? ¿Acaso no nos quitaría autoridad con ese acto? Luego lo consultaré con el maestre... El maestre... ¿Qué querría de padre? Le dolía la pierna, eso es seguro. He visto como se la frotaba, pero el maestre le ha cuchicheado algo...

Oigo a ser Roshar, lejano en mi ocupada cabeza, despidiendo a la gente... Padre debería empezar a delegar en mí... Está claro que a él no le gusta y sus heridas le molestan cuando está mucho rato quieto... Debería dejar que me ocupara... ¿Será cosa suya o de Varya?

Entonces se acerca Galdrín. Lo escucho, cortés, y asiento a sus palabras.

Claro, claro. Sin duda tus hombres necesitan más de tu atención. Si te necesitamos ya te haré llamar. Ve, ve tranquilo...

Le digo, pensando todavía para mis adentros en la audiencia que acaba de tener lugar.

A ver si luego tengo tiempo para pasar y ver como organizas tus hombres... O incluso que me des un par de lecciones con la lanza... Aún la bajo demasiado... ¡Demasiado baja, mi señor! Demasiado baja!

Acabo por decir, con una burda imitación de su voz grave.

Creo que voy a necesitar despejarme después de esta audiencia...

Añado, palmeándole el hombro, a la vez que lo invito a dejar la sala, tal y como él quiere.

Me quedo en la sala, cerca de la puerta por donde han salido mi padre y el maestre, por si mi presencia es necesaria.

Lord Evan dictó su veredicto, como en la mayoría de estos casos su decisión, a ojos de los campesinos, perjudicaba a ambos, y sus expresiones así lo atestiguaron cuando le miraron y luego se miraron el uno al otro. Él se mantuvo impasible ante la reacción de sus palabras, dijo de hacer una pausa y despidió a la concurrencia, cuando ya se había vaciado la mitad de la sala llamó al maestre Nicholas y se retiraron a su despacho. Van a hablar de lo que ha propiciado el retraso de Nicholas, pensó Lady Varya mirando su marcha, de repente una voz sonó cerca de ella, era Galdrín.

Buenos días también para usted maestro, Varya contestó al saludo del hombre, cuando éste se dirigió a Whalen ella ocultó su sonrisa con una ligera tos, ¿buscando una excusa para no aguantar estos momentos de tedioso politiqueo?, bien jugado.

La resolución del conflicto no había dejado satisfecho a ninguna de las partes. El campesino que reclamaba su derecho a talar el árbol que se encontraba en sus tierras no estaba conforme con tener que pagar la mitad del valor del árbol. El otro campesino no estaba satisfecho con la cantidad de dinero puesto que entendía que su derecho era cobrar el valor integro del precio del árbol.

Finalmente, y antes de que hubiera lugar a más protestas, Lord Evan mandó desalojar la audiencia para tomar un descanso y reunirse en privado con el maestre. Nicholas siguió los pasos de Lord Evan y entró al despacho con él para poder hablar tranquilamente mientras la sala era desalojada por Ser Roshar y Ser Adrik, que invitaron amablemente a la gente a volver en la siguiente convocatoria.

Galdrín Tormenta pidió permiso a Whalen para abandonar el lugar, escusándose en que quería entrenar a sus chicos en el patio de armas, y eso le recordó a alguno las labores que le quedaban por hacer y que aquel era un buen momento para aprovechar. Cuando el maestre Nicholas y Lord Evan se reunían solían hablar largo y tendido. 

Whalen quiso esperar frente a la puerta a que su padre y el maestre salieran pero le había dicho a Willard que estuviera allí y el chico no había aparecido. Seguramente se habría dormido de nuevo...

El apuesto caballero sobrino de Lord Evan se había mantenido en un segundo plano durante la audiencia, completamente en silencio y únicamente recordando su presencia cuando esta era necesaria. Recogió los documentos que los campesinos traían para que los viera el Señor y ayudó a Ser Roshar a dirigir a la gente hacía las salidas cuando Lord Evan lo ordenó.

Como era costumbre en él, no había pronunciado palabra en todo momento. Enfundado en su elegante cota de malla verde y negra, los colores de la casa, se quedó quieto como una estatua vigilando que no se produjera ningún altercado entre la muchedumbre. Sin embargo, cuando Galdrín indicó que quería irse habló escuetamente para acompañarle.

-Iré con vos, Galdrin. -Miró a Whalen. -Mi señor. -Inclinó la cabeza hacía Whalen y salió acompañando al maestro de armas.

Cuando el maestre Nicholas cerró la puerta del despacho y se giró para acompañar a Lord Evan, a este le pareció que andaba más encorvado que de costumbre, que su mirada era más melancólica y que la cadena le pesaba más que nunca. Sin duda los años habían pasado también para aquel joven maestre novato que llevó a Heavybridge recién salido de Antigua.

-Mi señor, -Dijo el maestre, quien era muy directo y no solía andarse por las ramas casi nunca. -Ha llegado un cuervo de Desembarco esta misma mañana. -Eso explicaba la ausencia del maestre durante la audiencia celebrada, puesto que normalmente no solía perderse ni una y era el primero en estar allí.

El maestre tendió a las manos de su señor el largo papel que había viajado enrollado en la pata del cuervo.

Galdrín salió con Adrik, era sin duda un luchador concienzudo. Le habían tocado muchas mierdas a lo largo de su vida, pero ese chico era un superviviente.

Sin duda, un verdadero Crogall. Muy distinto de su primo, pero sin duda, dos partes de un todo. Adrik carecía de la paciencia, y la mesura para la política, igual que Galdrín.

Cuando estuvieron lejos de los oídos indiscretos inicio una conversación sobre lo que había planeado para los hombres de Heavybridge.

Sin duda, las sesiones de los miércoles son importantes, pero no hacen otra cosa que hastiarme.

Prefiero tener cosas que hacer, por duras que sean, que tratar de jugar a los reyes repartiendo justicia entre hombres que se complican la vida ellos mismos.

Las palabras de Galdrín era ciertas al ciento por ciento, aunque inapropiadas, pero tenía confianza en aquel joven, lo había visto crecer, al igual que al joven Whalen, y eran hombres de honor, y también conscientes de las verdaderas ruedas que movían el mundo.

Lo de esta noche esta todo preparado, los hombres tiene ya asignadas las vituallas para el viaje, así como la ruta a seguir. Esta vez vamos a omitir pasar por la finca de los Oxenburg, porque en el cerro de Cloan nos han dicho que se han visto bandidos. Sin duda será mejor atender eso antes que a esos gordos apicultores.

¿Necesitas algo para este viaje?

Galdrín sabía que no, el joven era diligente y aplicado. Alguien tenaz, así que lo tendría todo dispuesto. Pero siempre le daba la oportunidad de expresarse, pues sin duda, era una de las pocas cosas que Adrik no hacía mucho, hablar con soltura

 Inclino la cabeza hacia Adrik y veo como se marcha en pos de Galdrín. La sala se va vaciando y el silencio de la gran estancia señorial siempre me intimida, por lo que decido salir de allí. Me acerco hacia mi mujer, con toda la seguridad que pueda juntar.

Mi señora... Voy a salir con mi caballo a dar un paseo, e iré a visitar a nuestros hombres. Sois libre de acompañarme, aunque ya sé que es algo que no os gusta demasiado. Si lo preferís nos vemos más tarde.

Digo, muy cerca de ella. Me encanta aspirar el aroma pan tierno que siempre desprende su piel. A pesar de los afeites que usa, que enmascaran su verdadero olor, es mucho más gratificante que los empalagosos aromas de rosa y lavanda... Así se lo he hecho notar algunas veces, pero al comprobar que sigue usándolos he desistido.

Tras esas palabras me dispongo a salir, ya sea sólo o con mi mujer, con la espalda bien tiesa y la mano sobre el pomo de mi espada. Señalaré al criado que haya en la salida.

Tú, dime, ¿Has visto a Willard?

Y esperando la respuesta, sin detenerme, me dirijo a los establos, para que me preparen a Bella y salir a dar un paseo con ella.

Me sentará bien algo de aire fresco... Aunque sea este asqueroso aire de pantano que se me pega a la piel... Como me gustaría vivir en las tierras de los Tully... Frescas y agradables... Mierda de pantano. Necesito cabalgar un rato.

Scarlett sonrio complacida cuando Whalen se acercó a ella. Podía notar que le agradaba tenerla cerca y aquello le producia una mezcla de orgullo, lujuria y aprobación hacia él. Lamentablemente, el muy bruto lo estropeó invitándola a algo tan desagradable como un paseo a caballo. 

Scarlett se lo pensó, luchando por contener el asco que le producían los animales. Afortunadamente, como parte de su dote, los Blackwood le habían obsequiado con su palafrán, Respiro, que era casi soportable a los ojos de la pelirroja. Incluso cabalgar era mejor que quedarse en aquel lugar un solo instante mas.

-Por supuesto, mi señor... si quereis montar, montaremos juntos pero solo si despues me prometeis que mas tarde podremos compartir unos momentos a solas para disfrutar de un buen licor bajo la sombra de la pérgola.

Pese a la esperanza que algún peticionario pudiera mantener por poder exponer su cuestión tras la pausa, las audiencias habían finalizado. Lord Crogall se había reunido con el maestre y nadie sabía lo que podía durar la conversación, pero posiblemente al concluir se reuniría con más personas. Quizás para informar, quizás para pedir opinión, quizás para transmitir ordenes. 

Ser Roshar se aseguro, junto con Ser Adrik, de que todo el mundo ajeno a la familia abandonara la sala y se dirigió a la puerta, colocándose en un lateral. Desde allí despidió con un movimiento de cabeza a su compañero Galdrin y al joven Ser Adrik, que lo acompañaba. Un buen chico victima de las ambiciones de su madre.

- Mas tarde nos vemos. - dijo a modo recordatorio, pues si las tareas y ganas de ambos lo permitían cruzarían las espadas para practicar. No quería oxidarse y aun podía mejorar con la ayuda del maestro de armas.

Se mantuvo en posición y saludó con respeto cuando Whalen y su mujer Lady Scarlett cruzan la puerta, inclinándose ligeramente ante ambos.  

- Mi señor, mi lady, que tengan buen día. -

Permaneció quieto, adoptando de nuevo su habitual actitud distraída, cuando ya solo Lady Varya quedaba en la gran estancia. 

El heredero asiente complacido al ver que su esposa accede a acompañarlo.

Una idea deliciosa, mi señora.

Le dice, tras lo cual le ofrece la mano, galante. No es que tenga el refinamiento de los señores más urbanitas, pero se esfuerza para agradar a su esposa. Saluda a ser Roshar al salir y así, cogidos de la mano, abandonan esposa y marido la sala, dejando a los demás en el agobiante ambiente de la sala de audiencias.

Lady Varya vió como poco a poco todos los peticionarios salían de la sala conducidos por Ser Roshar y Ser Adrik, al marcharse Galdrín intercambó unas palabras con ellos y los dos últimos se fueron juntos. Por su parte Whalen invitó a su esposa a un agradable paseo a caballo, lo predecible hubiese sido que Lady Scarlett hubiese denegado la invitación pero aceptó bajo la promesa de un rato a solas y un buen licor.

Un buen trago fresquito uhmm... quizá me venga bien, Lady Varya se quedó pensando mientras la pareja se alejaba.

Cuando se quiso dar cuenta sólo quedaban en el salón ella y Ser Roshar, él esperando pacientemente a que saliese y así cerrar la doble hoja de entrada. Se levantó y se encaminó hacia la salida, su andar era pausado y una sonrisa apareció en su cara al llegar a la altura de Ser Roshar, Hoy ha acabado pronto, le comentó ¿os apetecería tomar una copa de dorado del Rejo? con este calor me apetece algo fresco y no es bueno beber sola hizo una pequeña pausa para darle tiempo al hombre a pensarlo. Aunque si tenéis alguna obligación, no la demoréis por mi causa.